Los pequeños no somos impotentes frente a la increíble impunidad de la que gozan “nuestras” elites
En esta tercera parte analizaré la decisiva importancia de algo absolutamente necesario en la actualidad: un lúcido discernimiento interior frente a los trascendentales acontecimientos que la humanidad está viviendo. Acontecimientos que para muchos de aquellos que considero los mejores especialistas mundiales en geopolítica están a punto de llevarnos ya al Armagedón. Ya en mis años jóvenes de dedicación casi exclusiva a la espiritualidad, había recibido la siguiente enseñanza de parte de aquel hombre de Dios que, por gracia, conocí por entonces:
“La prueba de una verdadera madurez espiritual no está en la realización de milagros. Juan el Bautista no realizó nunca ningún milagro. Su misión tan solo consistió en ser una voz que, en el desierto, clamaba por la conversión, la justicia y la misericordia. Sin embargo, Jesús dijo que no había nacido nadie mayor que él (Lucas 7, 28). Tampoco está en ningún tipo de experiencias espirituales, por muy elevadas que estas sean. Ni tan siquiera está en la experiencia tabórica (en referencia a la transfiguración en el monte Tabor Mateo 17, Marcos 9, Lucas 9). La prueba de una verdadera madurez espiritual está en el don del discernimiento.”
¿Cuánto más necesario será el discernimiento ahora, estando inmersos totalmente en el Imperio de la Mentira, inmersos en un Occidente en el que toda la “información” está en manos unas poderosas elites que, para concentrar cada día un mayor control y poder, han generado financiarización y guerras permanentes, unas elites que no solo han secuestrado a los grande medios o a Hollywood, sino incluso a las grandes ONGs, a las que también utilizan para su guerra cognitiva?
Segundo tipo de exigencias: lúcido discernimiento interior
La cuestión que ahora nos ocupa es esta: las firmes certezas superiores a las que he dedicado la segunda parte de este artículo son permanentemente confrontadas con la necesidad de tomar decisiones concretas en el día a día. Por eso mismo se hace necesaria la escucha permanente de aquello que mahatma Gandhi llamaba la suave voz interior. Es lo que hizo Jesús frente a las injustas realidades sociales que le tocó vivir, frente a las autoridades imperiales y político/religiosas judías con las que se enfrentó decididamente. Autoridades que acabaron crucificándolo.
La sal que no se utiliza para salar cotidianamente los alimentos, para nada sirve, al igual que una luz que, en vez de ser colocada en lugar desde el que ilumine toda la casa, es ocultada bajo un cajón (Mateo 5, 13-15). Lo mismo sucede con unos principios y certezas que, por muy firmes y superiores que sean, no sirven para discernir los acontecimientos y transformar nuestros comportamientos cotidianos.
Discernimiento y denuncia en el Jesús de los evangelios
En los cuatro evangelios encontramos múltiples referencias a ese lúcido discernimiento interior que poseía Jesús, hasta el punto de que aquellas perversas autoridades nunca podían engañarlo, porque Él sabía bien lo que ocultaban en sus corazones. Pero no solo lo sabía sino que también lo denunciaba con una energía que aún hoy sigue desconcertando a los “cristianos bienpensantes”:
“¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio del infierno? Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y escribas: a unos los mataréis y crucificaréis, y a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que recaiga sobre vosotros la culpa de toda la sangre justa derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Berequías, a quien asesinasteis entre el templo y el altar (Mateo 23, 33-35).”
La teología de la liberación
Y no se equivocaba. Al igual que acabaron con Él (por un tiempo breve, porque finalmente fue Él quien acabó triunfando), casi han logrado acabar por el momento con un movimiento que representa como pocos la importancia de ese lúcido discernimiento interior que yo estoy calificando ahora como la segunda exigencia para que los pequeños lleguemos a acabar con la insoportable impunidad de “nuestras” elites: la teología de la liberación. Hay sobre ella un ya antiguo pero excepcional documental de Televisión española. Un documental que hoy, con el control absoluto de todos los grandes medios por parte de “nuestras” elites, sería totalmente imposible de realizar y publicar.
Como el asesinado del jesuita vasco Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad de El Salvador, tantos otros teólogos y seguidores de la teología de la liberación tenían muy claro que, “a partir del mensaje del Evangelio, hay que utilizar las ciencias sociales, las ciencias humanas y las ciencias políticas para transformar la realidad” (minuto 8:50 del video anterior). Don Helder Cámara lo formulaba de un modo sintético y pedagógico: “Cuando doy de comer a los pobres me llaman santo, pero cuando me pregunto por qué hay tantos pobres me llaman comunista”.
Han logrado casi acabar con esta corriente teológica, de momento, incluso en ámbitos antiglobalistas, en los que, por falta de una buena formación teológica cristiana, no se acaba de entender que los anhelos evangélicos de los teólogos y seguidores de esa teología nada tienen que ver con la reciente cultura woke promovida y potenciada desde las elites financieristas/”progresistas”. Nada tienen que ver, por más que en la cultura woke se utilicen de modo manipulador cuestiones como la de la ecología, la del feminismo, etc., que también deben tener, lógicamente, su lugar en un paradigma integral de liberación.
Juan Pablo II y monseñor Romero
Pero no solo fueron el liberalismo y las dictaduras las que asesinaron a monseñor Romero, a los jesuitas de El Salvador, etc. Al igual que le sucedió a Jesús, fueron también los hombres de las instituciones religiosas. La triste imagen de Juan Pablo II riñendo, de modo público y humillante, a Ernesto Cardenal es todo un símbolo de ello. Un Juan Pablo II que nunca superó toda su rusofobia y que, mientras maltrataba a sacerdotes dignos como Ernesto Cardenal, o se negaba a recibir a un profeta como monseñor Romero, colaboraba muy estrechamente con Reagan y la Thatcher.
En un desolador artículo María López Vigil explicó magistralmente el gran sufrimiento que monseñor Romero tuvo que soportar en 1979 por toda la humillación con la que Juan Pablo II lo maltrató. Lo cierto es que, con acontecimientos como el de la canonización de monseñor Romero, el Señor ha desautorizado finalmente tales comportamientos. Y todo esto sucedía mientras que, por ejemplo, el compulsivo depredador sexual Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, se movía en el interior del Vaticano, con todos sus millones de dólares, como si fuese su propia casa.
Si bien es cierto que finalmente Juan Pablo II acabó arrodillándose y orando años más tarde ante la tumba de monseñor Romero, he querido recordar estos acontecimientos porque el rechazo y la crítica a la teología de la liberación, a pesar de que su raíz sea profundamente evangélica, siguen aún demasiado vivos y activos entre muchos sectores católicos en los que el enorme sufrimiento de las víctimas de este mundo no es para nada un asunto prioritario. Y, por supuesto, desde la agresión “no provocada” de Rusia a Ucrania, también sigue más viva y activa que nunca una rusofobia, generada muy astuta y elaboradamente, que podría acabar llevando al mundo al Armagedón.
La opción preferencial por los pobres
Ni Él ni la teología de la liberación merecen acusaciones como aquella de que excluyen a los ricos de la salvación. A pesar de que, como veremos en la Cuarta parte, Él mismo afirmó inequívocamente que los ricos no entrarán en el Reino de los Cielos, su praxis fue mucho más matizada (porque, entre otras razones, los ricos, como Zaqueo, el jefe de publicanos, Lucas 19, 1-10, pueden convertirse). Lo expuse en el apartado “Jesús y el Imperio” del libro ¿La humanidad va hacia el Armagedón? ¿O hacia la plenitud del Punto Omega? .
En él analicé su desconcertante elección de un publicano como uno de sus doce discípulos más cercanos o los elogios que dedicó a la fe del centurión romano. La teología de la liberación siempre utilizó el término “preferencial” (no exclusivo) en uno de sus principios fundacionales: la opción preferencial hacia los pobres. “Preferencial” es un término que no implica exclusión, es un término que sigue fielmente las frecuentes valoraciones de Jesús sobre los pobres, la riqueza, etc.
Otra cosa es que tal mensaje sea tan incómodo que, en torno a él, sucedan cosas extrañas. Como aquella de que la dictadura argentina, en un acto oficial durante la visita del papa Juan Pablo II a Buenos Aires, eliminase del Magníficat de María los dos versículos que dicen así: “Derriba del trono a los poderosos y exalta a los humildes. Colma a los pobres de bienes y a los ricos los despide vacíos”.
La teología de la liberación y la desmitologización
El ateísmo del marxismo parece ser para muchos eclesiásticos el mal absoluto. Incluso parece ser el único peligro contra el que dicen que se nos alerta en las apariciones marianas, algo que no se corresponde con la realidad. Pero el dictamen último es siempre el del Señor, dictamen que no parece ir por esos caminos. Cuando, en su parábola del juicio final, quiso explicarnos lo que es realmente importante y lo que nos introduce realmente en su Reino, nos propuso unos criterios muy diferentes: dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, etc. (Mateo 25,31-46).
No desconozco que en varios de estos teólogos se han dado aquel racionalismo y aquella desmitologización bultmaniana (que tantas veces he lamentado) que se desentienden o incluso rechazan la historicidad de los milagros relatados en el Nuevo Testamento, y hasta las apariciones tangibles del Señor resucitado. Pero si se me obligase a optar, siempre estaré con las víctimas y con aquellos que dan su vida por ellas, incluso si se trata de ateos. Es una opción que se deduce claramente de la citada parábola: en ella el conocimiento de Jesús y la fe en él no parecen ser lo decisivo. En otro momento Jesús dirá:
“No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí […]’ (Mateo 7, 21-23).”
Y podríamos concluir recordando que la voluntad de su Padre, el principal mandamiento, no es otro que el del amor. El amor a Dios y a nuestros semejantes (Mateo 22, 34-40). Ante lo cual, el apóstol Juan afirma (1 Juan 4, 20) que es imposible que alguien ame verdaderamente a Dios, a quien no ha visto, si primero no ama a su hermano, a quien sí puede ver. Volvemos así a la parábola del juicio final.
Si se me obligase a optar, estaré siempre no con los cobardes sino con los valientes, incluso si se trata de ateos que han optado por la lucha armada. Es lo que hubiese hecho el mismo padre de la no-violencia, el mahatma Gandhi, como explica el lúcido y valiente judío antisionista Norman Filkenstein en el extraordinario video principal de mi artículo anterior.
Las apariciones marianas y las profecías que las acompañan
Y están los sectores muy dados a todo lo referente a las apariciones marianas y profecías de los últimos siglos. En estos sectores, además de darse a veces una cierta deficiencia de una sólida exégesis y teología neotestamentarias, se suele desconocer u “olvidar” que, incluso en el interior de ese mundo que gira en torno a tales profecías, rayano en lo paranormal o entremezclado con él, también existen otros mensajes marianos diferentes de aquellos que una y otra vez nos alertan sobre el peligro del comunismo. Así como algunas profecías que van incluso en un sentido absolutamente opuesto a dichos mensajes sobre el comunismo.
De hecho, de lo que alerta el segundo y más importante mensaje mariano de las impresionantes apariciones marianas de Garabandal es de la corrupción en los niveles jerárquicos superiores de la Iglesia Católica. ¿Será por ello por lo que las cuatro niñas videntes de esta recóndita aldea cántabra sufrieron un acoso tan despiadado y por lo que ha sido silenciado dicho mensaje? Curiosamente, algunos de los pocos que conocieron la última parte del mensaje de Fátima, nunca hecho pública, afirman que coincide con ese de Garabandal. E incluso se atreven a preguntarse si la Señora de Fátima, ante tanta oposición eclesiástica y ante el silenciamiento de su mensaje, no habría optado por unas nuevas apariciones.
El famoso padre Pío desenmascaró la rusofobia
En el caso del famoso padre Pío, que acertó siempre, como ningún otro vidente, sabemos que en la década de 1940 afirmó que Rusia se convertiría antes que Estados Unidos y que le daría una lección de conversión. Por otra parte, no sería honesto utilizar ahora contra la actual Rusia el mensaje de Fátima en 1917, que alertaba sobre los próximos y trágicos acontecimientos en la Unión Soviética y sus errores como el del ateísmo.
Tampoco creo que, en las apariciones marianas posteriores, la Señora haya estado tan despistada que no haya visto los horrores causados por el nazismo o por “nuestras” elites anglo/occidentales tras su victoria contra él, pero sí los causados por Rusia tras la Gran Guerra Patria en la que murieron 27 millones de sus ciudadanos. Estaría bien despistada si responsabilizase a Rusia de la Segunda Guerra Mundial, cuya pronta llegada profetizó en Fátima. Incluso cuando hay alguna alusión a que Rusia podría ser la futura ejecutora del “castigo” divino, no veo ninguna incompatibilidad entre tal mensaje y el análisis geopolítico que desenmascara la gran falsedad de la agresión “no provocada” a Ucrania.
Pero no deseo alargar más este artículo y menos con cuestiones casi esotéricas como esta, pero sería bueno que aquellos que se sorprenden con estas afirmaciones del padre Pío, estudien el fenómeno del renacimiento la fe ortodoxa en la Rusia liderada por Vladímir Putin, a la vez que el fenómeno de la creciente decadencia económica y moral en los Estados Unidos, destrozados a lo largo de más de un siglo por unas elites que son las responsables de una financiarización que antes o después estallará, unas elites perversas que incluso juguetean con el satanismo o caen de lleno él.
Tengo un deber de gratitud hacia muchos de los líderes de la teología de la liberación
Personalmente, debo a estos héroes tan denostados y silenciados un homenaje de gratitud: fueron muchos de ellos los que, realmente dolidos por las injusticias y sufrimientos que padecía (y sigue padeciendo) la madre África , apoyaron decididamente mi candidatura al Nobel de la Paz en 1999.
Además, a finales de la década de los noventa, Serge Desouter, presidente del Comité de todos los Institutos Misioneros cristianos de Bélgica, con rango de testigo ante el Tribunal Penal Internacional para Ruanda y experto en la historia de Ruanda, me convenció de la importancia de que intentase ir introduciendo ese paradigma teológico latinoamericano en la “lucha” por la liberación de los pueblos del África Central. Y Serge no era ni es un cualquiera. Su currículo es de los más impresionantes que he conocido.
Es uno de los más profundos conocedores del dossier ruandés. Por ello, en el libro África, la madre ultrajada, cito reiteradamente sus escritos. Padre Blanco, vivió veintisiete años en África, dieciocho de los cuales en Ruanda. Con estudios en filosofía, teología, etnografía, zootecnia y veterinaria, había escrito ya entonces una decena de libros y un centenar de artículos sobre África en general y sobre Ruanda en especial. Ha sido consultor de organizaciones internacionales como la FAO, HCR, PNUD, FENU, etc., y fundador y miembro de varias ONG para el Tercer Mundo.
Una cuestión que es fundamental, hoy más que nunca: la guerra cognitiva
Por otra parte, tantos asesinatos de aquellos que tan solo eran una voz contra las mentiras del poder, una voz ciertamente demoledora pero desarmada, son la evidencia de algo que no parece ser entendido desde la burguesa mentalidad consumista, materialista y racionalista de aquellos conciudadanos nuestros que no hacen el menor esfuerzo por acceder a una información no manipulada: la guerra cognitiva es para “nuestras” elites aún más importante que la represión policial y el poderío militar. Posiblemente incluso sea tan importante o más que el control del dinero.
Pero es algo que no parecen entender ni tan siquiera aquellos “espirituales” que afirman torpemente que la política está corrompida y que, por tanto, el activismo no sirve para nada. Y en un Occidente como es el actual, con una poderosísima propaganda tan hipnotizadora como la que ha envenenado las mentes de los nuestros, el discernimiento nos exige, absolutamente, esfuerzo y dedicación para obtener una información veraz que nos libere del hechizo que nos está destruyendo.
La guerra cognitiva y el Nobel de la Paz de 1999
Tras un cuarto de siglo quizá sea ya hora de que me refiera a la cuestión del Nobel de la Paz de 1999 sin que las personas más lúcidas interpreten que mis análisis son fruto de la frustración por que el premiado fuese Médicos Sin Fronteras y no yo. En aquel año las epidemias y la muerte arrasaba los campamentos de refugiados hutus ruandeses en el este del Zaire, en donde los atendían los generosos sanitarios de Médicos Sin Fronteras. Pero, justo unos días antes de que los asesinos del FPR, a las órdenes del monstruo Kagame, iniciasen sus bárbaros bombardeos de esos campos, nada menos que con armas pesadas, los directivos mundiales de esa gran organización sanitaria les ordenaron partir.
El motivo: no había que auxiliar a los genocidas. Exactamente el mensaje que Kagame, y sobre todo sus grandes padrinos “anglos”, volcaban en todos sus grandes medios internacionales a fin de justificar el exterminio de aquellos desgraciados que estaban obstaculizando el pillaje de los extraordinarios recursos naturales del inmenso Zaire. Es decir, había que abandonar a los muchos cientos de miles de mujeres, ancianos y niños que, bajo los rótulos del ACNUR, malvivían bajo plásticos y telas. Había que permitir que fuesen bombardeados, perseguidos y asesinados de modo inmisericorde. La valoración como “genocidas” de estos muchos cientos de miles de civiles que iban muriendo día a día, legitimó el genocidio. Hace un par de semanas escribí esto en un correo dirigido a mis amigos más cercanos:
“¿Sabéis quiénes son los grandes financiadores de Médicos sin Fronteras? Pues son los mismos bancos y poderosas elites interesadas en los recursos del Zaire. ¿Sabéis que abandonaron a cientos de miles de ancianos, mujeres y niños moribundos, declarando a los medios, como les indicaron sus financiadores, que no había que ayudar a genocidas? ¿No sabéis que para eliminar judíos, hutus o palestinos primero hay que deshumanizarlos (como se puede ver en los videos que acompañan este artículo de Haaretz publicado en www.l-hora.org. La inversión en Médicos sin Fronteras les resultó muy barata y rentable a estos poderosos: fue de suma importancia para ganar la guerra cognitiva.”
Los financiadores de las grandes ONGs son quienes deciden por ellas
Ese mismo día les envié también algunos párrafos del libro ¿La humanidad va hacia el Armagedón? ¿O hacia la plenitud del Punto Omega? referentes a estas mismas cuestiones, párrafos en los que detallaba algo más sobre la cuestión de la financiación de Médicos Sin Fronteras. Desde hace años vengo intentando abrir los ojos de aquellos, al menos los de aquellos a los que mi mensaje pueda llegar, sobre lo grave que es el hecho de que las grandes ONGs de Derechos Humanos con sede en Londres (HRW y Amnistia) hayan sido convertidas en instrumentos de las elites en su guerra cognitiva. Ahora toca referirme también a las ONGs humanitarias. Estos eran los párrafos que les envié:
“Nuestro amigo el misionero mallorquín Miquel Parets supo comprender y practicar todo esto [la centralidad de la Verdad en el cristianismo]. Por eso no solo permaneció junto a las víctimas, sino que enviaba continuamente a Mallorca sus artículos y denuncias. Al igual que permanecieron junto a esas mismas víctimas los seis misioneros españoles asesinados (además de tres miembros de Médicos del Mundo) por las huestes del Frente Patriótico Ruandés. Todos ellos fueron testigos incómodos de unos crímenes masivos que se quería silenciar. Todos ellos permanecieron junto a las víctimas (unas víctimas criminalizadas como ‘genocidas’ antes de ser asesinadas con total alevosía e impunidad).
Todo lo contrario de lo que hizo Médicos sin Fronteras, que abandonó los campos en los que estos refugiados malvivían. Los abandonó en ‘casual’ coincidencia con los grandes intereses mineros internacionales ávidos de los riquísimos recursos del este del Zaire. Y más en concreto, en ‘casual’ coincidencia con el plan que buscaba hacer desaparecer de allí a los testigos internacionales que acompañaban a los refugiados hutus (plan dejado en evidencia por el abogado canadiense Christopher Black).
Y, lo que es más grave aún, los abandonó con la excusa de que no quería seguir atendiendo a genocidas. Posicionándose así junto a la versión oficial de ‘el genocidio de Ruanda’ que criminaliza colectivamente a la etnia hutu y al Gobierno de mayoría hutu. Un gobierno que se negó a que Ruanda sirviese de base estadounidense para la conquista del Zaire y sufrió por ello unas terribles consecuencias. Pocos días después de la marcha de Médicos sin Fronteras, los ‘genocidas’ (cientos de miles de mujeres, niños y ancianos, tan ‘peligrosos’ como aquellos a los que se refiere Miquel en su artículo) eran bombardeados con armas pesadas con el beneplácito estadounidense y occidental. Y un par de años después Médicos sin Fronteras recibiría el Premio Nobel de la Paz. Lo cual no es nada extraño conociendo el listado de sus benefactores y financiadores. Como ya escribió Tony Cartalucci en 2013:
‘Para empezar, MSF está financiada íntegramente por las mismas instituciones financieras que hay detrás de Wall Street y la política exterior común de Londres [y otras potencias occidentales] incluyendo el cambio de régimen en Siria y en el Irán vecino. El mismo informe anual de MSF menciona como donantes a Goldman Sachs, Wells Fargo, Citigroup, Google, Microsoft, Bloomberg, Bain Capital, la empresa de Mitt Romney y una miríada de otras empresas financieras. Médicos sin Fronteras también presenta a banqueros en su Comité de Apoyo, entre los cuales Elizabeth Beshel Robinson, de Goldman Sachs.’
Y como apostilla Marie-Ange Patrizio en un reciente artículo de Manlio Dinucci:
‘A partir de la página 36 del informe financiero de 2010 (por no haber encontrado los siguientes en la página web de MSF), se ve en la larga lista de donantes a algunos otros contribuyentes como, por tan sólo citar a los más conocidos, la Fundación Bill Clinton y Richard Rockefeller, tan generosos (partidas de 100.000$ y 499.999$ respectivamente) como políticamente independientes.’
Pero lo que estos poderosos ignoran y no controlan (ellos que tienen tanta información privilegiada y que creen controlarlo todo) es precisamente lo que de verdad importa en esta vida: la fraternidad, la verdad, la justicia, la misericordia… Miquel, con todas las penalidades que tuvo que soportar, vivió una vida tan plena que estos poderosos son incapaces ni tan solo de atisbarla. ¡Gracias Miquel!
He tratado extensamente este testimonio de los refugiados en Tanzania, a los que acompañaba Miquel Parets, como ejemplificación de las muchas situaciones parecidas que hemos tenido el privilegio de vivir. Han sido muy numerosos los supervivientes de aquellos refugiados de Tingi-Tingi que, desde hace casi tres décadas, nos han manifestado su agradecimiento por cuanto hicimos por ellos. A una de ellos incluso le escribí el prólogo de la versión en castellano de su precioso libro-testimonio sobre la pesadilla que vivió: Beatrice Umutesi.”
Los pequeños podemos detener los genocidios
Paralelamente, un grupo internacional de amigos míos y de personas en shock por semejante carnicería, iniciaba y llevaba a cabo la que debe ser la campaña para el Nobel de la Paz que haya conseguido unos apoyos más multitudinarios para un español. En mi ya citado último libro relato más extensamente el torbellino de acontecimientos que vivimos en aquellos días del invierno de 1997 hasta que, tras 42 días de ayuno en Bruselas, en la puerta del edificio del Consilium, se reunió el Consejo de ministros de Exteriores de la Unión Europea.
Ese día la comisaria Emma Bonino se acercó una vez más a nosotros, rodeada esta vez de un buen número de periodistas y cámaras de televisión, y nos dijo: “Lo hemos conseguido. El ACNUR y las organizaciones humanitarias podrán aportar a los cientos de miles de refugiados la ayuda que necesitan”. En los días siguientes escribí un largo artículo, que fue publicado el 3 de marzo en los diarios El día del mundo y Avui, del que ahora transcribo tres párrafos:
“‘Hemos conseguido algo muy importante [nos dijo la comisaria Bonino], hemos conseguido reabrir el dossier que había sido cerrado en diciembre por motivos sórdidos e incluso con mentiras. Cuando algunos habían llegado a hacer creer a la opinión pública que ya prácticamente no quedaban refugiados en el Zaire, cuando habían conseguido desactivar la intervención internacional tan difícilmente acordada, cuando se habían desmovilizado aquellos grupos sociales que antes habían reaccionado, cuando incluso muchas de las ONGs más activas se habían rendido impotentes, algunos como vosotros y nosotros, acusados de visionarios, hemos conseguido que se reconozca la existencia de aquellos que no existían y que ahora se reabra el dossier.
[…]
La opinión pública puede parar el genocidio en Zaire, Ruanda y Burundi. Se puede llegar a lo más alto. No nos cansamos de repetirlo. Nosotros hemos llegado. Aunque para ello hayamos tenido que tocar antes el corazón de 18 premios Nobel, de la Comisaria Bonino, del Parlamento Europeo, con el Sr. José María Gil Robles a la cabeza, del secretario del Estado Belga para la cooperación, Sr. Moreels, del Consell Insular de Mallorca, de la jerarquía de la Iglesia belga con el cardenal Danneels al frente, y de tantas otras personalidades y ONGs que no podemos enumerar.
Pero al mismo tiempo, hoy más que nunca, con la carta de una victoria parcial pero importante en las manos, queremos seguir hablando no tanto de resultados concretos como de solidaridad y empatía gratuitas e ineficaces. En esta hora en la que hasta el Sr. Matutes [ministro español de Exteriores] dice que se quita el sombrero ante nosotros, queremos seguir insistiendo en la importancia de la dignidad y de la coherencia, de la denuncia y de la resistencia no violenta. Y esto sobre todo en los momentos en los que hay que abrir la marcha, en los que el riesgo de un fracaso paraliza a más de uno, en los que quizá hay demasiadas incomprensiones y sospechas.”
Pintura : La resurrección – La última estación del Via Crucis Latinoamericano réalizado por Adolfo Pérez Esquivel en 1992 en ocasión del 500 aniversario de la conquista de América.
Teología de la liberación (Television española)