Nacido el 10 de julio de 1989 en Ruanda, Venant Abayisenga cumple o habría cumplido 31 años este 10 de julio de 2020.
En 1995, con sólo 6 años de edad, presenció el salvaje asesinato de su madre por soldados del APR en Nyabirasi, en el noroeste de Ruanda. Su hermano pequeño, de apenas un año y cuatro meses, también fue asesinado en la espalda de su madre.
En 2012, a la edad de 23 años, decidió involucrarse en la política uniéndose a esta nueva generación de ruandeses que quieren tomar su destino en sus propias manos, teniendo voz en la reconstrucción del país.
En junio de 2013, a la edad de 24 años, y sólo unos meses después de su debut en la política, fue víctima de su primera medida importante de persecución política cuando fue encarcelado arbitrariamente durante un año y medio.
Recuperó su libertad en diciembre de 2014 y, lejos de verse quebrantado por su estancia en prisión, decidió continuar su lucha política por una Ruanda que respete los derechos de todos los ciudadanos.
En septiembre de 2017, sólo unas semanas después de las elecciones presidenciales ganadas por el general Kagame con un resultado estalinista del 99% de los votos, es víctima de la «represión política postelectoral» durante la cual muchos opositores son encarcelados.
A la sombra del encarcelamiento de alto perfil de Diane Rwigara y su familia, comienza su segunda estancia en prisión.
Con sólo 28 años de edad, y después del acoso y el encarcelamiento, experimentará otra medida importante del aparato represivo del régimen del FPR contra cualquier voz disidente: la tortura. Tan pronto como fue arrestado, fue transferido a «Gacinya», en Gikondo, un lugar infame por el destino de los detenidos allí.
Él mismo cuenta lo que pasó después: «Tuve grandes problemas allí, me golpearon. Querían que les hablara de un grupo armado que habríamos creado. (…) No me creyeron y me quedé allí, y siguieron golpeándome, fingieron mi ejecución. En un momento dado tuve un problema de hemorragia, así es como empezaron a golpearme menos. Me pusieron bajo la mesa, uno me golpeó por detrás en las plantas de los pies, el otro con una porra en la cabeza (…) A nosotros, que habíamos sido arrestados en último lugar, quisieron torturarnos de manera ejemplar… Yo me quedé en mi calabozo, con los brazos atados, solo en ese lugar sombrío de donde sales para ser golpeado, y sientes que todo se acaba. (…) Alrededor del 17 [septiembre de 2019] la paliza comenzó de nuevo. Cuando empecé a sangrar otra vez, se tomaron un descanso pero me dijeron que me iban a matar. Vinieron con una bolsa de plástico y me pidieron que les dijera quién había estado en el grupo armado con […] El 23 de septiembre, volvieron y me golpearon de nuevo. Todavía querían interrogarme pero les dije que quería un abogado. Me dijeron: ‘Nunca saldrás de este lugar, nadie sabe que estás aquí, podemos matarte y no habrá ningún proceso contra nosotros’. Ya sabía que mucha gente es asesinada bajo este régimen sin ningún tipo de control. (…) Por ejemplo, ponían muchas piedras en el maíz que comíamos, igual que en las gachas que recibíamos, que en vez de azúcar ponían arena. Pero soporté estas malas condiciones de vida y sigo vivo. Espero vivir por mucho tiempo. (…) Me dijeron que habían matado a mis compañeros y que iban a hacer lo mismo conmigo. Y efectivamente, se mata en «Gacinya». Asistíamos a escenas en las que podíamos oír a alguien morir y luego los veíamos venir a limpiar. Cuando ves eso, te dices a ti mismo que tu vida ha terminado. (…) Después fui transferido a la prisión de Mageragere y la tortura continuó, pero a otro nivel. La tortura en esa prisión ha alcanzado tal nivel de organización que uno se pregunta si no está planificada por el Estado.»
El 23 de enero de 2020, después de otros dos años y medio de detención, fue absuelto de todos los cargos y puesto en libertad inmediatamente, junto con Théophile Ntirutwa, su compañero de prisión y camarada de partido.
Théophile Ntirutwa y Venant Abayisenga fueron liberados de prisión el 23 de enero de 2020.
El 6 de junio de 2020, menos de un mes después de que Théophile Ntirutwa sobreviviera a un intento de asesinato, Venant experimentará otra medida importante del arsenal represivo del régimen del FPR: la desaparición forzosa.
Con sólo 30 años de edad, habiendo dejado su casa por unos minutos para comprar crédito para su teléfono, no regresará.
No se le ha vuelto a ver.
Ha pasado más de un mes.
Fuente: Jambonews