El jueves 14 de abril de 2022, los principales medios de comunicación occidentales publicaron la noticia de que el Reino Unido y Ruanda habían firmado un acuerdo por el que todos los solicitantes de asilo en el Reino Unido que hubieran llegado a ese país de forma ilegal serían deportados a Ruanda en lo sucesivo.

Las reacciones fueron generalizadas en todo el mundo. Ya sea en el propio Reino Unido, donde los partidos de la oposición criticaron el acuerdo, o en las ONG, que también lo denunciaron. Incluso el ACNUR, responsable de garantizar la protección de los refugiados en todo el mundo, mandato que ostenta como organismo de las Naciones Unidas, lo ha denunciado.

Más allá de las consideraciones jurídicas y humanitarias planteadas por estos organismos, también es necesario destacar y poner de relieve el trasfondo de este acuerdo en relación con Paul Kagame y su camarilla en el poder en Kigali, pero también con Boris Johnson y su gobierno conservador.  Este es el objetivo de este artículo.

La punta del iceberg

El acuerdo con Ruanda, que será financiado por el Reino Unido con 120 millones de libras esterlinas (144 millones de euros), prevé que los inmigrantes –cuya nacionalidad y condiciones de llegada no se especifican– sean «integrados en las comunidades de todo el país», según el comunicado emitido por Kigali.

La parte y los cálculos de cada uno de los ladrones

  1. El británico Boris Johnson alias BoJo

Según analistas y especialistas del Reino Unido, el hallazgo de Boris Johnson pretende crear una distracción. De hecho, está envuelto en escándalos, el último de los cuales es el que expone las fiestas que supuestamente organizó en pleno confinamiento y violando las medidas que él mismo había promulgado contra la covid. Teme que, tras las demandas y las multas, estos escándalos acaben por derribar su gobierno.

El otro punto de su cálculo es que mientras el líder conservador había prometido controlar la inmigración, uno de los temas clave en la campaña del Brexit, el número de inmigrantes ilegales que cruzan el Canal de la Mancha se ha triplicado en el último año. Desesperado por recuperar la popularidad y ganarse a sus votantes, Boris Johnson y su Gobierno llevan meses buscando cerrar acuerdos con terceros países a los que enviar a los inmigrantes a la espera de tramitar sus expedientes. Según los medios de comunicación británicos, Londres ya había intentado hacer realidad esta idea mediante dos acuerdos fallidos con Albania y Ghana.

Cuando justifica su acuerdo con Kagame afirmando que Ruanda es actualmente uno de los pocos países «más seguros» del mundo donde reinan el orden y la seguridad, el más estable de África…, uno quisiera preguntarle por qué no pidió a Corea del Norte que concluyera este acuerdo con él. Según su criterio, el país de Kim Jong Un es obviamente «más seguro» que la Ruanda de Kagame. Allí también hay orden y culto a la personalidad, no hay oposición y por tanto no hay manifestaciones, como en Ruanda.

  1. Los entresijos del «ruandés» Paul Kagame

Siempre bien aconsejado por sus antiguos amos, líderes de las superpotencias, y ahora oficialmente «sus asesores», Paul Kagame se empeñó, antes del anuncio y la firma de este controvertido acuerdo, en aniquilar de antemano las preguntas embarazosas que inevitablemente surgirían de este acuerdo. Entonces recorrió algunas capitales para despejar el camino antes del anuncio del acuerdo.  Primero fue a Zambia, un país del sur de África que ha acogido a varios refugiados ruandeses. A partir de ahí, quiso enviar un mensaje a otros países de la región que acogen a refugiados ruandeses pero que no habían cumplido plenamente su orden de aplicar la cláusula de cese de 2017 (Malaui, Sudáfrica y su reciente colonia, Mozambique), para que no movieran un dedo y, sobre todo, para que no declararan que los ruandeses también eran refugiados en masa.

Tras haber conseguido que se admita que los 250.000 refugiados ruandeses en la RD del Congo no son seres humanos y, por tanto, no son personas que deban ser protegidas ni siquiera mencionadas en el marco humanitario, le queda el caso del Congo Brazzaville. Congo Brazzaville aplicó al pie de la letra los mandatos de Kagame sobre la cláusula de cese y decretó que desde 2017 cualquier refugiado ruandés en Congo-Brazzaville perdería su estatus de refugiado. A continuación, los dos países presionaron a estos ex-refugiados para que regresaran a Ruanda. Pero sólo un pequeño número lo hizo. Quedaron más de 8.500, agrupados en campamentos y debidamente registrados, pero sin papeles, ni como refugiados ni como residentes. El viaje de Paul Kagame pretendía, por tanto, que este caso no se pusiera en la balanza a la hora de evaluar y criticar el acuerdo que iba a firmar con Boris Johnson para acoger, como subcontratista, a los solicitantes de asilo deportados del Reino Unido.

Una vez esbozados estos preliminares del acuerdo BoJo-Kagame, veamos ahora el cálculo del dictador ruandés y las ganancias esperadas de este tráfico «estatal» de seres humanos.

– A corto plazo

A corto plazo, Paul Kagame cuenta con este acuerdo para acallar las voces cada vez más rotundas de las potencias que lo crearon y lo han mantenido en el poder durante 28 años. El caso de Paul Rusesabagina, el héroe hutu que salvó la vida de miles de tutsis en 1994, pero que luego se convirtió en opositor a la dictadura de Paul Kagame, está agitando la opinión pública en Estados Unidos, y los lobbies de Kagame tienen dificultades para defender a su cliente. Paul Rusesabagina fue secuestrado por Paul Kagame cuando se dirigía de Estados Unidos a Dubai y llevado de vuelta a Kigali en un avión privado fletado por Kigali. Fue condenado a 25 años de prisión sin haber sido juzgado regularmente porque no asistió a la mascarada tragicómica que fue este juicio.

Ahora que una potencia supuestamente «democrática» como el Reino Unido pregona la gobernabilidad, la justicia y el respeto a los derechos humanos en la Ruanda de Paul Kagame para justificar su elección de país para reubicar a sus solicitantes de asilo, los gritos por la liberación de Paul Rusesabagina no serán escuchados.

En el propio Reino Unido, Paul Kagame ha empezado a cosechar los beneficios de este acuerdo. Johnston Busingye, que fue nombrado embajador en Londres hace varios meses pero cuya acreditación estaba pendiente porque fue acusado de violaciones de los derechos humanos cuando era ministro de Justicia, acaba de ser acreditado como embajador de Ruanda.

Por último, la cumbre de la Commonwealth que se celebrará en Kigali en junio de 2022 es casi un hecho. En efecto, la incertidumbre se mantuvo porque varias organizaciones e incluso países miembros de la Commonwealth plantearon la cuestión de que Ruanda, que no respeta los principios fundamentales de la Commonwealth, debería ser expulsada antes que acoger su cumbre. Ahora que el acuerdo está firmado, Boris Johnson, como primer ministro, incluso invitará a la propia reina Isabel II a ir a Kigali para inaugurar la cumbre como soberana de esos países de la Commonwealth.

A sabiendas de que varios ruandeses piden cada día asilo político en Gran Bretaña, el acuerdo no especifica lo que Boris Johnson y Paul Kagame han reservado para su destino. Pero todo indica que a partir de ahora estos ruandeses, que huyen de la dictadura y la opresión de Paul Kagame, serán simplemente deportados a Ruanda a escondidas porque no pueden estar entre los que BoJo pretende vender a Kagame en virtud de este inicuo acuerdo.

– A medio plazo

Además de los 144 millones de euros que Kagame se embolsará directamente tras el inicio de la aplicación de los términos del acuerdo, cabe destacar que este acuerdo estipula que los deportados del Reino Unido no serán alojados en campamentos en Ruanda, sino que dispondrán de alojamiento individual en todo el país. Con esta cláusula, Paul Kagame y su camarilla ganarán doblemente porque esto es aparte de los millones embolsados al principio, y el pueblo y sus supuestos representantes pero en realidad los lacayos de Kagame (los parlamentarios) no tendrán ningún control. De hecho, estos «reubicados» se alojarán en casas u hoteles que pertenecen a Kagame y a su camarilla gobernante y que han permanecido irremediablemente vacíos durante años por ser tan caros y estar fuera del alcance de un simple ciudadano ruandés e incluso de un turista medio. Así, como no se especifica la duración del acuerdo, Paul Kagame y su camarilla se aseguran a medio plazo la rentabilidad de sus edificios de lujo. Y todo esto lo pagará el Reino Unido.

 – A largo plazo

Aquí es donde uno siente escalofríos cuando descubre los planes a largo plazo de Paul Kagame y su camarilla que se hizo con el control de Ruanda en 1994.

Los estudios encargados por los creadores de Paul Kagame y llevados a cabo por sociólogos, psicólogos y otros etnólogos, han llegado a la conclusión de que en 50 años (medio siglo), un régimen puede transformar la naturaleza y la identidad de un pueblo al que gobierna. En el caso de Ruanda, estimaron que si el régimen de la camarilla de Paul Kagame lograba traer a Ruanda a inmigrantes que no entendían nada de la cultura y la historia de Ruanda, pero les concedía derechos y privilegios superiores a los de los ruandeses nativos, en menos de 50 años la identidad del ruandés como tutsi, hutu, twa, y su historia y cultura quedarían relegadas al olvido. Pero añadieron que habría que trabajar al mismo tiempo para borrar esta cultura y esta historia, especialmente silenciando a las élites y a los líderes de opinión que podrían asegurar su conservación. Para ilustrarlo, le muestran que los ciudadanos de Norteamérica que cuentan hoy en día son los descendientes de inmigrantes irlandeses, italianos, alemanes u holandeses… y que los nativos (pieles rojas o indios americanos) que no han sido víctimas de genocidio, siguen siendo ciudadanos de segunda clase e incluso parias en las tierras de sus antepasados. Este es el cálculo a largo plazo que hace Kagame siguiendo los consejos de sus maestros y creadores.

El acuerdo entre Boris Johnson y Paul Kagame del 14 de abril de 2022 se inscribe, pues, en este proyecto a largo plazo que podría calificarse de «genocida».

En conclusión, llamamos la atención del ruandés de a pie, del africano y de cualquier persona que ame la paz y la libertad y que no sea interesada, de que este mundo está desde 1990 dirigido por depredadores sin fe ni ley, pero que en su empresa de dominación se sirven de los criminales empedernidos que colocaron a la cabeza de ciertos países. Los primeros necesitan a los segundos para que les den cobertura y los segundos necesitan a los primeros para seguir disfrutando de la impunidad de sus crímenes. El caso de Boris Johnson y Paul Kagame con el acuerdo del 14 de abril de 2022 es un caso de libro.

Fuente: Echos d’Afrique