El viernes pasado, pocos minutos después de que el Parlamento de Cataluña votara a favor de proclamar la independencia de Cataluña, una buena amiga de la familia nos llamaba desde su casa, en Huesca. Estaba profundamente afectada y dolida, ¿tan mal hemos tratado a los catalanes? Seguramente, la gran mayoría de ciudadanos españoles de buena fe, que nunca gritarían ¡a por ellos!, se hacen la misma pregunta, sin entender los motivos por los que la mayoría de los representantes electos de Cataluña han tomado una decisión tan drástica. Por desgracia, la libertad de prensa no implica la existencia de una prensa libre, al menos en cuanto a los grandes medios de comunicación de masas españoles.
En las Islas Baleares, por suerte, además de los grandes periódicos y radios y televisiones estatales, recibimos las emisiones de TV3 y de Catalunya Ràdio y hemos podido constatar la existencia de dos mundos informativos divergentes. Pero, para los que sólo tienen un único mundo informativo el millar de heridos por las cargas policiales del 1 de octubre no existieron, TV3 manipula, las escuelas catalanas adoctrinan y no enseñan el castellano (el ministro Dastis lo afirmó sin parpadear en una televisión francesa), los mossos d’esquadra no obedecieron las órdenes judiciales (a pesar de que cerraron el doble de colegios electorales que la policía nacional y la guardia civil sin pegar ni un solo golpe de porra)…
La realidad que viven la mayoría de españoles es la creada por unos mentirosos compulsivos que han demostrado no tener el más mínimo escrúpulo para obtener el poder. Con mentiras, metieron a España en la guerra ilegal de Irak; mintieron a la población atribuyendo a ETA los atentados de Atocha; mintieron con la mayor catástrofe ecológica de la historia de España, el petrolero Prestige; saquearon las arcas públicas, ya tienen más de ochocientos imputados por corrupción; según la fiscalía, llevaron una doble contabilidad, cobraron en negro, financiaron ilegalmente campañas electorales, destruyeron pruebas, obstaculizaron a la Justicia… ¡Los grandes defensores de la legalidad!
Pero, lo peor que han hecho en España, a la que tanto dicen defender, es enfrentarla a Cataluña. Rajoy, como presidente del Partido Popular, es responsable de la recogida de cuatro millones de firmas contra el Estatuto de Autonomía de Cataluña. Es responsable de haber presentado un recurso de inconstitucionalidad contra el mismo Estatuto, una vez que había sido aprobado por el Parlamento de Cataluña, las Cortes Generales de España y refrendado por el Pueblo de Cataluña. Es responsable de haber maquinado hasta conseguir un Tribunal Constitucional partidista (según el constitucionalista Javier Pérez Royo, la primera inconstitucionalidad la cometió el mismo Tribunal Constitucional al admitir a trámite el recurso del PP). Mariano Rajoy, además, es responsable de haber ignorado las grandes manifestaciones pacíficas de Cataluña que clamaban por su reconocimiento como Pueblo. En este tiempo, además, ha promovido, de hecho, una recentralización política mediante leyes que invaden competencias exclusivas de la Generalitat o a través de recursos de inconstitucionalidad que han suspendido leyes autonómicas, como la de pobreza energética, por ejemplo.
Todo ello, mientras se incumplían convenios de inversiones en infraestructuras, como la conexión ferroviaria del Puerto de Barcelona, las inversiones en cercanías o el famoso Eje Mediterráneo ferroviario que debía conectar todo el Levante con Europa. Mientras, Cataluña, junto con Baleares y Valencia, financia los costosos proyectos de alta velocidad españoles.
No, los españoles no han hecho ningún daño a los catalanes, se lo ha hecho Rajoy en su nombre.