Josep Miquel Arenas Beltran, ‘Valtònyc’, es un joven que no sólo tiene las ideas claras, sino también las acciones. El otro día, Pere Antoni Pons, en este mismo diario, hablaba de él de manera elogiosa con toda justicia. Lo que hace y ha hecho Valtònyc en favor de nuestra libertad civil y humana no lo ha hecho ningún político mallorquín estos últimos años. Gracias a Valtònyc, han aumentado los casos de diarrea de los gobernantes españoles, de los jueces españoles y de la monarquía corrupta española. Se ve que las lecciones aprendidas en la Escuela Graduada de Sa Pobla y las clases en el instituto de Sineu –todos estos centros docentes de raíz mallorquina y catalana liberal auténtica– han dado sus frutos, al menos en uno de sus alumnos y en otros muchos con los que mantiene la amistad y el activismo humanitario. Si en el mundo hubiera más Valtònycs, los Països Catalans hace rato que serían independientes y libres de Borbones, de gobernantes hostiles y de ejércitos afrancesados y castellanistas.
Josep Miquel Arenas Beltran no milita en ningún partido político más que en el de la libertad y la paz de todos los hombres y mujeres. Más concretamente, en el partido de la libertad de expresión, el mismo en el que yo he militado siempre, como Thomas More y Voltaire. El de la vida con sentido común eminente. No es fácil hacer lo que hace y ha hecho Valtònyc, ya que le rodean muchos peligros descabellados y cuadrúpedos, pero él insiste y persiste en su cruzada particular contra todo tipo de intolerancia y de injusticia al individuo y al colectivo cívico y democrático que todavía se mantiene firme y de pie. Yo añadiría que es un humanista de esta época confusa y descabellada. Dice lo que siente y actúa en consonancia. No sólo debemos estarle agradecidos, sino que debemos ponernos a su lado.
Fuente: Última Hora