Nuestras sociedades en shock son incapaces de reconocer las evidencias de la ofensiva final de los grandes “filántropos”

Primera parte

3

Quien aún crea que los motivos de la “vacunación” masiva son sanitarios… es que no ha hecho el esfuerzo necesario para informarse

Durante los últimos meses hemos visto como aquellos que comprensiblemente cayeron en la trampa, tan omnipresente y poderosa, de creer que gracias a la “vacuna” quedarían inmunizados, y que además pronto se alcanzaría la inmunidad de rebaño, han ido retrocediendo posición tras posición. Ahora tan solo discuten sobre porcentajes de infecciones, hospitalizaciones y fallecimientos. Caso aparte son aquellos auténticamente fanáticos a los que ni los hechos ni las estadísticas les importan y con los que no es posible hablar de nada. Aquellos con los que sí se puede, se han atrincherado en un último reducto: la “verdad” de que, aunque el porcentaje de “vacunados” infectados, hospitalizados o fallecidos es cada vez mucho mayor que el de no “vacunados”, eso se debe simplemente a que los “vacunados” constituyen la gran mayoría de la población. Esa “verdad” es la última consigna con pretensiones estadísticas y científicas que les dan los “expertos” televisivos.

Pero aún esa última consigna es falsa. Ahora ya no es solo en Israel o en Australia en donde los “vacunados” son el 90 o el 94% de los hospitalizados y fallecidos por la Covid. En Alemania, con un 71% de población “vacunada”, el 96% de los contagiados con la variante Ómicron son “vacunados”. Algo parecido es lo que está sucediendo en el Reino Unido, en Estados Unidos o en Israel. En Israel, especialmente, la primera en adelantarse en varios meses al resto del mundo en una “vacunación” masiva, la “vacunación” (supuesta panacea contra la pandemia) ha llegado al límite y la realidad se ha impuesto: no queda más remedio que aceptar que no hay manera de detener el contagio general por muchas inyecciones que se pongan.

Es precisamente lo que afirmaba el doctor Risch al final de la entrevista que se le realizó el día 12 de diciembre: “A las personas que no deben ser protegidas se las debe dejar que contraigan el covid, y tratarlas si lo necesitan, pero la mayoría no lo necesitará. Una vez que ellos sean inmunes a partir de la inmunidad natural, protegerán al resto de la población. La mayoría ni siquiera sabrá que lo han tenido porque será asintomático”. El problema es que el objetivo de las élites no es la inmunidad de la población sino la imposición universal de sus “vacunas”.  Como él también afirma, junto a muchos otros profesores eminentes, nos han estado mintiendo desde el inicio.

Pero la historia los juzgará muy duramente, como los grandes criminales que son. Por ahora, lo único que hacen es intentar rematar la operación de “vacunación” masiva con la falsaria excusa de que, al menos, evitarán muertes. Mientras que en Israel empiezan, a pesar de todo, con la cuarta dosis, aquí las televisiones nos dicen que nuestros responsable esperan que, gracias a la gran difusión de la Ómicron, se conseguirá lo que no se consiguió con las campañas de “vacunación”: que los recalcitrantes negacionistas se “vacunen”.

Aparte de la citada “verdad” estadística, todo lo demás son afirmaciones vagas e imprecisas: “las vacunas funcionan” (¿seguro?), “los vacunados están más protegidos”, “la infección será mucho más leve en los vacunados”, etc. No deja de sorprenderme una y otra vez el fenómeno de personas que se aferran a ese tipo de afirmaciones ligeras y sin base alguna, negándose en banda a leer cualquier información seria que se les ofrezca y que pueda cuestionarlas. Sin referirnos a las mentiras descaradas de responsables sanitarios que afirman, sin parpadear frente a las cámaras de televisión, que no tienen prácticamente “vacunados” en sus hospitales, en contradicción flagrante con las estadísticas del mismo Ministerio de Sanidad.

Por lo que puedo observar, el no informarse sobre una cuestión que afecta tan decisivamente a nuestras vidas no se debe a falta de tiempo. Ni siquiera a la falta de interés. Reiteradamente compruebo que esa falta de información es debida fundamentalmente a resistencias emocionales. Al parecer, estas personas ya no se acuerdan de las sucesivas tesis que, aunque absolutamente insostenibles, eran hasta hace poco dogmas incuestionables. Es increíble lo irracionales que pueden hacernos nuestras emociones, en especial el miedo.

Y finalmente están las “certezas” que ya solo cabe calificar de ridículas. Parecía que al menos nos habíamos liberado en alguna medida de la estupidez de responsabilizar a los no “vacunados” de todas las infecciones y males de los “vacunados”. Los datos son tan elocuentes que parecía que nuestros responsables se contenían algo más antes de atreverse a decir semejantes estupideces. Pero de nuevo han vuelto a la carga: los no vacunados están provocando el colapso de los hospitales y, por tanto, hay que empezar a obligar a los negacionistas a que se «vacunen». Y está a la orden del día otra estupidez semejante. Una estupidez que era previsible, como ya comenté en el anterior artículo 2 de esta Primera parte: la de adjudicar a la masiva “vacunación”, del 83% de los españoles, el mérito de que las estadísticas de pacientes en UCIs y de fallecimientos sean mucho mejores que las anteriores a la “vacunación”, a pesar del enorme contagio provocado por la Ómicron. Lo cual está en absoluta contradicción con el supuesto colapso que invocan para imponer la vacunación obligatoria.

Aunque la pregunta (que se le ocurre incluso a un ignorante como yo en cuestiones sanitarias) es esta: Si el mérito de esta “benévola” situación en UCIs y funerarias se debe a la “vacunación”, ¿por qué se está dando un proceso semejante, aún más radicalmente positivo y sorprendente, en la Sudáfrica en la que aún ahora, a comienzos del año 2022, las personas “vacunadas” son solo el 26,62% de la población, una tercera parte del porcentaje de “vacunados” en España? La única explicación que se me ocurre dentro de la delirante (¿o cínica?) lógica de nuestros televisivos responsables político-sanitarios es que quizá “la vacunación española” ha sido tan magnífica y poderosa que incluso frenó preventivamente en Sudáfrica las consecuencias más graves de las infecciones con la variante Ómicron. Que perdonen mi ironía los capacitados altos profesionales sanitarios que, con pose solemne, elogian antes las cámaras de televisión la eficacia de “la vacunación española”, a la que atribuyen el mérito de que nuestras UCIs y nuestras funerarias estén relativamente tranquilas.

Que me perdonen, pero su obcecación y fanatismo solo me merece el calificativo de ridículos. Aunque en realidad sus posicionamientos sean mucho más que ridículos (y por tanto mi juicio, aparentemente despreciativo, sea bastante benévolo): son posicionamientos criminales, porque la “vacunación”, en la que tanto insisten, sigue causando un gran daño, con demasiada frecuencia irreparable, a millones de españoles. Y yo siempre había creído que el denunciar el crimen del que uno ha sido testigo es una obligación no solo ética sino legal. Lo próximo seguramente será aquello a lo que también me referí en el artículo 2: adjudicar al virus las futuras muertes y daños graves causados por la “vacunación”. Muertes y daños graves que, con el paso de los meses, cada vez serán más frecuentes a medida que la inmunización natural vaya siendo dañada por la “vacuna” y que los efectos adversos de ella vayan apareciendo.

¿Estamos ya inmersos en el Gran Reinicio y en la agenda de despoblación del FEM?

Antes de acabar este escrito, que ya tenía bastante avanzado, me han enviado uno del doctor Robert W. Malone, What if the largest experiment on human beings in history is a failure? (substack.com), que me parece de tal trascendencia que debo empezar por él. Si son ciertos los importantísimos datos que en él se dan y las gravísimas consecuencias futuras que de ellos se deducen, la humanidad se empezaría ya a encontrar inmersa en la gran tragedia sobre la que él mismo y otras muchas eminencias médicas y científicas vienen alertando.

Las compañías aseguradoras de Estados Unidos están empezando a constatar que las muertes han aumentado en un asombroso 40% entre las personas de 18 a 64 años, la edad laboral, coincidiendo en gran medida con la vacunación masiva. A lo que también hay que añadir un gran repunte de las reclamaciones por discapacidad. Como reconoce el mismo doctor Malone, de ser cierto semejante dato, él mismo empezaría a creer en aquello que hasta ahora consideraba algo bastante conspiracionista: estaríamos ya realmente inmersos en el Gran Reinicio y en la agenda de despoblación del Foro Económico Mundial. El doctor Malone concluye así:

“EN El PEOR DE LOS CASOS, este informe [del director ejecutivo de la compañía de seguros OneAmerica de Indiana] implica que los mandatos federales de vacunas […] han impulsado lo que parece ser un verdadero crimen contra la humanidad. Pérdida masiva de vidas en (presumiblemente) trabajadores que se han visto obligados a aceptar una vacuna tóxica con mayor frecuencia en relación con la población general de Indiana.

ADEMÁS, también hemos vivido la campaña de censura y propaganda más masiva y coordinada a nivel mundial en la historia de la especie humana. Todos los principales medios de comunicación y las empresas de tecnología de redes sociales se han coordinado para sofocar y suprimir cualquier discusión sobre los riesgos de las vacunas genéticas y/o tratamientos tempranos alternativos.

Este artículo se lee como una descripción escueta de un evento de víctimas en masa evitable causado por un procedimiento médico experimental obligatorio. Uno para el cual todas las oportunidades para que las víctimas se hayan auto informado sobre los riesgos potenciales han sido borradas metódicamente tanto de Internet como de la conciencia pública por una camarilla corrupta internacional que opera bajo la bandera de la ‘Iniciativa de noticias confiables’. George Orwell debe estar dando vueltas en su tumba. Espero estar equivocado, pero, me temo que tengo razón.”

Sobre PCRs y gripes estacionales

He empezado por lo más reciente y grave. Pero habrá que seguir por la cuestión de las PCRs, el tramposo instrumento que determina cuales son los tramposos porcentajes que aparecen en las tramposas estadísticas referentes al número de infecciones. Hace un par de días había escrito al respecto:

“El testimonio personal de Elon Musk, director ejecutivo de Tesla, parece gracioso: de las cuatro pruebas que se hizo en el mismo día con la misma máquina, dos dieron positivo y dos negativo. Sin embargo, su testimonio no tenía nada de gracioso cuando denunció: ‘Algo extremadamente falso está sucediendo’. Han aumentado la estadística de infecciones con falsedades (el Gobierno de Baviera infló un 400% la incidencia sobre los no ‘vacunados’), con mediciones incorrectas en las que multiplican hasta por cuatro las cifras.

Las han falsificado incluso a base de algo tan simple como hacer más análisis a fin de detectar más infectados, subiendo en la pruebas PCR los ciclos a más de 35 u ocultando las decenas de miles de casos de gripe, englobándolos en las estadísticas de infectados Covid. Al igual que han hecho con la letalidad ¿Cómo puede ser que nuestra cultas e informadas sociedades acepten sin más que en todo un año no hubo un solo caso de gripe? ¿Qué nos está pasando? ¿Cómo es que no somos capaces de ver que en esta pandemia nada cuadra?”

Pero todas estas trampas, así como mis reflexiones al respecto y como muchas otras cosas más, han quedado completamente desfasadas con la misma rapidez con la que los hechos van desmontando las sucesivas “variantes” de la doctrina oficial. Variantes cada vez más artificiosas y, por tanto, menos creíbles, menos peligrosas, como la nueva variante del virus. Han quedado totalmente desfasadas ya que son los mismos CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, la Agencia nacional de salud pública de Estados Unidos) los que ha retirado el uso de las PCRs, puesto que son incapaces de diferenciar la gripe del virus covid.

Así que ha reaparecido la gripe tras tomarse un año de vacaciones. Pero hay mucho más. Será muy instructivo recapitular a continuación los acontecimientos vividos durante tantos meses, así como los “conocimientos” (ficticios) que como una apisonadora han aplastado la capacidad crítica de nuestras sociedades. Porque, además, esta lucha irá para largo. Las PCRs pueden ser ya científicamente obsoletas y su uso estar ya retirado. Pero en la realidad paralela, la realidad mediática creada por las élites, que es la que sigue marcando nuestro día a día, todo sigue funcionando por ahora como hace meses, como si nada hubiese pasado.

Evitando la realización de cualquier autopsia

Una cuestión que debería haber sido clave desde el inicio mismo para enfrentar la pandemia es la de la realización de autopsias. Si estas son obligatorias en cualquier tragedia individual sobre la que haya la menor duda, ¡cuánto más deberían haberlo sido en semejante hecatombe! El sorprendente interés en que sean evitadas, a pesar de lo reveladoras que serían (o precisamente por esa causa), debería haber hecho sonar inmediatamente todas las alarmas. Casi desde el principio de la pandemia se nos dice que la verdadera fuente de contagios son los aerosoles expulsados por los infectados en la expiración. Sin embargo, mientras los televisivos “expertos” no digan lo contrario, la humanidad ha podido comprobar desde hace muchos milenios que los cadáveres no respiran. Por eso un director de una pequeña funeraria pudo tratar a cientos de difuntos para consuelo de sus familias.

Pero, una vez más, es increíble el sometimiento y la “tolerancia” de miles de profesionales a directrices tan extrañas y sospechosas. Sin embargo, cada vez van apareciendo más informes por parte de los escasos valientes que se han atrevido a enfrentarse a tales directrices. El último estudio, de los doctores e investigadores Bhakdi y Burkhardt, es demoledor: en 14 de las 15 autopsias realizadas se pudo comprobar que el fallecimiento hay que atribuirlo a la “vacuna”. Se detectó la evidencia de auto ataques generalizados y sin precedentes producidos por el propio organismo. No es raro que las farmacéuticas, que ya conocían bastante al respecto, intentasen retardar 75 años la obligatoria presentación pública de sus informes internos. Nada menos que 1.223 fallecidos y 158.000 reacciones adversas en los tres primeros meses de “vacunación” es demasiado para dejar que salga fácilmente a la luz.

La complicidad de nuestros responsables político-sanitarios

Se podría hacer un revelador documental solo con las reiteradas evasivas cuando hace unas semanas se les preguntaba a nuestros responsables político-sanitarios sobre el porcentaje de “vacunados” que había entre los hospitalizados o sobre por qué sigue siendo importante “vacunarse” a pesar de que también los “vacunados” son hospitalizados y mueren. Hace unas semanas siempre hacían referencia a la gran cantidad de no “vacunados” que llenaban los hospitales. Ahora hay, con frecuencia, que preguntárselo. Y últimamente, sin haber reconocido nunca sus manipulaciones anteriores, han encontrado la forma de decir que la mitad (¿justamente la mitad y sólo la mitad?) de los hospitalizados están “vacunados”: es que tienen otras dolencias previas y/o secundarias, otra morbilidad asociada.

En este sentido, nuestras queridas Mallorca y Catalunya parecen ser reductos excepcionales, mundos aparte en los que los procesos se mueven en sentido contrario a los del resto del mundo: aún al día de hoy en sus UCIs “solo el 30-40% son vacunados”, según acaba de declarar un alto responsable de nuestra Sanidad. Y aún más: ello es así, esos “vacunados” están internados, porque “la gran mayoría de ellos tienen comorbilidades”. Y, como no podía ser de otra forma, la conclusión es esta: “La vacuna está protegiendo de una manera brutal”. Todo lo cual es rematado por otro alto responsable: “la dosis de refuerzo debería acelerarse con ómicron. […] es fundamental que la población se vacune de la primera y segunda dosis, también de la dosis de refuerzo (ampliando ya a la población de profesorado, de cuidadoras además de las de mayores de 40 años) y de la dosis en la infancia”. ¿No será simplemente que “el bien (lograr que la gente se vacune) justifica los medios”: justifica el uso de la mentira y hasta la creación de falsos virus?

Si no es esa la verdadera explicación, ¿cómo es posible que aún hace unas semanas el pediatra y miembro del Comité asesor de vacunas en Baleares, Edelmiro Vergés, encargado al parecer de convencernos de que hay que “vacunar” cuanto antes a los niños, afirmase en La SER, con enérgico autoritarismo, que “aquel que piense que le va a pasar algo por ponerse la vacuna, a él, el único entre 7.000 millones de vacunados, no está en su sano juicio”? Dictamen que fue apoyado con entusiasmo por la locutora. “Porque –continuó el asesor– aquí no caben más argumentos que los científicos”. Finalmente concretó de qué argumentos científicos se trataba: “los argumentos de Pfizer”. El único pequeño detalle que ambos se olvidaron de comentar, seguro que por puro descuido, es que La SER es propiedad de los propietarios de Pfizer. Y personalmente me quedé con la duda de si este docto señor sabe lo que es el VAERS o la EudraVigilance o es que sencillamente “se olvidó” de las más de 50.000 muertes y de los más de 4.000.000 de efectos adversos reportados por estos organismos estatales de control.

También hace unas semanas el representante de un partido de oposición en el Parlament interpelaba sobre el sinsentido de que un “vacunado” infectado se pudiese pasear con su pasaporte Covid por todas partes infectando a diestro y siniestro mientras a un no “vacunado” sano se le estaría cerrando cada vez más el acceso a cualquier lugar. La respuesta de la representante del Govern fue sorprendente: Lo importante es seguir “vacunando” y controlar la pandemia con el pasaporte Covid, como así lo creemos los partidos del Govern, los responsables sanitarios, los sindicatos, los empresarios… Es la nueva fe ciega en la nueva infalible doctrina lo que se nos pide.

¡Sí, señora representante del Govern, contundente respuesta! Este suele ser el tipo de “científicos” argumentos reiterados a todas hora y en todo lugar por los responsables político-sanitarios occidentales. Pero todo esto se convierte ya en sainete cuando oímos decir con demasiada frecuencia “Sí, los vacunados también contagian y se contagian… pero menos”. Un ridículo “pero menos” que queda siempre ahí, sin la menor fundamentación científica ni estadística. O cuando, tras dar los desastrosos datos estadísticos, concluyen reconduciendo esos datos a un voluntarioso y reiterado “Pero las vacunas funcionan”. Todo lo cual me deja siempre en la duda de si es que nos toman por idiotas o si es que realmente lo somos. O de si se trata de que, a consecuencia de tantas racionalizaciones y autojustificaciones cómplices de quienes conviven diariamente con tanta mentira en las esferas del poder, han acabado ellos mismos idiotizados.

Una multitud de casos públicos “aislados” y sin “valor estadístico”

Ya sea porque la “vacuna” no ha impedido la infección o porque que quizá incluso la ha agravado, ya sea por los efectos adversos de la misma “vacuna”, el hecho es que son cada vez más numerosos los casos que no pueden ser ocultados de infecciones e incluso fallecimientos de personalidades públicas “vacunadas”. Entre los deportistas y atletas, por ejemplo, son masivos los contagios y son frecuentes los fallecimientos. Se está hablando incluso de la suspensión de la liga de fútbol. Pero todos los medios al unísono evitan descaradamente que se establezca una relación entre todo ello y la ineficacia de la “vacunación”. O incluso de su peligrosidad, como en el traumático episodio vivido por Kun Agüero.

Por el contrario, los telediarios nos traen de vez en cuando la lacrimógena historia de un deportista infectado supuestamente arrepentido de no haberse “vacunado”. Es excepcional que se publiquen noticias como la del fallecimiento reciente de dos futbolistas. Dos más que se añaden a los 290 casos de fallecimientos, infartos, etc. conocidos en 2021. Eran deportistas de alto nivel… hasta que se “vacunaron”. Podríamos hablar también de profesionales de Sanidad, de ferrocarriles, de compañías aéreas, de la Administración, etc. que, infectados a miles, están poniendo en serias dificultades a muchos servicios públicos.

Son solo la punta del iceberg, pero los “expertos” mediáticos a sueldo rápidamente se esfuerzan, ¡una vez más!, en desactivar las evidencias. Intentan convencernos de que se trata de casos aislados, pero que lo único que debe importar son las estadísticas. ¿Unas estadísticas como la de los organismos oficiales que registran los millones de efectos adversos graves y las decenas de miles de defunciones (solo un pequeñísimo porcentaje de los casos reales), estadísticas a los que esos mismos expertos nunca se refieren?. ¿O como las estadísticas que registran el fallecimiento de cuatro pilotos aéreos en una sola semana y el fallecimiento de 111 de ellos en 2021 frente al único fallecido en 2019 y a los 6 de 2020, fallecimientos masivos que han obligado Boeing a acabar con la “vacunación” de sus pilotos?

En el día en el que, haciendo zapping en varias televisiones para el seguimiento de las nuevas mentiras, conocí la muerte del barítono español de Il Divo, Carlos Marín, y que un buen número de futbolistas, o los tenistas mallorquines Rafael Nadal y Carlos Moya habían dado positivo, al igual que la presidenta del Govern de las Illes Balears, la noticia destacada en varias de esas televisiones era que había fallecido un hombre de menos de treinta años que no estaba “vacunado”. Pero no se hacía ni la menor alusión a que todos las personalidades públicas que acabo de citar, incluido el fallecido Carlos Marín, estaban “vacunados” y creían estar inmunizados, tal y como se les había adoctrinado. Sabemos que los grandes medios solo son ya unos poderosos instrumentos de propaganda de las incuestionables «virtudes» de las “vacunas”, pero todo es tan descarado y perverso que no deja de producir asombro.

Unos meses después de las campañas de “vacunación”: contagios masivos y descontrolados

Un estudio publicado en el European Journal of Epidemiology y el análisis de los datos de 188 países muestran que estamos frente una pandemia de los “vacunados”, que la mayoría de las infecciones y las tasas de mortalidad más altas se dan en los países con mayor “vacunación”. Las “vacunas” Covid-19 no sólo han fracasado en todos los sentidos en todo el mundo, sino que al paso de los meses están aumentando las tasas de infección y mortalidad. Y los numerosos casos notificados de efectos secundarios graves demuestran que las inyecciones no son seguras.

La Europa masivamente “vacunada” es el punto caliente de la pandemia, según reconoce la misma OMS. A comienzos de noviembre, el 59% de todos los infectados en el mundo y el 48% de las muertes por Covid se habían producido en Europa. El análisis de 188 países muestra que la “vacunación” aumenta la tasa de casos entre 3 y 7 veces en los países “vacunados”. Y las tasas de mortalidad en los países “vacunados” se multiplicaron por 2 o por 4. Un estudio de Harvard mostró un resultado similar. Los medios de comunicación de Suecia y Turquía confirman los resultados.

Los países y colectivos más “vacunados” o más prontamente “vacunados” están siendo ya precisamente los más infectados, tal y como alertaron los expertos sistemáticamente censurados y desacreditados o los pocos sanitarios dispuestos a levantar la voz sobre aquello de lo que son testigos directos. Según el informe del 24 de noviembre de la Public Health Scotland, la Agencia nacional escocesa de Sanidad, 9 de cada 10 fallecidos por la Covid estaban “vacunados”. Datos demoledores para la credibilidad del relato oficial.

También en el Reino Unido, a comienzos de diciembre, 4 de cada 5 fallecidos por la Covid estaban completamente “vacunados”. Incluso en España, Asturias, la primera en alcanzar el 3 de septiembre el 80% de “vacunados”, hace ya semanas que se encuentra con que el 80% de los hospitalizados están completamente “vacunados”. Es algo parecido a lo que sucede en Navarra y Euskadi. Durante meses, nuestros responsables políticos han adjudicado a la eficacia de nuestra alta “vacunación” el mérito de estar mucho mejor que el Reino Unido y otros países europeos. Pero en este momento en España se ha alcanzado la mayor incidencia por Covid de toda Europa. ¿A dónde se ha ido esa eficacia tan cacareada?

El fenómeno de la alta tasa de infección de “vacunados” no se debe solo, como algunos pretenden, a que los “vacunados” se confían demasiado. En todo caso, de esa no vigilancia serían responsables quienes les han ido infectando la mente con el virus-mentira “vacunación = inmunización”. Se debería sobre todo al daño que la “vacuna” causa al sistema inmunológico natural, el fenómeno al que los investigadores llaman mejora dependiente de anticuerpos. Fenómeno que se ha dado en todos los experimentos anteriores con animales, fenómeno sobre el que muchos científicos han alertado y que ha llevado a la conclusión de que, según datos publicados en junio por el Public Health England, los “vacunados” tienen 6 veces más posibilidades de fallecimiento.

Es también demoledor el informe de The Lancet, una de las dos revistas científicas de más impacto mundial, advirtiendo contra el relato de que la pandemia es de los no “vacunados” y apuntando a la relevancia de los “vacunados” en los contagios. Una relevancia incluso mayor que la de los no “vacunados” cuando han pasado dos meses desde que los “vacunados” recibieron la inyección. Uno se pregunta: ¿Dónde se esconden aquellos que durante meses y meses despreciaban cualquier información que no fuese dada por revistas prestigiosas como The Lancet? ¿O qué les parece el hecho de que el doctor Malone haya sido expulsado de Twitter por declarar lo evidente: que ni la doble ni la triple “vacunación” protegen de la variante Ómicron?

Después de Europa… África

Al contrario que en Europa, en la que, a pesar de sus altas tasas de “vacunación”, de hasta el 90% e incluso más, las infecciones están descontroladas, en África, con una “vacunación” de tan solo el 6%, la incidencia de la Covid es bajísima. Son datos incuestionables, por mucho que a algunos no les gusten y estén empeñados en exportar a ese continente la “eficaz vacunación” masiva que tan “buenos” resultados está dando en Europa. Invocan la solidaridad: todos estamos interrelacionados y no será posible acabar con la pandemia en el mundo si olvidamos a los países pobres y no somos generosos “vacunándolos” a todos.

Y para justificar el proyecto de “vacunar” a todo el continente africano, hay que afirmar que las variantes surgen en los países poco “vacunados”. Es la doctrina del “gran” Anthony Fauci. No es nada seguro que la variante Ómicron haya surgido en Sudáfrica. Y ahora acaba de surgir en Camerún una nueva y “peligrosísima” variante con… ¡46 mutaciones! En Francia el paciente cero sería un hombre que regresó recientemente de aquel país. Por ello “las autoridades galas recalcaron la importancia de las vacunas, pues aunque ‘no impiden la contaminación sí el desarrollo del virus una vez que te contagias. Por cada enfermo inoculado con dosis de refuerzo en reanimación hay veinte pacientes no vacunados’.” ¿Será el próximo paso la obligatoriedad de que “la comunidad internacional” financie la “vacunación” de toda África?

Conviene recordar de nuevo aquello que ya escribí: “Una publicación en Scientífic Reports confirma que el mayor riesgo de que se establezca una nueva cepa de virus resistente a las ‘vacunas’ se produce cuando una gran parte de la población ya ha sido ‘vacunada’ pero la trasmisión no está controlada. Es la llamada ‘presión selectiva’, la fuerza que impulsa a cualquier organismo a evolucionar. Esa es una de las características distintivas de las inyecciones COVID: no están diseñadas para bloquear la infección. Permiten que se produzca la infección y, en el mejor de los casos, disminuyen los síntomas de la misma. Aunque en realidad lo hacen solo por un tiempo”.

Dos de cada tres de los infectados del mundo están en la super “inmunizada” Europa. Ella, junto a los otros países occidentales, como EEUU, con rentas per cápita incomparables con las africanas, son, por ahora, el objetivo para imponer el pasaporte verde. Pasaporte que, como tan lucidamente explicaba Robert Kennedy, unido a la moneda y economía digitales que ya vienen, dará a las élites “filantrópicas” el control absoluto de nuestro dinero y de nuestras vidas. Pero en África hay un enorme mercado para la venta de miles de millones de “vacunas” y es también un ámbito con gran futuro económico que habrá que ir controlando en cuanto estén dadas las condiciones. Con un Continente asiático, ahora bajo la sombra de la poderosa China (y del “malvado” Putin), África es el gran continente que queda por controlar.

Temas tabú: La importancia de la inmunidad natural y la eficacia de ciertos tratamientos sencillos y baratos

Para no volver sobre informes e investigaciones de muchos científicos ya tratadas anteriormente, basta referirme ahora al nuevo estudio publicado en el New England Journal of Medicine, realizado sobre un gran conjunto de personas, nada menos que 353.000, que sugiere que la inmunidad natural es mucho más poderosa que la inmunidad específica y temporal que proporcionan las “vacunas”. El estudio muestra que las personas doblemente “vacunadas” tenían entre 6 y 13 veces más probabilidades de infectarse que las personas no “vacunadas” que estaban previamente infectadas con el coronavirus. Excluidas las 87.500 personas “vacunadas”, ni una sola de las restantes falleció tras reinfectarse. Confirma así otros estudios, como el publicado en Israel el mes de agosto que demuestran el poder de nuestro sistema inmunológico.

De modo semejante, es abundante lo ya conocido y publicado desde hace muchas décadas sobre la efectividad de diversos tratamientos sencillos y baratos. Es igualmente conocido como las grandes farmacéuticas llevaron a cabo su plan para bloquearlos, desacreditándolos y prohibiéndolos a fin de poder argumentar que no existen tratamientos contra el SarsCov-2, lograr la declaración de pandemia y vender miles de millones de sus “vacunas”.

El increíble silenciamiento de las enormes cifras de fallecidos o afectados seriamente por las “vacunas”

No solo están mintiendo sistemáticamente sobre el porcentaje de “vacunados” en hospitales y fallecidos sino también sobre la enorme cantidad de afectados seriamente e incluso fallecidos por la “vacunación”. Las farmacéuticas no trasladan a los organismos oficiales de control la comunicación de cientos de miles de efectos adversos. Son muchos los testimonios sobre los obstáculos que sufren aquellos que pretenden comunicar cualquier efecto adverso.

En Asturias, la más avanzada en la “vacunación” en España, se da una verdadera epidemia de ictus. Sin referirnos a las serias consecuencias psicológicas, que acaban incluso en miles de suicidios. Y las farmacéuticas habían sido reiteradamente advertidas al respecto por muchos expertos e investigadores. Importantes cardiólogos siguen advirtiendo sobre el gran riesgo de infarto que conlleva la “vacunación».

Hacen un gran esfuerzo propagandístico para que no se conozcan todos esos casos o para que no puedan ser asociados a la “vacunación”. Hace ya un año Robert Kennedy escribió un artículo titulado irónicamente “¿Muerte por Coincidencia?”, con un inicio también irónico: “La Coincidencia está resultando bastante letal para los vacunados”. Desde entonces los casos “aislados” se suceden a todas horas y en todas partes. Sería imposible recoger en links ni tan solo una pequeña parte de las muertes repentinas y otros extraños “sucesos” que van apareciendo en los diarios o que conocemos en nuestro propio entorno. Como ya he indicado, las mismas cifras oficiales actuales sobre efectos adversos graves y fallecimientos son enormes, millonarias. Y son solo entre el 1 y el 5% de los casos reales, ya que es muy complicado el reportar oficialmente aún los casos evidentes. Dada esa dificultad, necesariamente debemos tener en cuenta otras vías científicas de aproximación a la realidad, como la del estudio de Steve Kirsch que calcula en más de 150.000 los fallecimientos tan solo en Estados Unidos.

Muertes fetales, mortinatos, muertes de lactantes, ancianos abandonados, “vacunación” y esterilización criminal de menores

Las cifras de muertes fetales y de lactantes son enormes. El número de mortinatos se ha disparado, (de 3 por semestre a 86, por ejemplo, en el área Waterloo en Ontario). Con los mayores de las residencias se realizó una auténtica masacre. Un informe forense de Canadá es muy revelador al respecto. Y un estudio de Israel cifra hasta en 40 veces más los ancianos fallecidos por la misma “vacuna” que los fallecidos por la Covid. Algunos testimonios de los profesionales de las funerarias son especialmente perturbadores. Se refieren incluso al uso frecuente de inyecciones letales. Otra estremecedora cuestión, denunciada por la enfermera Erin Maria Olzewski, es la de los importantes incentivos gubernamentales de decenas de miles de dólares a ciertos hospitales de referencia mediática por cada enfermo ventilado en las UCIs (ventilación causante de muchas muertes) o fallecido “oficialmente” por la Covid a pesar de haber dado negativo en las pruebas.

Finalmente acabo con otra importante y grave cuestión muy tratada ya: Es un crimen contra la humanidad el “vacunar” a los menores, que, gracias a sus potentes defensas inmunológicas naturales quedarían perfectamente inmunizados en caso de infectarse. Al 3 de diciembre ya eran 52 las muertes reportadas entre los 30.550 eventos adversos registrados por el VAERS de Estados Unidos para niños menores de 17 años. Hasta el mismo Gobierno alemán ha reconocido que la “vacunación” es más peligrosa para los niños que el mismo Covid y teme que vaya en aumento el número de fallecimientos.

Y el “vacunarlos” para evitar que contagien a sus familiares, supuestamente ya inmunizados, es un absoluto disparate solo aceptable por parte de personas ingenuas, ignorantes y sumisas. Tal “vacunación” tiene además otra faceta tenebrosa más: la esterilización. Los proyectos de esterilización ya ha sido aplicados anteriormente incluso por la OMS.

El gigante farmacéutico Pfizer ha sido multado muchas decenas de veces, incluido por el delito de sobornos, por una cantidad total de miles de millones de euros. Es profundamente indecente proclamar que se está preocupado por la salud de la gente mientras se cometen todo tipos de delitos, se oculta información sobre las leoninas y opresivas cláusulas de los contratos de venta de “vacunas” y se miente sistemáticamente. ¿Qué necesidad hay de mentir cuando se está en la verdad?

Y más indecente aún es invocar la solidaridad como motivo para “vacunarse”. Es increíble que semejantes criminales hayan lavado de tal manera los cerebros de tantos de nuestros conciudadanos hasta el punto que algunos de ellos nos acusen de insolidarios a nosotros, los no “vacunados” que hemos dedicado a la solidaridad toda nuestra vida, todos nuestros recursos económicos e incluso nuestra salud. Pero dudo que valga la pena seguir intentando mostrar la muchas y descaradas fisuras de la doctrina dominante. No hay peor ciego que el que no quiere ver. ¿Tendremos que pasar por la pandemia diez veces peor a la que se han referido tanto Bill Gates como el multimillonario Warrent Buffet, que fue administrador de la Fundación Bill y Melinda Gates, para que la humanidad abra por fin los ojos?

Momento crítico para la humanidad

Con la falsaria excusa de que la enorme cantidad de contagios está colapsando todo, parece que hemos entrado en una especie de esprint final. Las declaraciones e imposiciones cada vez más duras van al unísono en casi toda Europa. Lo que revela que provienen de una misma consigna superior: Macron se atreve a decir que piensa “joder” a los negacionistas, Italia impone la vacuna obligatoria a los mayores de 50 años… Al tiempo que la grave situación en Kazajistán, que tiene toda la apariencia de una nueva revolución de colores, se añade a la de Ucrania, haciendo temer que se esté acelerando el acoso a Rusia.

Tienen una agenda diabólica. Es hora de despertar. Mientras en Sudáfrica se levantan ya todas las restricciones, confirmando así las mejores esperanzas y análisis de algunos de nosotros y dejando en evidencia a quienes no han hecho otra cosa que aprovechar la variante Ómicron para seguir insistiendo en la vacunación, las élites siguen con su infernal proyecto. No parece importarles nada. Para ejecutar su plan maligno tienen arsenales biológicos y de todo tipo, la fabricación del dinero fiat, el control de los medios…¿Pero aún podrán mantener en este momento la pretensión de vacunación masiva y de pasaporte verde como necesarios contra la Covid?

¿Seguirán adelante promulgando cada vez más leyes semejantes a las de la Alemania anterior al estallido de la Segunda Guerra Mundial, leyes con un paralelismo aterrador con las de entonces, como pone de manifiesto un hilo de Twitter compartido por Architects for Social Housing? Paulatinamente, pasito a pasito, como entonces: destitución profesional de quienes no se sometan, privación de sus derechos civiles a cualquier ciudadano incómodo, imposición de pases de identificación, bloqueo de cuentas como ahora se intenta ya en Nueva Zelanda, prohibición de asistencia a espectáculos públicos, expulsión de las escuelas a los niños sin pase, prohibición del acceso al transporte público sin pase…

“La población alemana, altamente educada y sofisticada, aceptó estas leyes graduales que finalmente condujeron al holocausto porque fueron hipnotizados por Hitler en una psicosis de formación masiva o pensamiento de grupo. Exactamente las mismas técnicas que están siendo empleadas ahora por los psicólogos del comportamiento y las ‘unidades de empuje’ utilizando el miedo fabricado a un virus relativamente leve, con una tasa de mortalidad del 0,24%, para implementar la agenda totalitaria del Foro Económico Mundial ‘Great Reset’. El éxito que han tenido hasta ahora en términos del número de personas que han sucumbido a la absurda narrativa endeble es realmente impactante y aterrador.

Entre las Leyes de Núremberg de septiembre de 1935 y el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, el Tercer Reich promulgó más de 120 leyes, decretos y reglamentos que imponían más de 400 restricciones legales, con la justificación de proteger la salud del pueblo alemán. Éstas constituían un discurso epidemiológico no menos legítimo ante la ley por haber sido fabricado en su totalidad por médicos y científicos nacionalsocialistas: de protección contra la enfermedad y de remedio cuando se infectaba, y de identificación de los infectados y aislamiento de los enfermos.

El ‘Holocausto’ al que reducen el Tercer Reich quienes quieren borrar su historia fue precedido por ocho años de leyes que privaron tan completamente a los judíos de sus derechos que, en el momento de su aplicación en 1941, ningún acto cometido contra ellos podía considerarse un delito. Quienes rechazan las comparaciones entre el ataque a los derechos humanos en la Europa actual y la Alemania nazi no sólo se escudan en que el estado de bioseguridad aún no es tan malo como el Tercer Reich, sino que también cierran los ojos a cómo se construyen legalmente los estados totalitarios.”

Exactamente lo que intenté exponer en el artículo 1 de esta Primera parte. La gran cuestión ahora es esta: Quiénes sabemos que la no sumisión al pasaporte verde es una cuestión de dignidad y conciencia y que de ella depende el futuro de la humanidad, ¿constituiremos una masa crítica suficiente en este momento crucial?

Dr. Sucharit Bhakdi - Evidencia irrefutable de muertes causadas per las inyecciones contra la Covid (26.12.2021)