Las medidas adoptadas por el gobierno cubano han tenido bastante éxito, el archipiélago está saliendo de la crisis con un saldo total de apenas 2319 contagiados, de los cuales 2130 están ya recuperados y 85 han fallecido.

Cuba se encuentra a pocos días de terminar la cuarentena por el coronavirus, ya todas las provincias, con excepción de La Habana, están libres de contagios y han dado el paso hacia una nueva normalidad. La capital tendrá que esperar aún un par de semanas porque presenta entre 1 y 10 de nuevos contagios diarios y un centenar de personas activas al Covid19.

Las medidas adoptadas por el gobierno cubano han tenido bastante éxito, el archipiélago está saliendo de la crisis con un saldo total de apenas 2319 contagiados, de los cuales 2130 están ya recuperados y 85 han fallecido. La salud pública se preparó para un contagio masivo pero lo cierto es que en los peores momentos se ocupó menos del 60% de las capacidades hospitalarias.

En la actualidad vuelve a circular el transporte local e interprovincial, exceptuando La Habana, y se abren los hoteles para recibir vacacionistas nacionales. El 1 de julio comienza el turismo internacional pero solamente en las islas adyacentes (los cayos), las cuales cuentan con aeropuertos propios. Allí todos los turistas que lleguen deben hacerse el test de Covid19, al igual que el personal que los atiende. Ni unos ni otros pueden salir de los cayos ni entrar en contacto con las poblaciones aledañas.

La estrategia cubana

El proceso de cuarentena para enfrentar la pandemia fue gradual y algunos han criticado cierta lentitud a la hora de cerrar las fronteras o suspender las clases. Sin embargo, luego el cierre fue total, los únicos aviones de pasajeros que aterrizaban en la isla son los que llevaban cooperantes médicos al extranjero. Se dio un plazo y luego se prohibió la salida del país, unos 7000 cubanos emigrados y 5000 extranjeros decidieron pasar la pandemia en Cuba.

El gobierno suspendió el transporte interprovincial y urbano, todos los vehículos se utilizaron exclusivamente para mover al personal de salud o de los servicios esenciales. La policía controla las calles obligando al uso del nasobuco, disolviendo reuniones y manteniendo la distancia necesaria en las colas. Estas filas para comprar alimentos se han convertido en uno de los principales problemas de seguridad.

Efectivos de las Fuerzas Armadas, preparados para la guerra química o bacteriológica, rocíaron las calles con cloro, utilizando sus camiones cisternas y motobombas. Miles de soldados impedían la salida de personas de las zonas con gran infestación o controlaban los accesos a aquellas en las que había muy pocos casos positivos, para evitar que lleguen personas infestadas.

El pago de los impuestos, electricidad, agua, gas, teléfono e internet fue pospuesto, al igual que las cuotas de los créditos bancarios. El Estado –propietario del 90% de las empresas– cubrió los salarios del personal desempleado a causa de la pandemia. Trabajadores sociales llevaron alimentos a los ancianos que viven solos para evitar que salieran a las calles y los restaurantes vendieron comida a domicilio.

Cada vez que Salud Pública identificaba un caso positivo se investigaba quien pudo contagiarlo y con quienes estuvo en contacto después. Todas las personas de ese círculo se convertían en sospechosas, algunas eran trasladadas a centros de cuarentena y a otros se les dejaba en sus casas con prohibición de salir durante 14 días y bajo vigilancia de sus vecinos. Los médicos los visitaban diariamente y en caso de presentar el menor síntoma se les trasladaba al hospital y se les hacía el test. Se realizan aun hoy unas 2000 pruebas al día, lo cual permite detectar un buen número de personas asintomáticas, las más peligrosas.

A la par se desarrolla un plan nacional de pesquisa, casa por casa, utilizando médicos, enfermeros y a los estudiantes de medicina, enfermería y estomatología, para averiguar si alguien de la familia presenta síntomas. Esta misma mañana una estudiante pasó por mi casa preguntando: «¿están todos bien, alguien con tos o fiebre?» El Ministro de Salud, Dr. José Ángel Portal, lo sintetizó expresando que la estrategia «no es esperar a que el virus aparezca, sino salir a buscarlo».

Paradójicamente, la información –uno de los grandes déficits de este país– ha funcionado como nunca. Todas las mañanas a las 9, el jefe de Epidemiologia de Salud Pública, Francisco Durán, da un informe sobre los resultados del día anterior. Los cubanos se enteran entonces cuantas personas se mantienen bajo sospecha, cuantas pruebas se hicieron, cuantos casos positivos se detectaron, cuantos pacientes están graves o críticos y cuantos fallecieron.

Las crisis en el ADN cubano

A pesar de su tamaño, escasa población y pobreza de recursos materiales, Cuba fue uno de los países que mejor enfrentó la pandemia.

Uno de sus secretos es que llevan 60 años preparándose para un ataque de EEUU y entrenándose. El ciudadano está acostumbrado a vivir en crisis, el 75% de los cubanos sufren el bloqueo desde que nacieron, y tienen mecanismos, como una libreta de racionamiento, que les permiten un reparto equitativo de los productos. Además de un sistema de Defensa Civil capaz de movilizar cientos de miles de personas en horas.

Gobernantes y gobernados, son más eficientes y ejecutivos en tiempos críticos, cuando se deben tomar las decisiones centralizadas y usar todos los recursos materiales y humanos del país en función de resolver la crisis. Funcionan como una nación en guerra, nadie cuestiona las órdenes, se activan los controles ciudadanos, la investigación de sospechosos, el seguimiento del rastro de los contagios, el cierre de pueblos o barrios, la retención obligatoria en centros especiales y la vigilancia cuadra por cuadra.

Y, sobre todo, cuenta con un sistema sanitario que beneficia a todos los ciudadanos sin excepción, con 85 mil enfermeros y 95 mil médicos para 11 millones de habitantes, porcentualmente tiene 3 veces más galenos que España. En total la Salud Pública está integrada por medio millón de profesionales, incluyendo a técnicos sanitarios y estomatólogos, dado que la atención dental también es gratuita. En el país está prohibido el ejercicio de la medicina privada por lo que los hospitales, policlínicos, casas del Médico de Familia y todos los recursos humanos y materiales están en manos del gobierno.

Médicos bien entrenados

Los galenos cubanos tienen una larga experiencia en el combate de epidemias, brigadas internacionales de salud de la isla se han enfrentado en diferentes países a todo tipo de enfermedades. Algunas de estas misiones, como la del ébola en África o los 8000 médicos que trabajaron en Brasil, se coordinaron con la Organización Mundial de la Salud (OMS), con la cual Cuba mantiene una estrecha colaboración.

Semanas antes de que aparecieran los primeros contagiados en la isla, los especialistas de Cuba ya estaban recibiendo entrenamiento de la OMS sobre el combate al coronavirus y en enero llegaron los primeros médicos cubanos a China para estudiar la situación. Más de 20 brigadas sanitarias de la isla, con unos 2500 miembros respondieron al pedido de ayuda de otros países para combatir la pandemia, y actúan en África, Latinoamérica, El Caribe, Italia y Andorra.

La tarea de Cuba ha sido bastante cuesta arriba porque la Administración Trump aumentó la presión a las empresas para evitar que comercien con la isla, ni siquiera han permitido que se trasladen donativos o que se le vendan respiradores. La aerolínea Avianca, por ejemplo, se negó a trasladar equipos médicos y mascarillas donadas por empresarios chinos a La Habana para combatir la pandemia.

La Casa Blanca presiona a los países que utilizan la cooperación en salud de Cuba y preparan una ley para sancionarlos. Saben que es un sector estratégico de la economía cubana, la venta de servicios médicos representa el 75% de los ingresos de divisas. A pesar de todo, las brigadas sanitarias de Cuba tienen presencia en más de 60 naciones y sigue aumentando, los Emiratos Árabes Unidos acaban de solicitar asistencia permanente.

Fuente: ContraPunto