El sistema liberal se fue apoderando de las tierras, antes y ahora, excluyendo a las dos terceras partes de la población, concentrando el poder económico y político. La tierra fue y es eje de disputa, luchas y rebeliones, no es mi intención profundizar éste problema que duele en la vida de los pueblos.
Quiero hacer referencia a hechos vividos donde la tierra es el centro de la vida o muerte de sectores campesinos, indígenas o pobladores que buscan donde vivir, son “los desheredados de la tierra”. Ciro Alegría, escritor peruano, en una de sus obras dice “El mundo es ancho y ajeno”. Hace años, en el Nordeste de Brasil, acompañé a Dom Helder Cámara, Arzobispo de Olinda y Recife, a una favela en disputa por las tierras en las que estaban asentados desde hacía varios años; una empresa multinacional quería expulsarlos pidiendo su desalojo y llevaron el problema a los tribunales. En la gran sala del juzgado, los micrófonos no funcionaban y el pueblo no escuchaba el debate entre los abogados y los jueces. Los pobladores prepararon dos grandes carteles preguntando a los jueces: “¿Quién le compró la tierra a Dios? – La tierra es de quien la trabaja». Podría seguir señalando la situación de la tierra en todo el continente y en nuestro país, como el despojo a los pueblos originarios, los Mapuches, los Qom, Los Guaraníes, entre otras víctimas, por el poder de turno.
Los pueblos buscan alternativas para encontrar nuevos caminos como el MST –Movimiento de los Sin Tierra en Brasil–, la producción de semillas orgánicas y no transgénicas, experiencia en muchos productores rurales, las Comunidades campesinas en Paraguay, Guatemala, Las Ligas Agrarias en Argentina, y organizaciones como el MOCASE, MOCAFOR y el MAN, entre otros movimientos campesinos.
Las desigualdades sociales e injusticias se profundizan y ponen en riesgo los DDHH y la democracia. El 29-10-20 fue un día triste, se manifestó en la toma de tierras en Guernica, los pobres buscaron un lugar donde poder levantar sus viviendas, siendo desalojados por la fuerza policial con 4.000 efectivos en forma violenta, cortando la luz, lanzando gases lacrimógenos, balas de goma, incendiando las casillas precarias de los pobladores. Algunos se quedaron y resistieron con gomeras, piedras y palos. La orden judicial fue desalojarlos sin tener en cuenta los niños/as, ancianos, mujeres, víctimas de la violencia policial y judicial.
Es cierto que el gobierno de la provincia buscó el diálogo para resolver la situación, con apoyo económico y la promesa de encontrar otro lugar dónde levantar sus viviendas, pero el enfrentamiento con la policía dejó como saldo 40 detenidos.
Varios organismos de DDHH enviaron veedores para evitar la violencia policial entre ellos la CPM, el CELS, el SERPAJ, la APDH de la Matanza. Buscando dialogar con las autoridades y que no utilicen la violencia contra los pobladores considerando la cantidad de niños/as, mujeres y ancianos
Los pobres son excluidos del sistema y víctimas de la represión, hubo sectores del periodismo canalla, señalando que eran delincuentes troskistas, no victimas de una situación injusta del sistema, levantando en los programas periodísticos la defensa de la propiedad privada y guardando silencio sobre el uso y abuso de los terratenientes que compran lo que no les pertenece, podemos comprobarlo en el ayer y el hoy. La pregunta es: ¿Cómo puede ser que en el país empresas extranjeras compren grandes extensiones de territorio expulsando a los pueblos originarios y campesinos en la Patagonia? ¿Cómo puede ser que la empresa Benetton sea dueña de un millón de hectáreas? –otras empresas como Lewis, Turner poseen otras tantas. Las empresas mineras, los monocultivos de los terratenientes, de qué propiedad privada hablan? Los medios de comunicación guardan silencio cómplice.
Vuelvo a la pregunta de los pueblos ¿Quién le compró la tierra a Dios? Los pobres, los campesinos, los pueblos originarios son expulsados y violentados sin defensa alguna.
La CPM –Comisión Provincial por la Memoria– es un ente autárquico oficial que aporta su trabajo en defensa de los DDHH, sus integrantes son ad honorem.
Otro hecho que sacudió la vida y conciencia del pueblo fue en la Provincia de Entre Ríos, donde la señora Dolores Etchevehere generosamente ofreció al Proyecto Artigas tierras para desarrollar proyectos productivos orgánicos, actitud que desató la furia de sus hermanos, un problema familiar que llegó a los tribunales. Los jueces decidieron que el derecho de las tierras correspondía a los hermanos de Dolores. Los integrantes del Proyecto Artigas con Juan Grabois se retiraron de la estancia. Es un capitulo no cerrado que tiene que aclararse ante la justicia y rendir cuentas de la discriminación de género a Dolores quien denuncia el vaciamiento de las empresas familiares.
Las tensiones vividas esos días en distintos contextos llevó a la superficie el debate muchas veces silenciado sobre la reforma agraria y la propiedad privada.
La propiedad debe estar en función social, lo que significa que toda persona tiene derecho a la propiedad individual y que el Estado debe asegurar.
Estoy de acuerdo con Juan Grabois que el país necesita de una reforma agraria, la distribución justa y el derecho a las 3 T – tierra, techo y trabajo. Debe ser política de Estado proveer la distribución justa y la protección de los recursos naturales, que deben cumplir una función social y no confundir desarrollo con explotación.
Es necesario lograr el equilibrio entre las necesidades del ser humano y el respeto a la Madre Tierra, lamentablemente violentada por la especulación financiera, los desmontes, la quema y destrucción del medio ambiente con agro-tóxicos provocando graves daños y contaminación del agua y la tierra, por la mega-minería, los monocultivos y la quema de la floresta como en la Amazonía, Australia, Argentina y diversos países.
La pandemia del Covid 19 que afecta al mundo es la consecuencia del daño que el ser humano provoca a la Madre Tierra; si no se restablece el equilibrio y continúa la explotación y devastación actual el mundo se dirige a un suicidio colectivo. Los indicadores están a la vista, calentamiento global, contaminación, los agro-tóxicos y destrucción de la biodiversidad.
La otra pandemia que avanza peligrosamente es el “hambre”. El mundo produce alimentos suficientes para superar el hambre pero hay más hambrientos. Josuè de Castro decía que el hambre es la manifestación biológica de una enfermedad sociológica. La forma de enfrentar el hambre antes que sea tarde es la soberanía y seguridad alimentaria que está en el pequeño y mediano productor rural, no en las grandes empresas agrícolas, ni en los transgénicos. Es urgente avanzar con políticas públicas en la solución alimentaria y restablecer el equilibrio con la Madre Tierra y la producción orgánica, el desafío es volver a las fuentes.
La Argentina es un país productor de alimentos, con territorio suficiente y de gran biodiversidad, pero hay grandes sectores del pueblo con hambre, imposibilitados de tener los recursos básicos para sus vidas. La desigualdad social se profundiza y hay que buscar caminos superadores de la profunda crisis que viven los pueblos.