Durante este año de pandemia, Teresa Forcades no ha salido en los medios de comunicación convencionales. Ha sido un año difícil para todos. Los últimos datos hablan de tres millones de muertes por los efectos de este virus devastador. La manera de abordar la emergencia al principio fue caótica y poco eficiente. Desde entonces, el futuro se ha encogido. Muchas personas se han visto abocadas a la pobreza debido a decisiones políticas para frenar el virus que no han sido capaces de evitar este peligro. No hace falta explicar mucho más, todos lo padecemos.
En este contexto, a menudo los gobiernos y las grandes corporaciones han optado por favorecer unas zonas de confort informativas que han beneficiado la polarización entre modos de ver la pandemia. Todo, a partir de la simplificación. Como periodista y editora de VilaWeb, esta situación me incomoda y me angustia. Y porque estamos en un momento de incertidumbres, el punto de partida creo que debería ser tener una mirada más amplia y menos miedo a la discrepancia. Evitar el negacionismo de la pandemia no debe implicar no escuchar y no debatir. Hay que dar argumentos y buscar respuestas. Por esta razón, VilaWeb ha querido saber qué piensa Teresa Forcades, de esto que pasa, en una conversación larga que no busca ningún titular, sino que nace del compromiso con la libertad y la responsabilidad.
Yo, vacunada de una dosis; ella, con un posicionamiento crítico con la estrategia de vacunación. Una de las cosas que nos separan. Quizás son muchas más, pero, en cambio, nos une el convencimiento de que hablar y argumentar es una de las herramientas más potentes que tenemos para combatir la ignorancia. Por ello, esta entrevista la encontrarán repleta de enlaces, incluso uno en el magnífico reportaje periodístico que hizo John Le Carré sobre la corrupción en la industria farmacéutica a raíz de su novela El jardinero fiel, que inspiró el conocido film.
– ¿Por qué no salió en el programa FAQS, de TV3? ¿Es cierto que teníais que ir?
-Sí, me invitaron. Cuando vi que la intención era hacer un debate con otra persona que presentara la versión oficial y yo una versión distinta hice unas peticiones, que han corrido por las redes, pero no con mi formulación, que era más neutra.
– ¿Las quiere explicar?
Que la persona con quien hiciera el debate no tuviera vínculos económicos con la industria farmacéutica y, si los tenía, que se dijera al principio, como es habitual en las publicaciones científicas. La segunda, que la moderadora pudiera hacer su trabajo, pero que los invitados nos pusiéramos de acuerdo en no interrumpirnos. La tercera, que los argumentos fueran con base científica, que no fueran ad hominem y que los artículos que citaran pudieran enseñarse en la pantalla. Todo esto lo hice porque había visto un debate de FAQS que se había convertido en un espectáculo y yo siempre procuraré no colaborar en este tipo de prácticas. También pedí que un argumento científico no se pudiera responder con un argumento de autoridad.
– ¿Y qué pasó?
– La última cosa que yo sé es que buscaban a la persona. Aquí me he quedado.
– Teresa Forcades se asocia a una persona antivacunas. ¿Lo sois?
– Desde un punto de vista científico no tiene sentido ser pro o anti en un tema científico. Esto no es un cuestión de opinión, ni de posición personal. En mi caso, tiempo atrás estudié la vacuna de la gripe porque hubo la controversia con la gripe A y la del papiloma. En estas dos vacunas he visto que las recomendaciones que se hacían en el ámbito de salud pública no correspondían con la evidencia científica. En el caso de estas dos vacunas, la del papiloma y la de la gripe estacional, para la población general el riesgo es mayor que el beneficio.
– Las vacunas han significado una mejora para la sociedad.
– El principio vacunacional me parece excelente. Tú das al cuerpo una oportunidad de hacer anticuerpos en condiciones controladas o completamente seguras. Si el virus está muerto no hay peligro de infección y entonces el cuerpo fabrica anticuerpos y está preparado para dar la respuesta inmunitaria. En cambio, veo problemático en qué manos dejamos estas vacunas y qué estudios independientes se hacen para controlarlas.
– Con las vacunas contra la Covid, ¿los científicos han hecho su trabajo?
-La vacunación masiva actual incide en la prevención de la enfermedad, pero no en la transmisión (así son todas las vacunas que se aplican: Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Johnson & Johnson…) y esto es contraproducente a la larga porque hace el trabajo «a medias» y fuerza el virus a mutar hacia una cepa más virulenta capaz de afectar a los jóvenes e incluso a los niños. Esto lo explica muy bien el Dr. Geert Vanden Bossche [en este vídeo y en este otro]. Y lo confirma la investigación en Sudáfrica. El Dr. Peter McCullogh, que es un gran cardiólogo de Estados Unidos, se pregunta ¿por qué se han detenido las otras investigaciones, por qué sólo se han potenciado otras? El problema es que todas las vacunas actuales van contra la proteína spike y hacen anticuerpos específicos que no eliminan la transmisión. Esto es una estrategia fallida, que puede traer graves problemas dentro de medio año.
– Todos los estudios indican que la mortalidad se reducirá.
– De nuevo nos encontramos en una estrategia a corto plazo, porque se ha comprobado que la vacunación actual no impide la transmisibilidad y por tanto puedes pasar la enfermedad de manera asintomática. Y si tú estás vacunada, pero tienes el virus y no te das cuenta, lo envías a otra persona que puede enfermar. Y esto aumenta la capacidad de infectividad y de mutación del virus. Y es cierto que la mutación es algo normal, pero con la vacunación se da ventaja competitiva a las cepas más virulentas. Esto ya ocurre con la variante sudafricana, que es resistente a las vacunas actuales. Vacunar a la gente con este tipo de vacunas en plena pandemia es un experimento a gran escala que está seleccionando variantes más virulentas, como la sudafricana, que es resistente a todas las vacunas actuales. Si creas inmunidad para el virus pero no lo eliminas, le invitas a mutar hacia una variante nueva.
– ¿Y qué alternativa proponéis?
– Se podría trabajar con otra estrategia vacunal encaminada a provocar la inmunidad celular, estimular las células Natural Killer. Son la que activan los jóvenes cuando pasan la enfermedad asintomática. Yo hago preguntas porque, de verdad, quiero respuestas que me saquen la angustia por todo esto que pasa. Deben realizarse estudios, la confusión de ahora es magna; separar el grano de la paja cuesta, por eso se debería hacer un seguimiento a largo plazo de todos los voluntarios que participaron en los estudios sobre las vacunas, porque sería muy valioso. Los efectos a largo plazo son difíciles de evaluar y esta sería una oportunidad de hacerlo.
– ¿La urgencia de la pandemia no justifica el riesgo?
– Sólo lo justificaría si no hubiera alternativa. Y la hay: el Dr. Peter McCullough denuncia que la FDA no apoyó estudiar la vacuna propuesta por la compañía inglesa Immodulon Pharmaceuticals que actúa sobre la inmunidad celular. Esta inmunidad es la inmunidad innata y lo más importante es que no es específica, a diferencia de los anticuerpos. Que no sea específica significa que es efectiva contra todas las cepas del virus: la cepa original y las variantes, mientras que las vacunas que tenemos son específicas. Estaría muy bien que fueran específicas si eliminaran el virus, pero si no evitan la transmisión –y este es el caso– es contraproducente usarlas en plena pandemia. La investigación de las vacunas que tenemos se ha financiado en Estados Unidos con ingentes cantidades de dinero público: dotaciones de 500 millones de dólares cada una han sido entregadas a las compañías que ahora cobran por la vacuna y que luego no responderán por los efectos secundarios. Si la mitad de esto se hubiera invertido en estudiar posibles tratamientos (no vacunas, sino tratamientos para las personas enfermas), es de suponer que tendríamos algunos muy eficaces. Incluso sin este apoyo económico ya hay un tratamiento, que si se administra de forma precoz es efectivo en el 85% de los casos.
– No sois partidaria de mezclar vacunas.
– Creo que hay demasiada incertidumbre para crear más. Todo es demasiado experimental. Si se ha creado una vacuna con unas dosis, no hagas variaciones en medio del camino. Si se necesitan dos o tres dosis de la misma vacuna, que las pongan. También estoy preocupada por el hecho de que quieran aumentar el espacio entre las dosis o sólo hacer la primera. Lo veo como quien hace el tratamiento del antibiótico a medias. Aumenta la posibilidad de seleccionar variantes más agresivas.
– Ahora se ha abierto el debate sobre la vacunación de jóvenes y niños. ¿Como lo veis?
– Las vacunas que se quieren administrar a los niños son las mismas que para los adultos. Tienen, por tanto, los mismos problemas mencionados. Ninguna de estas vacunas no ha sido aprobada, sino sólo autorizada en población adulta debido al estado emergencia: son vacunas experimentales y los que decidan ponérselas no tendrán derecho a reclamar nada en caso de que haya problemas. No hay ningún estudio, ni uno, de los efectos a largo plazo. Tampoco sabemos cuánto tiempo duran los anticuerpos. Y no sabemos cuál es el riesgo real de ADE (potenciación por anticuerpos de la infección). Para los niños este virus no es ninguna emergencia porque, aunque hay casos, no es suficiente para constituir una emergencia. Vacunarlos sería hacerlos correr un riesgo que no se puede justificar.
– ¿Por qué se ha optado tanto por vacunas y tan poco por el tratamiento? ¿Por qué no se han favorecido los tratamientos con medicamentos existentes?
– Las guías de tratamiento deberían ser recomendaciones para ayudar a los médicos, no prohibiciones de tratar. No se puede anular el juicio de los médicos, que conocen a sus pacientes y tienen la confianza de ellos. Se debe permitir que cada médico con su responsabilidad actúe, como se ha hecho siempre. Y denunciar a los médicos que se demuestre que actúen irresponsablemente, como se ha hecho siempre. Si se hubiera hecho así habrían salido mil iniciativas. En cambio, esto no sólo no se ha favorecido, sino que se ha prohibido, incluso con amenazas de sanciones. Se han dedicado pocos recursos a hacer la parte preventiva con medicamentos que ya existen y reforzar la atención primaria y el tratamiento precoz en casa. Ha sido un drama y se ha hecho lo contrario de lo que debía haber pasado. Se habían de poder tratar a las personas en casa desde el comienzo de la enfermedad. Esto lo expone muy bien el Dr. McCollough, en una audiencia pública ante el Senado de Estados Unidos donde explica que la estrategia no debe incluir las vacunas y basta. También está el caso conocido del Dr. Didier Raoult, un epidemiólogo de Marsella muy respetado hasta ahora.
– Los dos médicos proponen y hacen tratamientos con medicamentos ya existentes.
– El Dr. Didier Raoult, al comienzo de la pandemia, hace estudios en los que explica que la hidroxicloroquina si la unes con la azitromicina y el zinc va bien. Se inician estudios en todo el mundo. Pero en mayo de 2020, las revistas The New England Journal of Medicine y The Lancet publican artículos diciendo que la hidroxicloroquina provoca mortalidad. La OMS hace detener todos los estudios. Y después, gracias a una investigación del diario The Guardian resulta que estos artículos deben retirarse porque son falsos. El escándalo es mayúsculo, pero en realidad ¿qué pasa? ¿Se ha recuperado la hidroxicloroquina que en ese momento ya se daba en muchos hospitales? Pues no, se para todo, aunque es obvio que en Grecia funciona. Y el Dr. Peter McCullough hace un protocolo muy completo con medicamentos ya existentes como la hidroxicloroquina, la ivermectina, la prednisona, la aspirina… sobre las diferentes fases de la enfermedad, que se puede consultar aquí y que reafirma que la Covid se puede tratar. ¿Qué pasa? Pues, también censurado.
– ¿Y como debería hacerse?
– Mis conclusiones son que se haga investigación médica independiente de la industria, con unas evaluaciones también independientes. Esto que digo debería ser una obviedad, como lo es que hace falta que se hagan estudios sobre los efectos de las vacunas a largo plazo. También considero necesario evitar que las facultades de medicina, las revistas médicas, las sociedades profesionales y las autoridades sanitarias dependan de la financiación de la industria farmacéutica.
– El argumento que nos dan es que esto no se puede hacer así porque si no no habrá investigación.
– Hay una praxis que no debería existir y es que la industria paga a la agencia reguladora para que ponga más gente a trabajar para poder aprobar los medicamentos más deprisa. En principio, dicen que no es para influirles. Pero antes, de cada diez peticiones de aprobación de un medicamento, una era que si y nueve que no. Ahora, en cambio, es al revés se aprueban nueve y se deniega una.
– ¿Y esta penetración de la financiación de las farmacéuticas en las decisiones sobre la salud desde cuando pasa?
– Antes esto no pasaba. Yo acabé la carrera de medicina en 1990 y diría que casi ninguno de mis profesores de medicina cobraba de la empresa farmacéutica. Ahora no se puede decir lo mismo. Además, constantemente recibo quejas de los estudiantes porque muchos másters son financiados por la industria farmacéutica y los condicionan.
– ¿Qué ha pasado para que haya habido este cambio?
– Un antecedente importante es cuando Reagan aprueba la inmunidad para las compañías y pasa a considerar a las farmacéuticas como un servicio público esencial. La administración Reagan decide que, para incentivar a la industria farmacéutica, si hay algún medicamento en el mercado que hace daño, ya responderá el estado. Estas compañías aumentan sus beneficios porque tienen una situación de privilegio. Ya hace tiempo que se sabe que ganan más que los bancos.
– Es curioso que uno de los hombres de la administración Reagan y Bush más relacionados con el negocio de la guerra, Donald Rumsfeld, también estuviera ligado con la industria farmacéutica.
– Uno de los escándalos más fuertes de los últimos años es el del Tamiflu, de Roche. En el caso de la gripe A se dijo que supuestamente se conseguía una disminución de la enfermedad grave y la mortalidad. Pero la realidad es que sólo disminuía los síntomas un día, pero creaba tendencias suicidas en los adolescentes. En Japón lo detuvieron. Y el British Medical of Journal analizó qué había pasado y vio que la compañía había hecho muchos estudios con resultados negativos y los había escondido. No se debería permitir que se escondieran estudios. Pero la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), que –recordémoslo– es financiada un 75% por las empresas farmacéuticas, no dice que una compañía farmacéutica esté obligada a poner a disposición de los investigadores médicos (yo preferiría que fuera a disposición de todo el mundo) la totalidad de su historial de búsqueda. Esto no es obligatorio. Entonces si yo soy médico y me dicen que un estudio ha ido bien, ¿qué puedo hacer? Pues me lo creo y lo receto. Pero si me dicen la verdad, que han hecho veinte estudios y sólo uno ha salido bien, no lo recetaré. Son obviedades.
– El escándalo de Vioxx, un medicamento que tuvo que ser retirado, hizo evidente otra paradoja. A las compañías farmacéuticas les puede salir más rentable pagar multas millonarias y continuar practicando el engaño porque hacen más negocio.
– El Vioxx era un antiinflamatorio de Merck que se comercializó diciendo que no hacía daño en el estómago. Estuvo en el mercado de 1999 a 2004 y enseguida se vio que había unos efectos secundarios, sobre todo infarto de miocardio. En el juicio que se hizo contra Merck para que se retirara el Vioxx del mercado la constatación fue de 29.000 muertos. Pero, la multa que les pusieron, a pesar de ser billonaria, era inferior a los beneficios que había tenido comercializando Vioxx.
– Uno de los escándalos más recientes fue el del Dr. Baselga, que no informó que cobraba de AstraZeneca y tuvo que dimitir del Sloan Kettering Institut.
– Se ha permitido que se llegue a unos extremos que no puede ser. O tomamos conciencia y hay un cambio radical o todo queda fuera de control. Uno de los temas clave es quien decide qué se cuenta y qué no, de la investigación. El partenariado público-privado queda muy bien, pero en muchos partenariados la privada tiene el porcentaje más grande. No es que colaboren, es que la empresa privada se aprovecha de las instituciones públicas porque se reservan la capacidad de decidir. La industria hace marketing, producción y distribución. Este músculo potente, de tentáculo social, de posicionarse, esto es una corrupción de la medicina. Esto no debería ser porque pagas tres veces. Primero porque a través del estado contribuimos a financiar las universidades públicas o las start up para la investigación, después volvemos a pagar cuando la industria privada comercializa y pone unos precios abusivos y compramos los medicamentos. Y la tercera vez, si hay efectos secundarios, los volvemos a pagar nosotros porque es el estado quien les indemniza. Mientras tanto hay una industria farmacéutica que tiene unos de los rendimientos económicos más altos, como las empresas de armamento. Todo esto también tiene un efecto con el incremento de medicalización de la sociedad.
– ¿Por qué?
– Mira, en 2004 el parlamento británico encargó a su comisión de investigación que estudiara la indebida influencia de las compañías farmacéuticas, hizo noventa y seis recomendaciones y consideró que lo que pasaba era algo gravísimo. Hicieron esta frase de «A pill for every ill», que yo traduzco, para que no se pierda el pareado, con «una medicación para cada preocupación». Esto corresponde a esta mentalidad de decir: yo puedo controlar todas las molestias y lo hago de una manera rápida. Tengo una contractura: en vez de decir me falta ejercicio, tomo una pastilla. Este tipo de sociedad más de la inmediatez liga bien con eso. Hay una industria y también al mismo tiempo una demanda de la gente.
– Sois crítica con la responsabilidad corporativa. ¿Eximiendo la responsabilidad personal se han difuminado todas las responsabilidades?
– Si hay un crimen, con la responsabilidad corporativa vamos mal porque no hay nadie que se responsabilice. La corporación termina ganando dinero y no pasa nada. Esto no puede ser. Si hay un crimen, alguien se tiene que responsabilizar. Y cuando hablo de crimen no quiero decir que una compañía farmacéutica saque un producto con un riesgo por unos efectos secundarios que ignoraba, sino que hablo de crimen cuando se pone a la venta un producto escondiendo información sobre efectos secundarios. Y esto ocurre mucho más a menudo de lo que creemos. En el breve período que va del año 2000 al 2003, casi todas las grandes compañías farmacéuticas habían pasado por el tribunal porque se había demostrado que habían ocultado información. Si puede haber problemas debes enfocar tu búsqueda hacia proteger a estos posibles pacientes y no ocultar esta información y comenzar una nueva línea de investigación. Que la información mala se vaya directa al cajón es una corrupción máxima. Y eso ha pasado. Se ha hecho juicio a todas las grandes compañías y de responsabilidad personal nadie ha asumida nada, todo ha quedado envuelto por la responsabilidad corporativa.
– ¿Reivindicáis la responsabilidad personal?
– A mí me gustaría que la medicina y la investigación no fueran un negocio. Evidentemente que la gente implicada debe cobrar, pero no que fueran estos negocios a gran escala, no es necesario que sean del estado, hay muchas maneras de hacerlo: cooperativas, por ejemplo.
– ¿Y no le preocupa que todo termine desprestigiando los medicamentos y el uso que se hace de ellos?
– No. Hay un exceso desproporcionado de medicamentos. Hay quien dice que con veinte pasaríamos, quizás son un centenar. Pero no los miles de medicamentos que hay, sobre todo los medicamentos del me too, también llamados «medicamentos de imitación», que no aportan nada pero que se fabrican cuando vence una patente. En el ámbito capitalista no puedes perder la salud. No tiene nada que ver con el hecho de desprestigiar a la medicina, sino al revés, es para honrarla. El origen de la desconfianza son todos estos fraudes que cuento.
– Compartís el cuestionamiento sobre las PCR, porque hacen una secuenciación demasiado alta, y considera que hay falsos positivos. Pero en Cataluña la mortalidad ha sido muy grande y real. Somos un país pequeño y todos conocemos los muertos.
– He visto médicas llorando porque en las residencias sólo tenían sedantes, no podían hacer nada para ayudar a la gente: ni llevarlos a los hospitales, ni medicamentos, ni radiografías. Ni había manera de aislarlos. Todavía recuerdo una compañera que vio cómo morían el 60% de sus pacientes. En Cataluña hubo una gestión que se debe estudiar y ver qué ha pasado. Qué parte de esta mortalidad fue por el virus y cuál por una mala gestión del virus. Con respecto a la PCR es necesario saber que los errores gravísimos del test recomendando por la OMS ha motivado que veintidós dos científicos de renombre pidan la retirada del artículo original y la revisión del protocolo. No se entiende que ni las autoridades sanitarias, ni la revista médica implicada, ni la prensa se hayan hecho eco de ello.
– ¿Como mata la mala gestión del virus? ¿Hablamos de la gestión del gobierno de la Generalitat?
– Los médicos de atención primaria han tenido que trabajar en unas condiciones estresantes. A veces han sido ellos mismos que han tenido que hacer las pruebas de PCR, restando tiempo de la atención a los pacientes. Sé de médicos de familia que han atendido de media a 70-90 pacientes al día. ¿El gobierno español dio dinero al ejército para hacer el rastreo y no ha habido dinero para mejorar la atención primaria? También es importante distinguir entre morir de Covid y morir con Covid. Según un artículo publicado en el boletín de la OMS, la mortalidad por Covid en el mundo hasta el 12 de septiembre de 2020, es decir, antes de empezar a aplicar las vacunas, era inferior al 0,20%, es decir, era equivalente a la de la gripe estacional. Tenemos casi 2 millones de muertes de Covid, mientras que 9 millones mueren de hambre cada año. ¿Por qué no declaramos el hambre emergencia mundial y hacemos que sea primera plana en todos los medios de comunicación durante un año seguido?
– Ahora, ya tenemos tres millones de muertes. Y aún muere mucha gente.
– Sí, hay mucho sufrimiento. Me abruma pensar que pueda empeorar con estas estrategias de vacunación con anticuerpos específicos que no evitan que el vacunado transmita la enfermedad. No encontrará ningún estudio que diga que el vacunado deja de transmitir la enfermedad. Según el Dr. Vanden Bossche, el experto mundial en vacunas responsable de las vacunas del ébola, la estrategia de vacunación que se está siguiendo con la Covid-19 es errónea. Ahora, aquí no se acepta la discrepancia. Si la hay, se degrada o se menosprecia a la persona que discrepa.
– Sois de los que defendéis que el clorito de sodio en las dosis correctas puede ser un remedio en las primeras fases de la enfermedad.
– El clorito de sodio es una sustancia que conozco muy bien, es el antivirus de más amplio espectro, es el que se pone en el agua para potabilizarla y ha sido muy bien estudiado su consumo en humanos. Hace un año que presenté a la Agencia Española del Medicamento (AEMPS) un protocolo de noventa páginas, sobre el que la única respuesta que hemos tenido es de ir haciendo pequeñas correcciones poco importantes, aunque es una cuestión que se podría resolver en quince días.
– ¿En qué consiste este protocolo?
– Parto de un estudio sobre la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) realizado en los mejores hospitales de Estados Unidos, que no prosperó, en la que se inyectó una dosis de clorito de sodio y se demostró algo importante: que no era tóxico. Y por eso, aunque pienso que por vía oral también podría ser administrado, prefiero hacer el estudio con esta dosis comprobada del todo. Ya sabes que primum non nocere. Este proyecto incluye un piloto, y ha pasado el comité de ética del hospital. Yo sólo quiero que nos dejen tirar adelante el estudio y si no funciona pues no seguimos.
– Pero sabe que la Agencia Española de Medicamentos (AEMPS) se pronunció en contra del MMS.
-Hay una directriz de la AEMPS de 2010 que habla del MMS como sustancia prohibida, pero yo hablo de clorito de sodio, que es perfectamente legal porque es el que se emplea para potabilizar el agua. Y además, España ha aprobado el uso del dióxido de cloro para el coronavirus para desinfección de superficies externas.
– Y el Colegio de Médicos de Cataluña también ha sido muy rotundo en relación con ello.
– El Colegio de Médicos, el año 2018, me abrió un expediente de información reservada, que no es de sanción. Esto lo hacen para saber si hay un motivo sancionador. A mí me lo abrieron por haber hablado del MMS. Nos requirieron que dejáramos de hablar del MMS, a mí y a otra médica. Cuando me llegó el requerimiento pregunté en que se basaba el Colegio de Médicos para hacerlo. Me respondieron que se fundamentaban en un documento publicado por el mismo Colegio de Médicos, que son unas guías de buenas prácticas. Pero, claro, los médicos tenemos el código deontológico que es de obligado cumplimiento para todos los colegiados. Pero para modificar el código deontológico tienes que hacer un debate público y fundamentar lo que dices; por tanto, este documento no podía ser normativo porque no estaba hecho con la ley, y si no es normativo es una recomendación que el médico puede atender o no. Y pedí que me facilitaran las discusiones previas en estos escritos del Colegio de Médicos, qué informes tenían y qué expertos les habían asesorado. Como no me respondieron, fui a la Comisión de Garantía del Derecho de Acceso a la Información Pública (GAIP). La GAIP requirió que facilitaran la información, pero no lo hicieron y este año el Colegio ha cerrado el expediente de información reservada que me habían abierto sin ningún expediente sancionador. Sí que me han dicho que no recomiende el uso del clorito sódico. Lo que no se puede hacer si se cierra el expediente de información porque quiere decir que no han visto motivo de sanción.
– Sobre el MMS se han dicho cosas que no tienen ningún fundamento. Hay quien dice que lo cura todo, incluso todo tipo de cánceres.
– Yo hablo de clorito de sodio o de dióxido de cloro y no digo que lo cure todo. Sólo digo que parece ser muy bueno para los procesos inflamatorios y como antivírico. Por eso quiero hacer el estudio de acuerdo con la AEMPS. Donde sí lo han utilizado es en Bolivia, yo tengo contactos con médicos de allí que dicen que hay mucha mejora y me consta que se fabrica en la universidad.
– Me doy cuenta que no hemos hablado de las patentes.
– Por solidaridad y responsabilidad colectiva, pedimos a los propietarios de pequeños o medianos negocios que representan los esfuerzos de toda una vida, que los cierren. A muchos les arruinamos. Pero a unas farmacéuticas, que son las que tienen más beneficios, a estas no les puedes tocar el negocio, aunque en realidad ellos no tienen la capacidad científica. Las innovaciones vienen de las start up o de la universidad. Esto que pasa es muy grave y debemos tomárnoslo en serio. No tiene pies ni cabeza el dominio del negocio farmacéutico en medio de esta pandemia mundial.
Fuente: VilaWeb