‘Con partidos como Podemos las cosas están cambiando en Europa. Pero España tiene también el eco de la Inquisición’
‘A Putin se le puede acusar de muchas cosas, pero ha devuelto el orgullo a Rusia y me parece bien que haya entrado en Siria’
‘Obama y Bush avanzan por el mismo camino. Culpamos del caos al Estado Islámico, pero la culpa es nuestra’
‘El Caso Snowden es el mundo al revés. Europa no le ha dado asilo político por temor a represalias americanas’
Oliver Stone es todo un torrente (en el buen sentido de la palabra y con el permiso de su amigo, Santiago Segura). Un torrente de voz que casi no da tregua al interlocutor. Un torrente creador que no cesa a sus 69 años: del próximo estreno de Snowden al documental sobre Ucrania, pasando por un posible proyecto en España. Un torrente de datos, documentos y referencias condensados en un libro que, como él mismo dice, es casi un Quijote: «La historia silenciada de Estados Unidos» (La Esfera de los Libros).
Cinco años le dedicó el «cineasta con alma de historiador» a la extenuante tarea (compartida con Peter Kuznick) de iluminar los episodios que forjaron lo que hoy es su país: desde las bombas de Hiroshima y Nagasaki a la guerra de Vietnam en la que él mismo combatió, hasta llegar al «imperio del caos» de Bush y Obama, a quienes decide meter en el mismo saco.
Invitado por el Mallorca International & Media Festival (donde presentó una proyección especial de Platoon), el director de JFK, Wall Street y Nixon prefiere pasar esta vez de puntillas por su carrera cinematográfica y ceñirse lo más posible al «guión» de su propio libro. Más un epílogo de actualidad palpitante: Vladimir Putin, o el «contrapoder» de Estados Unidos…
¿Qué le trae hasta España? ¿Tiene aquí algún proyecto entre manos?
Necesitaba un alto después del montaje de Snowden. Venía con la idea de relajarme en vacaciones, pero estoy aprovechando para conocer algo mejor el terreno. He leído sobre el ascenso de Podemos y estoy siguiendo con interés la situación política, no sólo en España, en toda Europa. En Croacia coincidí con Alexis Tsipras, me pareció un político inteligente. Las cosas están cambiando en la vieja Europa y creo que todos estos partidos de nueva formación representan ese deseo de cambio… Pero España tiene posiciones muy oscilantes. Y no puedo olvidar las posiciones críticas que aquí se han tomado hacia Chávez, Evo Morales, Correa o incluso Lula. Este país tiene también tradiciones muy oscuras que traen a veces el eco de la Inquisición. No sé hacia dónde avanza España, la verdad. Me da que Rajoy es un tipo más o menos similar a Aznar, el perrito faldero de Bush. No sé si me equivoco…
Últimamente se prodiga mucho por Europa. ¿Encuentra acaso aquí el respaldo que le falta en EEUU?
Mis raíces son europeas. Mi madre nació en Francia y crecí en los años 50, cuando De Gaulle era capaz de decirles las cosas claras a los americanos incluso después de la guerra. Pero aquella Europa, hoy por hoy, es una colección de Estados satélites, siervos de EEUU. Recuerdo que en aquellos tiempos se podían leer duras críticas contra Eisenhower (que al fin y al cabo fue de los primeros en respaldar el régimen de Franco), y sobre todo contra su secretario de Estado, John Foster Dulles. Europa se ha hecho sumisa y ha sacrificado sus propios principios en nombre de una supuesta prosperidad y seguridad. La OTAN se ha convertido en instrumento de intimidación. Nació después de la Segunda Guerra Mundial como una alianza defensiva, con la esperanza de avanzar hacia un mundo más pacífico. Cayó el Pacto de Varsovia, se desmilitarizó el Este de Europa y sin embargo EEUU no hizo nada por desmilitarizar la Europa Occidental. Al revés: la OTAN se expandió a otros 13 países y sigue su avance.
En su libro y en la serie televisiva habla usted de «la guerra contra el terror de Bush y Obama». ¿No es exagerado medir a los dos presidentes por el mismo rasero?
Obama es más inteligente, por eso algunos esperaban que tomara mejores decisiones. Pero no: Obama se encuentra en estado de confusión total. Sus dos mandatos pueden considerarse como el tercero y cuarto de George W. Bush… Los dos avanzan por el mismo camino, que fue el marcado en los 90 por el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano. El plan de los neocons para desestabilizar siete países calificados esencialmente como «malos»: Irak, Siria, Líbano, Sudán, Libia, Somalia e Irán, el último bocado. Es curioso destacar cómo ninguno de los dos se ha atrevido a meterle mano a Arabia Saudí, que es el auténtico patrocinador del terrorismo mundial desde el 11-S y que ahora interviene por su cuenta en Yemen.
¿A quién atribuimos la paternidad del Estado Islámico?
El IS es un vástago de la guerra de Irak y el caos al que ahora asistimos en Oriente Medio lo hemos creado nosotros. Hemos desestabilizado una región entera y ahora culpamos del caos al IS, que se ha convertido nada menos que en un «califato». Pero la culpa es nuestra: nos hemos convertido en el imperio del caos.
¿Usted fue de los que pensó que Obama podía dar realmente un volantazo a la historia de EEUU?
Obama es un producto del sistema. El militarismo americano no tolera líderes blandos porque eso se percibe como traición. Lo que no imaginé es que pudiera llegar a presumir con total desfachatez ante sus compatriotas: «He bombardeado siete países»… Como si le hiciera falta para demostrar que es un tipo duro. ¿Se habrían atrevido Roosevelt o JFK a decir algo así? Obama es un reforzador del imperio. EEUU sigue teniendo presencia militar en 130 países y cuenta con 700 bases, que serían más de 1.000 si se contaran las bases secretas. Somos el poder dominante, nos sentimos por encima de todos y no estamos obligados a acatar las leyes internacionales. Esa sensación se ha perpetuado durante la era Obama, que entre otras cosas ha popularizado el uso de los drones con los dramáticos resultados que estamos viendo.
Viajemos a los orígenes de la Historia silenciada de Estados Unidos. ¿Qué ha pretendido demostrar?
La serie de televisión y después el libro nacen casi como un acto de rebeldía contra la historia oficial que nos siguen contando en las universidades y en las escuelas. La historia la escriben los vencedores, ya se sabe, y por el camino van quedando muchos documentos y muchos datos que suelen quedar silenciados. Trabajé mano a mano durante cinco años con un historiador, Peter Kuznick, porque quería dar al trabajo todo el rigor histórico posible. Otras veces me han acusado de distorsionar los hechos; esta vez no podrán hacerme esa acusación. El libro tiene más de 200 páginas de referencias y es casi un Quijote por su volumen. No hemos reescrito la historia de América desde la Guerra de la Secesión, sino que hemos ofrecido otra visión, no convencional y desde varios puntos de vista, de la historia de EEUU, sobre todo desde la Segunda Guerra Mundial.
Sorprende de entrada la visión benigna que da en el libro del papel de la Unión Soviética al final de la guerra y en los años inmediatamente posteriores…
Es que en EEUU nunca ha habido un reconocimiento real del papel de la URSS. ¿Quién ganó realmente la guerra? ¿Quiénes destruyeron al Ejército alemán? ¿Y quiénes pagaron con cerca de 27 millones de muertos? EEUU tuvo 400.000 víctimas y pudieron haber sido muchos más (entre ellos, mi propio padre) si no hubiera sido por el papel de los soviéticos…
Usted sostiene que las bombas de Hiroshima y Nagasaki fueron de paso una advertencia lanzada a Moscú…
Japón estaba ya prácticamente vencido. En el fondo, los japoneses temían que los rusos pudieran invadirles desde Manchuria y ejecutar al emperador. Preferían negociar con los americanos, pero llegaron las bombas… La muerte de Roosevelt cambió el curso de las cosas. Roosevelt tenía una relación sorprendentemente cordial con Stalin y le promete una ayuda económica de más de 10.000 millones de libras. Truman cancela esa promesa y ahí entramos en los orígenes de la Guerra Fría.
¿Estamos en la Segunda Guerra Fría?
Yo creo que la Guerra Fría nunca acabó. Gorbachov se rindió, pero Bush (padre) y después Clinton siguieron unilateralmente con el militarismo americano como si nada: aumentando nuestra presencia en Europa, expandiendo la OTAN, construyendo armas cada vez más poderosas. Tuvieron la suerte de tener enfrente al presidente más amigable que pueda imaginarse, Boris Yeltsin, que abrió las puertas de Rusia al capitalismo depredador mientras la población se empobrecía y la economía se hundía hasta llegar al tamaño de la de Holanda. Era el fin de Rusia, y en ese punto Occidente estaba muy contenta y complaciente. Se acabó Rusia y con ella el miedo al comunismo. En aquel momento EEUU podría haber invadido Ucrania sin problemas…
Sostiene que lo ocurrido en Ucrania fue un golpe orquestado por la CIA, y ha entrevistado a (su ex presidente) Viktor Yanukovich para su próximo documental. Le acusan de hacer propaganda pro Putin…
Estamos aún trabajando en el documental y es muy fácil criticar de antemano. Lo que ocurre es que el punto de vista de Rusia nunca se ha tenido en cuenta. Y sí, la desestabilización de Ucrania tiene el sello de episodios anteriores de cambios de régimen auspiciados por EEUU; la lista es muy larga. En EEUU y en Europa se percibieron las maniobras de Putin como una táctica ofensiva y una vuelta al pasado, a los tiempos de la Unión Soviética. Pero lo que hizo Putin, a mi entender, fue defender sus intereses geoestratégicos frente a una política de intrusión por parte de EEUU y de Europa, deseoso de extender su influencia hacia el Este.
¿Y cuál es su impresión de Putin después de haber mantenido un largo encuentro con él?
A Putin se le puede acusar de muchas cosas, pero lo cierto es que ha cambiado el país y ha restaurado el orgullo de Rusia. En 15 años, ha vuelto a ser un país fuerte que puede ejercer otra vez de contrapoder a EEUU. Los presidentes norteamericanos, uno tras otro, subestimaron a Rusia… Porque hay una ley natural que conviene no olvidar: si tu enemigo está arrinconado, ten cuidado. Si arrinconas a una rata, se defiende y muerde… Y esto es lo que pasó con Rusia: la fuimos arrinconando y convirtiendo en un país con razones para temer a EEUU.
¿Justifica usted los ataques de Putin en Siria y en defensa del presidente Asad, que ha masacrado a su propia población?
Me parece bien que Putin haya pasado a la acción y espero que gane, que permita que el Ejército sirio se reconstruya y pueda eventualmente plantar cara al Estado Islámico. Al fin y al cabo, Rusia ha salido en defensa de su viejo aliado en la zona desde los años 70. Entre tanto, EEUU sigue con la letanía del cambio de régimen y ha convertido a Asad en el nuevo Hitler. Asad es un tipo duro y no dudo que haya cometido atrocidades contra su propia gente. Pero no es ni mejor ni peor que los tiranos de Arabia Saudí o que en su día Sadam Husein, que fue nuestro amigo antes de convertirse en nuestro enemigo…
Hay quienes dicen que estaba escrito que Edward Snowden acabaría en Moscú y quienes alientan la sospecha de que es un espía…
El caso Snowden es para mí el mundo al revés. Si esto llega a ocurrir en los 50 o 60, seguramente Francia o cualquier otro país europeo le habría dado asilo. Pero ahí se demuestra la sumisión de Europa: ningún país fue capaz ante el temor de represalias americanas. Hasta el punto imperdonable en que tuvieron que desviar el avión en el que viaja Evo Morales ante la sospecha de que Snowden se había fugado con él… El caso pone sobre el tapete una cuestión de primer orden: el sistema de vigilancia mundial, impulsado precisamente por Bush con la Patriot Act y reforzado nuevamente por Obama, que ha declarado a Snowden como enemigo público.
Usted se define como un cineasta con alma de historiador. ¿No ha cruzado quizá demasiadas veces la línea roja entre realidad y ficción?
Cuando hago una película como Snowden intento ser fiel a la historia, pero reconozco que hay que dramatizarla, y eso incluye dejar fuera material que podría ser relevante y permitir algunas licencias para dar más poder a la acción y llegar al gran público. Con los documentales es distinto: ahí manda el rigor porque estás trabajando con material real y sabes que llegas a otro tipo de público, pero tampoco puedes aburrir al personal…
¿Volvería a rodar alguna de sus películas de principio a fin?
Prefiero no elegir. En todas he puesto pasión.
Algunos creen que fue demasiado benigno con Bush en W.
A quien lo dice le pediría que la vuelva a ver. Yo la considero una película crítica, pero sutil. Aunque sé que mucha gente pensaba que me iba a lanzar sobre la yugular. Lo mismo con Nixon, por la que, por cierto, tuve que esperar a que se muriera para evitar que me friera a demandas legales. Yo dejo que el propio Nixon se descalifique por sí mismo.