Hace un par de semanas me detuve en dos personajes nefastos de las primarias estadounidenses, Hilary Clinton y Donald Trump. Hoy para entender la calaña de las gentes de la Troika y de quienes lideran el Eurogrupo, y siguiendo con los paralelismos entre el establishment estadounidense y el europeo, subalterno fiel del primero a la vez que maltratador sin escrúpulos de sus propios ciudadanos, me voy a ocupar de otros dos funestos personajes, esta vez europeos: el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junkers, y el Presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Veamos quienes son estos dos tipos que, sorprendentemente, han escalado las cimas más altas de las responsabilidades políticas (¿o mejor mafiosas?) de la Unión Europea.
Jean-Claude Juncker es aquel que, ante la dramática situación del pueblo griego y su histórico referéndum, afirmó tajantemente «No puede haber decisiones democráticas contra los tratados europeos». Es también aquel que, como primer ministro de Luxemburgo, debe ser considerado el responsable último de la enorme estafa fiscal continuada que facilitó la evasión de impuestos a 340 de las más grandes multinacionales (entre las que se encuentran Apple, Amazon, Ikea, Burberry, Procter & Gamble, Heinz, Pepsi, JP Morgan o Deutsche Bank), entre las que hay treinta españolas. Se trata de una enorme estafa diseñada por PricewaterhouseCoopers (PwC), una de las cuatro mayores firmas de auditoría y consultoría del mundo, que a su vez tenía en España a Luis de Guindos como responsable del área financiera. Es decir los supuestos vigilantes son en realidad promotores de estafas.
Jean-Claude Juncker es por tanto el responsable de la estafa que supuso la pérdida de cientos o miles millones de euros para las arcas de diversos países europeos. Es el responsable de la estafa que empobreció aún más a los ciudadanos europeos con menos posibilidades económicas (millones de los cuales viven ya al límite de sus posibilidades), mientras que ejerciendo a la vez de presidente del Eurogrupo imponía sin misericordia alguna la austeridad en Grecia, Portugal o España para intentar reducir sus déficits públicos a toda costa. Es el responsable de una “magistral” estafa tras la que no solo no se le pidieron responsabilidades sino que el mundo del gran capital lo elevó a la presidencia de la Comisión Europea. En cuanto a Jeroen Dijsselbloem, transcribo una cita, larga pero sin desperdicio, del profesor Viçenç Navarro:
“Cualquier lector que haya seguido de cerca las noticias sobre Grecia recordará que una figura clave de la imposición de las políticas de austeridad al pueblo griego, que han tenido un impacto devastador para aquel país, fue el Presidente del Eurogrupo, el Ministro de Finanzas de Holanda, el Sr. Jeroen Dijsselbloem, que lideró el ataque (y no hay otra manera de decirlo) a Grecia, forzándola a que aplicara las recetas neoliberales que han causado tanto daño, no solo a las clases populares griegas, sino a las de todos los países -incluyendo España- cuyos gobiernos han aplicado dichas recetas. Tal personaje fue especialmente duro en las exigencias fiscales, acusando al gobierno Syriza de no hacer el trabajo que tenía que hacer, a saber, recoger fondos públicos para pagar las deudas que el gobierno griego había heredado del gobierno conservador liberal anterior. Y este mismo señor ha estado presionando con particular insistencia y mano dura al gobierno español para que haga más recortes y ajustes del gasto público […]. Después de Grecia, Dijsselbloem ha escogido España como su punto de mira, exigiéndole unos recortes de nada menos que 9.000 millones de euros, que desmantelarían todavía más el ya muy subfinanciado Estado del Bienestar español. España es uno de los países con un gasto público social por habitante en sanidad, en educación, en escuelas de infancia, en servicios domiciliarios, en vivienda social, en servicios sociales y un largo etcétera, más bajo de la UE-15. Pero tal personaje ha puesto como prioridad de su labor el que se gaste incluso menos, pues según él, el déficit público de España es hoy el problema mayor que tiene este país, punto de vista que, por cierto, es ampliamente sostenido por la mayoría de economistas neoliberales que tienen gran proyección mediática en los medios de información y persuasión españoles (incluyendo los catalanes).
Lo que no se conoce -porque no se ha publicado en ninguno de los mayores medios de información- es quién es este señor. Dicho personaje ha jugado un papel clave en convertir Holanda en un paraíso fiscal en el que las mayores empresas europeas (incluyendo españolas) y norteamericanas evitan pagar sus impuestos en los países donde se realiza la producción, la distribución o el consumo de sus productos. La política impositiva de tal país está diseñada para atraer a compañías multinacionales que establecen su sede en Holanda. Las ventajas fiscales y subsidios públicos, así como su tratamiento sumamente favorable a las rentas del capital, son bien conocidos en el mundo financiero y empresarial.
Ello explica que haya muchas compañías que establezcan su sede en Holanda (desde la compañía minera canadiense Gold Eldorado a la estadounidense Starbucks, la lista es enorme). En realidad, algunas de estas compañías solo tienen en Holanda una dirección postal, sin edificio siquiera, como es el caso de los grupos musicales Rolling Stones o U2, del Sr. Bono, que se ha hecho famoso y rico a base de supuestamente defender a los pobres del mundo […].
Es sorprendente que Holanda, sin embargo, no aparezca en la lista de paraísos fiscales. Y ello se debe a la activa movilización de la coalición gobernante en Holanda, formada por el partido socialdemócrata, al cual pertenece el Ministro de Finanzas, el Sr. Dijsselbloem, dirigiendo la política económica y financiera del país, y el partido radical de derechas, que aprobaron una ley en el año 2013 en la que se indicaba que Holanda no era un paraíso fiscal, por mucho que se le pareciera. El gobierno prácticamente prohibió el uso de tal término, lo cual no fue un obstáculo para que el gobierno holandés haya apoyado la realización de seminarios para empresarios extranjeros (realizados en el extranjero, el último en Ucrania) para enseñarles cómo evitar pagar impuestos en Holanda. Como bien indica David Hollanders, Holanda es un ejemplo de libro de texto de lo que es un paraíso fiscal. Como muestra tal autor, hay 12.000 empresas (que manejan un total de 4 billones de euros) que tienen una sede postal en Holanda, que incluyen el 80% de las cien empresas más grandes del mundo y el 48% de las mayores compañías que aparecen en la revista Fortune. Entre tales empresas con sede postal en Holanda hay empresas portuguesas, españolas […], griegas y otras, lo cual implica que Grecia, España, Portugal y otros países dejan de ingresar impuestos (millones y millones de euros) a las arcas del Estado debido a las políticas aprobadas por el gobierno holandés, del cual el Sr. Dijsselbloem es uno de los mayores responsables y arquitectos, el mismo personaje que acusa a Grecia y a España de tener excesivos déficits públicos, déficits públicos que no existirían si las grandes empresas pagaran los impuestos que tendrían que pagar si no tuvieran sus sedes fuera del país, incluyendo Holanda, situación favorecida y facilitada por tal señor.
Se sabe que el Sr. Jean-Claude Juncker, hoy Presidente de la Comisión Europea, es otro personaje que hacía lo mismo cuando era Presidente y Ministro de Finanzas de Luxemburgo, otro paraíso fiscal donde un gran número de empresas internacionales, incluyendo españolas, tienen su sede. El Sr. Jean-Claude Juncker es también de los que presiona por todos los medios para que se apliquen las políticas de austeridad en Grecia y en España. Pero no se sabía tanto de este otro personaje, el Sr. Dijsselbloem. El cinismo y la indecencia, por no decir falta de ética, de tales personajes alcanzan ya niveles sin precedentes. Y esta es la Europa a la que se nos pide que pertenezcamos.”
Estos dos personajes son tan solo la máscara pública “amable” del perverso poder que está tras ellos y que los ha encumbrado a sus altísimos cargos. Son tan solo la punta del iceberg de algo mucho más grande. Así que, tras leer sus currículum, no es difícil imaginar todo lo que puede haber tras ellos, la enorme farsa en la que vivimos. Ciudadanos y PSOE, que han convertido la lucha contra la corrupción y las puertas giratorias en el noveno punto del decálogo que acaban de acordar ¿no se han enterado de esta gran corrupción criminal que tanto nos afecta y que ha convertido a la Unión Europea en una cueva de ladrones? ¿Quiénes son los radicales antieuropeos, estas gentes que, con la complicidad de aquellos que callan, están acabando con la Europa de los pueblos o quienes denuncian esta realidad sangrante? Será aleccionador el mirar otro día hacia el pasado de la Unión Europea (el tratar de conocer quienes y como la crearon) como así mismo el mirar hacia el futuro (el plantearnos si semejante Unión Europa es o no reformable).