Parece que el actual Imperio Anglo/Occidental no está dispuesto a aceptar la inevitable pérdida de su hegemonía absoluta. Y que la locura de la financiarización (el gran especialista Dennis Small, se refiere con frecuencia a los ¡2.000 billones de dólares! de derivados financieros) exige una patada en el Gran Tablero de ajedrez. Si tuviese que definir en una sola línea el gravísimo momento histórico por el que transita hoy la humanidad, sin duda lo haría con el titular de este artículo. Hace ya doce años dediqué bastantes páginas, en el voluminoso libro La hora de los grandes “filántropos”, a los lúcidos análisis de Peter Dale Scott. En especial en lo referente a lo que él llama eventos ocultos y a lo que califica como Estado profundo. Un Estado de seguridad que aparece siempre tras tales eventos.

Hace ya décadas, este respetado investigador rechazaba la facilidad con la que se recurre a la etiqueta de teorías de la conspiración para desacreditar cualquier crítica al Estado profundo. Con sus análisis dejaba en evidencia cómo la política exterior e interior de Estados Unidos ha conducido desde 1960 a encubrimientos sucesivos y progresivos de actos criminales decisivos para toda la humanidad. Y que estos eventos ocultos son mucho más frecuentes de lo que la mayor parte de nosotros queremos reconocer.

Tras estudiar algunos de ellos, mostraba que se dan siempre unas pautas semejantes y que siempre han supuesto victorias para el lobby guerrero-unilateralista (aunque cada vez me resulta más evidente que el Complejo militar-industrial, sobre el que alertó el presidente Eisenhower, es solo un sector del gran lobby financiero). Victorias frente a los círculos más puramente empresariales (léase hoy: el círculo de Donald Trump, al que se intenta eliminar por el medio que sea necesario). Victorias que lo han dejado siempre como actor dominante en el centro del poder, con la capacidad para llevar a cabo las más extremistas decisiones políticas y militares. Para ocultar esa realidad inconfesable se utiliza la táctica de concentrarse en las posiciones y teorías más excéntricas, realmente conspiratorias, y se las presenta como representativas de todos los que denuncian ese real Estado de seguridad.

Volviendo ahora a nuestra tremenda realidad actual es importante remarcar que, aunque la tipología de tales eventos es muy variada (va desde los eventos llevados a cabo realmente por “los malos” y aprovechados por “los buenos” para activar su maquinaria bélica, hasta los eventos de falsa bandera), siempre se los presenta como el único e incuestionable punto de partida. “El” punto de partida, antes del cual no hay nada relevante. Pero la realidad es bien otra. Antes del genocidio ruandés de la primavera de 1994… ¡hubo masacres masivas y sistemáticas de cientos de miles de hutus, tres magnicidios, etc.! Antes de la agresión “no provocada” de “el Putin” a Ucrania… ¡la población étnica rusa ucraniana fue sometida e incluso asesinada por el nuevo gobierno rusofóbico de Kiev, infectado de neonazis, salido del golpe de estado del Maidán! Antes del ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023… ¡Gaza era ya el mayor campo de concentración al aire libre, el sufrimiento del pueblo palestino era insoportable, etc.!

Y tras estos tres eventos están, sucesivamente, el expolio de los escandalosos recursos naturales del Zaire/Congo, el plan de acoso y debilitamiento/derribo de la Federación Rusa expuesto tan explícitamente unos años antes por la Corporación Rand y la limpieza étnica total de Gaza. Aunque la de Ruanda sea incomparablemente la mayor de estas tres grandes tragedias, nos queda muy alejada, temporal y espacialmente, pero sobre todo anímicamente. Así que hoy me limitaré a hacer dos breves alusiones a las otras dos.

En cuanto a la tragedia de Ucrania, la Agencia EFE, nada sospechosa de prorusa sino todo lo contrario, publicaba lo siguiente el 26 de enero de 2022, es decir, un mes antes de la invasión “no provocada” de “el Putin”: “El resultado, por el momento, es un conflicto armado [el del Donbás] que se ha cobrado ya más de 14.000 muertos, 30.000 heridos, 1,4 millones de desplazados y 3,4 millones de personas necesitadas de ayuda humanitaria”.

En cuanto a la tragedia de Gaza, lo último desvelado es ciertamente inquietante. El reciente allanamiento del domicilio de Seymour Hersh (el conocido investigador al que se le concedió el premio Pulitzer y cuya investigación sobre el atentado al Nord Stream 2 tuvo recientemente una gran resonancia mundial) se debería a que ahora está investigando la perturbadora pista sobre las graves responsabilidades, pasivas y activas, por parte del gobierno de Netanyahu en la organización de aquel ataque del 7 de octubre. Pista que ya abrió hace muchos meses Thierry Meyssan (al que analistas tan relevantes como Alfredo Jalife califican como el más importante investigador/analista mundial), cuyas investigaciones recogí al inicio de mi reciente libro, ¿La humanidad va hacia el Armagedón? ¿O hacia la plenitud del Punto Omega?

Thierry Meyssan: "Netanyahu está o no implicado en los preparativos del 7 de octubre?" (Le Courrier des Stratèges, 09.10.2024)
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