Los datos oficiales de vacunaciones, hace unos días, revelan que los ciudadanos de las Islas Baleares ocupan el último lugar en la administración de vacunas. Concretamente, hemos recibido 10,92 vacunas por cada 100 habitantes, frente a las 19,41 de Asturias o a las 19 de Castilla-León. La media española es de 14,45 dosis administradas por cada 100 habitantes. La explicación se encuentra en los criterios de distribución por comunidades autónomas que se calculan, en primer lugar, en base al porcentaje de población de más de 64 años. Efectivamente, Asturias tiene el 26% de la población mayor de 64 años mientras que en las Islas Baleares este segmento de población sólo es del 16%. Pero estos datos no justifican que en Asturias hayan recibido casi el doble de vacunas. Y es que, además de la edad, se aplican otros criterios como el número de internos en residencias de la tercera edad y la cantidad de personal sanitario y sociosanitario que trabaja en primera línea. En todos los casos, los indicadores de Baleares son los peores y eso nos condena a ser los últimos en recibir el medicamento salvador.

Sean acertados o no estos criterios, los resultados dejan en evidencia las consecuencias del déficit de la financiación de la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares. ¿Y eso, qué tiene que ver?, se preguntarán. Hace décadas que es de dominio público que Baleares es la comunidad que hace la aportación relativa más alta a las arcas del Estado, que se ha llegado a cuantificar en más de un 13% del PIB balear. Pero pocas veces, como ahora, habremos podido palpar las consecuencias del déficit de recursos públicos que recibimos. Porque, si tenemos menos gente mayor internada en residencias no es porque tengamos menos demanda, sino porque no hemos tenido recursos públicos para construir más residencias, ya que la lista de espera para entrar en una residencia pública es de más de dos años.

Igualmente, si tenemos menos personal dedicado a la atención sanitaria no es porque tengamos menos necesidades. Por el contrario, la población flotante de turistas y de trabajadores que hacen la temporada turística en Baleares incrementa sustancialmente las necesidades de la atención sanitaria. Por lo tanto, si no tenemos más personal trabajando en primera línea en la sanidad pública no es porque tengamos menos usuarios, sino porque no tenemos suficientes recursos económicos para destinar a atención primaria y atención hospitalaria.

Así que, la distribución de las dosis de la vacuna contra la Covid, además de condenarnos a ser los últimos en adquirir la ansiada inmunidad, nos ha dejado ante una evidencia: la mala financiación que sufren las Islas Baleares, desde hace décadas, no sólo ha tenido consecuencias económicas (nuestra renta per cápita se ha desplomado), sino que tiene consecuencias sobre la salud de los ciudadanos, entre muchos otros servicios como la educación, el transporte público… para decirlo aún de manera más cruda, el expolio fiscal de nuestros recursos públicos, además de empobrecer, nos mata, literalmente.

Ahora parece que llegarán cientos de millones de euros para intentar paliar el desastre económico que sufren los autónomos y las empresas de Baleares, teniendo en cuenta que somos la comunidad autónoma donde más ha caído el Producto Interior Bruto. ¡Bienvenidos sean! Aunque habrán llegado tarde para salvar a muchas empresas que ya no volverán a abrir. Pero lo más urgente es vacunar a la gente. Si el mes de junio no hay un porcentaje muy alto de inmunización, el desastre será inevitable. Por lo tanto, si Alemania se plantea comprar vacunas rusas, al margen de la Unión Europea, las Islas Baleares también deberíamos planteárnoslo. Fuera complejos.