Ha aparecido la nueva variante Ómicron. Un gran y providencial regalo de Navidad de esa Vida que durante millones de años se fue abriendo paso gracias a las constantes físicas fundamentales inscritas ya en el Big Bang y a los providenciales eventos e incluso accidentes cósmicos que le permitieron surgir en nuestro prodigioso planeta. El SARS-CoV 2 ha conseguido su objetivo: expandirse mucho más eficazmente, pero sin acabar con el sujeto al que parasita. Según nos cuentan los mismos expertos oficialistas, siguiendo el proceso habitual de los virus y las pandemias, es mucho más contagiosa pero mucho menos peligrosa. Es lo que acaban haciendo los virus, conseguir reproducirse y expandirse sin matar a aquellos en quienes se hospedan. Y lo que es más importante, se trata de una tendencia que seguramente se acentuará en las variantes posteriores, como afirma el epidemiólogo sudafricano Salim Abdool Karim, una de las principales autoridades del país en materia de Covid-19. Y es una dinámica que se reproduciría en el resto de paises del mundo: “Esto que que vemos en Sudáfrica debería ser, aunque sea provisionalmente, una buena noticia para todos”.

Pero junto a la Vida que renace siempre, aparecen, sin la menor demora, los siervos y emisarios de la muerte. Ya están intentando adjudicarles a las vacunas los benéficos efectos de este punto de inflexión en la pandemia. Intentan patrimonializar la gran caída de las hospitalizaciones y de la mortalidad en proporción a la enorme cantidad de contagios. Se trata, claro está, de volver a lo de siempre: ¡Vacunación, vacunación, vacunación! Frente a una gran cantidad de contagios, pero que no revisten la gravedad de las anteriores variantes, algo muy semejante a las gripes estacionales (como afirman expertos como Robert Dingwall de la Universidad de Nottingham Trent), lo lógico sería reforzar la atención primaria y la Sanidad en general, a la que tanto recortaron sus presupuestos. Sin embargo, ¿qué es lo que están haciendo nuestros responsables político-sanitarios? Han lanzado todas las campanas a arrebato ante el extraordinario peligro  que obliga al mundo a imponer sin más demora el pasaporte verde, a pesar de que saben que la nueva variante no está causando daños. Continúan con sus criminales manipulaciones, están exagerando ahora la gravedad de la variante Ómicron, como denuncia la Asociación Médica Sudafricana. Pero, tras sufrir una infección que no acaba siendo grave, quedamos inmunizados y no tenemos ya necesidad ni de sus peligrosas vacunas ni de su espantoso pasaporte verde.

¿Se acuerdan del relato, histórico o legendario, de la matanza de todos los niños de Belén y de cómo su autor, el poderoso Herodes “el Grande”, no solo no consiguió acabar con el proyecto divino de Salvación, sino que muy poco después murió entre unos dolores tan espantosos que, como cuenta el historiador Josefo, intentó suicidarse a puñaladas? ¿No les recuerda en algo a este tiempo de élites poderosas y subalternos sumisos que imponen una absurda y criminal vacunación infantil? Pues resistamos, porque la Historia los juzgará quizá antes de lo que piensan. Y mantengamos la esperanza, porque estos son días de una gran noticiapara los pastores, los pobres, lo excluidos y los perseguidos por su fidelidad -como María y José- a la voz divina y su no sumisión a las grandes mafias criminales:

«Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo [era necesario, como ahora el pasaporte verde, para un mayor control de la población por parte del imperio, especialmente para el cobro de los impuestos]. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: No temáis, pues os anuncio una gran noticia, que será de gran alegría para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor. Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.”

Dr. Robert Malone: Ómicron es una perfecta vacuna (21.12.2021)