Señora Michelle Bachelet                                                                                                                Alta Comisionada de las Naciones Unidas                                                                                para los Derechos Humanos

Recibe el fraterno saludo de Paz y Bien

Me dirijo a ti a causa de la gran preocupación por las graves violaciones de los Derechos Humanos que sufre el pueblo de Ruanda. Debo empezar por expresarte mi extrañeza y profundo rechazo del hecho de que el Gobierno de Paul Kagame se haya apropiado de algo tan sagrado como es el genocidio ruandés de 1994, utilizándolo sistemáticamente para criminalizar globalmente a toda la etnia mayoritaria y para justificar las más graves violaciones de los Derechos Humanos –incluido el secuestro, la tortura y el asesinato– hasta el día de hoy.

Por el cargo que ocupas, seguro que conoces las tremendas presiones sufridas por tu predecesora Navanethem Pillay para que fuese eliminada la expresión genocidio de hutus del magnífico Informe Mapping publicado por el Alto Comisionado en octubre de 2010. Dicho informe calificaba como “crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra, hasta de genocidio” los crímenes “sistemáticos, metódicos y premeditados contra los hutus”, en su “mayoría niños, mujeres, ancianos y enfermos”, realizados por el FPR. En todo caso, aún eliminado de modo indigno el justo termino de genocidio, es evidente que se trata de un gran genocidio del que el Informe Mapping investigó sólo la punta del iceberg: 600 incidentes violentos, habidos sólo en el Zaire-Congo y desde 1993 hasta 2003. Ya en 1997, es decir un año antes de la segunda y más mortífera invasión del Zaire, el informe del equipo de la ONU dirigido por tu compatriota chileno Roberto Garretón, que había investigado unos cuarenta emplazamientos en el Congo, se refería a 100.000 cadáveres hutus.

Y seguramente también conocerás lo bien fundamentadas que están las imputaciones del juez de la Audiencia Nacional española Fernando Andreu Merelles sobre “delitos de genocidio, lesa humanidad, delitos contra las personas y bienes protegidos en caso de conflicto armado, integración en organización terrorista, actos terroristas, pillaje de recursos naturales y el asesinato de nueve ciudadanos españoles” cometidos por el FPR que dirige Paul Kagame con mano de hierro. Desde la publicación del Informe Mapping diversos “expertos”, instituciones y ONG para los Derechos Humanos confunden a la opinión pública afirmando que es necesaria la creación de un tribunal que tenga competencia para juzgar los crímenes que dicho informe sacó a la luz. Pero saben bien que tal tribunal no sólo existe sino que incluso ya emitió el 6 de febrero de 2008 una orden de arresto contra cuarenta altos responsables del FPR, presuntos responsables de los crímenes en el Congo a los que se refiere el informe. Tal tribunal es la Audiencia Nacional española, plenamente competente para juzgar tales crímenes en virtud del principio de justicia universal. Al menos, competente hasta que nuevamente las presiones de los poderosos protectores internacionales de Paul Kagame consiguieron –como demuestran diversos cables de WikiLeaks– que el Gobierno español desactivase, por el momento, tal jurisdicción universal.

El Informe Gersony es otro informe honesto, realizado en 1994 por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados; informe también ocultado hasta septiembre de 2010 y cuya existencia era incluso negada por altos responsables de la ONU; informe que documenta esta vez la sistemática limpieza étnica con carácter genocida realizada contra los hutus por el FPR durante 1994 en el interior de Ruanda. El equipo de investigadores censó el asesinato de unos 30.000 hutus por parte del FPR en sólo dos meses y en sólo tres prefecturas. Y están las declaraciones de la que fue la fiscal general del TPIR, Carla del Ponte, denunciando como cayó en desgracia y fue apartada de su cargo en el mismo momento en el que intentó juzgar a un solo miembro del FPR.

¡Cuántos silencios cómplices han permitido que, durante largos años, estos imputados por la comisión de los más graves crímenes, revestidos de la falsa aureola moral que les da el haber detenido supuestamente el genocidio llevado a cabo por los extremistas hutus en la primavera de 1994, sigan provocando impunemente un inmenso sufrimiento en Ruanda y el Congo! En 2010 el Informe Mapping rompió el código de omertá que había imperado en el interior de la ONU sobre el que seguramente debe ser considerado el mayor genocidio habido desde que existe la ONU: el llevado a cabo por el FPR desde el 1 de octubre de 1990 hasta el día de hoy. Cientos de miles de hutus, en especial todos aquellos que ostentaban algún tipo de liderazgo, han sido asesinados desde entonces por su pertenencia étnica en sí misma. Han sido asesinados antes, durante y después de los llamados cien días de sangre de la primavera de 1994. Como conocerás, según el exhaustivo y documentado informe de los investigadores estadounidenses Christian Davenport y Allan C. Stam, aún durante esos trágicos cien días el número de víctimas hutus superó al de las víctimas tutsis.

Por eso te solicito que el Alto Comisionado que diriges vuelva a levantar valientemente su voz, con la autoridad moral que le corresponde, para denunciar todo este injusto estado de cosas y en especial las actuales graves violaciones de los Derechos Humanos cometidas día tras día por el Gobierno de Ruanda, que Paul Kagame preside a pesar de estar imputado por los más graves delitos tipificados por la justicia internacional. Violaciones que son posibles y toleradas por la llamada comunidad internacional por ese falso estatus de víctimas-liberadores del genocidio con el que se ha revestido a los miembros del FPR de Paul Kagame. Un FPR al que el juez Fernando Andreu Merelles califica, por el contrario, de organización terrorista. Es por ese motivo por el que me he detenido un poco en desenmascarar la falsedad de tal estatus. Pero ya, más en concreto, te solicito que tu Alto Comisionado:

  • Denuncie públicamente el acoso a los opositores políticos (como Victoire Ingabire, Diane Rwigara, Bernard Ntaganda o Déogratias Mushayidi), las desapariciones y los asesinatos de muchos de ellos. Y de cualquiera que se atreva a denunciar los crímenes del Gobierno. O de cualquiera que simplemente se refiera al sufrimiento de los hutus y ose decir que ellos también deben ser considerados víctimas. Como hizo el cantante Kizito Mihigo, por lo que fue vilmente asesinado, aunque era un sobreviviente del genocidio contra los tutsis en 1994 y su familia fue diezmada en él. Tú, que viviste en circunstancias parecidas el asesinato de tu compatriota Victor Jara, y yo, tenemos que ser especialmente sensibles a crímenes como el de Kizito Mihigo. En el caso de Victoire hay que recordar el fallo de la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos a favor suyo y en contra del Gobierno de Ruanda.
  • Exija una investigación independiente de todas estas desapariciones y todos estos crímenes.
  • Exija una verdadera apertura política.
  • Solicite un Diálogo Inter Ruandés Altamente Inclusivo.

Desde ya muchas gracias y esperamos que tu Alto Comisionado lleve a estos pueblos la luz y el derecho de verdad y justicia, caminos necesarios para afirmar la Paz.

Fraternalmente

Adolfo Pérez Esquivel
Buenos Aires, 15 de agosto del 2020
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