El pasado día 30 de junio, Antoni Noguera tomó posesión como alcalde de Palma en una sesión solemne y emotiva. En su discurso, Noguera reivindicó la figura de Emili Darder, alcalde de Palma entre 1933 y 1936, fusilado por los fascistas el 24 de febrero de 1937. Días antes de la toma de posesión, Noguera ya había afirmado que, tras ochenta años, Palma volvería a tener un alcalde republicano. En las primeras fotografías tomadas al nuevo alcalde en su despacho se ve el retrato de Emili Darder en un lugar preeminente. Todo ello supone una declaración de intenciones del alcalde Noguera que se autoimpone un listón muy alto. Porque la II República, encarnada en Palma en Emili Darder, supuso mucho más que una forma de gobierno alternativa a la Monarquía. Era la voluntad de superar el caciquismo para entrar en la modernidad, la reivindicación de la educación y de la cultura como instrumento de liberación de las personas, la defensa de la salud y de la salubridad públicas, la igualdad entre todas las personas, la justicia social… Y, en todos estos campos, la gestión del alcalde Darder fue ejemplar.

Y estos, entre otros, son los retos que se marcó Noguera en su discurso. La reivindicación de los valores republicanos adaptados al siglo XXI: compromiso con el medio ambiente, zonas boscosas dentro Palma, una ciudad para los niños, vivienda asequible, una Palma para los ciudadanos donde los turistas también se encuentren a gusto, justicia social, las nuevas tecnologías al servicio de la diversificación económica, reivindicación de la cultura… Una declaración programática muy ambiciosa para los dos años que quedan de legislatura. Aunque dos años pueden ser suficientes para ver la nueva orientación que se quiere dar a la capital y cómo se afrontan los grandes problemas que afectan a la ciudadanía. Los más importantes son, sin lugar a dudas, la saturación turística, el acceso a la vivienda y la progresiva transformación del modelo económico hacia la sostenibilidad.

Como Darder, considerado uno de los exponentes más importantes del mallorquinismo político, Noguera defiende el derecho de autodeterminación. Sin complejos se define como soberanista. Puede que el hablar claro, sin eufemismos, sea su principal seña de identidad.

Seguramente por eso, en unos momentos en que la gestión al Gobierno o en el Consell puede haber desdibujado la ideología de Més, Noguera se ha convertido en el cargo público con más valoración y repercusión pública en el entorno de Més. Sin lugar a dudas, la alcaldía de Palma es el cargo más importante nunca alcanzado por el PSM (hoy Més) con más relevancia política que la vicepresidencia del Gobierno o que la presidencia del Consell de Mallorca. Por ello, estos dos años de alcaldía de Palma abren a Més unas grandes expectativas electorales.

Con imágenes como la de Guillermo Balboa logrando la alcaldía de Alaró y si Antoni Noguera consigue transmitir la sensación de que Palma se está abriendo a la modernidad, entendida como una ciudad limpia, culta, justa y cómoda, Més superaría los tópicos negativos que se cuelgan al nacionalismo político, hoy dicho soberanismo. Con las alcaldías compartidas de Palma y Llucmajor, más la de Marratxí, una buena gestión en esta gran área metropolitana puede ayudar a transmitir la imagen de fuerza política abierta, moderna y eficaz. Si lo consigue, Més tiene la gran oportunidad de dar un salto electoral importante, y eso que hoy Més ya es la formación política con más alcaldías en Mallorca. Noguera y Més se juegan mucho en estos dos años.