Sobre el libro «Ante nuestros ojos: del 11 de septiembre a Donald Trump [1] de Thierry Meyssan.

Thierry Meyssan* es un autor extraño: 10 años han pasado desde su anterior trabajo, 15 desde la publicación de los dos libros que establecieron su reputación internacional y que yo he vuelto a editar[2] porque me era insoportable que siguieran estando «indisponibles» para nuestros compatriotas. Como ya iréis viendo, Meyssan no escribe, como tantos otros, para no decir nada o (lo que es lo mismo) para perpetuar la ilusión en la que estamos inmersos.

Su pensamiento nos confronta con la realidad, lo cual es ciertamente doloroso, pero necesario e incluso beneficioso. Sus análisis no sólo nos liberan de las ataduras de la propaganda diaria, sino sobre todo de la mayoría de las cómodas certezas.

Es el mensajero, el portador de malas noticias: las democracias «occidentales», (lo que la prensa llama por abuso del lenguaje «comunidad internacional» cuando juntas pesan menos del 8% de la población mundial), o sea, los Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Alemania, generan y mantienen el caos en el mundo árabe. Bajo la apariencia de nobles objetivos (exportar la democracia, ayudar a los oprimidos, hacer la guerra contra el terrorismo), han desestabilizado invadido, destruido Afganistán, Irak, Libia, Siria, Yemen, Somalia, por hablar sólo de los países musulmanes. Ellos son los verdaderos responsables de cientos de miles de muertos y millones de heridos, desplazados y migrantes entre la población civil de estos países. Ellos han creado, financiado, armado o entrenado a los terroristas que de vez en cuando golpean nuestro territorio. Bárbaros aquí, rebeldes «moderados» en Libia y Siria, son las mismas personas actuando en nombre de la misma ideología que tiene sus raíces en nuestros «amigos» de Arabia Saudí y Qatar.

Estas verdades, estrictamente hablando atroces, señalan lo que no se puede decir: que simplemente no pueden ser enunciadas en los medios de comunicación, y cualquier persona que se atreve a hacerlo es inmediatamente estigmatizado con el sello infame de «conspiracionista», acusado de ser «amigo de los mulás y de los peores dictadores del planeta» o entregarse al «revisionismo en tiempo real». Nada nuevo: es la base de la propaganda de guerra que acusa al pacifista de traición. Sin embargo, desde los ataques del 7 de enero [2015, Charlie Hebdo, París] y 13 de noviembre [2015, Bataclan y Estadio de Francia, París], el cursor ha empezado a moverse muy ligeramente: a veces se invita a expresarse a verdaderos especialistas sobre terrorismo o de la región, que tienen puntos de vista totalmente disonantes con el consenso general de los medios de comunicación, y muy similares a los análisis del autor de este libro.

Para Thierry Meyssan, sólo cuenta el derecho internacional, como está claramente enunciado en la Carta de las Naciones Unidas. Un derecho ridiculizado por los países occidentales, y totalmente ignorado tanto por los políticos como por la esfera mediática francesa (los «editócratas»). ¡Cuánto camino recorrido tan rápidamente hacia lo peor desde el discurso de paz pronunciado por Dominique de Villepin en el Consejo de Seguridad de la ONU en 2003! ¿Como es que nuestros líderes, tanto de derecha como de izquierda, se han convertido casi todos, en menos de 10 años, en más imperialistas que el Imperio, en más neoconservadores que los estadounidenses? ¿Como podemos aceptar que el ministro de Asuntos Exteriores francés llame públicamente al asesinato de un jefe de Estado?[3] Esta declaración hecha, recordémoslo, menos de 10 meses después del linchamiento de Muamar el Gadafi, debería empujar a todos nuestros diputados a exigir la dimisión del político irresponsable; no levantó ni el esbozo de un debate en Francia.

De la «teoría de la conspiración» a la era de la post-verdad

Este libro aparece en un momento en que el «diario de referencia» en el Imperio establece el Decodex, una especie de Index Librorum Prohibitorum de la era digital (un flashback casi de 500 años presentado como una herramienta progresista destinada a ayudar a los usuarios de Internet «a verificar las fuentes»). Incapaces de prever y explicar las verdaderas razones del Brexit o la elección de Donald Trump, los medios de comunicación dedican innumerables artículos a la «post-verdad», un concepto excesivamente confuso según el cual los electores han sido engañados por las mentiras (los «hechos alternativos») presentadas ya sea por los populistas ingleses, estadounidenses o por los servicios rusos del malvado Putin. Como si las mentiras, distorsiones y explotaciones fueran del dominio exclusivo de un solo campo: se sitúan con ello más allá del ridículo.

No es trivial que el artículo que Wikipedia –la enciclopedia del pensamiento correcto- dedicado a la post-verdad comience con la mención de las «teorías conspirativas» alrededor del 11 de septiembre. ¡Cuan revelador es! De hecho, en lugar de preguntarse sobre la pertinencia de los argumentos de quienes dudan de la versión oficial de los ataques, parece preferible acusarles de todo mal. Así pues, he aquí que son designados como herejes, verdaderos culpables del confusionismo que afecta a los electores extraviados que votan tan mal!

Un mundo cada vez más «orwelliano»

El juego de manos más intrigante es sin duda la forma en que Al Qaeda ha pasado del estatus de espantapájaros absoluto, de «nebulosa terrorista» acusada durante 10 años de querer destruir la forma de vida occidental, al de aliado objetivo de este mismo Occidente en sus guerras de Libia y Siria. De hecho, aunque esto nunca ha sido reconocido oficialmente, es de notoriedad pública que los «revolucionarios» libios, así como los combatientes del Frente Al-Nusra son miembros de esta organización terrorista o le han prestado juramento de fidelidad. Para que se aceptara este espectacular e improbable «nuevo giro» (ya que en la década de 1980, los talibanes afganos y los que más tarde se convertirían en Al Qaeda fueron recibidos por el presidente Ronald Reagan que los alabó como auténticos «combatientes de la libertad «luchando contra el eje del mal, entonces la Unión Soviética), fue suficiente deshacerse del «fantasma» Bin Laden creando un nuevo hombre del saco: el «Estado islámico». Al igual que en «1984» de Orwell, la historia se reescribe continuamente para ceñirse a las necesidades del momento.

Propaganda de guerra y mentiras mediáticas

És fundamental hacer hincapié en que la propaganda se autoalimenta de ella misma en bucle, requiere constantemente de nuevas mentiras para mantener su impulso. Se trata de un trabajo de desgaste de la razón. De hecho es la acumulación, en tanto que repetición “ad nauseam”, que crea su fuerza aplanadora del pensamiento crítico: no se puede detener si no se quiere hundir por cuanto son evidentes los elementos de prueba que demuestran su vacuidad. Apenas pudiendo probar la más mínima de sus acusaciones, los propagandistas se ven obligados a decir una mentira más grande para que las más antiguas o patentes sean olvidadas.

Però me parece importante señalar que los periodistas en su conjunto, como los políticos, no mienten conscientemente; no se levantan por la mañana preguntándose qué cuentos explicarán para diabolizar aún más «al regime de Bashar». Como lo muestra Meyssan, la realidad es mucho más compleja; se trata de un caso absolutamente fascinante de autointoxicación de los políticos por los medios de comunicación (y viceversa), basado en gran medida en la ceguera, la falta de discernimiento, de verdadera comprensión de las realidades como desafíos, y de codicia por parte de los primeros, y pereza intelectual, ingenuidad, estupidez o sometimiento de los segundos. Si vais a la redacción de un diario (televisión, radio o prensa escrita) o interrogáis individualmente a un periodista, cada uno de vustros interlocutores convendrá fácilmente que «la verdad es la primera víctima de la guerra», o que no hay ningún ejemplo de guerras donde no haya propaganda. Estas son evidencias absolutas y universales, por no decir banales. Y sin embargo, con respecto a la política internacional, la mayoría de los medios de comunicación sólo informan sobre lo que dice su gobierno, sin ponerlo mínimamente en cuestión. Es así que, casi todos los días durante los dos primeros años de la «crisis» de Siria, no nos han dejado de machacar que la caída del régimen sirio era seguramente… inminente. En el lenguaje ordinario, esto se llama confundir los deseos con la realidad, pero la autopersuasión no tiene ningún efecto en geopolítica internacional. ¿Dónde están las pruebas que «Bashar» ha utilizado armas químicas? ¡Es inútil buscarlas y aún menos presentarlas ya que el presidente Hollande y su ministro Fabius dijeron que las tenían! En este caso tan ilustrativo, una patraña de este tipo puede hacer gracia a una clase mediática francesa descerebrada y amnésica, pero los responsables políticos británicos y los estadounidenses (con Cameron y Obama a la cabeza) eran conscientes de que la opinión pública respectiva no se dejaría engañar otra vez por la retórica rancia de «armas de destrucción masiva utilizadas por un tirano en Oriente Medio».

Aunque esto sólo constituye un aspecto periférico del libro de Meyssan y no su objetivo principal, la forma en que describe la génesis de la propaganda a partir de casos precisos es muy esclarecedora. Sin embargo, un libro que se centrara a explicar la forma en que ha sido creada desde cero por un número relativamente pequeño de oficinas y cómo interfiere en el debate público y nuestro inconsciente colectivo está por escribir, y resultaría una obra de importancia considerable.

Quiero terminar haciendo hincapié en el gran coraje de Thierry Meyssan, que ha elegido librar su combate contra el imperialismo y por el derecho internacional, no desde la comodidad de un apartamento de lujo de París, sino yendo físicamente a los teatros de guerra como Libia y Siria, y ser testigo de la situación arriesgando su vida. Nos temimos lo peor durante varios días después de la caída de Trípoli en agosto de 2011, antes de saber que había sido evacuado a salvo. Es uno de los raros, si no el único francés que vive en Siria, desde hace 6 años, y este testimonio tiene un valor y un significado particularmente preciosos. Leámoslo.

* Thierry Meyssan, nacido en 1957, es un escritor francés y geopolítico internacional. Es presidente-fundador de Réseau Voltaire (www.voltairenet.org) y ha vivido durante varios años en Siria. En 2002 sorprendió al mundo por su cuestionamiento de la versión oficial de los atentados de Nueva York del 11 de septiembre de 2001. Esta publicación se ha convertido en un éxito de ventas y ha sido traducida a 28 lenguas. Desde entonces, a los medios de comunicación principales les gusta difamarlo como modelo-tipo de «conspiracionista». Sus análisis geopolíticas sobre el trasfondo de las guerras en el norte de África y en Oriente Próximo han sido publicados en numerosos artículos y en su último libro.

Sobre el contenido del libro «Ante nuestros ojos»

Sinopsis: El libro traza las relaciones internacionales desde los ataques del 11 de septiembre de 2001. En él se describen y analizan las estrategias para mantener a los Estados Unidos en posición dominante sobre el resto del mundo. Se pone de manifiesto el papel de los británicos en la organización de las «primaveras árabes» y el conflicto que ha opuesto secretamente a los resistentes árabes y a Rusia con el estado profundo estadounidense. Se acaba con la llegada de un presidente antiimperialista a la Casa Blanca y el traslado de la confrontación dentro de los Estados Unidos.

Composición: El libro, que traza el papel de algunas decenas de Estados diferentes habiéndose adaptado a la dominación estadounidense o habiéndola desafiado, ha sido escrito de una forma original. Estos quince años se explican tres veces de maneras diferentes, dependiendo de la perspectiva: primero se han visto desde París, donde los sucesivos gobiernos intentan participar en los eventos sin entenderlos; después vividos por los Hermanos Musulmanes, que estructuran los grupos yihadistas en nombre de Londres y Washington; finalmente pensados ​​para los anglosajones.

Interès del libro: Escrito por un actor del periodo -el autor ha sido consultor o miembro de los gobiernos de Venezuela, Irán, Libia y Siria- relata los acontecimientos de manera comprensible para el gran público. Se basa en documentos los más importantes de los cuales nunca han sido publicados, ni siquiera mencionados en la prensa. La teoría del autor golpea al discurso mediático, pero ofrece la única explicación plausible de las «revoluciones» y las guerras que acabamos de vivir.

Remarca: Este libro está lleno de informaciones precisas. Será inevitablemente una obra de referencia en los próximos años, incluso para aquellos que -en principio- cuestionarán su contenido.

Notas

[1] Thierry Meyssan. Ante nuestros ojos: del 11 de septiembre a Donald Trump. Editions Demi-Lune 2017. ISBN 978-2-91711-231-1.

[2] Se trata de La Gran Impostura seguido de El Pentagate, publicado por Editions Demi-Lune, Colección Resistencias, 2007.

[3] Laurent Fabius, no ministro de Guerra sino de Asuntos Exteriores, declaró el 17 de agosto de de 2012 sobre el presidente sirio: «El régimen sirio debe ser abatido y rápidamente (…) Soy consciente de la fuerza de lo que estoy diciendo: Bashar al Asad no merece estar sobre la Tierra».