¿Despertarán los estadounidenses a la realidad de que llevan demasiado tiempo caminando por el lado equivocado de la historia o se ha cruzado ya el punto de no retorno?
La locura bipartidista volvió a ponerse de manifiesto esta semana cuando el Congreso estadounidense respondió a la petición de Biden de 37.000 millones de dólares de ayuda adicional a Ucrania concediéndole 45.000 millones, con lo que el apoyo total de Estados Unidos a su pupilo desechable gestionado en Davos asciende a 111.000 millones de dólares.
La ayuda formaba parte de una ley general de gastos aprobada por ambas cámaras del Congreso que ascendía a la friolera de 1,7 billones de dólares e incluía 858.000 millones de dólares en gastos de defensa, lo que supera con creces cualquier suma jamás gastada por un gobierno estadounidense en la historia.
De esos 858.000 millones de dólares, 817.000 millones se asignan directamente al Departamento de Defensa estadounidense, mientras que los 29.000 millones restantes se destinarán a programas de seguridad nacional dentro del Departamento de Energía.
Continuación de la militarización de Taiwán
Los fondos de la Ley de Defensa Nacional de 2023 se utilizarán para «fortalecer» a Taiwán en el Pacífico, con 12.000 millones de dólares autorizados para ayudar a Taiwán a comprar armas al complejo militar-industrial estadounidense (por supuesto, los 12.000 millones de dólares en «préstamos» deberán devolverse en el transcurso de los próximos cinco años). De este fondo, 100 millones de dólares se entregarán directamente a los contratistas para abastecer un «arsenal de contingencia» que Taiwán utilizará «en caso de cualquier conflicto futuro».
Además, se invitará a Taiwán a participar en el próximo Ejercicio Militar de la Cuenca del Pacífico liderado por Estados Unidos en 2024 y, por tanto, en una estrategia más amplia de la «OTAN del Pacífico» que rodee a China continental. Este ejercicio y el más amplio arsenal antichino de colonias títeres de la OTAN del Pacífico (también conocida como Quad) se verán impulsados por 11.500 millones de dólares adicionales que se asignarán a la Iniciativa de Disuasión del Pacífico «para contrarrestar la influencia maligna de China en el Pacífico».
Al igual que Ucrania ha sufrido revoluciones de colores dirigidas por Estados Unidos en 2004 y 2014, Taiwán también sufrió un cambio de régimen similar en 2014, la «Revolución de los Girasoles», financiada por la NED, en la que el Partido Kuomintang fue desalojado del poder justo cuando se estaban ultimando las etapas finales de un acuerdo de integración económica con China continental.
Se han destinado miles de millones a la compra de aviones de combate F-35 de Lockheed Martin Corp (LMT.N) y buques fabricados por General Dynamics, pero más allá de las fuerzas aéreas, uno de los mayores y más peligrosos aumentos del gasto este año ha sido absorbido por una fijación en la «guerra espacial». Se destinarán 5.300 millones de dólares a la «fuerza espacial» y al esfuerzo en curso para militarizar el espacio como una nueva dimensión en la creación de guerras en el siglo XXI (lo que supone 333 millones de dólares más de lo solicitado originalmente por los responsables militares de la «fuerza espacial»).
Los recientes simulacros conjuntos de «guerra espacial» de Estados Unidos, Canadá y Australia con el fin de prepararse para una próxima guerra sobre Europa tuvieron lugar a principios de diciembre de 2022 en la Base de la Fuerza Espacial Schriever en Colorado, lo que muestra la pérdida de cualquier recuerdo positivo de la «diplomacia espacial» que una vez se vio bajo el liderazgo de JFK, el programa de cooperación Apolo-Soyuz de 1976 o incluso los mejores aspectos del Acuerdo Artemis del presidente Trump.
Los orígenes de la doctrina de la Edad Oscura de la Ley de Defensa Nacional 2023 en el informe RAD del 2000
Sería una mentira decir que este programa de exterminio humano se originó en 2022, o incluso bajo las presidencias anteriores de Trump u Obama.
Si uno desea captar la semilla germinal de la doctrina política de hoy, sería necesario volver a visitar el informe del think tank Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (PNAC) de septiembre de 2000 Reconstruyendo las Defensas de América (RAD), donde los cultistas del fin de la historia que entonces tomaban el timón del gobierno declararon:
«El RAD prevé un futuro en el que Estados Unidos tenga el control total de la tierra, el mar, el aire, el espacio y el ciberespacio del planeta Tierra. Considera objetables las limitaciones impuestas por el tratado sobre misiles antibalísticos (ABM) e insta a una nueva versión del programa de escudos de defensa ‘Guerra de las Galaxias’ de Reagan.»
Además de pedir la salida de Estados Unidos del Tratado ABM (lo que se hizo rápidamente a raíz del 11-S), los autores del RAD exponen con claro detalle la justificación del crecimiento de la necesidad de una nueva rama de las fuerzas armadas conocida como fuerza espacial. Los autores afirman que Estados Unidos debe ganar:
“EL CONTROL DE LOS NUEVOS ‘BIENES COMUNES INTERNACIONALES’ DEL ESPACIO Y EL ‘CIBERESPACIO,’ y allanar el camino para la creación de un nuevo servicio militar –Fuerzas Espaciales de Estados Unidos– con la misión de controlar el espacio.»
Esbozando la doctrina de «Dominio de Espectro Completo» que el informe del PNAC esboza en la página 51:
Defensas globales contra misiles – «Debe construirse una red contra ataques limitados, capaz de proteger a Estados Unidos, a sus aliados y a las fuerzas desplegadas hacia delante. Debe ser un sistema estratificado de componentes terrestres, marítimos, aéreos y espaciales».
En cuanto a la necesidad de ampliar y modernizar las fuerzas nucleares debido al posible peligro de China, Rusia, Irán, Corea del Norte e Irak, los autores del RAD afirmaron:
«El cálculo estratégico actual abarca más factores que el mero equilibrio del terror entre Estados Unidos y Rusia. La planificación de las fuerzas nucleares estadounidenses y las políticas de control de armamentos relacionadas deben tener en cuenta un conjunto de variables más amplio que en el pasado, incluyendo el creciente número de pequeños arsenales nucleares –desde Corea del Norte hasta Pakistán y, quizás pronto, Irán e Irak– y una fuerza nuclear china modernizada y ampliada.»
Posiblemente uno de los aspectos más peligrosos y reveladores del RAD, se encuentra en la página 60, donde los autores esbozan un programa que pronto creció hasta alcanzar proporciones obscenas a raíz de los ataques con ántrax de 2001, que justificaron la posterior aprobación de la Ley Bioshield de Cheney de 2004, así como el crecimiento de los más de 320 biolaboratorios internacionales dirigidos por el Pentágono. Al describir la conversión de las armas biológicas del reino del terror a «una herramienta política útil», los autores afirman:
«Aunque el proceso de transformación puede tardar varias décadas en desarrollarse, con el tiempo, el arte de la guerra en el aire, la tierra y el mar será muy diferente de lo que es hoy, y el ‘combate’ probablemente tendrá lugar en nuevas dimensiones: en el espacio, en el ‘ciberespacio’ y quizás en el mundo de los microbios… El propio espacio se convertirá en un escenario de guerra, a medida que las naciones accedan a las capacidades espaciales y lleguen a depender de ellas; además, la distinción entre sistemas espaciales militares y comerciales –combatientes y no combatientes– se difuminará. Los sistemas de información se convertirán en un importante foco de ataque, especialmente para los enemigos de Estados Unidos que intenten cortocircuitar las sofisticadas fuerzas estadounidenses. Y las formas avanzadas de guerra biológica que pueden atacar genotipos específicos pueden transformar la guerra biológica del reino del terror a una herramienta políticamente útil».
Volviendo a Ucrania
¿Cómo se emplearán los 45.000 millones de dólares del proyecto de quema de dinero de Ucrania? No es tan fácil decirlo con exactitud?
Lo que sí sabemos es que 22.900 millones de dólares irán a parar a lo que se espera que Kiev utilice para comprar más armas a contratistas privados de defensa con sede en Estados Unidos y que gran parte del resto lo disfrutarán ONG y organizaciones sin ánimo de lucro que la mayoría de las veces estarán dirigidas por figuras estrechamente vinculadas a esas mismas criaturas del pantano de Washington que votaron a favor de estos proyectos de ley.
Estos hechos incómodos fueron subrayados en repetidas ocasiones por la senadora republicana Marjorie Taylor Greene, a menudo calumniada, cuyos múltiples intentos de crear algún tipo de supervisión y auditoría de las donaciones a Ucrania se han topado con niveles absurdos de resistencia desde que se lanzó la operación especial en febrero. Incluso cuando se descubrió que operaciones como la bolsa de criptomonedas FTX (uno de los principales socios de Kiev y del Foro Económico Mundial) no era más que un equipo de blanqueo de dinero que inyectaba enormes sumas en las arcas del Comité Nacional Demócrata vinculadas a operaciones ucranianas, casi ningún medio de prensa occidental del Sinsonte dijo ni pío.
Como nos recordaron los Papeles del Pentágono y el ordenador portátil de Hunter Biden, Ucrania no sólo ha estado dirigida por una camarilla de políticos estafadores que blanquean dinero y disfrutan de un desvío interminable de la ayuda extranjera (los Papeles de Pandora revelaron que tanto Zelenski como su multimillonario adiestrador Íhor Kolomoiski estaban vinculados a empresas fantasma en el extranjero que representaban cientos de millones de dólares del botín robado), sino también a empresas energéticas como Burisima, que ha sido descubierta extrayendo ingresos del pueblo ucraniano como los criadores de gusanos de seda extraen la seda.
¿Y qué pasa si te encuentras entre esa preciada minoría de voces republicanas o independientes de resistencia a esta nueva zambullida en la guerra mundial? Sólo hay que preguntarle al congresista Matt Gaetz, que ha sido llamado al orden junto a otros patriotas como Jim Jordan y Lauren Boebert por no aplaudir el patético discurso de Zelenski en el Congreso esta semana. Por el delito de impedir que sus manos aplaudieran al compás del resto de la manada del Congreso, analistas de la NBC como Michael Beschloss han intentado avivar una caza de brujas macartista preguntando por qué estos representantes se negaron a aplaudir:
«Me gustaría saber por qué por dos razones. Número uno: Usted es un funcionario público, se nos permite saber esas cosas. Se supone que debe decirnos, si está sirviendo en el Congreso, cuál fue la razón. ¿Ama usted a Putin, o simplemente se opone a la democracia, o hay algo más?.»
El hecho de que estos cargos se atrevieran incluso a preguntar a dónde van a parar los sobornos probablemente tocó un nervio demasiado cercano, ya que el propio Pentágono suspendió su quinta auditoría consecutiva en noviembre de 2022, con más del 65% de sus activos y gastos sin justificar. Así es, el gobierno «perdió la pista» de 2 billones de dólares en 2022.
¿Despertarán suficientes estadounidenses a la realidad de que han estado caminando en el lado equivocado de la historia?
Fuente: Strategic Culture Foundation