Es insostenible una causa basada en falsedades como la de dar más relevancia a los inexistentes 40 niños israelís decapitados que a los 6.000 niños palestinos realmente destrozados

La situación en la franja de territorio que va desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo se ha vuelto tan explosiva, que es muy alta la probabilidad de que tan solo en un lustro veamos allí grandes acontecimientos. O quizá, incluso, los veamos en todo el Oriente Medio. Por no decir en todo el planeta, si, además del alarmante conflicto existente en esa estrecha franja de territorio, tenemos en consideración ya sea la gran colisión entre los pujantes BRICS y un Imperio anglo-occidental en evidente estado de descomposición; o el otro grave conflicto entre la OTAN y Rusia en Ucrania (que podría extenderse en cualquier momento); o los otros muchos conflictos existentes en el mundo.

¿Seguro que es tan factible, como algunos creen, la aniquilación total del “ente sionista”?

Son varios los posibles desenlaces de la tragedia que se vive en la antigua tierra de Canaán, tan disputada desde tiempos inmemoriales. Pero hoy voy a centrarme tan solo en aquel desenlace que algunos dan prácticamente como inevitable (desde los antisionistas más radicales hasta el recientemente fallecido Henry Kissinger): el de la desaparición de Israel. ¿Seguro que es tan factible, como muchos antisionistas creen, la destrucción total del “ente sionista”?

¿No será, más bien, que quienes a ello apuestan están cayendo en un peligroso error y están actuando realmente como pirómanos, aunque sea sin pretenderlo intencionadamente? Un escenario para el 2030 en el que solo exista allí un Estado palestino me parece que tiene menos probabilidades que el de un gran conflicto que arrase todo el Oriente Medio, como mínimo.

O menos posibilidades también que un escenario en el que el actual poderío israelí vaya sufriendo un paulatino y considerable desgaste y debilitamiento en los próximos años. Un escenario en el que, tras la dura experiencia de un gobierno tan extremista como el actual, una mayoría de los israelís se convenciese por fin de que el intentar el sometimiento a los palestinos les será más doloroso y caro que el de intentar un entendimiento con ellos.

Año 2030: poderosas fuerzas en colisión

Unas perversas y fantasiosas elites anglo-occidentales que tienen la pretensión de monopolizar el realismo (basándose en lo eficaz que ha sido para ellas, tan solo durante el breve periodo de un par de siglos, el control de los bancos centrales y las finanzas occidentales), unas elites que tienen también la pretensión de gozar del derecho a tomar por todos nosotros las grandes decisiones (algunas tan importantes como la de fijar el número de miles de millones de humanos que están de más en nuestro planeta), o que tienen incluso la pretensión de autoadjudicarse a sí mismas el título de grandes “filántropos” de la humanidad (seguramente hasta han llegado a creérselo ellos mismos)… han fijado la fecha de 2030 para empezar a implementar el gran sistema, enmascaradamente totalitario, más global jamás habido.

Y, justamente, también el Oriente Medio tiene un papel relevante en la Agenda 2030. Especialmente como nexo de unión entre tres continentes, como tramo central del Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa y como importante enclave en una estratégica región excepcional en recursos energéticos.

Pero, por una más de esas sincronicidades que tantas veces se han dado desde el Big Bang (y que han dado origen al Universo, a la Vida y a la Conciencia), en el año 2030 se cumplirán precisamente 2.000 años de la aparición pública de alguien con pretensiones aún más exorbitantes que las de estos pretensiosos “filántropos”. Me refiero a aquel que un día se atrevió a proclamar: “Cuando sea levantado de la tierra [en un denigrante madero elegido y preparado para una crucifixión], atraeré a todos hacia mí” (Juan 12, 32-33). Hablo, por supuesto, de Jesús de Nazaret, que en aquel momento se estaba refiriendo al modo con el que iba a morir.

Debía saber muy bien de que estaba hablando, ya que durante dos milenios su imagen crucificada ha atraído las miradas y los corazones conmovidos de miles de millones de seres humanos de todo continente y cultura. Se refería a una atracción que, aunque va a menos en el decadente Occidente en el que tienen su sede las instituciones de la cristiandad (una realidad bastante diferente del cristianismo), va a más en el conjunto del mundo.

El Templo de Salomón y la Mezquita de Al-Aqsa en el ojo del huracán desde hace milenios

Hablo de Aquel que también, curiosamente, anticipó con lágrimas el trágico destino de Jerusalén y del pueblo judío (Lucas 19, 41-43 y Mateo 23, 37). Aquel que anunció con décadas de anticipación (como confirma cada día más la exégesis del Nuevo Testamento), que no quedaría piedra sobre piedra del Templo, que él consideraba la casa de su Padre, casa de oración y no de mercantilismo.

Es el mismo Templo que ahora los fanáticos religiosos que sostienen el Gobierno de Netanyahu están convirtiendo en causa central del conflicto entre su delirante supremacismo y Hamás, junto a otras facciones palestinas establecidas no solo en Gaza. Un Hamás que precisamente dio a su ataque del 7 de octubre el nombre de “Inundación de Al-Aqsa”, por la famosa Mezquita que ocupa el lugar central sobre la explanada del Templo. Mezquita ultrajada el pasado enero por la intempestiva intrusión de esos mismos fanáticos sionistas.

Para todo musulmán, la provocadora intromisión en aquella explanada del titular sionista de la cartera de Seguridad, Itamar Ben Gvir, supuso un intencionado desafío. Y el castigo infringido a Israel por Hamás y otras facciones el 7 de octubre ciertamente habrá significado un decisivo punto de inflexión tanto para Gaza como para Israel, como mínimo.

Los posibles errores de quienes apuestan decididamente por aniquilar al “ente sionista”

Hoy me referiré especialmente a los posibles errores de quienes apuestan por la destrucción total del “ente sionista”. Errores que, de ser ciertos, convertirían en pirómanos a los partidarios de tal aniquilación total. Sin pretender una crítica a los partidarios de esa opción radical, tan solo intento hacer una llamada de atención, una invitación a la profundización en los análisis que hacemos de esta sangrante cuestión todos aquellos que sentimos en lo más hondo la gran tragedia que está viviendo el pueblo palestino.

Un primer factor que no debe ser menospreciado: la importancia de la ideología

El primero de estos errores que voy a enumerar es el de no tener en cuenta el papel fundamental de la ideología. Creo que con demasiada frecuencia no se hace una justa evaluación de la importancia que en este gran conflicto tiene la ideología. Me limitaré a una sola cita de autoridad. Es el mismo Ilan Pappé, del que en mi anterior artículo citaba su escepticismo respecto a esperar nada de cualquier negociación relacionada con la solución de dos estados (y, por tanto, solo dejaba la alternativa de la lucha armada palestina), el que reconoce que “el principal obstáculo para la paz en Palestina no es la política israelí sino la ideología israelí” (ver desde el minuto 45:00 al 46:10 de esta conferencia).

El impactante episodio de Masada es un precedente de esta radicalidad judía que incluye el suicidio colectivo como opción posible. Un precedente que no podría ser considerado como fruto de un fanatismo agresivo y supremacista como el del actual sionismo, sino de un heroísmo antiimperialista en línea con el de los Macabeos, por ejemplo. Pero, en todo caso, es un episodio histórico que ilustra en buena medida el carácter resuelto y resolutivo de muchos judíos, incluso de aquellos que no han caído en el fanatismo de esa ideología sionista supremacista basada en un modo erróneo y perverso de entender y utilizar la elección divina (supuesta o real) de Israel.

El segundo factor que debe ser tenido en cuenta: el fanatismo sionista

Si a ese importante factor que es la ideología sumamos el del fanatismo, nos encontramos frente a una entidad nueva no reducible a ninguno de sus dos componentes. De ahí que considere como el segundo de esos errores el no valorar suficientemente aquel factor que podríamos calificar como fanatismo ideológico en el actual Gobierno sionista, el más fanático de los últimos gobiernos israelís.

Estos exaltados no son comparables con los poco ideologizados y poco fanatizados colonos franceses en Argelia, por ejemplo, a pesar de que la derrota de estos y su salida de allí sea puesta con frecuencia como modelo no solo de lo que les puede ocurrir a los israelís, sino incluso de lo que les va a ocurrir irremediablemente. Se trata de un fanatismo confirmado por muchos desde el interior mismo de Israel, como el diputado doctor Ofer Cassif (del minuto 13:00 al 21:30 y del 28:30 al 33:40).

El tercer elemento que no debería ser olvidado: para millones de judíos, la preservación de Israel es personalmente una cuestión existencial

A diferencia de lo sucedido con los colonos franceses en Argelia, seguramente serían millones los judíos que no huirían de Israel cuando la situación se pusiese difícil. Las cargas históricas y emocionales son en este caso mucho mayores. No solo en las gentes del núcleo duro del sionismo, sino en una parte considerable de la sociedad judía. La gran mayoría de los racionales análisis puramente cientificistas de este conflicto son pobres y reduccionistas, y no recogen este otro nivel de psiquismo profundo.

Y no hay que olvidar la irracional pero masiva sed de venganza que, según el arriba citado doctor Ofer Cassif, impera en ¾ partes de los siete millones de judíos israelís. A lo cual se añaden las grandes ayudas económicas y de todo tipo que estos recibirían tanto de sus familiares de todo el mundo como del poderoso lobby judío internacional.

Un cuarto factor a tener en consideración: las características de las nuevas armas nucleares

El cuarto error es el de no ser consciente de que las modernas armas nucleares hacen que la fanática doctrina Sansón sea una posibilidad real. Se trata de una doctrina que preconiza, si es necesario, la autodestrucción a la vez de Israel y de los palestinos, con tal de no ser derrotados por ellos, descendientes de los filisteos con los que acabó Sansón en el legendario episodio bíblico en el que él mismo se autosacrificó.

Los actuales misiles con cabezas nucleares, de una gran precisión, mayor eficiencia y una destrucción más limitada al objetivo atacado, hacen más cercana y “tentadora” la posibilidad de un ataque a los países que, en apoyo al pueblo palestino, podrían enfrentarse a Israel. Se podría tratar de un ataque no solo a los países vecinos sino incluso a otros más alejados, como pueda ser Turquía o incluso otros de Europa.

El combate cuerpo a cuerpo contra los palestinos: algo cada vez más difícil para los israelís

En cuanto a Gaza, no hay necesidad de semejante ataque nuclear. Como es bien sabido, dos terceras partes de Gaza han sido ya arrasadas con un equivalente destructivo al que habrían provocado dos bombas atómicas. Y en cuanto a Cisjordania, es un Bantustán tal, salpicado cada vez más de los enclaves de los fanáticos colonos, que tampoco sería viable la opción del ataque nuclear.

A veces se dice que los soldados israelís son cobardes. En enero de 2009 yo mismo ya me referí a su paulatina pérdida de moral de combate, a diferencia de cientos de miles de palestinos movidos por la fuerza interior que su sufrimiento extremo va acrecentando. Pero, como acabo de exponer, una cosa es la batalla cuerpo a cuerpo entre palestinos e israelís y otra cosa es la guerra con una tecnología tan sofisticada como la nuclear entre Israel y los países que apoyan a los palestinos. Pasase lo que pasase entre el Jordán y el Mediterráneo, esta otra guerra entre naciones podría significar una inimaginable catástrofe. La hipotética cobardía de los soldados israelís no sería tan decisiva como algunos piensan.

Este conflicto no se juega solo en la lucha cuerpo a cuerpo, ni entre palestinos e israelís

En mi opinión, el error de quienes creen que será relativamente fácil acabar con el actual “ente sionista” sin que los acontecimientos incendien todo el Oriente Medio, e incluso posiblemente todo el planeta, me parece un error comparable al de estos fanáticos sionistas que están convencidos de que podrán masacrar y expulsar a todos los palestinos de Gaza y Cisjordania, como Saúl hizo con los amalequitas, e instaurar el Gran Israel bíblico, a expensas incluso del Líbano, Siria, Jordania y Egipto, sin que se produzca igualmente esa misma catástrofe planetaria.

Ciertamente estoy con tantos palestinos que afirman que Palestina no será derrotada. Su causa es justa y su sufrimiento clama al Cielo. Como el clamor del pueblo judío oprimido fue escuchado por Yahveh (Éxodo 3, 9). Por el contrario, es insostenible una causa basada en falsedades como la de dar más relevancia a los inexistentes 40 niños israelís decapitados que a los 6.000 niños palestinos realmente destrozados. Es tan insostenible como la causa de la Alemania nazi. Pero eso no impidió que aquella, en su derrumbe, arrastrase consigo a medio mundo. Lo mismo que estoy exponiendo que podría pasar ahora con Israel.

¿Cómo será en 2030 el mapa de la antigua Canaán?

Imaginar un mapa de Palestina en el que Israel haya sido borrado totalmente de él me parece tan poco probable como el mapa presentado recientemente por Netanyahu en el pleno de la Asamblea de las Naciones Unidas, en el que Gaza y Cisjordania habían desaparecido. La única solución, en definitiva, que sigo viendo posible es la de una muy difícil y casi milagrosa convivencia pacífica. En concreto, la solución de los dos estados.

Esta solución implicaría para Israel muchas y muy duras medidas, como la de la salida de todos los colonos de la Cisjordania. Aunque mucho más duro aún es para el pueblo palestino el tener que renunciar a la mitad de su territorio. Pero me sigue pareciendo la única solución realista, a pesar de las enormes dificultades que existirían para alcanzarla y a pesar de que durante demasiadas décadas ha sido usada como un señuelo por Israel, por las potencias que lo apoyan activamente y por aquellas muchas otras que, con una complicidad silenciosa, consienten sus desmanes.

¿Existen otras claves ocultas para entender lo que está sucediendo desde el 7 de octubre?

El 28 de noviembre, Thierry Meyssan publicaba un interesante artículo  en el que ponía de relieve “siete contradicciones fundamentales en la versión oficial sobre la guerra entre Israel y Hamás” y concluía que “esta versión plantea más interrogantes que respuestas”. Interrogantes que le llevaban a una única hipótesis: Estados Unidos y el Reino Unido están moviendo ocultamente los hilos con un inconfesable objetivo. Esta es su hipótesis:

“Todo el conjunto de la operación Hamas-Israel es dirigido por estadounidenses, quizás bajo la batuta del straussiano Elliot Abrams y de su Vandenberg Coalition, el think tank sucesor del Project for a New American Century. La Hermandad Musulmana y los sionistas revisionistas, aparentemente enemigos irreconciliables, son en realidad cómplices, a espaldas de los combatientes que conforman la base de Hamás, a espaldas del pueblo palestino y también a espaldas de los soldados israelíes. Y este sería el plan de esos elementos: presentar a Hamás como la única fuerza realmente eficaz frente a la opresión que sufre el pueblo palestino, pero que al mismo tiempo justifica la acción de Israel para liquidar la esperanza de ver nacer un Estado palestino, mientras que la Hermandad Musulmana, gracias a la aureola creada por el sacrificio de los palestinos, se instala en el poder en el mundo árabe.

Tanto los jefes del ala militar de Hamás como los de su ala política están subordinados al Guía de la Hermandad Musulmana en Gaza, Mahmud Al-Zahar, el sucesor del jeque Ahmed Yassine, personaje que nadie menciona. Desde su punto de vista, la Hermandad Musulmana será la gran ganadora de la Operación Inundación de Al-Aqsa… aunque Gaza sea arrasada y los palestinos sean expulsados definitivamente de su tierra.

Es muy importante recordar que Hamás está dividido hoy en dos facciones.
– La primera, encabezada por Ismail Haniyeh, sigue manteniendo la línea de la Hermandad Musulmana. Su objetivo no es liberar Palestina de la ocupación israelí ni fundar un Estado palestino sino instaurar un califato que gobernaría todos los países del Medio Oriente.
– La segunda facción surgida dentro de Hamas, lidereada por Khalil Hayya, ha dejado atrás la ideología de la Hermandad Musulmana y lucha por poner fin a la opresión israelí sobre el pueblo palestino.

La Hermandad Musulmana es una sociedad secreta de naturaleza política, organizada por los servicios de inteligencia británicos, siguiendo el esquema de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Poco a poco, la CIA estadounidense recuperó la Hermandad Musulmana, al extremo que esa secta llegó a estar representada en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

[…]

El objetivo de la Hermandad Musulmana es tomar el poder en todos los países árabes, como logró hacerlo brevemente en Egipto, en 2012-2013. Precisamente, es importante recordar que, contrariamente a la falsa imagen creada en Occidente, el miembro de la Hermandad Musulmana Mohamed Morsi –con nacionalidad estadounidense– no fue electo democráticamente como presidente de Egipto. El verdadero ganador de la elección presidencial egipcia fue el general Ahmed Chafik. Pero la Hermandad Musulmana había amenazado de muerte a los miembros de la Comisión Electoral Nacional y a sus familias. Después de resistir presiones durante 13 días, los miembros de la Comisión Electoral finalmente proclamaron presidente a Mohamed Morsi, ignorando el veredicto de las urnas. Así llegó a la presidencia de Egipto el miembro de la Hermandad Musulmana Mohamed Morsi… hasta que, en 2013, 40 millones de egipcios salieron a las calles para condenar al “presidente” Morsi y exigiendo al ejército egipcio que lo expulsara del poder. Y así lo hizo el general Abdel Fatah al-Sissi.

Hoy en día, la Hermandad Musulmana se mantiene en el poder únicamente en la Tripolitania libia (en el oeste de Libia), donde fue instalada por la OTAN. Los miembros de la Hermandad Musulmana no son bienvenidos en casi ningún lugar, sólo en Catar y en Turquía –y este último país no es un Estado árabe. La Hermandad Musulmana está incluso prohibida en la mayoría de los estados árabes, principalmente en Arabia Saudita, donde trató de derrocar al rey en 2013, y en Emiratos Árabes Unidos –lo cual provocó la crisis entre Catar y los demás estados del Golfo Pérsico. En Siria, la Hermandad Musulmana trató de derrocar el gobierno en 1982 y posteriormente participó, junto a la OTAN e Israel, en la agresión occidental contra el Estado sirio, de 2011 a 2016. En Túnez, la Hermandad Musulmana está a punto de ser prohibida, después de haber gobernado ese país durante un decenio.

Si el verdadero objetivo de lo que está sucediendo en Gaza no es el futuro de Palestina sino quién regirá los destinos de los estados árabes en general, seguramente veremos en el Medio Oriente una ola de cambios de régimen, siempre a favor de la Hermandad Musulmana, una especie de segunda primavera árabe.

Como en la primavera árabe, los servicios secretos británicos garantizan la propaganda de la Hermandad Musulmana. Basta recordar cómo garantizaron en Libia la promoción de Abdelhakim Belhaj, también miembro de la Hermandad Musulmana o los magníficos logos que diseñaron para los numerosos grupos yihadistas que implantaron en Siria. Todo eso se ha visto confirmado después por filtraciones provenientes de la diplomacia británica.

Esta vez, han creado un nuevo personaje, Abu Obeida, el vocero del brazo armado en Gaza. Desconocido hasta hace poco, este hombre se ha convertido en una estrella en el mundo musulmán, donde las camisetas con su foto se venden como pan caliente. Es un hombre al parecer entrenado para hacer uso de la palabra en público, maneja los símbolos con una soltura sin precedentes entre los líderes sunnitas.

Por todas esas razones, los gobiernos árabes están actuando con prudencia: apoyan la creación de un Estado palestino, pero se mantienen a distancia de Hamás. Mientras Hamás hace todo lo posible para que sea imposible la creación de un Estado palestino.”

Semejante tesis, después de haber expuesto extensamente las citadas siete contradicciones de la versión oficial del conflicto, provocará el total rechazo de quienes creen que el único complot realmente existente es el que va en sentido contrario: dividir a los palestinos, separar a Hamás del resto del pueblo palestino.

Pero, por una parte, Tierry Meissan no descalifica a los combatientes de Hamás: “los combatientes de la base ignoran lo que planean sus dirigentes [que, extrañamente viven seguros en Catar, gran aliado de Israel]”. Y por otra, es difícil acusar de cooperar con tal complot a alguien que, poniendo en peligro su propia vida, acompañó decididamente al pueblo de Libia o al de Siria (en donde Hamás estuvo en el lado de los criminales agresores).

Se podrá opinar que se equivoca, pero no podemos juzgarlo más allá de esto. En todo caso, el tiempo pondrá las cosas en su lugar. Aunque es de sabios y prudentes el estar atentos a todas las señales que aparecen ante nosotros, intentar hacer una justa valoración de ellas y esperar el próximo desarrollo de los acontecimientos.

Foto: Monte del Templo / Explanada de las Mezquitas

Guerra Civil y más masacres: El oscuro futuro de Israel (Dr. Ofer Cassif – miembro de la Knesset, 02.12.2023)