A finales de febrero de 2024, la guerra de conquista que Paul Kagame reavivó en el este de la República Democràtica del Congo (RDC) en 2022, esta vez para apoderarse y ocupar definitivamente la provincia de Kivu del Norte, está en pleno apogeo. En un momento en que Paul Kagame y sus subalternos congoleños del M23, apoyados por su ejército de las Fuerzas de Defensa de Rwanda (FDR), ya han conquistado casi toda la provincia excepto su capital, la ciudad cercada de Goma, siempre es interesante volver a analizar la situación, porque el desenlace previsible no es tan obvio, aunque ciertas señales son motivo de preocupación.

En este análisis, nos centraremos en dos aspectos que resultan evidentes a finales de febrero de 2024, a saber, que la guerra se encuentra en su fase crucial y que el horizonte diplomático se despeja, pero que hay motivos para sospechar de dobles discursos y maniobras de distracción por parte de ciertas potencias.

La fase crucial de esta guerra

El 7 de febrero de 2024, el M23/FDR de Kagame lanzó una nueva ofensiva relámpago en Kivu del Norte, con un arsenal impresionante.

Este arsenal incluye una variedad de armas como fusiles de asalto, ametralladoras ligeras y pesadas, diferentes tipos de lanzacohetes, cohetes, lanzagranadas, fusiles sin retroceso, granadas de mortero, equipos de visión nocturna y muchos otros. El equipamiento de este grupo terrorista armado por Paul Kagame se ha reforzado considerablemente en los últimos meses, como lo confirma el hecho de que se trata de material totalmente nuevo.

Entre las armas más recientes figuran granadas antipersona de 40 mm fabricadas en 2021. Los expertos de la ONU también informan de armas nuevas en la RDC, como fusiles de asalto del tipo Galil (israelí) y AK-103 (ruso), y morteros guiados de 120 mm. El uso de morteros guiados de 120 mm por un grupo terrorista es especialmente preocupante. A diferencia de los morteros convencionales, los morteros guiados están equipados con sistemas de guía que permiten controlar con precisión la trayectoria del proyectil hacia su objetivo. Esta formidable arma es capaz de alcanzar objetivos precisos, como posiciones enemigas fortificadas o vehículos blindados. Dotada de elementos de medición láser y de una capacidad de ataque precisa, es altamente letal, especialmente en manos de terroristas como los del M23/FDR, que no dudarían en atacar instalaciones civiles o humanitarias: campos de desplazados, escuelas, hospitales y centros de salud, convoyes de la Cruz Roja o de la MONUSCO.

17 de febrero: el aeropuerto internacional de Goma (RDC) fue blanco de los ataques de los drones de Paul Kagame disparados desde Ruanda. Este ataque marcó un punto de inflexión en la guerra, ya que no sólo puso fin al control del espacio aéreo por parte de la fuerza aérea de la RDC, sino que también fue una oportunidad para que Paul Kagame «mostrara su músculo» y dijera que ahora dispone del armamento antiaéreo más sofisticado. Al mismo tiempo, sus tropas sobre el terreno completaban el estrangulamiento de la ciudad de Goma cortando las rutas Sake-Butembo, Goma-Bukavu y Sake-Walikale, además de la ruta Goma-Rutshuru, cortada desde hacía meses. Esto significa que la ciudad de Goma (un total de 2 millones de habitantes, con desplazados hacinados al aire libre por todas partes) ya no podía abastecerse de alimentos frescos salvo por… ¡Gisenyi-Ruanda!

Esta evaluación de la situación operativa, que demuestra que la relación de fuerzas está a favor del M23/FDR de Kagame, brinda la oportunidad a ciertos medios y entidades interesados y tendenciosos de presionar indirectamente al agresor (la RDC), y de acudir en ayuda del agresor disfrazado (Paul Kagame).

El 18 de febrero, por ejemplo, el diario belga Le Soir, escribiendo en la columna de Colette Braeckman, como si quisiera decir a la RDC que capitulara y a sus fuerzas que se rindieran a las de Paul Kagame para luego negociar su supervivencia, llegó a afirmar (con toda razón) que Goma estaba sitiada y que, por tanto, los congoleños siguen siendo vulnerables y están a merced de los invasores porque no están defendidos o están mal defendidos.

Además, se ha producido un claro cambio en la denominación del conflicto en los titulares de los principales medios de comunicación occidentales. Los titulares dicen ahora «crisis en el este de la RDC» en lugar de «conflicto entre la RDC y Ruanda con el M23» o «inseguridad en el este de la RDC causada por grupos armados, entre ellos el M23, apoyados por Ruanda». Todos estos titulares y nombres han desaparecido de RFI, TV5 Monde, France 24, Arte… O en Le Soir, La Libre Belgique, Le Monde, Libération, etc y han sido sustituidos por «crisis en el este de la RDC», que es más vago y menos preciso, ¡y por tanto sirve para todo! Así será más fácil obligar a la RDC a negociar con el M23/FDR antes de que se retire y se desarme diciendo que es la única solución para resolver «la crisis en el este de la RDC», en lugar de decir «liberar las partes del territorio nacional ocupadas por el enemigo».

El 25 y 26 de febrero, con el fin de crear una distracción y minar a las fuerzas que supuestamente debían ayudar a la RDC a reconquistar las zonas conquistadas por Kagame en la RDC con su M23/FDR, Burundi se convirtió en una víctima ideal y más vulnerable. En la noche del 25 al 26 de febrero de 2024, el ejército de Kagame lanzó una operación en un emplazamiento administrativo del noroeste de Burundi, en la frontera con la RDC y Ruanda, en la que murieron una docena de civiles inocentes, entre ellos mujeres y niños. El grupo terrorista Red Tabara, con base en Ruanda y desplegado en Kivu Sur, reivindicó inmediatamente el atentado y amenazó con llevar a cabo otros ataques más mortíferos en suelo burundés. Obviamente, Burundi tendrá que movilizar sus fuerzas de defensa para contrarrestar esta amenaza directa de Paul Kagame. Pero al hacerlo, reducirá los esfuerzos y recursos que estaba dedicando a apoyar a la RDC. Esto significa que Paul Kagame ganaría en todos los frentes: desestabilizando Burundi y privando a la RDC de apoyo militar. Es decir, que el Burundi democrático está tan amenazado de extinción, si no más, que el este de la RDC, por la misma dictadura que gobierna Ruanda y la región desde hace 3 décadas. Corresponde a los verdaderos patriotas de Burundi darse cuenta de ello y no escatimar nada para defenderse, pues de ello depende su supervivencia, sea cual sea el disgusto de los burundeses traidores a su país y a la nación que facilitan a Paul Kagame y a su camarilla Hima-Tutsi el dominio de toda la región.

El horizonte diplomático se despeja. Pero hay razones para sospechar que las potencias occidentales utilizan un doble lenguaje

La ambigüedad de la posición de Estados Unidos sobre esta invasión de la RDC por Kagame, durante mucho tiempo su preciado peón en la región, está avergonzando a todo el mundo, preocupando a unos y deleitando a otros. ¿Cuál de ellos habrá tenido razón? Analicemos este aspecto en 5 puntos.

* En primer lugar, el comunicado del Departamento de Estado estadounidense publicado el 17 de febrero de 2024, en el que se nombra a la Ruanda de Paul Kagame como invasora de la RDC y se le pide, entre otras cosas, que retire inmediatamente sus tropas de la RDC. Estados Unidos reconoció y denunció el uso por parte de Kagame de misiles antiaéreos y drones armados en el espacio aéreo de la RDC.

En respuesta, en la noche del 18 al 19 de febrero de 2024, el gobierno de Kagame publicó un incendiario comunicado en el que Ruanda anunciaba que reprendería a Estados Unidos y sermonearía a sus representantes en todas partes por el comunicado emitido por su Departamento de Estado el 18 de febrero de 2024.

Como cualquier niño mimado que siempre esgrime una gran mentira para excusarse de sus tonterías, Paul Kagame esgrime otra mentira que le ha permitido engañar durante un tiempo a Estados Unidos sobre su obsesión enfermiza: las Fuerzas Democráticas de Liberación de Rwanda (FDLR).

En marzo de 1999, unos turistas estadounidenses fueron asesinados por hombres armados en el bosque de Bwindi, en la frontera entre la RDC, Uganda y Ruanda, en el lado ugandés. En aquel momento, Kagame exclamó que los asesinos «eran hutus de las FDLR» y que, por tanto, Estados Unidos debía ayudarle a perseguir y erradicar a este grupo terrorista, como él llama a las FDLR. Incluso se apresuró a extraditar a Estados Unidos a tres jóvenes hutus ruandeses, alegando que eran los asesinos de los turistas estadounidenses que había detenido. El antiguo rebelde ugandés, que no tenía noción alguna de la ley pero se convirtió en jefe de Estado a instancias de EEUU, no sólo violó la Constitución del país conquistado, que estipulaba que «Ruanda no extradita a sus nacionales», sino que ignoró el hecho de que sus creadores estadounidenses disponían de medios para descubrir lo que su lacayo Kagame les ocultaba.

Así, tras varios meses de investigaciones y peritajes, los servicios estadounidenses establecieron que, efectivamente, los agentes que decían haber detenido a los presuntos asesinos eran los que en realidad habían asesinado a los turistas. Es decir, los propios combatientes de Kagame. Así pues, los tres jóvenes hutus fueron exculpados y liberados, e incluso Estados Unidos les encontró un refugio seguro lejos de la Ruanda de Kagame, donde siguen viviendo.

Y ahora, 25 años después, el niño mimado de Estados Unidos les cuenta la misma mentira sobre las FDLR, ¡aunque no funcionó en 1999! Estados Unidos nunca ha incluido a las FDLR en su «lista de movimientos terroristas». Lo más alarmante y sintomático del estado mental de Paul Kagame es que crea que, con su mentira de 1999, Estados Unidos no debe darle un tirón de orejas por los disparates criminales que está cometiendo en la RDC. Kagame ha llegado incluso a sermonear y reprender al gobierno estadounidense por atreverse a respaldar el comunicado del Departamento de Estado del 17 de febrero de 2024. ¡Es el mundo al revés!

La otra indicación que cabe extraer de esta protesta de Paul Kagame ante sus creadores y amos, los Estados Unidos, es perceptible en una de las últimas frases del comunicado del gobierno de Kagame. Dice así: «… ¡hay que preguntarse si el contenido de este comunicado significa que Estados Unidos ha cambiado de posición con respecto a Ruanda y a la armonización de las posiciones de los dos Estados, o si se trata de una cacofonía en el seno de los diferentes escalones de su Administración»!

Para decirlo claramente, mediante una ilustración de la vida real, Paul Kagame es como un niño mimado cuyo hermano mayor le dice que sus padres le prohíben seguir vertiendo leche en el suelo, y que entonces va y se queja a sus padres, gritando que no entiende cómo se atreven a prohibirle jugar a un juego al que siempre ha jugado. ¡Y les preguntaría si su hermano mayor no ha entendido el mensaje que se supone que debía transmitir! Pero para cualquiera que conozca el funcionamiento de las instituciones estadounidenses, especialmente en materia de política exterior, Paul Kagame se dirige esta vez a sus poderosos lobbys, preguntándoles si se habrán dormido hasta el punto de permitir que la administración Biden le denuncie, aunque sea con moderación y sin demasiadas consecuencias. El futuro próximo nos dirá si esos lobbys se han despertado y, en caso afirmativo, no pasará mucho tiempo antes de que la administración Biden retire su palabra o la matice sustancialmente hasta el punto de dejarla sin sentido.

Otra lección que hay que aprender de este episodio es tener en cuenta que la posición de Estados Unidos ante cualquier régimen del mundo depende mucho menos de la naturaleza del régimen, de sus argumentos lógicos, del derecho internacional y humanitario o de los principios morales. Pero su posición depende mucho más del peso de los lobbys que el régimen en cuestión tiene en Estados Unidos. En el caso de la RDC y Ruanda, los lobbys que Paul Kagame ha adquirido en Estados Unidos condicionan más la posición de la Administración hacia el régimen de Kagame que los buenos argumentos de sus víctimas, la RDC y su población.

Es cierto que estos lobbys son económicamente costosos de adquirir y mantener, pero en un mundo unipolar dominado por una única superpotencia cuyas decisiones dictan, dan sus frutos en los momentos críticos. La RDC actual debería aprender esta lección y esforzarse por tener también poderosos lobbys en Estados Unidos, o reactivar los que tuvieron regímenes anteriores (Mobutu, Kabila Jr.), aunque fueran mucho menos frecuentados y los defendieran durante mucho tiempo.

* Como de costumbre, la cumbre anual de la Unión Africana se celebró en su sede de Addis Abeba del 17 al 18 de febrero de 2024. Esta 37ª cumbre de la UA no mostró nada nuevo ni especial en comparación con las anteriores: una oportunidad dada a jefes de Estado africanos poco habituales o a ilustres desconocidos para aparecer junto a los más famosos y respetables. En otras palabras, la famosa foto de familia es el objetivo último de esta reunión anual, a un gran coste. En cuanto a la guerra de Paul Kagame en el este de la RDC, el conflicto se mencionó furtivamente en los discursos de los dirigentes de la UA ( presidente de la Comisión, presidente en ejercicio saliente, etc.) entre una docena más que sacudieron el continente, pero sin que se le prestara especial atención.

Sólo los observadores informados e interesados se habrán dado cuenta de que esta guerra en la RDC fue objeto de una minicumbre presidida por el mediador designado por la UA, el presidente angoleño Joao Lourenço. Pero esta minicumbre fue un diálogo de sordos, porque Paul Kagame no quiso escuchar lo que Félix Tshisekedi tenía que decir, y viceversa.

Del mismo modo, las reuniones al margen de la cumbre entre los Estados de la región mostraron que la CAO (Comunidad del África Oriental) estaba completamente dividida a consecuencia de la guerra de Kagame en la RDC. Ahora hay un bando que apoya incondicionalmente a Paul Kagame en su agresión. Este bando incluye a los países cómplices o aliados en esta agresión, a los que hay que añadir los mini o pseudoestados que les están obligados. Este campo incluye a Ruanda, Uganda, Kenia y, por cierto, Sudán del Sur y Somalia. Otro bando que ha surgido en la CAO está formado por países que no apoyan la agresión de Kagame y están dispuestos a ayudar a la RDC a liberar sus territorios conquistados por el enemigo. Se trata de la RDC, Tanzania y Burundi.

Finalmente, una simbólica minicumbre tripartita en Addis Abeba hizo temblar a Paul Kagame. El presidente de la RDC, Félix Tshisekedi, se reunió con el presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphoza, y con el presidente de Burundi, Evariste Ndayishimiye. Dado que Burundi y Sudáfrica están en proceso de desplegar sus fuerzas armadas al este de la RDC, uno en virtud de un acuerdo bilateral de defensa, el otro en virtud de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC), de la que la RDC es miembro, está claro que la señal era fuerte.

* El 20 de febrero, Francia siguió a Estados Unidos al pedir a Kagame que retirara su ejército de la RDC y al M23 que dejara de luchar.

Pero Francia añadió que la RDC también debe dejar de colaborar con las FDLR, una fuerza formada por combatientes con una media de edad de 25 años, ¡de los que se dice que cometieron genocidio contra los tutsis hace 30 años!

Al comentario de la RDC de que las exigencias a Kagame de cesar todo apoyo a su M23 y de retirar a su ejército de la RDC deberían ir acompañadas de sanciones en caso de negativa a cumplirlas, como es el caso, la Francia de Macron le quita importancia a la situación, pero revelando de paso su sumisión diplomática al régimen de Kagame y el miedo a ofenderlo para no sacar a relucir la acusación de «genocidio de los tutsis por políticos y militares franceses en Ruanda» que, desde Nikolas Sarkozy y sobre todo bajo Emmanuel Macron, ha silenciado a Francia y la ha sometido al dictador tutsi Paul Kagame.

Preguntado al respecto, Christophe Lemoine, portavoz del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, respondió: «La cuestión de las sanciones no se ha planteado por el momento. Una vez más, el marco de las discusiones es el proceso de Luanda y no se ha mencionado ninguna sanción». Esto es puro doble lenguaje: ¡el que entienda, entenderá!

* A esto se añade el hecho de que la ONU estará aún más paralizada cuando se trate de la guerra de Paul Kagame en la RDC. Como es habitual, el Consejo de Seguridad, que se supone debe mantener la paz en el mundo, no puede tomar ninguna decisión que afecte a un país concreto si uno de los cinco miembros permanentes con derecho a veto se opone. Así que las probables sanciones de la ONU contra Kagame y su régimen por su crimen de agresión contra la RDC, país soberano y miembro de Naciones Unidas, serán impensables y ni siquiera figurarán en el orden del día hasta al menos finales de mayo de 2024.

De hecho, la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad estará prácticamente en manos de las potencias que crearon a Kagame y a las que sirve (EE.UU., Reino Unido, UE) o de los Estados fallidos que se han convertido en las colonias de Kagame en África.

Por ejemplo, la Presidencia volverá a manos de Japón en marzo. Será como si la ejerciera su poderoso aliado y protector, Estados Unidos, que sigue siendo su amo en cuestiones de política internacional. Luego, en abril, la Presidencia volverá a Malta, una minúscula isla mediterránea miembro de la UE que se limita a transmitir las decisiones de los Estados y estamentos que mandan en la UE (Francia, Bélgica, Alemania, la Comisión y el Consejo). En mayo, Mozambique asumirá la Presidencia del Consejo de Seguridad. Como este país del sur de África, que se liberó de la colonización portuguesa con dificultad y más tarde que otros países africanos en 1975, es ahora de nuevo una colonia de la Ruanda de Paul Kagame, ningún tema que trate de la Ruanda de Paul Kagame podrá siquiera figurar en el orden del día del Consejo durante su presidencia.

* El «mediador» designado, el angoleño Joao Lourenço, tiene mucho trabajo por delante y poco margen de maniobra.

El presidente de Angola, como mediador en esta guerra, está bajo la presión de las «brigadas de bomberos pirómanos» de EEUU, el Reino Unido, la ONU, la UE, la UA, etc. para obligar a la RDC a negociar con el grupo terrorista de Kagame utilizando un doble rasero.

Ilustración de este doble lenguaje y de la continua utilización de Paul Kagame por parte de estas potencias para saquear la RDC y, si es necesario, desmembrarla.

El 20 de febrero de 2024, la Unión Europea firmó un acuerdo con Ruanda sobre la explotación de materias primas raras y estratégicas. Entre ellas se encuentran la tantalita y el niobio, dos metales conocidos también como coltán, estratégicos para la fabricación de tecnologías modernas como smartphones y ordenadores, dado que estos minerales apenas se encuentran en suelo ruandés. Incluso si hubiera rastro de ellos en este pañuelo de bolsillo de menos de 27.000 km², no serían nada comparados con los que se encuentran en Kivu del Norte y del Sur y en Ituri, que son 20 veces más grandes que la Ruanda de Kagame. Así pues, la UE sabe de dónde procederán esos minerales al firmar con Ruanda un acuerdo que se resistía a firmar con la RDC. Sería como si la UE firmara un acuerdo con Egipto para gestionar las pistas de esquí del Sinaí, sabiendo que están en Noruega. Pero el sentido común no es un ingrediente de la geopolítica.

Para apoyar y justificar los crímenes de Paul Kagame y seguir utilizándolo, Occidente se mueve a menudo en la irracionalidad más que en la ciencia. En efecto, es extraño que sean diplomáticos quienes descubran yacimientos de minerales raros allí donde ningún geólogo, ni siquiera el mejor equipado, los había localizado jamás.

La «debilidad» de las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC), descritas como «compuestas en particular por antiguos miembros de diversas milicias, que han desertado o se han integrado en el ejército tras negociaciones políticas. Además, el ejército congoleño está considerado como uno de los ejércitos peor equipados y peor pagados del mundo, con una estructura interna defectuosa y un equipamiento y una financiación totalmente inadecuados». Esto no ofrece una salida al mediador designado, mientras las FARDC no inviertan la relación de fuerzas a su favor sobre el terreno recuperando las zonas de su país ocupadas por el enemigo. En estas condiciones, incluso con la mayor buena voluntad del mundo, el mediador no puede hacer valer los argumentos de la RDC agredida.

Por último, su autoridad para hacer un balance frío del proceso de Luanda y señalar con el dedo a quien lo ha echado por tierra no es evidente. Por un lado, antes de tomar posición sobre cualquier cosa que concierna a Paul Kagame, el presidente angoleño debe asegurarse de que no ofenderá al dictador ruandés o a ciertas figuras angoleñas influyentes de su entorno. Desde hace algunos años, Kagame ha podido establecer alianzas con el entorno más próximo de Joao Lourenço, bien a través de vínculos comerciales con su extenso holding Cristal Ventures, bien a través de lazos de sangre al convertirse en su cuñado o su suegro. Por otra parte, para su credibilidad como potencia local que cuenta, ya sea en el seno de la Comunidad Económica de los Estados de África Central (CEEAC) o de la SADC, se debe a sí mismo como mínimo escuchar la voz de la RDC, víctima inocente a la que el sentido común y la humanidad recomiendan escuchar. De ahí su dilema corneliano.

La primera prueba que deberá superar el mediador angoleño es ser capaz de reunir a Félix Tshisekedi y Paul Kagame. En la cumbre de la UA, se comprometió a hacerlo. Por ello, el presidente de la RDC viajó a Luanda el martes 27 de febrero de 2024. Habló largo y tendido con Joao Lourenço sobre el tema. Pero, para asombro de los observadores, la presidencia angoleña no precisó si Paul Kagame también estaba citado en Luanda, ni cuándo.

Algunos dirían que se trata del primer paso en falso del artista angoleño. Habrá que esperar a ver dentro de unos días, semanas o meses.

En conclusión

Las únicas consignas de los dirigentes congoleños y el leitmotiv del pueblo y de sus fuerzas de defensa deben ser:

– Movilizar todas las energías para expulsar al enemigo del territorio nacional y desarmar a sus auxiliares congoleños.

– Reinstalar en sus hogares a las poblaciones desplazadas.

– Rechazar cualquier negociación con el enemigo (M23/FDR) o sus cómplices congoleños, como el meteorito político Corneille Nangaa que orbita la RDC con su Alianza del Río Congo, pero que se desintegrará al entrar en su atmósfera…, antes de que se cumplan estas condiciones; porque se trataría de una maniobra de distracción que ofrecería un respiro al enemigo.

– Darse cuenta de que la CAO está dividida y que los pesos pesados en influencia (Uganda, Kenia y sus aliados Sudán del Sur y Somalia) se han puesto del lado del enemigo, Paul Kagame de Ruanda, y sacar las consecuencias.

– Seguir y analizar en profundidad la evolución de la posición de las potencias occidentales respecto a esta guerra, aliadas tradicionales de Paul Kagame, porque son ambiguas a ultranza, y sacar las consecuencias en cuanto a la actitud que hay que reservarse en interés de la nación congoleña que hay que defender. En resumen, es importante no perder de vista que:

A pesar de las apariencias, Paul Kagame está desesperado y busca una salida al lío en el que se ha metido.

Sus creadores y amos también son conscientes de ello, pero no han renunciado totalmente a él. Para salvarlo, y también para salvar la cara, lo mejor sería desvincularlo del M23, y esto es posible si se presiona lo suficiente a la RDC para que negocie con el M23 en el aspecto militar y con Kagame en el diplomático y sobre las relaciones bilaterales entre dos Estados. Tales son las maniobras en curso.

Como la RDC es un país soberano, sus dirigentes legítimos pueden optar por un enfoque u otro para llevar la paz y la seguridad al Este.

Pero estos dirigentes deben tener siempre presente que en cualquier guerra, cuando hay negociaciones o conversaciones, es el equilibrio de fuerzas militares sobre el terreno el que guía y da peso a los argumentos y exigencias de los negociadores. Ignorar o descuidar este principio sería suicida no sólo para ellos, sino sobre todo para el pueblo y la nación que se supone que defienden y representan.

Nadie podrá decir que no estaba avisado. Y «falta un minuto para medianoche».

Fuente: Echos d’Afrique

Foto: Rebeldes del M23 en una camioneta en Kibumba, en el este de la República Democrática del Congo, el 23 de diciembre de 2022 (AP/Moses Sawasawa).

Escalada del conflicto en el este del Congo: los rebeldes del M23 avanzan hacia Goma (Al Jazeera, 21.02.2024).
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