Siguiendo los principios de la no violencia y la firmeza en la verdad, lleva años denunciando la situación en Ruanda y en la República Democrática del Congo. Hoy abre en Valladolid las jornadas que organiza el Comité Óscar Romero y Umoya en la Universidad de Valladolid bajo el lema “Las grandes causas en lo pequeño”.
El Comité Óscar Romero y Umoya celebran hoy y mañana, 26 y 27 de noviembre en la Universidad de Valladolid unas jornadas con el lema “Las grandes causas en lo pequeño” y poco que se conozca la trayectoria del escritor, Joan Carrero, se comprende fácilmente por qué los organizadores han pensado en él para la primera de las conferencias.
Siguiendo los principios de la no violencia y la firmeza en la verdad, Joan Carrero lleva años denunciando la situación en Ruanda y en la República Democrática del Congo. Lucha de esta manera por dar a conocer las masacres que quedaron ocultas en la versión del genocidio ruandés de 1994, denunciando a su vez la responsabilidad en ellas de las multinacionales y las potencias occidentales.
Desde la Fundación S’Olivar, que él mismo preside han demostrado ser la pequeña piedrecita que molesta la bota del poder mundial con su denuncia de un conflicto, el de los Grandes Lagos, que ha provocado ya millones de víctimas, entre ellas once españoles. Un conflicto que no es una lucha de poder entre grupos étnicos buenos y malos como se ha intentado hacer creer, sino todo un proyecto para permitir el expolio y pillaje de los riquísimos recursos naturales del Congo, imprescindibles para el desarrollo tecnológico de Occidente. Desde su “pequeñez” ha llegado a ser propuesto para el Premio Nobel de la Paz por el también Premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel. Es asimismo uno de los promotores de una querella presentada en la Audiencia Nacional contra 40 altos cargos del gobierno ruandés, acusados de delitos de genocidio y delitos de lesa humanidad en Ruanda y Congo
Joan Carrero, autor de los libros África, la madre ultrajada, La hora de los grandes filántropos y Los cinco principios superiores, ofrecerá a las 19.30 horas de hoy lunes en la Facultad de Derecho una conferencia con el título “La causa de Victoire Ingabire. La eficacia de la fidelidad que guiaba a Gandhi”.
A su llegada a Valladolid habla de esta eficacia de la no violencia en las grandes causas:
¿Por qué defender en estos momentos la no violencia como forma de enfrentarse a los grandes poderes mundiales ?
Estamos en una situación crítica, con una concentración enorme de poder y dinero con una gran desinformación y con una sensación de impotencia ante decisiones cada vez más globales. Y solo mediante la fuerza de la dignidad, de la generosidad, de la fidelidad a la voz interior de la que hablaba tanto Gandhi podremos enfrentarnos con unos poderes enormes que nos chantajean, nos oprimen, y que están dispuestos a amenazar a cualquier país.
Frente a esa situación extrema creo que no hay muchas mas vías que la de la no violencia, por decirlo de alguna manera, que no se limita en absoluto al no uso de la fuerza fisica. Gandhi centra toda su visión en la fuerza de la verdad, en la fuerza de la fidelidad. No usa por supuesto la violencia, desde luego, pero es mucho mas que eso, permanece firme, inquebrantable y hace formulaciones extremas como diciendo que un solo ser que permanece fijo en la verdad frente a un imperio puede cambiar la historia.
¿Por qué el interés en Ruanda y en dar a conocer la verdad de lo que allí ocurrió ?
Poco después de la constitución de nuestra fundación, en abril del 94 se produjo el más conocido de los desastres: el derribo del avión en el que viajaba el presidente ruandés Habyarimana, (en el que viajaba también el presidente de Burundi ) y la debacle de los extremistas hutus. Pero ocurrían muchas mas cosas que los medios no nos hacían llegar, y aquello tuvo un impacto enorme en Mallorca y se formó la Mesa por Ruanda, que unión a ONGs y congregaciones para ver qué podíamos hacer. Yo fui dos veces a Ruanda y a Burundi, vi lo que allí pasaba, vi también como tras mi visita fueron asesinadas personas con las que nosotros habíamos contactado y me di cuenta que no era oportuno en absoluto volver a Ruanda por la seguridad de nuestros contactos, que los poníamos claramente en peligro. A finales del 96 vinieron las masacres, los bombardeos con armas pesadas de los campos de refugiados que estaban bajo el auspicio de la bandera de la ONU, una cosa impensable y de esta manera cada vez me fui implicando más.
¿Cuál fue la magnitud de lo que ocurrió en Ruanda y Congo en los años posteriores al genocidio de 1994 ?
Yo había trabajado en plena dictadura argentina durante tres años pero esto era impensable, superaba todo calculo. A finales de octubre de 1996, en el mismo momento en que estaba ocurriendo lo que 20 años después la ONU reconocería en el informe Mapping, nosotros ya lo vimos claro, porque, aparte de lo que yo había visto estando en Ruanda, llegaban misioneros y gentes del lugar con unos informes increíbles: hornos de incineración, miles de cadáveres. Aquello era el genocidio realmente, pero no el de los hutus contra la etnia tutsi, sino el que estaban produciendo los supuestos liberadores Kagame y el Frente Patriótico Ruandés contra los refugiados, los desplazados internos y cualquier oponente.
¿De qué forma quiso dar a conocer a la opinión pública lo que allí ocurría?
Lo que allí ocurría recordaba a los campos de concentración nazis, desde la incineración a muchas cosas más y eso nos llevo a una implicación muy profunda que nos llevó a acciones como 42 días de ayuno en pleno corazón de Bruselas, a las puertas del Parlamento Europeo, donde cada día nos visitaba la comisaría Bonnino con la que trabajábamos conjuntamente. En aquel momento sucedió el asesinato de los tres cooperantes españoles de Médicos del Mundo en Ruanda y escribí una carta a Bill Clinton, firmada por 20 premios Nóbel, en la que le acusaba de ser responsable de las mayores masacres habidas después de la segunda guerra mundial. Aquello estaba siendo tan molesto que la corresponsal de RTVE en Bruselas me vino muy emocionada y me dijo “Juan lo siento en el alma porque lo que hacéis es admirable pero estáis vetados, no puedo sacar una imagen vuestra con el ministro Matutes entregándole la carta firmada por los ‘nóbeles’”, era todo muy intenso.
¿Por qué era tan molesta la denuncia que hacía?
Porque estábamos diciendo que Estados Unidos y Gran Bretaña eran responsables al cien por cien del genocidio, algo que también afirmó el Secretario General de Naciones Unidas, Boutros-Ghali y por eso lo defenestraron. Era una denuncia muy potente y si la firmaban 20 Premios Nobel y mataban a tres españoles y salían las primeras páginas llenas de los rostros de los tres médicos del mundo, lo que pasaba además es que estábamos acusando a nuestro propio gobierno de apoyar todo ese proyecto o de callar. Éramos unas pulguillas frente al proyecto de las grandes potencias y las multinacionales para África, no éramos nadie pero en esa visión de la no violencia fuimos dando pasos cada vez mayores.
¿Cuál es ese proyecto de las grandes potencias y de las grandes multinacionales para África?
Ellas se anticipan a todos nosotros, saben que las nuevas tecnologías van a exigir una serie de materiales estratégicos que serán imprescindibles. El Congo es un derroche geológico de esos recursos y por tanto el proyecto era controlarlos. Se le propuso al presidente ruandés Habyarimana crear un centro de operaciones en Ruanda para el control del Congo, porque Congo es un país inmenso y esos recursos físicamente están más cerca de Ruanda que de la capital congoleña, Kinsasa. Pero Habyarimana se negó ya que en aquel momento era un buen aliado de Francia y de Miterrand. Se negó y ni cortos ni perezosos lo defenestraron. El proyecto era por tanto acabar con Habyarimana, después Mobutu y controlar con aliados fiables y eficaces todos esos recursos. En definitiva, el proyecto es el expolio al menor costo posible de los enormes recursos valiosísimos de toda esa región.
Siguiendo con los pasos cada vez mayores que daban en esa estrategia de denuncia y de no violencia llegó la querella presentada en la Audiencia Nacional…
Así es, el Foro internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos presentó una querella criminal ante la Audiencia Nacional, con decenas de testigos del máximo nivel, como el Jefe de Presidencia de Kagame. La querella fue muy bien llevada por el abogado Jordi Palou y acabó en manos de un juez digno y muy competente como Fernando Andreu. Esta querella concluyó con una orden de arresto a cuarenta altos cargos del gobierno de Kagame. Tan potente fue la orden de arresto del juez Andreu que, por ejemplo, a uno de los cuarenta acusados que estaba trabajando en la embajada de Ruanda en Washington, el gobierno americano le pidió que volviese a Ruanda porque podía complicarles mucho las cosas.
¿Y por qué la querella no ha llegado más lejos?
Esto no ha ido a más, porque cuando ha sido apresado alguno de ellos -como ocurrió con James Kabarebe en Londres- gente tan poderosa al servicio de Kagame, como Tony Blair o su esposa Cherie Blair, que era la abogada de todos estos canallas, acaban liberándolos. La querella fue muy bien pero hemos topado contra los mayores poderes de este mundo, tan poderosos como para hacer cambiar la Ley de Jurisdicción Universal en España. Esta gente hace y deshace a su antojo y ahí están para testificarlo los cinco cables de Wikileaks intercambiados entre el Departamento de Estado estadounidense y el embajador de Estados Unidos en Madrid hablando de nosotros, de la Fundación S’Olivar. Después vino la acusación de que financiábamos a los terroristas y genocidas del este del Congo. Éramos una piedra en el zapato tan molesta que organizaron este complot contra nosotros. Un complot, que en un primer momento podía ser demoledor acusándome en la primera pagina del diario El País y de Público de ser el financiador de los terroristas, de la guerrilla FDLR en el Congo, y que después quedó en nada o incluso se les volvió en contra al aparecer estos cinco cables de Wikileaks.
¿La querella sigue activa?
Sí, sigue activa. Se habló en un momento dado que la nueva ministra de Justicia tenía el proyecto de recuperar la Jurisdicción Universal, porque era muy cercana al juez Garzón, pero lo que la ministra quiera hacer es una cosa y lo que la permitan, otra muy distinta.
Usted siempre ha defendido la importancia de acabar con la legitimidad moral de Kagame y de su gobierno
Sí y en eso sí que hemos sido bastante eficaces, porque años atrás no había otra versión que la del FPR liderado por Kagame y los liberadores del genocidio. Hoy pones en Google Kagame y aparecen cantidad de versiones mucho mas objetivas que esa y por eso, aparte de la gente ignorante y de los poderes interesados, Kagame está muy desacreditado, no tiene ninguna legitimidad moral en este momento. Va donde va y se tiene que esconder.
¿Qué resultados está teniendo la estrategia de la no violencia en la lucha por la verdad en Ruanda y el Congo?
Aquí tenemos un caso que ha sido ejemplificador, el de Victoire Ingabire. Una mujer indefensa que decide entrar en Ruanda para presentarse a las elecciones, cuando ya se suponía lo que iba a pasar, que la asesinarían o que la encarcelarían, y sin embargo está siendo el aglutinante de mucha gente y está sosteniendo la esperanza de mucha otra. Es un caso muy explícito de la fuerza de la no violencia.
Estamos viendo lo que sigue haciendo Kagame y las potencias que lo respaldan. Parece que tienen el control de todo. Hacen absolutamente lo que les da la gana, sus aliados controlan a la opinión publica, pero es que los plazos de la no violencia son distintos de nuestra estrecha eficacia y posibilismo. Ahora parece que es así, pero no sabemos lo que pasará en días, en semanas o en meses. Como recuerda Gandhi, durante un tiempo los dictadores parecen invencibles, pero al final todos caen.
¿En qué situación se encuentra actualmente Victoire Ingabire ?
Victoire es un ser tan excepcional que me siento un privilegiado de haberla podido tener aquí tantas veces y de haber recibido sus confidencias mas intimas justo los meses antes de entrar en Ruanda, cuando estaba elaborando esa decisión junto con su familia. Una decisión que sabía que podía suponer la muerte. No sé hasta qué punto ha estudiado académicamente la historia de la no violencia y de Gandhi pero su comportamiento, su vida es absolutamente consecuente con esa línea. Al llegar a Ruanda lo primero que hizo fue ir al memorial del genocidio y pedir por todas las víctimas de ambas etnias. Pero ahí empezaron sus problemas porque hablar de dos genocidios es considerado negacionista. Es acusada de negar el genocidio, incluso de financiar a la guerrilla. Es todo una farsa absoluta. Ha pasado ocho años en la cárcel y hace unos meses ha sido liberada. No sabemos muy bien, pero en cierto modo podemos decir que la cárcel se ha ampliado, porque no puede salir de Ruanda, no es libre realmente, pero al menos no está en situación tan extrema como en la que estuvo en la cárcel durante ocho años.
Fuente original: Último Cero