Hace 5 años desde que la oponente Victoire Ingabire Umuhoza fue arrestada en Ruanda. Presidenta de las Fuerzas Democráticas Unidas, la que se ha convertido en el icono de la lucha por la democracia y los derechos humanos en Ruanda publica su primer libro en Éditions Scribes: «Entre las 4 paredes de la 1930: Notas de la Sra. Victoire Ingabire Umuhoza 2010-2013». Un conjunto de notas que relata sus años pasados cerrada detrás de las paredes de la famosa prisión 1930. De sus ideales a su proceso, pasando por sus dudas, Ingabire no descuida ningún tema. Muy claramente, de este libro se destacan elementos que permiten un análisis de lo que se podría calificar como «anatomía del sistema judicial de Ruanda». Hasta ahora, esta anatomía nos llegaba a través de los medios de comunicación y los canales oficiales. Por primera vez, es hecha por una prisionera. Esta anatomía del sistema judicial que nos describe Ingabire se basa en lo que se denominará las «Cuatro P», es decir, el Miedo (la Peur), la Trampa (la Piège), la Propaganda y el Perdón.
Una novela?
En esta colección de notas, Victoire Ingabire se revela al lector en este libro, compartiendo sus emociones de mujer, sus pensamientos y reacciones, así como la vida de simple prisionera dentro de los muros de la 1930. De los mensajes clandestinos a las relaciones escondidas, comparte su experiencia sin omitir los defectos y emociones que nos hacen humanos. Un velo se levanta, y más que nunca Ingabire entreabre una puerta al lector hacia los meandros de su lucha, política, social, pero también humana.
Haga leer este libro a cualquier lector que ignore la identidad y el calvario de la autora y el lector tendrá la impresión de leer una novela, una ficción del tipo 1984 de George Orwell. Este libro en realidad tiene el estilo y la apariencia de una novela: tiene un personaje principal y unos personajes secundarios, un relato que recorre la historia de este personaje que quiere ser presidenta y que un sistema estalinista le impide hacer ningún paso en esta dirección.
Naturalmente, este libro no es ni una novela ni ficción, porque este personaje no es otro que la misma Ingabire, y esta historia no es el resultado de su imaginación, sino más bien la historia de su experiencia dolorosa, sus observaciones, sus pensamientos, e incluso sus profecías.
Extractos del libro digno de las novelas de la serie SAS (de Villiers):
[El 23 de marzo de 2010, Ingabire, creyendo estar en un estado de derecho, quiere ir al aeropuerto de Kanombe para volver a ver a su familia en los Países Bajos]
«Dispongo, en efecto, de un billete de avión de primera clase que hay que confirmar sólo unas horas antes del registro. Tengo que tomar, sin embargo, algunas precauciones, porque ya me he enterado del riesgo que corro tratando de salir del país. De hecho, mi informante me ha visitado este martes por la mañana. Me ha advertido que las autoridades saben que tengo la intención de abandonar el país. Estarían a punto de «tecnicar [sic]» para detenerme . Además, sus servicios habrían planeado colocar granadas en mi coche sin mi conocimiento. El registro que se llevaría a cabo a mi llegada al aeropuerto les permitiría arrestarme por tentativa de atentado» (p . 37).
Una de las precauciones era no permitir que nadie se acercara a su coche. La otra era la siguiente:
«Hacia las 17 horas, ordené otra vez el registro del coche, que se hizo. No había nada sospechoso… Así que me hago acompañar por un pequeño ejército de dos colegas y mi abogado holandés, Julius Von Boné, que se encuentra en este momento en Ruanda. Todo el mundo conoce las instrucciones… Nos damos cuenta de que nos están siguiendo, desde nuestro primer kilómetro de este camino desviado. Ninguna sorpresa hasta el momento, que los agentes me sigan se ha convertido en un hábito. A la altura del aeropuerto, le pido al conductor de seguir adelante. Quiero ver la reacción de los que nos siguen. El conductor acelera para perderlos de vista y a un kilómetro de distancia pone el coche debajo de la carretera y apaga las luces. Nuestros seguidores pasan de largo menos de un minuto después conduciendo a toda velocidad. Quizás piensan que tomamos la opción de salir del país por vía terrestre. Entonces damos la vuelta antes de encontrarnos de frente con una de las motos que me hacen compañía desde que volví a Ruanda.» (p. 38)
El Miedo
En este libro el miedo es omnipresente. Todo el mundo tiene miedo. A su llegada a Kigali, el 16 de enero de 2010, Ingabire va de cara en un discurso que se ha convertido en histórico: «¿Cuál es el objetivo de nuestra lucha?» lanza, antes de añadir: «Queremos que todos los ruandeses dejen de tener miedo» (p. 12). Ahora bien, Ruanda sin miedo es Ruanda sin el FPR! El libro muestra cómo el miedo se ha convertido en un arma del sistema judicial. Sin ella, el FPR no tendría ninguna influencia sobre los ruandeses.
La noción de «miedo» intervendrá el 8 de febrero a raíz de la primera pregunta, el primer interrogatorio del Departamento de Investigación Criminal (CID) con el famoso jefe del servicio, Tony Kuramba.
«- TONY KURAMBA: Cuando usted llegó al aeropuerto de Kanombe, dijo que los ruandeses tienen miedo. ¿De quién hablabais? ¿Por qué tienen miedo? ¿Qué les da miedo? Usted dijo que los liberaríais, ¿que quería decir exactamente?
– INGABIRE: En primer lugar me gustaría que entiendan que yo hablaba como una política. En referencia a la historia reciente de nuestro país, hemos experimentado un genocidio cometido contra los tutsis y crímenes de lesa humanidad cometidos contra los hutus. Esto explica por qué todos los ruandeses viven en el miedo. El miedo a ser asesinado, por lo que son. Todo el mundo se ha visto afectado. Todo el mundo ha sufrido heridas.
– TONY KURAMBA: ¿Quiere decir que después de quince años, los ruandeses todavía viven con miedo cuando tenemos una seguridad que es reconocida incluso a nivel internacional?
– INGABIRE: Si tenemos la seguridad, esto no quiere decir que nuestras heridas estén curadas.
– TONY KURAMBA: Entonces, en nombre de quien habláis?
– INGABIRE: Hablo en nombre de todos los ruandeses porque no hay ninguna familia ruandesa que no haya perdido ninguno de sus miembros en los hechos sangrientos que ha conocido nuestro país. Sé que los ruandeses todavía viven en el miedo y la angustia.
– TONY KURAMBA: ¿Entonces que quería decir cuando hablaba de liberación?
– INGABIRE: Quiero decir que todos los ruandeses, sea cual sea nuestra opinión, nuestras creencias o nuestras etnias, debemos liberarnos de nuestro miedo para construir juntos nuestro país.» (pp. 24-25)
Según Ingabire, por tanto, el primer combate es el de liberar a los ruandeses del miedo. Ingabire hace también una observación interesante. De hecho, los primeros en tener miedo son las mismas autoridades del FPR:
«En pocas palabras, las autoridades tienen miedo de perder el control de esta población que, durante quince años, escucha con atención el discurso único y monótono del FPR, el partido-Estado. Mis discursos molestan porque denuncian la hegemonía del FPR y la omnipresencia de su ejército. Molesto porque hablo de justicia para todos, de democracia y de derechos humanos» (p. 69).
Ingabire, en este libro, se describe a sí misma como alguien que resiste al miedo impuesto por el sistema:
«Siempre fiel a mí misma, no me siento intimidada por este ensañamiento» (p. 19)
Sin embargo, siendo humana, no puede escapar de todos los miedos del mundo. Ella admite, por ejemplo, haber tenido mucho miedo e incluso pánico cuando, después de uno de los interrogatorios, se suponía que tenía que volver a su celda de Kicukiro pasando por su casa a recuperar un colchón:
«De repente me doy cuenta que no tomamos el camino que lleva a mi casa, ya la hemos pasada. Esto me da cada vez más miedo. Me entra el pánico peligrosamente cuando nos detenemos en un camino de tierra sin iluminación. Un coche de marca Mercedes Benz y una camioneta blanca nos han precedido. También están parados, frente a nosotros. No veo a la persona que conduce el coche pero reconozco a CSP Kuramba que sale de la furgoneta de inmediato. El fiscal que está conmigo también sale. Los dos hombres convergen hacia el Mercedes. Siempre inmovilizada entre los dos policías, los minutos de espera me parecen particularmente largos porque una idea me tortura la cabeza. ¿Como he podido creer que dábamos esta vuelta por un colchón? ¿Las autoridades han decidido deshacerse de mí de una vez por todas en lugar de encarcelarme? Ya preveo el escenario. Si soy ejecutada, seré lanzada a la casa en construcción situada bajo la carretera» (p. 60).
La Trampa
El segundo pilar del sistema judicial es la noción de trampa. Al leer este libro sobresale una impresión, que no se hace nada al azar en Ruanda. Todo parece entrampado y Ingabire se dio cuenta demasiado tarde. Así, una gran parte de su entorno estaba en connivencia con el sistema que ella quería combatir. Su cocinero Absolomon es el mismo que la acusará de haber ordenado cavar la famosa zanja militar en su terreno (pp. 112-113); su conductor Abdou la acusó de haber llamado varias veces a Vital Uwumuremyi, uno de los ex oficiales de las FDLR que afirmaban que Ingabire había creado un grupo armado (p. 114); el mismo Uwumuremyi, que se convirtió en su acusador, es el mismo que se presentó como un miembro leal de las FDU y que lo arregló todo para que ella encontrara un alojamiento (pp. 89-90).
Peor aún, los medios de comunicación hicieron el juego a las trampas del sistema judicial. Así, mientras que todos los medios se negaron a prestar ninguna atención a Ingabire, Voice of Africa (VOA), una radio de la comunidad musulmana, hizo una excepción al aceptar concederle una entrevista. Era una trampa y Ingabire lo aprendió a su costa:
«Todo va muy bien. El ambiente parece tranquilo, relajado. Mis interlocutores están demostrando una gran profesionalidad en sus preguntas. Pero tan pronto como salgo del estudio, los servicios de seguridad están visitando VOA y cogen inmediatamente el casete que contiene los registros. Probablemente he caído en una trampa, debería haberlo sabido. En este país, el régimen tiene ojos y oídos en todas partes» (p. 19).
El casete cogido a la VOA será aportado más tarde por el fiscal como elemento de prueba de la culpabilidad de Ingabire.
Es pues una Ingabire advertida la que se encuentra en la prisión 1930. Ella sabe que todo es una trampa. Por lo tanto, casi todas las compañeras de su célula aislada son espías. Una de ellas se llama Skola. Ingabire misma le tuvo que poner una trampa para confirmar sus sospechas:
«Una noche, le dije que la policía registró mi casa el día después de mi detención, que se llevó nuestros teléfonos, nuestros ordenadores, nuestros archivos que contenían la correspondencia y muchas otras cosas sin interés. Le dije que, en mi opinión, lo que interesaba a la policía era la lista de los miembros del partido y el origen de nuestro dinero. Deliberadamente, le dije a Skola que la policía no accedió a esta información ya que está en un aparato que guardo entre mis productos de belleza en el baño» (p. 134).
Al día siguiente, el lavabo de la residencia de Ingabire es saqueado por el CID.
La Propaganda
El tercer pilar del sistema es la propaganda. Esta técnica agresiva de comunicación intenta promover su propia ideología y su propia manera de ver las cosas. El primer paso fue utilizar la experiencia del famoso Tom Ndahiro y su prensa, así como los servicios del diario The New Times. Ndahiro, por ejemplo, sugiere que Ingabire estaba en connivencia con los investigadores de las Naciones Unidas que escribieron el informe Mapping sobre las matanzas de los hutus en la RDC.
«Sabía que Tom Ndahiro tenía imaginación e ideas que le gustaría que todo el mundo tomara como la verdad. Pero llegar a explicar tales mentiras en la televisión nacional, no salgo de mi asombro» (p. 69).
El fiscal general de la época, Martin Ngoga, también utilizó los medios de comunicación con fines de propaganda, culpando a Ingabire de querer transmitir su mensaje a través de los medios de comunicación. Resumiendo, Ngoga decía que estando en libertad condicional, no tenía que hacer ninguna declaración a la prensa ni conceder entrevistas. Según Ingabire, los jueces no habían incluido esta exigencia en su auto de liberación (pp. 154-155).
Uno de los ejemplos más espectaculares de propaganda hace referencia al envío de elementos de prueba de los Países Bajos a Ruanda. El fiscal y la prensa anunciaron el envío de 600 páginas de pruebas, cuando en realidad eran 55 páginas (p. 215).
Otro ejemplo de propaganda llevada a cabo por el régimen se refiere a la ida de la policía y la prensa a la casa de Ingabire para mostrar al mundo entero la trinchera militar ubicada en la concesión (p. 112). La explicación dada por Ingabire no tendrá la misma publicidad.
«Hace algunos meses, los responsables de nuestro vecindario me vinieron a ver y me dijeron que habían recibido una queja de los vecinos que viven más abajo de mi parcela. Se quejaron de que el agua que gotea de mi casa había causado daños en la suya. Tenían razón, porque el pozo inicial de hecho ya no es suficiente para mantener el agua de escorrentía en caso de fuertes lluvias. Entonces empecé conversaciones con funcionarios locales y, finalmente, me ordenaron cavar otro agujero con capacidad suficiente para contener el exceso de agua que pasa a través de mi parcela. Fue Absolomon, el hombre de la casa, quien propuso el plan y cavó el agujero. No es de extrañar que lo hiciera sin dificultades» (p. 113).
Así que fue una trampa que se utilizó con fines de propaganda (las dos P).
El perdón
El cuarto pilar es el perdón, que en sí mismo se supone que es una buena acción. Pedir y conceder el perdón es reconocido como una virtud rara. Sin embargo, este concepto del perdón se ha convertido en un arma formidable en el sistema judicial ruandés. Ingabire fue atacada por todas partes: las autoridades quieren que se disculpe y se incorpore al sistema. El primero en hacer esta propuesta no es otro que el temido fiscal general, Martin Ngoga, que ofrece lo siguiente a Ingabire en un cara a cara en su oficina, cuando ella ya está en prisión:
«- NGOGA: Pero, ¿qué opináis de las acusaciones contenidas en el expediente? Podemos hablar si desea. Quizás podamos encontrar una solución de compromiso.
– INGABIRE: Pero, ¿qué compromiso señor fiscal? Le he dicho que soy inocente desde el principio» (p. 159).
Unos días más tarde, Ngoga lo vuelve a pedir, otra vez directamente a ella. Esta vez, le dijo que no podía hacer nada sin confesiones (pp. 164 y 167).
«- NGOGA: Os quería ver para saber si ha pensado en mi propuesta… no puedo hacer nada sin saber si está dispuesta a admitir que es culpable (p 164).
(…)
– NGOGA: Sra. Ingabire, su expediente ya ha sido enviado al tribunal, la única manera de salir de esto es aceptar el compromiso que os propongo» (p. 167)
Ingabire rechazó todas las propuestas, defendiendo su inocencia. Después de su condena, la presión fue más fuerte. En lugar de felicitarse por haber alcanzado su meta haciéndola condenar, los servidores del sistema quisieron extraerle confesiones valiosas y, por tanto, una petición formal de perdón por parte de Ingabire. Entonces había que escribir al presidente Kagame y la tarea de convencerla recayó en el director de la prisión 1930. El director insistió hasta pedirle que escribiera cualquier cosa, siempre que aceptara escribir al presidente. Ingabire cayó en la trampa i escribió al presidente el 6 de noviembre de 2011. Escribió concretamente esto, que en sí mismo no significa mucho, pero que hizo su efecto:
«Excelencia, la autoridad suprema de nuestro país,
Por favor, acepte mis disculpas, usted personalmente o cualquier otro ruandés que se haya sentido herido debido a mis declaraciones. Nunca ha sido mi intención deshonrar a nadie ni ofender los derechos de nadie» (p. 223).
No del todo satisfecho, el director de la cárcel vuelve con la carta para que la rectifique Y sea directa en su demanda de perdón. Es en este momnent que Ingabire descubre la trampa. El fiscal y la prensa ya hablan de confesiones sin publicar la carta.
«Las cuatro P»
En conclusión, se observa que el caso de esta carta es muy significativo, ya que incluye las 4 P a la vez: el poder tiene miedo de la prisionera (1ª P) y exige que ella pida perdón (4ª P). Creyendo esquivar la presión, ella cae en la trampa (2ª P) y el poder lo usa a través de la prensa con fines de propaganda (3ª P).
Olivier Nyirubugara es profesor de Periodismo y Nuevos Medios en la Universidad Erasmus de Rotterdam, Holanda