El Ministerio de Hacienda ha hecho públicos los datos de ejecución del presupuesto de 2015. De entre todo el galimatías de cifras, lo que más nos interesa es el gasto realizado en inversiones por habitante en cada comunidad autónoma. La inversión media fue de 163 euros por habitante. Todas las comunidades han recibido una inversión por encima de la media, excepto las Islas Baleares, que han recibido 106 euros por habitante; Cataluña, que ha recibido 99 euros por habitante; la Comunidad Valenciana con 94 euros por habitante, y Canarias con 68 euros por habitante. Esta última comunidad debemos recordar que tiene un tratamiento fiscal diferenciado que la hace disponer de más recursos propios. Este hecho, que Cataluña, Valencia y las Islas Baleares estén a la cola en inversiones estatales y las únicas situadas por debajo de la media, sólo sería una anécdota si se tratara de un hecho puntual. Pero, para desgracia nuestra, es una constante que se produce año tras año. Tal discriminación se remonta a las derrotas sufridas por nuestros países los años 1714 y 1715, después de lo cual Felipe V impuso a nuestros territorios un tratamiento colonial como territorios conquistados.

Desde entonces, el volumen de recursos transferidos a la que podemos llamar como la España subsidiada es incalculable. Pero si estudiamos las últimas décadas ya nos podemos hacer una idea de la magnitud de los recursos que se nos han expoliado al conjunto de los Países Catalanes. Concretamente, un estudio de José Luis González Vallvé y Miguel Angel Benedicto Solsona titulado La mayor operación de solidaridad de la historia compara los recursos percibidos por la España subsidiada, es decir, sin los Países Catalanes y forales, desde la entrada a la Unión europea, con los recursos que obtuvieron, mediante el Plan Marshall, los países europeos arruinados por la II Guerra Mundial. El Plan Marshall, que inspiró a Berlanga para realizar la gran película Bienvenido Mister Marshall, supuso una ayuda económica equivalente al 5% del PIB de Francia o Inglaterra para los países beneficiados. Pues bien, las subvenciones recibidas por España desde 1986 mediante los Fondos europeos son equivalentes a tres Planes Marshall (120.000 millones de euros). Es decir, España ha recibido de la UE tres veces más recursos de los que recibieron Francia, Gran Bretaña o Alemania después de la II Guerra Mundial.

Sin embargo, esto no es nada si lo comparamos con los recursos que la España subsidiada ha recibido, desde 1986, de los Países Catalanes y forales. Según el mismo estudio estos recursos serían el equivalente a 21 Planes Marshall. En otras palabras, 840.000 millones de euros, en cifras actualizadas, es la cantidad transferida mayoritariamente de Cataluña, Valencia y las Islas Baleares a España en los últimos treinta años. Son cifras que quitan el aliento.

Sólo eso ya nos hace entender la resistencia numantina de los partidos españoles a hablar de cualquier reforma estatal que permita mayor soberanía política y económica en nuestros territorios. Lo que está en juego es mucho más que la aceptación de la diversidad cultural y lingüística de España, es la propia subsistencia económica de unos territorios instalados permanentemente en el subsidio obtenido de unos territorios conquistados hace trescientos años, y que piensan seguir explotando eternamente.

Los mecanismos por los que se perpetúa el expolio son varios: la inversión estatal en cada territorio es uno de ellos, el cual, a su vez, supone menos gasto público en mantenimiento de unas infraestructuras y equipamientos públicos no construidos y menor gasto en funcionarios públicos – Cataluña, Valencia y las Islas Baleares son las comunidades con menos funcionarios por cada mil habitantes. También, la financiación autonómica, por la que recibimos hasta un treinta por ciento menos que otras comunidades para ejercer las mismas competencias; o los Fondos europeos, distribuidos de manera arbitraria; y el Fondo de Compensación Interterritorial, del cual se siguen beneficiando comunidades que ya superan la media española en renta per cápita.

Todo ello explica, por ejemplo, porque en Baleares tenemos el gasto sanitario más bajo del Estado; o uno de los más bajos en educación, o en transporte público. Y, sin embargo, nuestra población sigue dando apoyo mayoritario a los partidos que son el instrumento de este expolio y reclamamos al gobierno autonómico de turno, olvidando que sólo administra las migajas, mientras seguimos pagando la fiesta de aeropuertos sin aviones y AVES sin pasajeros. ¿Hasta cuando? Hasta que dispongamos de un Estado propio, que no nos sea hostil, como el actual que nos expolia.