Introducción

Genocidio es un término jurídico definido por el derecho internacional. En el caso de Rwanda — y no solamente allí — este término ha recibido además una connotación política y económica porque se hace de él un uso tan abusivo. Genocidio significa en este último caso un salvoconducto ante el que nadie plantea ya preguntas. Hasta hace poco, nadie se atrevía a abordar este tema. Si se quiere hablar de genocidio en Rwanda, se sobreentiende que debe quedar claro que esto concierne «el» genocidio contra los Tutsi. Pero resultó rápidamente que no había sólo los Tutsi que habían sido asesinados. Para defender la causa una nueva capa de la población fue inventada y señalada como víctima: «los Hutu moderados«. Claro está, asesinados por los mismos culpables. Y así para el FPR/APR(1) no había ninguna sombra de duda.

Con las verdades a medias — pues no es evidentemente totalmente falso — es siempre difícil trabajar. Pero hay una exigencia de ideas simples. Y la respuesta era astuta.

¿El gobierno ruandés de Habyarimana urdió una estrategia sistemática de exterminación, El pretendido «plan»? Y si es así, ¿el actual poder del FPR/APR en Kigali representa a las «víctimas»? Quizás hubo un plan, quizás no lo hubo. Esto todavía debe ser probado.(2)

¿Pasa lo mismo para el FPR ? ¿Había o hay también un plan de exterminación de los Hutu? Aquí también hacen falta pruebas sólidas. Ya poco tiempo después de la toma del poder por las armas en julio de 1994, llevada a cabo por el FPR, hemos llamado la atención sobre las graves violaciones de los derechos humanos, las matanzas masivas y el terror.(3) Hemos pedido insistentemente que haya una investigación, pero nadie estaba dispuesto a prestar atención. Mientras tanto nos encontramos dos guerras más adelante y es siempre «el» genocidio del que se nos habla, cuando un gran número de instancias se preguntan por qué se atribuye un único papel de víctima y un único papel de culpable.-

Método de la disuasión

Desde octubre de 1990, la población ruandesa ha vivido una verdadera catástrofe humanitaria. Tutsi y Hutu eran las víctimas. En algunos momentos unos más, otros menos, a veces los dos juntos estaban en el punto de mira. ¿Quién los contará? Al principio se hablaba de un millón y medio de Tutsi !… Los Hutu ya no importaban. Cuando era más que evidente que eso era imposible, se rebajó esta cifra a un millón. Pero si un millón de Tutsi habían sido asesinados — suponiendo que hubiera tantos — no quedaría ni uno, lo que es contrario a la realidad. Entonces a estos se sumaron los famosos «Hutu moderados» para apuntalar una apariencia de credibilidad. Pobre del temerario que tiene dificultades para admitir esto: será infamado como minimalista, revisionista, racista, simpatizante o incluso cómplice, etc. Toda una panoplia terminológica está disponible. Todavía hoy el Tribunal internacional de Arusha (ICTR : International Criminal Tribunal for Rwanda) utiliza aún este número de millones de Tutsi asesinados.

«Asesino», «culpable», son términos judiciales que deberían ser probados antes de ser aplicados a uno u otro individuo. No pueden designar más que a individuos, ya que los gobiernos o los regímenes no pueden ser castigados ni ser encarcelados. Las estimaciones del número de «culpables» (Hutu, claro está) van de diez mil a tres millones. Es así como en Rwanda los ciento treinta mil prisioneros permanecen actua1mente detenidos sin juicio, no por su culpabilidad individual sino por el carácter colectivo ligado a su detención. Es un método de disuasión que funciona. Es un recuerdo constante a los Hutu (que tienen casi todos a un marido, un hijo, un hermano, un primo, un pariente en prisión) que este régimen tiene el poder y no puede, ni quiere negociar sobre este punto. Todos los Hutu son globalmente estigmatizados como «genocidas», a pesar de los Hutu víctimas de las guerras en Rwanda y en el Congo, a pesar de los Hutu víctimas de las exterminaciones. Hay más víctimas Hutu que los desgraciados de Kibeho donde 4000 Hutu fueron abatidos a tiros, más que todos esos cadáveres flotando sobre el río Kagera y las decenas de miles de asesinatos en la provincia de Byumba(4), etc. A los Hutu no se les permite el luto por sus muertos.

No hay justicia para los vencidos

¿Por qué? No es porque todo esto esté basado sobre datos inatacables, sino porque esto se ha convertido en un asunto de una enorme importancia política y estratégica para el régimen FPR/APR de Kigali. La ONU no carece de reproches y se calla — y no solamente ella — y Kigali lo sabe. Aquí no se trata de una búsqueda de la justicia (desgraciadamente es una ocasión perdida) pues Kigali y Bujumbura y también Kampala están fuera del alcance de cualquier justicia.(5) La justicia sirve entonces para consolidar el poder y la influencia del régimen de facto. ¡Más los «otros» son condenados, mejor nos libramos!…

Pero aquí se equivocan lamentablemente, sobre todo si uno mismo ha cometido graves crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y sin duda también actos de genocidio. La exterminación de la población hutu continúa todavía hoy y esto no se puede negar ni echar tierra eternamente por una «complicidad del silencio» internacional. Ni siquiera por una política de Occidente que pensaba manifiestamente para acabar con el problema: «más vale un fin por el miedo». El resultado es ahora un miedo sin fin.

Manipulación en tres fases

La manipulación del término «genocidio» por Kigali es bastante simple: se ejecuta en tres fases. Se trata primero de imponer una visión fácilmente comprensible: buenos y malos, cow-boys e indios, asesinos y víctimas, Hutu y Tutsi.

Para eso no se teme recurrir a la utilización del mirón mediático, la exhibición de cadáveres, las mentiras y verdades a medias. Se juega insistentemente sobre el registro emocional para un público ignorante e igualmente para una buena parte de políticos ignorantes.(6)

En una segunda fase la opinión así establecida debe ser tan sagrada y repetida que eso se convierte en una evidencia sagrada e inatacable. Conviene entonces utilizar grandes eslóganes ya hechos con palabras de choque tales como genocidio, proceso de intención, escuadrones de la muerte, revisionismo, minimalismo, plan de exterminación… Esto condena de antemano al silencio a quien se le ocurriría levantar la voz.

Por fin el mito está listo para ser rentabilizado. Ahora ya nadie se atreverá a pretender debatir nada, pues las Organizaciones más honorables ya se han comprometido y ya no permiten más alternativas. Es terrorismo diplomático e intelectual de la peor calaña, pues esto excluye cualquier negociación y cualquier apertura hacia un diálogo. Por otra parte el resultado de esta situación ya ha llevado a una nueva fase de guerra, esta vez en toda la región. Pero para poder llegar hasta ese punto hace falta que los «otros» — léase los Hutu — sean primero diabolizados en masa de forma que deban ser odiados mucho por todos. Los «buenos» — léase los Tutsi — reciben entonces toda la comprensión. Este orden de ideas funciona como en el mundo publicitario de las bebidas frescas: es una porquería pero todo el mundo dice que sabe bien. Pero, ¿hay realmente «buenos» y «malos»?

Conocimiento convencional

Todo esto es el resultado de lo que Tony Waters (7) llama un « conocimiento convencional ». Ideas y tesis generalmente admitidas que por una simplificación son como tales muy cómodas. Si se aproximan o no a la realidad es una cuestión que solo se plantea muy raramente. Sobre todo que políticos y representantes de los medios de comunicación están obligados a tomar decisiones rápidas y de tener ya preparada una justificación de sus decisiones. La experiencia debería sin embargo enseñarles que las decisiones y los juicios basados sobre un conocimiento convencional son raramente fiables y conducen raramente a buenos resultados.

La manera en que la información es recogida y transmitida debería ya bastar para ponernos en guardia en la formación de una opinión. Pues esta información es habitualmente espigada en momentos de crisis y de catástrofe. La emotividad juega aquí un papel enorme. Cada periodista o alguien que tiene siquiera una mínima formación histórica debería darse cuenta de ello. Pregunten a los oficiales superiores de la MINUAR (8) sobre qué conocimiento convencional debieron establecer su estrategia y su política. Todavía hoy se lamen las heridas con amargura. (9)

Habitualmente son las organizaciones de ayuda humanitaria, los cooperantes sobre el terreno y las misiones diplomáticas que, en los momentos de crisis, envían la primera información. Entonces se llega muy rápidamente a unas ideas generalmente admisibles y simples. Con frecuencia eso contribuirá también a la justificación de la presencia, de la estrategia y de las necesidades (financieras) del informante. Otros que tienen una mejor comprensión y conocimiento de la realidad, de la cultura y de la lengua local (pensamos especialmente en el mundo misionero) no cuentan. ¡Peor aún! En el caso de Rwanda se le debe imponer el silencio, eventualmente acusándoles de complicidad, de minimalismo, de fascismo, de racismo, etc… o intimidándoles. Algunos incluso fueron eliminados físicamente.

He aquí una muestra de la terminología utilizada en un informe de experto sobre la Iglesia en Rwanda, informe ordenado por la Fiscal del Tribunal internacional de Arusha : preocupación obsesiva por la raza; urdir una teología destructiva de división étnica; predicar el racismo, la superioridad étnica, la superioridad genética; jugar la carta étnica; predicar una teología  pervertida y racista; etc. En suma un centenar de páginas de este estilo.(10) Pero vista la urgencia, se debe llegar rápidamente a unas ideas fácilmente admitidas y entonces ya no se tiene tiempo ni interés para análisis más serios. A las personas que tienen otra opinión, un mejor conocimiento y visión de la situación, hay que imponerles el silencio. No se busca la verdad; se construye a toda prisa una opinión, una posición y se le hace corresponder unos hechos sin que haya necesariamente relación de causa a efecto.

Elevadas subidas de adrenalina, situaciones emocionales, necesidad de material y de medios, justificación ante los patrocinadores, noticia sensacional para los periódicos y los dueños de los medios de comunicación, falta de autodisciplina y de autocrítica, ignorancia en lo que concierne a la transmisión oral y la cultura, literatura para la masa y los donantes de las Organizaciones… no son más que algunos de los ingredientes que son hoy la base de la formación de opinión, que describen unas situaciones, que influyen en las decisiones políticas, que determinan los fallos judiciales y hacen presión sobre la investigación científica.(11)

Esto es quizás inevitable en una primera fase pero no se puede convertir en una sagrada verdad que sigue obstaculizando los análisis serios. Peor aún, los resúmenes y los informes procedentes del terreno — los famosos «sitreps» de la jerga, para situation report – se transmiten por todas partes de manera incontrolada y deben una vez más contribuir a proporcionar los ingredientes emocionales indispensables para ir a llamar a la puerta de los bienhechores.(12) Una confianza ciega en este tipo de información conduce inevitablemente a medio plazo a frustraciones. En relación con Rwanda esto parece ser una evidencia. Existen en abundancia ejemplos en Camboya, en Somalia, en Libia, en Liberia, en la ex-Yugoslavia, en el Congo…. Políticos, militares y cooperantes serios lo reconocerán y estarán completamente de acuerdo.

¿Paz y reconciliación por un Tribunal ?

¿Las llaves para una solución y una reconciliación en Rwanda, en Burundi, en el Congo, en Uganda se encuentran en un Tribunal internacional? Pues esto también es una de las múltiples ideas convencionales en circulación. Está permitido dudar de ello. Sin querer destacar aquí el hecho de que el Tribunal de Arusha lleva en sí numerosas lagunas (es el mínimo que se puede decir) algunos otros ejemplos de tribunal internacional en el pasado no han probado en absoluto que podían generar reconciliación y paz. No se puede afirmar de manera absoluta que Nuremberg, por ejemplo, haya realizado la reconciliación entre Alemanes y Judíos. Esto se hizo por otros y otra parte. La justicia no aporta necesariamente la paz, aunque la paz sin justicia no pueda sobrevivir mucho tiempo tampoco. Un tribunal internacional no parece sin embargo totalmente superfluo, aunque fuera para disuadir a los militares y a otros señores de la guerra de arriesgarse en el futuro a cometer crímenes de guerra.

El Tribunal Penal Internacional para Rwanda (ICTR) ha mostrado en el pasado que contenía en sí todos los gérmenes para la perpetuación del odio y de la injusticia en la región. Varias veces ha habido que intervenir en su seno para extirpar la corrupción y la mala gestión. Muchos jueces, fiscales(13), funcionarios del tribunal son jóvenes, inexperimentados, no se preocupan demasiado del conocimiento de los expedientes y proceden mayoritariamente de países donde no se preocupan demasiado de la justicia.

El ICTR está gestionado por los Estatutos del Tribunal para Yugoslavia y puede adaptar estos estatutos « a la realidad ruandesa » (Art.14). Entonces estos cambios se basan sobre todo en la opinión formada y la arbitrariedad personal. Los derechos de la defensa son así gravemente lesionados. De allí el hecho de que un gran número de abogados de la defensa estén fuertemente desalentados. En algunos casos la acusación ni siquiera debe proporcionar pruebas cuando se trata de un hecho decretado «de notoriedad pública«. Una notoriedad pública que, sobre todo a través de los medios de comunicación, ha comenzado a llevar su propia existencia. Esto para decir que un Tribunal internacional se apoya también sobre un conocimiento convencional que se encuentra en cualquier quiosco de periódicos.(14)

El ICTR(15) adopta una posición preconcebida que apenas se aleja de las ideas convencionales generalmente admitidas. Navega así totalmente en la estela de la actual política ruandesa tribalista y expansionista, que se sigue de manera armada hasta en el Congo. Además los informes y otros elementos probatorios que acusan a los responsables del FPR son deliberada y sistemáticamente disimulados: el informe Gersony sobre las masacres del período de julio a septiembre de 1994, el informe Hourigan y el testimonio de J-P. Mugabe, antiguo oficial de información del FPR; sobre el atentado cometido por el FPR contra el avión del presidente Habyarimana, numerosos informes sobre las matanzas cometidas por el FPR desde 1990 procedientes de asociaciones de los derechos humanos tales como Human Rights Watch, Amnesty International, la Asociación de Juristas Africanos, etc.(16)

Con todo eso el ICTR es, sobre el plano internacional, totalmente «políticamente correcto«. Vencedores y aliados no son citados ante el juez. Los crímenes de guerra y los actos de carácter genocida se han convertido así en una cosa corriente mediante la que los señores de la guerra pueden justificar y mantener su escandalosa conducta. Esto les pone a ellos mismos fuera de alcance y da a sus aliados un toque de impunidad. Es lo que pasa actualmente. Todo esto no tiene ninguna relación con una posible reconciliación entre ruandeses, que sean cómplices o no.

Otros países, donde tuvieron lugar matanzas semejantes, han demostrado que es perfectamente posible realizar la reconciliación y la cooperación entre diferentes grupos de población sin hacer intervenir una justicia ritual. Fue el caso de Kenya con los Mau-Mau, y también en Uganda, en Zimbabwe de Ian Smith y recientemente en África del Sur. Las masivas detenciones en Rwanda tienen toda la apariencia de una tentativa para un régimen minoritario de mantenerse por el terror y la intimidación. Pero esto no tiene nada que ver con la reconciliación y la paz.

El espectro de los Interahamwe

Se puede seguir así con otras ideas convencionales que circulan en torno a los Grandes Lagos. Los Interahamwe (17) amenazarían las fronteras de Rwanda. Una posición adoptada también (a ejemplo de Paul Kagame) por la diplomacia y la política belgas. Por consiguiente, los Interahamwe deben ser separados de los otros refugiados. Eso ilustra cómo se actúa de una manera inconsiderada pensando que es posible distinguir y separar los refugiados de los Interahamwe y de los ex-militares. Los Interahamwe son una milicia que empujó a los jóvenes a protegerse en un momento de crisis y de guerra. Piénsese lo que se piense, gozan de la consideración de una parte de la población refugiada, incluso si algunos han cometido actos criminales graves contra su propia población. Sin embargo no permanecieron todos siendo Interahamwe o miembros de grupos paramilitares. Tampoco todos han asesinado. Si podemos dar crédito a algunas informaciones, los hay que se han pasado al FPR.(18)

Lo que importa es que, si unas milicias tienen en período de crisis una etiqueta de legitimidad ante la población, no es del todo evidente que sean un buen punto de partida para poder predecir cómo unos grupos de población con sus sentimientos nacionalistas se comportarán por ejemplo en los campos de refugiados. El abandono de las tierras ancestrales, la huida y la estancia en un campo de refugiados constituyen un momento de crisis para esta población. Pero esas antiguas milicias no predicen en absoluto cómo evoluciona ahora la relación entre estos jóvenes y sus familias. Utilizar el espectro Interahamwe para explicar la oposición de la población a un regreso a Rwanda es abusivo y ciertamente inexacto. Pero he aquí de nuevo el resultado del conocimiento convencional que sigue hundiendo la crisis ruandesa en un callejón sin salida.

Sólo hay … ruandeses

Otra idea convencional que circula, es que no hay Hutu ni Tutsi sino sólo ruandeses. Si es verdad que Rwanda forma un todo cultural, que su población habla una lengua común, el kinyarwanda, y que se puede entonces hablar de una identidad ruandesa, es también cierto que los habitantes reconocen tres grupos bien diferenciados. Los ruandeses llaman a esos grupos «ubwoko», un término que de hecho carece de traducción: grupo familiar, linaje, clan, etnia, casta, clase, tribu… ¡¿?!… No empezaremos aquí esta discusión, que no es por otra parte más que puramente académica. Incluso en la literatura especializada no hay conceptos unánimes sobre todos estos diferentes elementos de la sociedad. Un hecho es cierto: estos tres grupos, Hutu, Tutsi y Twa se distinguen y se reconocen como tales.

Pertenecer a un grupo étnico, cultural, social o a una unidad lingüística no es ningún deshonor. ¡Al contrario! ¡En cambio si se rehusa reconocer estas sensibilidades étnicas o relativas a un grupo en África, los problemas étnicos, con todas las consecuencias inherentes, tienen ciertamente ante ellos un futuro muy amplio pero dramático! Negar el carácter étnico sirve entonces con frecuencia para establecer una agenda sórdida. Consiste en avivar y manipular primero las sensibilidades para después negarlas y disimularlas, bajo el pretexto de querer construir una sociedad sin distinción étnica. Claro está, dominada par los congéneres propios. Siempre ha sido así en Burundi. Desde hace ya más de treinta años los ideólogos en Burundi proclaman que no hay etnias, que sólo hay Burundeses. Mientras tanto, con la regularidad de un reloj, eliminan a los «otros». Ahora ocurre otro tanto en Rwanda y en los países vecinos, donde Kampala-Kigali-Bujumbura aterrorizan la región.

Los Tutsi eran asesinados porque eran Tutsi; los Hutu son asesinados porque son Hutu. Es así. Esto se ha manifestado varias veces en la región y esto permanecerá así durante mucho tiempo más si no hay acuerdo sobre nuevos mecanismos de gestión de conflictos que puedan también, en momento oportuno, ser afinados. Sustituir un régimen mayoritario por un régimen minoritario todavía más intolerante y cruel no resuelve nada. No es intentando continuamente eliminar a uno de los antagonistas que se construye una sociedad. Tampoco escribiendo una «nueva historia» e imponiendo un lavado de cerebros ideológico, como en Rwanda actual. Habitualmente eso anuncia una nueva fase que será aún más trágica que aquella de la que se quería salir.

Cómo se ejerce el poder

Parece importante que las causas de este drama regional puedan centrarse sobre la etnicidad únicamente. Se trataba y se trata siempre del «poder» que golpea cuando el fruto está maduro. Para tomarlo o guardarlo, se debe tarde o temprano alinear a la población detrás de sí. Mientras tanto se puede explotar o crear el descontento y la susceptibilidad. Es así respecto de la etnicidad. También el paro, la situación desfavorecida, el analfabetismo, la falta de tierras, las catástrofes, la superpoblación, la religión, la corrupción… etc. pueden ser utilizados con el mismo objetivo. En sí mismos la pobreza, el paro, etc. no constituyen una razón suficiente para un genocidio (pues en este caso el mundo entero estaría constantemente en llamas) pero se utilizan bien y se entretienen para excitar las mentes.

Sin embargo, la etnicidad — o llame a esto la solidaridad de grupo – está tan llevada al extremo y sostenida que se hace imposible de evitar. En Burundi son los Tutsi de la línea dura los que tienen el poder y que quieren guardarlo. En Rwanda el mismo grupo étnico emparentado lo está experimentando a su vez. Estas constataciones no se pueden desechar con un simple gesto.

Conclusión
Al lado de esta muestra de algunas concepciones erróneas, muchas otras circulan todavía en la región de los Grandes Lagos. El conocimiento convencional irreflexivo que ahora se ha incrustado exigirá un tributo penoso para la pacificación de la región. Son demasiado numerosos aquellos que han jugado a aprendices de brujo, que han tomado partido cuando la caja de Pandora se ha abierto sin saber lo que contenía y… lo que salía. La crisis en torno a los Grandes Lagos es de una enorme complejidad. Si fuera fácil se habría encontrado una solución desde hace mucho tiempo. Es indispensable hacer un análisis correcto de la situación política y de sus causas. Pero desde hace ya doce años por comodidad no se pasa de rumiar un consenso generalmente admitido, pero esto se ha revelado hasta ahora un mal consejero para una política afinada y realizable. Esto ha puesto a toda la región en una situación sin perspectiva, donde los señores de la guerra mueven los hilos y tienen interés en que esto pueda durar todavía el mayor tiempo posible.

Notas finales

  1. Frente patriótico ruandés/Ejército patriótico ruandés.

  1. He aquí algunos argumentos claves que han sido presentados para apoyar la existencia de un plan del gobierno de aquella época tendente a masacrar a todos los Tutsi: algunas semanas antes del genocidio el Gobierno habría importado machetes. Luego resultó que era… un comerciante (Tutsi) de Kigali quien los había pedido según su programa de importación habitual. Otra pretendida «prueba»: el coronel Luc Marchal de la MINUAR recibe a una «alta personalidad» desconocida. Esta debía ser según él, un alto funcionario «ya que podía entrar sin dificultad en el edificio del MRND» (el partido en poder). Venía para contar que había depósitos de armas que hacían suponer la existencia de un plan de genocidio contra los Tutsi. Marchal vio al hombre, que se presentaba como Jean-Pierre, dos veces en la penumbra. Desde entonces Jean-Pierre ha sido identificado y resultaba ser… un chófer del partido. Que el gobierno tenga depósitos y escondites de armas y de municiones es lógico en tiempo de guerra. El FPR los tenía y por lo demás tambien los tiene. ¡Cada país los tiene! Otra prueba más: alguien habría dicho que, si esto o aquello llega, «el Apocalipsis estallará». Esto también debería ser otra vez un signo evidente de un plan de genocidio. Cada palabra, cada frase o expresión se interpreta según unas tesis preconcebidas. Otra vez otro pretendido argumento: el gobierno poseía listas de Tutsi sospechosos. Resulta que cada gobierno tiene listas de personas sospechosas o a vigilar. Esto también, el FPR lo hacía pero… esto no cuenta!… ¡Faltan gravemente el racionalismo y el sentido de la realidad!

  1. Serge Desouter. & Filip Reyntjens, Juin 1995. — Les violations des droits de l’homme par el FPR : un plaidoyer pour une enquête approfondie — 2 tomes. 150 pg. Rijks Universitair Centrum. Antwerpen RUCA. Institut de politique y de gestion du développement. Centre d’Étude de la Région des Grands Lacs d’Afrique centrale. Working paper.

  1. A pesar de la limitación de la competencia al único año 1994, el FPR no está fuera del alcance del TPIR-ICTR: la ofensiva del APR en el Norte del país, a principios de abril de 1994, fue especialmente mortífera para los civiles. Hasta tal punto que uno se puede preguntar si la amplitud de la « despoblación » en la provincia de Byumba no alcanzó a varias decenas de miles de víctimas. Por consiguiente resulta curioso constatar que se deje al FPR fuera de cualquier acción judicial. « La Fiscal del Tribunal, Carla del Ponte, no oculta que antes de llevar a cabo una investigación contra los militares del FPR, debe primero averiguar si cuenta con el apoyo del general Kagame, ‘el hombre fuerte de Rwanda’. Es aberrante ». (J-M. Vianney Ndagijimana. o.c.)

  1. La competencia del tribunal internacional de Arusha es limitada en el tiempo (únicamente el año 1994) y deja al FPR fuera de alcance, porque se sabe que la mayoría de sus crímenes se cometieron antes y después y se cometen aún hoy. Se asiste así a una justicia de dos velocidades donde el vencedor es presunto inocente y el vencido culpable. Así el tribunal practica una justicia selectiva y discriminatoria que da a los criminales del FPR una impunidad automática como si los cientos de miles de ruandeses asesinados por el FPR no son dignos de la protección internacional.

  1. La cadena americana CNN tuvo la desfachatez de hacer repetir la distribución de bizcochos vitaminados para poder filmar la avalancha de una masa de gentes hambrientas hacia los camiones desde donde se lanzaban los bizcochos. Los periodistas occidentales tienen su parte de culpa y no pueden disculparse de una cierta toma de partido y de información selectiva.

  1. Tony Waters. 9 december 1997 – Conventional Wisdom and Rwanda’s Genocide: an Opinion -. African Studies Quaterly.

  1. Misión Internacional de las Naciones Unidas para Rwanda, una fuerza militar de la ONU en Rwanda.

  1. Luc Marchal. 2001 – Rwanda: la descente aux enfers – Labor.

  1. Hugh McCullum. october 2001 – Role of the church in the Rwanda genocide — (expert report at the request of the International Criminal Tribunal for Rwanda). Southern African Research and Documentation Centre (SARDC) Harare, Zimbabwe.

  1. Incluso algunos científicos sufren de esta formación de ideas convencionales y se atreven a llamarse « historiadores de lo inmediato ».. ¡¿?! Eso les produce pingües beneficios!

  1. William Shawcross. 1984 – The quality of mercy: Cambodia, holocaust and modern conscience – Simon and Schuster. N.Y.

  1. Uno de ellos preguntaba si Butare, la ciudad universitaria de Rwanda, se encontraba en el Congo o en Rwanda.

  1. Un grupo de asociaciones denuncia. 4 de abril 2001 —Y aura-t-il une fin au drame rwandais ? La justice, la paix, la réconciliation, la démocratie, el développement, où en est le Rwanda en 2001 ? — Buzy.

  1. Sobre el plan económico el ICTR ha verdaderamente producido una revolución en la ciudad de Arusha. La infraestructura, el habitat y el sector hostelero han alcanzado unas alturas desde que algunos miles de trabajadores y empresas viven alrededor del Tribunal y se aprovechan de él. El coste de la vida ha seguido la subida.

  1. J-M. Vianney Ndagijimana. 16 février 2002 – Journée européenne para le Rwanda.

  1. Nombre de una milicia (hutu) considerada responsable de muchas matanzas durante «el» genocidio.

  1. Gerard Prunier. 1994. — Rwanda: Update to end of November 1994 http://www.unhcr.ch/refworld .writeny/wrirwa02.htm