Como mucha gente sabe, la CNN recientemente transmitió una maravillosa entrevista a Steve Hassan, exmiembro de la Iglesia de la Unificación (Moon) convertido en desprogramador de adeptos, aconsejando a los estadounidenses que desean desprogramar su cabeza MAGA utilizando a sus seres queridos, ahora que la era de Trump está llegando a su fin.

Fui lo suficientemente afortunado de haber leído el libro de Hassan y de haber conseguido que el amoroso cepillo de la verdad limpiara mi cerebro de todas sus antiguas simpatías pro-Trump y puedo decir honestamente que estoy ciertamente mejor por haber dejado atrás esos viejos delirios.

Por un lado, solía disfrutar de mi derecho a la libertad de expresión… pero gracias a los terribles acontecimientos del 6 de enero de 2021 que dejaron tres personas muertas, partidarios de Q con cuernos que hacían fotos para los medios de comunicación, alborotadores pro-Trump a los que los guardias dejaron entrar en el edificio del capitolio, y autobuses llenos de figuras violentas conspicuas que algunos dicen que eran «provocadores» (lo que sea que eso signifique), me he dado cuenta de que estaba totalmente equivocado. La libertad de expresión es en realidad muy peligrosa. Palabras que dábamos por sentadas como «patriota», «nacionalismo» o «fraude electoral» son en realidad muy racistas y usarlas es una señal segura de que usted podría ser un terrorista doméstico. En cualquier caso, usarlas debería ser suficiente para que se prohíba a alguien en los medios sociales y se le ponga bajo vigilancia.

Durante mucho tiempo, pensé que el número récord de votantes negros e hispanos que apoyaban a Trump en 2020 significaba que Trump no era racista, pero ahora me doy cuenta de que esta pobre gente sólo sufría de «blancura multirracial».

Pensé que cuestionar las máquinas de votación que habían sido atrapadas con las manos en la masa manipulando las elecciones en todo el mundo era patriótico y que de alguna manera algún conglomerado de la Gran Tecnología, los medios de comunicación, las agencias de inteligencia y una cosa llamada «estado profundo» estaban conspirando para crear una revolución de colores en Estados Unidos… pero ahora me doy cuenta de que en realidad estaba apoyando a teorías de la conspiración y por lo tanto a la violencia y por lo tanto al terrorismo doméstico.

Estaba tan ido que mi yo antes de se desprogramado estaba persuadido en la loca idea de que las agendas de despoblación se escondían detrás de la fachada de una «Gran agenda de reajuste», inventada por una élite oscura de oligarcas sociópatas. Ahora he aprendido que esta era una tonta teoría conspirativa, el resultado de mis propios delirios o si era verdad, entonces al menos puedo decir con certeza que todo es por mi propio bien.

La verdad que he llegado a descubrir es que la libertad de expresión ha ido demasiado lejos. Esta práctica ha llegado a sus límites, y el ejecutivo jurídico de Twitter, Vijaya Gadde, tiene toda la razón. Los medios sociales deberían cumplir con su deber cívico y extender su censura de «pensamientos peligrosos» a los ciudadanos y funcionarios políticos fuera de los Estados Unidos para proteger al mundo de sí mismo. Si otros líderes mundiales están inquietos por esta nueva verdad, entonces deberían hacer seriamente un examen de conciencia y aprender a pensar de manera diferente.

El viejo yo ya se ha ido, y ahora todo lo que puedo decir es que «gracias a Dios» Joe Biden se ha encontrado en la posición de líder del mundo libre en este momento histórico de cambio.

Por un tiempo parecía que Donald Trump realmente detendría las guerras eternas, y desvincularía la participación de los militares de Estados Unidos de la CIA. Ese supremacista blanco en realidad estuvo peligrosamente cerca de destruir los cimientos de la globalización que muchos multimillonarios ilustrados habían puesto décadas de energía en organizar, primero destruyendo la Asociación Transpacífica de Obama, luego los Acuerdos Climáticos de París y luego tuvo el descaro de desechar el propio Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) dando a los estados nacionales una voz en los asuntos económicos!

Incluso cometió el pecado de criticar a la OTAN en sí misma, la base de la seguridad colectiva occidental frente a las amenazas obvias de Rusia y China.

Hizo un llamamiento a cosas locas como «devolver la fabricación a Estados Unidos», «restaurar el proteccionismo», y «hacer de la exploración espacial y el desarrollo del Ártico una prioridad para la nación» y todo el mundo sabe que todo esto es muy de 1963.

Pero ahora el «trastorno» ha terminado, y la era de Biden ha llegado!

Joe Biden es un hombre que entiende lo que los valores liberales y el «orden basado en reglas» son realmente.

Fue lo suficientemente sabio como para subirse al carro unipolar antes de que fuera popular, al redactar el proyecto de ley de vigilancia de 1994 que John Ashcroft usó más tarde textualmente para la Ley Patriota después del 11 de septiembre.

Fue lo suficientemente inteligente como para saber que Wall Street no podría llevar a Estados Unidos al siglo XXI mientras Glass-Steagall estuviera vigente y votó por su derogación en 1999.

Fue uno de los más firmes partidarios del TLCAN que ayudó a reducir drásticamente las emisiones de carbono mediante la exportación de trabajos industriales sucios supervisados donde deberían estar.

También dio a las compañías de tarjetas de crédito el apoyo político que necesitaban para que los ciudadanos dejaran de abusar de su generosidad, lo que ayudó mucho a los estadounidenses a forjar su carácter y a responsabilizarse de sus decisiones de consumo miopes.

Después del 11 de septiembre, Biden también apoyó brillantemente la invasión de Afganistán e Irak (que puede no haber tenido nada que ver con el 11 de septiembre, pero al menos mostró a los terroristas quién es el jefe).

A diferencia de esos fascistas sectarios de Trump, Biden tuvo el coraje de proclamar, incluso antes de los horribles disturbios insurreccionales del 6 de enero, que se necesitaría una nueva Ley Patriótica/Proyecto de Ley Antiterrorista Nacional para purgar la república del peligroso terrorismo y los insidiosos crímenes de pensamiento que sembraban la duda en las elecciones honestas, y la desconfianza en las benévolas estructuras políticas que lideran el mundo occidental. La gente pensante sabe que el pensamiento a veces causa acción… y si queremos remediar verdaderamente las acciones erróneas como los disturbios del 6 de enero o la peligrosa negación de la COVID, entonces deberíamos ciertamente llevar la batalla al reino de la mente.

El brillante Steve Hassan incluso reconoció esta realidad en su entrevista en la CNN cuando dijo que «el resultado final es que todo Estados Unidos necesita desprogramación porque todos hemos sido influenciados negativamente por Donald Trump».

Claro, algunas personas piensan que las 46 muertes y 32 disturbios causados por Antifa y Black Lives Matter en los últimos seis meses podrían calificarse como terrorismo doméstico, pero eso es sólo porque están infectados con el pensamiento racista equivocado y no se dan cuenta de que estos grupos sólo estaban luchando contra el fascismo y el racismo.

Ciertamente, los primeros 100 días después de la toma de posesión de Biden serán inspiradores.

Biden ya se ha comprometido a devolver a Estados Unidos a los Acuerdos Climáticos de París, legalmente vinculantes, para ayudarnos a ganar la guerra contra el clima, y ha mostrado el buen sentido de revertir la desastrosa decisión de Trump de romper el Tratado de Libre Comercio con China (TPP) en 2016. Biden siempre dijo que renegociaría el TPP para «hacer responsable a China», y todo el mundo sabe que la decisión egoísta de Trump sólo ayudó a China al liberar a sus vecinos para trabajar juntos en la Iniciativa del Cinturón y la Carretera (BRI). Si Trump no hubiera matado el TPP, entonces la fuerte Asociación Económica de Cooperación Regional de 14 naciones que China acaba de finalizar nunca habría ocurrido.

Lo más importante es que nuestros benévolos señores que se reúnen en Davos todos los años están felices una vez más e incluso han iniciado la presidencia de Biden con una celebración especial titulada «La Agenda de Davos» que se llevará a cabo del 25 al 29 de enero. Según el Foro Económico Mundial (FEM), este evento «marcará el lanzamiento de la Iniciativa del Gran Reajuste del Foro Económico Mundial y comenzará la preparación de la Reunión Anual Especial en la primavera. Cada día se centrará en uno de los cinco ámbitos de la Iniciativa del Gran Reajuste».

El nuevo enviado especial de Estados Unidos para el clima, John Kerry, captó perfectamente la emoción de este maravilloso momento cuando dijo: «La noción de un reajuste es más importante que nunca… estamos en el amanecer de un momento extremadamente emocionante.»

De acuerdo con los arquitectos del Gran Reajuste, esta es definitivamente la idea correcta.

El presidente del FEM, Klaus Schwab, nos ha enseñado que la «era de la propiedad de las cosas» está muy pasada, y sabemos que esta reliquia obsoleta del capitalismo no es compatible en nuestra nueva era de paz y hermandad global.

La propiedad de «cosas» sólo nos hace egoístas y nos hace olvidar el verdadero propósito de la vida… que es realmente el sacrificio. Establecer nuevas organizaciones supranacionales para manejar las plataformas de consumo y producción de acuerdo a estándares basados en la realidad científica de la capacidad de sustento es el único remedio para los males del populismo, y ser ignorante de esta realidad no disminuye el hecho de que las juntas de expertos que son más inteligentes que tú digan que es así.

De acuerdo con el sitio web del FEM, la producción mundial de CO2 se derrumbó en más del 7% durante los 12 meses de confinamiento de la COVID-19… lo que significa que la COVID-19 es más una bendición que lo que muchos nacionalistas egoístas que les gusta poseer cosas se dan cuenta.

¿Y qué pasa si la población mundial se contrae con el cierre de la economía mundial bajo los confinamientos de la COVID? ¿Y qué pasa si perdemos nuestra capacidad de apoyar a la civilización industrial a través de la imposición de la red mundial de energía verde?

¿No se lo preguntó el gran Maurice Strong ya fallecido (que fue director ejecutivo del FEM y padre del Gran Reajuste), en 1991:

«¿Qué pasaría si un pequeño grupo de líderes mundiales llegara a la conclusión de que el principal riesgo para la Tierra proviene de las acciones de los países ricos? Y si el mundo va a sobrevivir, esos países ricos tendrían que firmar un acuerdo para reducir su impacto sobre el medio ambiente. ¿Lo harán? La conclusión del grupo es «no». Los países ricos no lo harán. No cambiarán. Así que, para salvar el planeta, el grupo decide: ¿No es la única esperanza para el planeta que las civilizaciones industrializadas se colapsen? ¿No es nuestra responsabilidad lograr eso?»

Así que prepárense para un momento emocionante de la historia, y esperemos que China finalmente aprenda que el nuevo orden mundial es unipolar, con un gran abrazo verde para todos los líderes que se comportan bien y que se deshacen de ideas tan tontas como el «nacionalismo», el «progreso industrial» o «acabar con la pobreza a través del desarrollo» que conceptos peligrosos como la Iniciativa del Cinturón y la Carretera amenazan con desatar. Lo más importante es que China tiene que desprogramarse realmente de su creencia de que Rusia es un socio que vale la pena en el siglo XXI. Xi tomó una buena decisión al asistir a la conferencia sobre el Gran Reajuste de este mes y tanto él como Modi harían bien en abandonar los combustibles fósiles sucios, su apoyo al desarrollo de la energía nuclear o la minería espacial para adaptar sus realidades a los modelos informáticos que nos han estado diciendo cómo entrelazar nuestros destinos a un mundo de entropía y rendimientos decrecientes.

El autor puede ser contactado en canadianpatriot1776@tutanota.com

Fuente: Strategic Culture Foundation