El genocidio en el Congo y la militarización del continente africano son las especialidades de Susan Rice, pero los Demócratas Negros la ven como un «modelo a seguir».
Nadie en los altos niveles del gobierno estadounidense ha sido más íntimamente cómplice de la muerte de más de seis millones de africanos en la República Democrática del Congo que Susan Rice, la sangrienta agente política del Partido Demócrata que está buscando activamente el puesto de secretaria de estado en la próxima administración Biden. Si la historia reciente es una guía, podemos esperar que todo el establishment negro demócrata apoye la elevación de esta criminal como una recompensa adecuada a los votantes negros por poner a Joe Biden en la Casa Blanca, implicando así a todos los negros de Estados Unidos en el mayor genocidio desde la Segunda Guerra Mundial.
Rice es una protegida de la ex secretaria de Estado Madeleine Albright, quien en 1996 dijo infamemente que la muerte de medio millón de niños iraquíes causada por las sanciones «valía la pena» para castigar al régimen de Saddam Hussein. Pero Rice ha superado a su mentora asesina en masa en el número total de víctimas de su carrera. Como asesora de seguridad nacional del presidente Bill Clinton (1993-1997), directora general de Asuntos Africanos (1995-1997) y secretaria de Estado adjunta de Asuntos Africanos (1997-2001), Rice fue la persona clave en el encubrimiento masivo por parte de Washington de la invasión, el saqueo y la despoblación del Congo por parte de los ejércitos de los estados clientelares de Estados Unidos: Ruanda y Uganda. Al servicio de la administración Obama (embajadora ante las Naciones Unidas, 2009-2013, asesora de Seguridad Nacional, 2013-2017), Rice asfixió el Informe Mapping de las Naciones Unidas que documentaba los crímenes de Ruanda y Uganda contra el Congo, incluidos posibles delitos de carácter genocida, y defendió a Uganda de la condena por parte de la Corte Internacional de Justicia de 10.000 millones de dólares en concepto de daños y perjuicios a la República Democrática del Congo.
Cuando el más alto tribunal de las Naciones Unidas emitió su veredicto en 2005, el número de muertos en el Congo se estimó en tres millones. Para 2010, con la Embajadora Susan Rice en las Naciones Unidas, el genocidio ininterrumpido se había cobrado seis millones de vidas, mientras que el saqueo de los vastos recursos minerales del Congo financió el levantamiento de un skyline reluciente sobre Kigali, la capital de Ruanda, una nación que no tiene depósitos minerales significativos. Las empresas multinacionales son las mayores beneficiarias de los minerales «de sangre»; son estos conglomerados cuyos intereses protege Susan Rice.
Hoy en día, los congoleños hablan de ocho millones de muertos, pero nadie en el Caucus Negro del Congreso está escuchando. La mitad del Caucus Negro votó en contra de una medida que habría detenido el bombardeo del presidente Obama a Libia, en el verano de 2011. Obama afirmó que la guerra aérea euro-americana en apoyo de los opositores mayoritariamente yihadistas en contra del gobierno secular de Muamar el Gadafi no estaba sujeta a la Ley de Poderes de Guerra, porque ningún estadounidense había muerto – una definición totalmente novedosa de guerra en la que sólo importan los muertos estadounidenses. Rice fue entonces embajadora de las Naciones Unidas, donde presionó con éxito para que se estableciera una «zona de exclusión» como tapadera para la guerra de la OTAN contra Libia. «Esta resolución debería enviar un fuerte mensaje al coronel Gadafi y a su régimen de que la violencia debería cesar, la matanza debería detenerse y el pueblo de Libia debería ser protegido y tener la oportunidad de expresarse libremente», dijo Rice a los periodistas. Pero la mayor parte de la violencia fue cometida por «rebeldes» apoyados por Estados Unidos contra los libios negros y los saharauis que trabajaban en el país. Tawergha , una ciudad libia negra de casi 50.000 habitantes, fue completamente destruida, sus habitantes asesinados, encarcelados o dispersados, sin ni una pizca de queja de la mujer negra estadounidense en la ONU o del primer presidente negro de los Estados Unidos. Los rostros marcados de los trabajadores migrantes negros vendidos en los mercados de esclavos son el legado libio de Rice y Obama.
La guerra no provocada contra Libia, que eliminó un baluarte de desarrollo económico y político independiente africano, fue anunciada como la «primera gran operación de combate del AFRICOM en el continente africano». Habría muchas más, ya que una administración estadounidense de raza negra ocupó metódicamente el continente, desde el Atlántico hasta el Índico.
Rice cultivó relaciones con todos los señores de la guerra pro-estadounidenses en África. Era especialmente cercana a Meles Zenawi, el fallecido exlíder del régimen dictatorial etíope que invadió Somalia con el pleno apoyo del poderío aéreo, terrestre y marítimo de los Estados Unidos en diciembre de 2006, derrocando a un gobierno moderado de los Tribunales Islámicos que había traído un breve período de paz al país. La guerra de Somalia, ahora dirigida efectivamente por la CIA, ha engullido el Cuerno de África, otra pluma sangrienta en la gorra de Susan Rice.
Cuando Rice fue candidata a secretaria de Estado bajo el presidente Obama en 2012, toda la clase negra de líderes corruptos la protegió para contrarrestar las afirmaciones republicanas de que Rice era la culpable del asesinato del embajador de Estados Unidos en Libia por yihadistas apoyados por Estados Unidos. Ignorando los crímenes de Rice y Obama contra los africanos, los políticos negros estadounidenses se unieron en la defensa de Rice como «un modelo a seguir para todas las mujeres» que «representa un rico e importante legado de fuertes mujeres líderes en política exterior». Doce mujeres miembros del Caucus Negro del Congreso, incluyendo la icona anti-guerra Barbara Lee, ofrecieron a Rice su apoyo fraternal. «No permitiremos que el historial de una brillante funcionaria pública sea asaltado para interrumpir su designación como Secretaria de Estado», dijo la delegada del congreso por el Distrito de Columbia, Eleanor Holmes Norton.
Ninguno de los promotores negros de Rice pensó en su culpabilidad en el actual terror en la República Democrática del Congo, donde un estudio de 2011 estimó que «casi dos millones de mujeres han sido violadas… siendo las mujeres violadas a un ritmo de casi una por minuto». (Véase el informe de Black Agenda, «La desvergonzada vacuidad de los promotores de Susan Rice», 5 de diciembre de 2012).
La candidatura de Rice para el puesto más alto del Departamento de Estado fue frustrada en 2012, pero una vez más está haciendo una descarada campaña para el cargo, según se informa con el respaldo de Obama. La clase corrupta negra, eternamente orgullosa de sí misma, presenta la peor imagen posible de los Estados Unidos negros al resto del mundo, sin un ápice de vergüenza. Habiendo «llegado» a posiciones de influencia en el vientre de la bestia, se pavonean como cualquier otra variedad de «estadounidenses horribles» que no quieren nada más que ser ciudadanos de pleno derecho del imperio: la humanidad, incluida África, al infierno.
El editor ejecutivo de BAR, Glen Ford, puede ser contactado en Glen.Ford@BlackAgendaReport.com
Fuente: Black Agenda Report