El sábado 25 de septiembre fui a caminar por el GR4 desde Castell de l’Areny hasta Sant Romà de la Clusa, en la sierra del Catllaràs (Berguedà). Cuando estaba en el Cap dels Rocs llegaron dos personas que me pidieron si venía desde Castell de l’Areny por el GR y les dije que sí. Me dijeron que no se podía pasar porque es propiedad privada. Yo les dije que un GR no se puede cortar. Me dijeron que un juez les había dado la razón y que no se podía pasar. Discutimos, pero en ningún momento les insulté ni les falté al respeto. Me acabé levantando para marcharme. Uno de ellos, el más alto y fuerte, se me acercó agresivamente, me cogió uno de los palos de caminar y me lo apretó en la barriga por el lado de la punta. Después hizo un gesto extraño simulando que quería coger una pistola del bolsillo y finalmente cogió una piedra grande de tierra y cuando le dije qué quería hacer con ella me dijo: «estoy jugando con piedras». Me recriminó que yo llevara los dos palos de caminar, que siempre llevo. La otra persona, que luego me dijo que se llamaba Pere, llevaba un hacha, y cuando se lo dije respondió que él siempre la llevaba cuando iba al bosque. Pere llamó Jim al otro.

Todo ello me pareció claramente un gesto intimidatorio para que no volviera a pasar por allí. He pasado infinidad de veces por este tramo del GR4. Cada semana suelo ir a caminar un día a la montaña desde hace muchos años. Nunca me había encontrado nada parecido, nunca nadie me había agredido. Esto que me ha pasado está totalmente fuera de lugar, no se puede permitir de ninguna manera, ni la agresión ni el corte del GR4. Para volver de Sant Romà de la Clusa siempre acostumbraba a pasar por el mismo camino, pero esta vez volví por el camino principal, el de los coches, que es mucho más largo y pesado. No hay alternativa a este tramo del GR4, es un sendero por donde hace siglos que se pasa y el derecho de paso está más que consolidado. Ahora, nos vemos obligados a pasar por el camino ancho de los coches porque el otro está cortado.

Me dirigí al ayuntamiento para denunciarlo y me dijeron que se trata de un propietario nuevo, de Estados Unidos, que cuando ve a alguien que pasa por el camino le embiste de mala manera. Él es quien me agredió, y el que le acompañaba es el antiguo propietario que le vendió el terreno. En el ayuntamiento me dijeron también que se han denunciado otras agresiones y que añadirán mi denuncia a las otras que ya han trasladado a los mossos d’esquadra. El GR no pasa cerca de la casa que él se ha construido, la casa ni se ve desde el GR, y los senderistas no somos gente de hacer ruido ni molestar a nadie. La mayor parte del bosque en Catalunya está en manos privadas y nadie corta los GR ni los PR, como mucho se pone un alambre para las vacas que se puede abrir y volver a cerrar. Si todo el mundo hiciera como este señor, no se podría ir a caminar por el bosque.

Por el corte del GR hay una querella abierta desde hace tiempo y en primera instancia el juez se ha pronunciado, incomprensiblemente, a favor del propietario. El ayuntamiento ha presentado un recurso que está pendiente de resolverse.