Un reciente comunicado de prensa anuncia una nueva asociación entre la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la multimillonaria Fundación Rockefeller. Afirmando que el objetivo es fortalecer el llamado «Centro de Inteligencia sobre Pandemias y Epidemias» de la OMS, describe cómo los Rockefeller están invirtiendo 5 millones de dólares en «socios que trabajan con la OMS», aparentemente con el objetivo de «cultivar redes globales para la detección de patógenos y fortalecer las capacidades de preparación ante pandemias.» Este acuerdo, que se suma a los 27 millones de dólares que la organización Rockefeller ya ha aportado a la OMS en las dos últimas décadas, ilustra cómo el organismo sanitario mundial se ha hecho dependiente de la financiación procedente de fuentes empresariales y filantrocapitalistas.

Fundada en 1913 por el magnate del petróleo John D. Rockefeller, su hijo John D. Rockefeller Jr. y su principal lugarteniente filantrópico y financiero Frederick T. Gates, la Fundación Rockefeller afirma buscar «un mejor uso de la ciencia y los datos… mediante la colaboración con socios amplios y diversos». Sin embargo, su insistencia en la palabra «mejor» es controvertida, ya que en 2020 se comprometió a gastar 1.000 millones de dólares en proyectos de recuperación de la pandemia que incluían la canalización de dinero hacia las vacunas de la COVID-19.

Durante la pandemia, la Fundación Rockefeller celebró abiertamente el anuncio, la autorización de uso de emergencia y la aprobación de la vacuna experimental de ARNm de Pfizer. En realidad, sin embargo, las vacunas de ARNm no sólo pueden tener efectos secundarios potencialmente devastadores, incluida la muerte, sino que algunos de los datos de los estudios que se afirma haber obtenido de los ensayos en los que se probó la vacuna de Pfizer están presuntamente falsificados.

El que paga, manda

Utilizando palabras que se hacen eco de las del tristemente célebre Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial, el Dr. Rajiv J. Shah, presidente de la Fundación Rockefeller, ha afirmado abiertamente que «No se puede volver al pasado, a antes de la Covid». Al igual que a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando John D. Rockefeller convirtió la Standard Oil en una de las mayores multinacionales del mundo, los Rockefeller siguen hoy estrechamente ligados a la idea de que la riqueza empresarial y privada puede ejercer una gran influencia en la política gubernamental.

En los últimos años, esta influencia se ha extendido a organizaciones no gubernamentales internacionales, como la OMS y otros organismos de las Naciones Unidas. En el año que finalizó el 31 de diciembre de 2021, el Fondo General de la OMS recibió un total de casi 1.400 millones de dólares en donaciones del sector empresarial multinacional, fundaciones privadas y organismos no estatales relacionados. La propia Fundación Rockefeller lleva 75 años colaborando con la OMS.

En la actualidad, el mayor donante del Fondo General de la OMS es Alemania, uno de los principales países exportadores de medicamentos y vacunas, que aportó la friolera de 605 millones de dólares en el ejercicio finalizado el 31 de diciembre de 2021. El segundo mayor donante del fondo fue la Fundación Bill y Melinda Gates, que aportó 375 millones de dólares. Cuando se trata de dictar la política sanitaria mundial, el que paga manda.

Los fabricantes alemanes de medicamentos y vacunas, listos para beneficiarse de la próxima pandemia

Con su mención abierta a los «socios que trabajan con la OMS», el comunicado de prensa de Rockefeller ilustra que el organismo sanitario mundial ya ni siquiera intenta ocultar su relación con el mundo empresarial. El comunicado describe específicamente cómo el «Centro de Inteligencia sobre Pandemias y Epidemias» de la OMS facilita «una colaboración mundial de socios de múltiples sectores para hacer frente a futuros riesgos de pandemias y epidemias».

No por casualidad, pues, el centro resulta estar establecido en Berlín, Alemania. Sede de multinacionales farmacéuticas como Bayer, Merck y Boehringer Ingelheim, Alemania es uno de los mayores países exportadores de medicamentos del mundo. Cuando llegue la tan cacareada «próxima pandemia», los fabricantes alemanes de medicamentos y vacunas estarán en una situación ideal para beneficiarse de ella.

La población mundial se merece algo mejor

La familia Rockefeller tiene un largo historial de querer garantizar que la medicina sirva principalmente a la sociedad capitalista y que esté controlada por fundaciones ricas independientes de los gobiernos. Como describe E. Richard Brown en su clásico libro de 1979, «Rockefeller Medicine Men: Medicine and Capitalism in America», la organización de la sanidad estadounidense en un negocio controlado por poderosos grupos de interés no se habría producido sin el dinero y la influencia de ricos industriales como John D. Rockefeller y el magnate del acero Andrew Carnegie.

Visto así, el reciente acuerdo de la Fundación Rockefeller con la OMS no es nada nuevo. Es simplemente el último episodio de una historia de más de un siglo de intereses corporativos y filantrocapitalistas que ponen las enfermedades humanas a merced del beneficio. Después de tres años confinados en sus casas, obligados a llevar mascarillas e inyectados con vacunas experimentales, los pueblos del mundo se merecen algo mejor.

Paul Anthony Taylor

Director Ejecutivo de la Dr. Rath Health Foundation y uno de los coautores de nuestro explosivo libro «The Nazi Roots of the ‘Brussels EU’« (Las raíces nazis de la «Unión Europea de Bruselas»), Paul es también nuestro experto en la Comisión del Codex Alimentarius y ha tenido experiencia directa, como delegado observador oficial, en sus reuniones.

Antes de incorporarse a la Fundación, Paul trabajó en la industria musical como teclista y programador con artistas como Paul McCartney, Bryan Ferry, Bill Withers, The Verve, Texas y Primal Scream.

Comenzó a interesarse por la salud natural tras enfermar en 1991 de un trastorno relacionado con el síndrome de fatiga crónica y recuperarse por completo mediante el uso de terapias naturales. Tras conocer al Dr. Rath y al Dr. Niedzwiecki en una manifestación contra el Codex en Berlín en 2002, Paul tomó una decisión que le cambió la vida: dejar la industria musical para trabajar en la Fundación y ayudar a defender el derecho de los pacientes de todo el mundo a acceder libremente a métodos de salud naturales.

Puede encontrar a Paul en Twitter en @paulanthtaylor

Fuente: Dr. Rath Health Foundation

Medicina Rockefeller (The Corbett Report, 04.11.2013)
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