Los «triunfadores» de Davos, el «fracasado» reverendo Martin Luther King y nosotros

Entre el lunes 16 y el viernes 20 de este mes de enero se celebró el Foro de Davos 2023. Las élites que lo organizan se creen, o al menos se presentan, como los grandes líderes-benefactores de nuestro mundo. Pagados o no, plenamente conscientes o no de estar sosteniendo “El imperio de la mentira” -en expresión del presidente Putin-, una legión de “expertos” creadores de opinión siguen sus directrices. Los más peligrosos no son los que están en nómina sino los ciegos que creen ver mientras siguen siempre lo políticamente correcto, porque son multitud. Nada nuevo bajo el sol: los poderosos y criminales saduceos controlados por el Imperio, algunos fariseos colaboracionistas, el grupo mayoritario de ciegos fariseos y escribas que creían saber mucho más de lo que en realidad sabían…

Los necios de Davos y el Día de Martin Luther King

El hecho es que una masa social inmensa, ignorante de quienes son verdaderamente estos organizadores de Davos -son los sucesores de los asesinos de Martin Luther King y los hermanos Kennedy, por ejemplo-, una masa ignorante de lo que estas gentes realmente buscan obstinadamente, los considera como los grandes triunfadores. Pero a quienes sabemos que el verdadero marco de la Vida es inimaginablemente más amplio que aquel que estos líderes nos ofrecen, a quienes sabemos que se trata de un marco de eternidad en el que se mueve el ser humano inmortal, no nos extraña que Jesús de Nazaret llamase necios a estos poderosos:

“Les dijo una parábola: ‘Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: ¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?’ Y dijo: ‘Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.’ Pero Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’ Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece ante Dios (Lucas 12, 16-22).»

El mismo día del inicio en Davos, el 16 de enero, en Estados Unidos se celebró una festividad: el Día de Martin Luther King. Lo cual motivó un excelente artículo de Edward Curtin Resúmenes lúcidos cuando el mañana es hoy y el Día de Martin Luther King [Edward Curtin, 16.01.2023]. En él aparecen algunas de las cuestiones que me llevaron recientemente a la conclusión de que para mí había llegado la hora de un cambio personal de ciclo.

“Llega un momento en el que guardar silencio es una traición”

Durante treinta años (cincuenta si contamos desde mi declaración como objetor de conciencia) me ha guiado la creencia de que, como afirmó Martin Luther King al inicio de su discurso «Más allá de Vietnam: Es la hora de romper el silencio», “Llega un momento en el que guardar silencio es una traición”. Treinta años de soportar también todo tipo de acusaciones por haber levantado mi voz: afán de protagonismo, radicalismo, omnipotencia, fanatismo anti estadounidense… Al respecto, las palabras de Martin Luther King en su discurso son consoladoras:

“Algunos de los que ya hemos empezado a romper el silencio de la noche hemos descubierto que la vocación de hablar es a menudo una vocación de agonía, pero debemos hablar. Debemos hablar con toda la humildad que corresponde a nuestra visión limitada, pero debemos hablar. […].

A lo largo de los dos últimos años, a medida que he ido rompiendo la traición de mis propios silencios y hablando desde el ardor de mi propio corazón, a medida que he llamado a apartarse radicalmente de la destrucción de Vietnam, muchas personas me han cuestionado sobre la sabiduría de mi camino. En el centro de sus preocupaciones, esta pregunta se ha cernido a menudo grande y fuerte: ‘¿Por qué habla de la guerra, Dr. King? ¿Por qué se une a las voces de la disidencia?’. […]. ‘¿No está perjudicando la causa de su pueblo?’, preguntan. Y cuando las oigo, aunque a menudo comprendo el origen de su preocupación, me entristezco enormemente, porque esas preguntas significan que los preguntones no me han conocido realmente, ni a mí, ni a mi compromiso, ni a mi vocación. De hecho, sus preguntas sugieren que no conocen el mundo en el que viven.”

Sin firme determinación y dedicación de tiempo, nadie se puede liberar del “Imperio de la mentira”

Pero treinta años de tanto esfuerzo para no ser un traidor silencioso, treinta años de tantos esfuerzos en realizar conferencias y escritos, me llevaron a la plena confirmación de aquella dolorosa conclusión de la que ya era consciente hace años, la misma conclusión que Edward Curtin expone al inicio de su artículo:

“Los argumentos no sirven para convencer a los demás; sólo lo hacen las investigaciones realizadas por uno mismo.  Es una cuestión de voluntad moral hacia la verdad y de deseo de ser libre, además de imaginación para unir los puntos utilizando la razón que lleva a conclusiones que tienen sentido. […] Pero como vivimos en una época de mentiras y propaganda sin parar, la determinación y la voluntad de hacer los deberes son esenciales.”

Los argumentos no sirven para convencer a quienes no se esfuerzan en hacer personalmente los deberes… Sobre todo si por parte de tales oyentes y/o lectores no hay suficiente depositación de autoridad en la persona free lance que habla y/o escribe con independencia de estos grandes poderes, al mismo tiempo que siguen percibiendo a los “grandes expertos” mediáticos como verdaderos referentes sociales o incluso como oráculos investidos de una autoridad casi sagrada. El mismo Jesucristo, que no pudo ayudar en nada a sus conciudadanos de Nazaret porque no creían en él (Marcos 6, 1-6; Mateo 13, 53-58; Lucas 4, 16-30), tendría hoy frente a estos importantes guías mediáticos aún más serias dificultades de las que tuvo en su vida. Guías que en realidad solo son (¡de nuevo!) unos guías ciegos que guían a otros ciegos, como Él mismo los calificó (Mateo 15, 14).

La interminable e inmensa violencia creada por Estados Unidos

Otra cuestión que Edward Curtin propone (en realidad se trata de la esencia misma de su artículo) es, siguiendo de nuevo a Martin Luther King, la del rol de Estados Unidos como el mayor exportador mundial de violencia, sin comparación posible con ningún otro. Ese es un tema que me resulta ya francamente agotador. Ya no tengo más tolerancia para seguir escuchando aquello de que “Tampoco Rusia, ni China, etc. son ningunos santos”. Me parece una afirmación más que ambigua o confusa: con frecuencia es cínica. Porque quienes la utilizan están diciendo en realidad: “Todos son iguales”. Pero quienes eso afirman son los mismos que se indignarían si se les respondiese: “Sí. Todos son iguales. Del mismo modo que los aliados eran iguales que los nazis”. Es deshonesto pedir al enemigo que cambie mientras callamos sobre nuestras propias responsabilidades, las más graves de hecho. Martin Luther King no cayó en ello:

“Vengo a esta plataforma esta noche para hacer una súplica apasionada a mi amada nación. Este discurso no está dirigido a Hanoi ni al Frente de Liberación Nacional. No va dirigido a China ni a Rusia. Tampoco es un intento de pasar por alto la ambigüedad de la situación total y la necesidad de una solución colectiva a la tragedia de Vietnam. Tampoco es un intento de convertir a Vietnam del Norte o al Frente de Liberación Nacional en parangones de virtud, […]. Esta noche, sin embargo, no deseo hablar con Hanoi y el Frente de Liberación Nacional, sino con mis compatriotas estadounidenses.

[…] Hasta ahora hemos matado a un millón de ellos, la mayoría niños. Deambulan por las ciudades y ven a miles de niños sin hogar, sin ropa, corriendo en manadas por las calles como animales. Ven a los niños degradados por nuestros soldados mientras piden comida. Ven a los niños vendiendo a sus hermanas a nuestros soldados, pidiendo por sus madres.

¿Qué piensan los campesinos cuando nos aliamos con los terratenientes y nos negamos a poner en práctica nuestras numerosas palabras sobre la reforma agraria? ¿Qué piensan cuando probamos con ellos nuestras últimas armas, igual que los alemanes probaron nuevas medicinas y nuevas torturas en los campos de concentración de Europa? ¿Dónde están las raíces del Vietnam independiente que pretendemos construir? ¿Está entre estos sin voz?

Hemos destruido sus dos instituciones más preciadas: la familia y la aldea. Hemos destruido sus tierras y sus cultivos. Hemos cooperado en el aplastamiento de la única fuerza política revolucionaria no comunista de la nación, la Iglesia Budista unificada. Hemos apoyado a los enemigos de los campesinos de Saigón. Hemos corrompido a sus mujeres y niños y matado a sus hombres.

[…] Quizá sólo su sentido del humor y de la ironía puedan salvarle [a Ho Chi Minh] cuando oiga a la nación más poderosa del mundo hablar de agresión [por parte de Ho Chi Minh] mientras lanza miles de bombas sobre una nación pobre y débil a más de ochocientas, o mejor dicho, ocho mil millas de sus costas. […].

De alguna manera esta locura debe cesar. Debemos detenernos ahora. Hablo como hijo de Dios y hermano de los pobres que sufren en Vietnam. Hablo por aquellos cuya tierra está siendo arrasada, cuyos hogares están siendo destruidos, cuya cultura está siendo subvertida. Hablo por los pobres de Estados Unidos que están pagando el doble precio de las esperanzas rotas en casa y de la muerte y la corrupción en Vietnam. Hablo como ciudadano del mundo, en nombre del mundo que contempla atónito el camino que hemos tomado. Hablo, como alguien que ama a Estados Unidos, a los líderes de nuestra propia nación: La gran iniciativa en esta guerra es nuestra; la iniciativa para detenerla debe ser nuestra.

[…] pero quiero pasar ahora a decir algo aún más inquietante.

La guerra de Vietnam no es más que un síntoma de una enfermedad mucho más profunda dentro del espíritu estadounidense, y si ignoramos esta aleccionadora realidad [aplausos], y si ignoramos esta aleccionadora realidad, nos encontraremos organizando comités de ‘clérigos y laicos preocupados’ para la próxima generación. Se preocuparán por Guatemala y Perú. Se preocuparán por Tailandia y Camboya. Se preocuparán por Mozambique y Sudáfrica.

[…] Hace cinco años [John F. Kennedy] dijo: ‘Los que hacen imposible la revolución pacífica harán inevitable la revolución violenta’ [aplausos].

[…] Una nación que sigue gastando año tras año más dinero en defensa militar que en programas de elevación social se acerca a la muerte espiritual [aplauso sostenido].

[…] Cuando hablo de amor no hablo de una respuesta sentimental y débil. No hablo de esa fuerza que no es más que palabrería emocional. Hablo de esa fuerza que todas las grandes religiones han visto como el supremo principio unificador de la vida. El amor es, de algún modo, la llave que abre la puerta que conduce a la realidad última. Esta creencia hindú-musulmana-cristiana-judía-budista sobre la realidad última está bellamente resumida en la primera epístola de San Juan […]

Ahora nos enfrentamos al hecho, amigos míos, de que el mañana es hoy. Nos enfrentamos a la feroz urgencia del ahora. En este enigma de la vida y de la historia, hay algo que se llama llegar demasiado tarde. […].

Todavía hoy podemos elegir: coexistencia no violenta o coaniquilación violenta. Debemos pasar de la indecisión a la acción. […] La elección es nuestra y, aunque preferiríamos otra cosa, debemos elegir en este momento crucial de la historia de la humanidad.”

Celebrar el Día de Martin Luther King cambiando el nombre Vietnam por el de Ucrania y haciendo nuestros deberes

La dureza de Edward Curtin está justificada por los hechos. Especialmente por las “Interminables guerras abiertas y secretas en todo el mundo”:

“Estados Unidos es ahora, y ha sido durante mucho tiempo, como dijo el reverendo Martin Luther King Jr., el mayor proveedor de violencia del mundo. Está dirigido por líderes poseídos por un espíritu demoníaco que conducen al mundo hacia una conflagración nuclear al iniciar y librar una guerra contra Rusia a través de Ucrania.  No le importan lo más mínimo todos los muertos y víctimas de sus políticas allí y en todo el mundo.

Por denunciar tan apasionadamente a los belicistas y luchar por la justicia racial y económica, MLK, Jr. fue asesinado por el mismo gobierno que más tarde le concedió una fiesta nacional para ocultar su culpabilidad.

A la mayoría de la gente en Estados Unidos no le importa que esto sea cierto, sino que desean vivir sus vidas de mundo pequeño, sin pensar en ello. Reina la indiferencia. Otro día festivo significa más compras en los mostradores de rebajas.

Cualquiera que se lo recuerde es considerado un pesado o algo peor.

[…] Aceptar esta realidad es un anatema para la mayoría de la gente, ya que significa que su propio gobierno es su enemigo y que ellos son sus objetivos.

[…] Que su propio gobierno matara a miles de personas inocentes está más allá de la imaginación de tantos estadounidenses.

[…] En el centro de todos los esfuerzos de la banda internacional de gángsters políticos y financieros responsables de tantos crímenes contra la humanidad está su nihilismo profundamente arraigado y su antagonismo con el espíritu religioso de amor y no violencia que informa a las grandes religiones del mundo. Demoníaco es la mejor palabra para describir sus maldades.

[…] Martin Luther King fue un transmisor de una energía espiritual y política radical no violenta tan plenamente poderosa que su mera existencia era una amenaza para un orden establecido basado en la violencia institucionalizada, el racismo y la explotación económica.  Era un hombre muy peligroso para el gobierno estadounidense y para todas las fuerzas institucionales y del Estado profundo armadas contra él. Así que lo mataron.

El mejor ‘servicio’ que podemos ofrecer en el Día de Martin Luther King es reconocer ese hecho y oponernos a las fuerzas malvadas y violentas que dirigen la pesadilla estadounidense.

Y hacer nuestros deberes [hacer el esfuerzo de informarse] conectando los puntos que corren a lo largo de los años [aprendiendo las lecciones de la historia].”

Demoníaco es la mejor palabra para describir tantas maldades

Esa utilización del término demoniaco es otra cuestión con la que he cerrado un ciclo personal. Consciente de que, al igual que Hernán Cortés, yo mismo quemaba mis barcos y asumía una soledad cada vez mayor y la práctica imposibilidad de retorno alguno, opté no solo por afirmar la importancia de la espiritualidad en la lucha no violenta por la paz, sino incluso por afirmar exactamente lo mismo que Edward Curtin y otros muchos: “Demoníaco es la mejor palabra para describir sus maldades”.

Lo que me resulta más curioso es que esa palabra perturbe también incluso a muchos de aquellos que creen en la inmortalidad. Quizá nunca se hayan preguntado: “¿De dónde vienen y a dónde irán a parar seres como Paul Kagame o como Adolf Hitler, que ni en su último aliento abandonó toda su soberbia y odio genocidas?” Los cristianos quizá tengamos que releer los relatos evangélicos de milagros, liberación de endemoniados o apariciones del Señor resucitado sin tantos prejuicios cientificistas ya caducos.

El 30 de abril de 1967, Martin Luther King pronunció un sermón contra la guerra de Vietnam en la Iglesia Bautista Ebenezer de Atlanta, Georgia, con el título "Por qué me opongo a la guerra de Vietnam". El día 4 del mismo mes había pronunciado el sermón "Más allá de Vietnam: Es la hora de romper el silencio" en la Iglesia Riverside de Nueva York.
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