Greenpeace ha prestado un gran servicio a una parte del mundo los representantes de la cual son tan corruptos o tan estúpidos para firmar los «acuerdos» Transpacífico y Transatlántico. Greenpeace ha obtenido y filtrado los documentos secretos del TTIP que Washington y las corporaciones globales están impulsando en Europa. Los documentos oficiales prueban que mi descripción de estos «acuerdos» cuando aparecieron por primera vez en las noticias es totalmente correcta.

Estas llamadas «asociaciones de libre comercio» no son acuerdos comerciales. La finalidad de los «acuerdos», que han sido redactados por las corporaciones globales, es hacer que las corporaciones sean inmunes a las leyes de los países soberanos en los que hacen negocios. El derecho soberano de cualquier país ya sea social, ambiental, de seguridad alimentaria o de protección laboral –cualquier ley o regulación– que afecte las ganancias de una empresa es señalado como una «restricción para el comercio». Los «acuerdos» dan a las corporaciones el permiso para presentar una demanda que anule la ley o reglamento y también indemnice a la corporación por los daños sufridos, pagándolo los contribuyentes del país que ha tratado de proteger su medio ambiente o la seguridad de sus alimentos y trabajadores.

El pleito no es visto por los tribunales del país o por cualquier otro tribunal. Es visto por un tribunal corporativo donde las empresas actúan como jueces, jurados y fiscales.

En otras palabras, los «acuerdos» dan a las corporaciones globales el poder de revocar los resultados democráticos. Supuestamente, Europa está basada en democracias. Las democracias aprueban las leyes que protegen el medio ambiente, la seguridad de los alimentos y el trabajo, pero estas leyes dictadas democráticamente reducen las ganancias. La protección legal para evitar ser una fábrica de explotación, con salarios de hambre, sin protección del medio ambiente, sin una legislación de seguridad para los alimentos o los trabajadores, puede ser revocada a voluntad por las corporaciones globales con el nombre de «asociaciones».

Sólo un traidor, una persona bien pagada, podría firmar un pacto de este tipo.

En mi opinión, el impuesto de sociedades también puede ser revocado ya que, obviamente, reduce los beneficios.

Los «acuerdos» Transatlántico y Transpacífico se han llevado a cabo en secreto. La razón es obvia. Si la gente hubiera sabido que estaban siendo vendidos habría habido una tormenta de protestas. Los cómplices corporativos y sus propagandistas en los medios financieros podrían negar mis revelaciones, porque no tenía documentos oficiales para divulgar.

Los acuerdos de «asociación» son tratados. En virtud de la Constitución de los Estados Unidos, los tratados son prerrogativa del Congreso, no la prerrogativa de un poder ejecutivo nombrado Representante de Comercio que no representa a las personas, sino a las corporaciones que buscan ventaja. Para evitar la Constitución de los Estados Unidos, los acuerdos se definen como no tratados. Ya se ve como establecen las bases para la corrupción.

La forma en que funciona es que el representante comercial de Estados Unidos «negocia» con los representantes comerciales designados de otros países. Cualquier resistencia a la oferta es superada con el soborno y la intimidación. Toda la negociación se lleva a cabo en secreto. Cuando los representantes comerciales firman el acuerdo, se presenta a los parlamentos de los países respectivos. A los legisladores se les dice que tienen que aprobar el pacto y no poner en peligro todo el trabajo duro que se ha prolongado durante tanto tiempo y que es del interés de todos, como lo atestiguan todos los representantes comerciales sobornados bajo coacción.

Estos «acuerdos comerciales» se originan en EUA porque las corporaciones globales de los Estados Unidos y los grandes bancos estadounidenses son los principales actores de la economía mundial, y los acuerdos que las corporaciones consiguen dan a las compañías americanas la hegemonía económica sobre los países que firman los acuerdos. Los «acuerdos» Transatlántico y Transpacífico son herramientas del imperialismo financiero estadounidense.

Hoy (3 de mayo de 2016) he debatido en Press TV con Sean O’Grady, el editor financiero del diario británico The Independent. Es extraordinario que O’Grady haya adoptado una línea totalmente opuesta a la de su diario. Le he sugerido que tal vez debería leer su propio diario.

Hoy, un artículo en The Independent informa que «los documentos filtrados muestran que las empresas estadounidenses se otorgarán poderes sin precedentes sobre cualquier nueva regulación de salud o seguridad pública que se apruebe en el futuro. Si cualquier gobierno europeo se atreve a aprobar leyes para elevar el nivel social o ambiental, el TTIP otorgará a los inversores estadounidenses el derecho a querellarse por la pérdida de beneficios dentro de su propio sistema judicial corporativo que no está disponible para las empresas nacionales, los gobiernos o cualquier otra persona. Para todos los que dijeron que éramos alarmistas y que la Unión Europea nunca permitiría que esto sucediera, ahora se ve que teníamos razón y ellos estaban equivocados».

Tal como yo lo entiendo, la situación es peor que la descrita por el artículo. El TTIP se aplica a las leyes que ya están aprobadas, como las leyes de Francia contra las semillas transgénicas y productos alimenticios.

El artículo del Independent sigue:

«La conmoción hoy por la fuga del texto de la Asociación del Comercio e Inversión Transatlántica (TTIP) marca el comienzo del fin para el odiado acuerdo comercial entre la Unión Europea y los Estados Unidos, y un momento clave en el debate del Brexit. Los negociadores no electos han mantenido hasta ahora las conversaciones en un nivel fanático de secretismo, con amenazas de persecución penal para cualquier divulgación de los contenidos del tratado.

Ahora, por primera vez, la población de Europa puede ver por sí misma lo que la Comisión Europea ha estado haciendo amparándose en la oscuridad, y no es agradable. Los documentos filtrados del TTIP, publicados por Greenpeace esta mañana, tienen 248 páginas y abarcan 13 de los 17 capítulos del acuerdo final que ha comenzado a tomar forma. Los textos incluyen temas muy controvertidos, como las normas de seguridad alimentaria de la UE, que ya se sabe que el TTIP pone en peligro, así como detalles de amenazas específicas, tales como el plan de Estados Unidos para poner fin a la prohibición de Europa sobre los alimentos modificados genéticamente.

Los textos filtrados también revelan como la Comisión Europea se prepara para abrir la economía europea a la competencia desleal de las gigantes corporaciones de Estados Unidos, a pesar de reconocer las desastrosas consecuencias que esto comportará para los productores europeos, que deben cumplir con estándares mucho más altos que los de Estados Unidos.

Según estadísticas oficiales, al menos un millón de puestos de trabajo se perderán como resultado directo del TTIP – y el doble de esta cantidad si se permite que se apruebe el acuerdo completo. Sin embargo, ahora podemos ver que los negociadores de la Unión Europea se están preparando para enviar fuera a sectores enteros de nuestras economías a través del TTIP, sin preocuparse por las consecuencias humanas.

La Comisión Europea ha recibido un bofetón a una prohibición de 30 años sobre el acceso público a los textos de la negociación del TTIP al inicio de las conversaciones en 2013, en pleno conocimiento de que no serían capaces de sobrevivir a la protesta si las personas tenían acceso al tratado comercial. En respuesta, los activistas recurrieron a una ‘estrategia draculiana’ en contra del acuerdo: exponer al vampiro a la luz solar y morirá. Hoy en día la puerta está completamente abierta y los primeros rayos de luz solar brillan sobre el TTIP. Los negociadores de la UE no volverán a ser capaces de arrastrarse en la oscuridad otra vez.

 Para aquellos que estábamos en pleno debate sobre el referéndum de la UE, el desprecio mostrado por los negociadores del TTIP a la población de Europa es el más potente recordatorio del déficit democrático en el seno de las instituciones europeas.»

Puede leer el artículo del Independent aquí: http://www.independent.co.uk/voices/ttip-leaks-shocking-what-are-they-eu-us-deal-a7010121.html

Las revelaciones son desconcertantes para los pueblos británico y europeo. Por ejemplo, el Independent informa que el TTIP podría provocar la privatización del Servicio Nacional de Salud, y el Parlamento del Reino Unido sería incapaz de detenerlo. http://www.independent.co.uk/news/business/news/ttip-could-cause-an-nhs-sell-off-and-parliament-would-be-powerless-to-stop-it-says-leading-union-a7006471.html

Véase también: http://www.independent.co.uk/voices/comment/what-is-ttip-and-six-reasons-why-the-answer-should-scare-you-9779688.html

En nuestro debate Sean O’Grady ha actuado como un títere, un propagandista de los intereses corporativos que hay detrás del TTIP. Dijo que se trata de un acuerdo de libre comercio que beneficiará a todos, al igual que el NAFTA y otros acuerdos han demostrado. Que lo digan a todos los trabajadores estadounidenses desplazados.

Dijo que es lamentable que el secretismo posiblemente haya hecho daño a las perspectivas del acuerdo y que habría sido mejor si las disposiciones del pacto se hubieran conocido tal como se negociaron. De esta manera, dijo, el acuerdo no se vería amenazado por el efecto de choque de los documentos filtrados.

O’Grady también ha afirmado que nadie ha aceptado hasta ahora el pacto a pesar del hecho de que los representantes están de acuerdo. Quizá lo que quiere decir es que los Parlamentos no han dado su aprobación.

El titular del artículo del Independent sugiere que la filtración podría impedir su aprobación: «Tras las filtraciones que muestran lo que representa, esto realmente podría ser el final de TTIP». Si es así, O’Grady considera que es una gran pérdida. Para las corporaciones globales, desde luego, no para los pueblos que explotaría.

Las revelaciones de Greenpeace deberían tumbar el acuerdo, pero no estoy seguro. El presidente francés Hollande dice, provisionalmente, que Francia no firmará el pacto tal y como está. En otras palabras, utilizan un lenguaje difuso para parecer que lo arreglan.

El jefe negociador de la UE, Ignacio García Bercero, un probable beneficiario de un gran soborno, se precipitó en la defensa del TTIP declarando que Greenpeace está «rotundamente equivocada.» La declaración de Bercero no tiene sentido. Greenpeace publicó los documentos oficiales. Nadie niega que los documentos filtrados son legítimos. Así, aparentemente, la posición de Bercero es que los documentos oficiales están equivocados. Suena como un tipo que trabaja duro por su dinero.

Bercero, llegó a decir, según la BBC, que «no es correcto decir que los Estados Unidos están presionando para bajar el nivel de protección de la Unión Europea». ¡Esta es una increíble mentira! Aquellos que están tratando de poner buena cara a la filtración admiten ellos mismos que esto es precisamente lo que Estados Unidos está intentando hacer. Afirman que los europeos aún no han cedido.

Es falso pretender ­– por parte de Bercero, O’Grady o alguien más – que en el TTIP no ha habido desde el principio la intención de establecer una hegemonía corporativa global sobre los gobiernos de los países democráticos. Ya lo dije cuando las corporaciones hicieron su primera jugada. No hay duda de que los «acuerdos» Transatlántico y Transpacífico están a punto de dar inmunidad al capitalismo global respecto a las leyes de los países soberanos.

La comisaria de Comercio de la UE Cecilia Malmström está, según la BBC, «dirigiendo las conversaciones del TTIP». Malmström, otra destinataria probable de un gran soborno, dice: «Simplemente no estoy en el negocio de rebajar las normas». http://www.bbc.com/news/world-europe-36185746

Su afirmación es engañosa. Ella no está en el negocio de la reducción de las normas. Ella está en el negocio de hacer posible que el capitalismo global pueda derribar todas las normas, grandes y pequeñas.

Desde mi encuentro hoy con Sean O’Grady, una persona la integridad de la cual ya no respeto, espero que el método corporativo de comprar-y-pagar-para la prensa financiera occidental y los gobiernos cierre filas y desacredite los documentos filtrados como una especie de «teoría de la conspiración» de Greenpeace. Incluso en mi presencia – he sido ex secretario adjunto del Tesoro de Estados Unidos y editor de The Wall Street Journal – O’Grady no ha tenido ningún inconveniente para tergiversar en mi cara el acuerdo presentándolo como una buena herramienta perjudicada sólo por el secretismo. Si no hubiera sido secreto, dijo O’Grady, habría estado bien.

Toda la palabrería sobre el libre comercio y la reducción de los aranceles es una simple tapadera para el único propósito del TTIP, que tiene por objetivo establecer el imperialismo económico de Estados Unidos sobre los pueblos cuyos gobiernos se han vendido por dinero.