Finalicé la primera parte de este artículo con unas duras calificaciones de los líderes del G-7 y de la OTAN por el insensato atrevimiento de amenazar a gigantes como Rusia y China: “Sin hablar de ética, su estupidez parece no tener límites”. Son tan arrogantes que profirieron sus estúpidas amenazas entre risas y burlas al presidente Putin por pasearse a caballo y sin camisa (comprensibles cosas del marketing). Al parecer, el inefable Boris Johnson propuso que todos se fotografiasen igualmente sin camisa, luciendo sus supuestos pectorales. Pero, una vez más, salieron malparados.
La respuesta del presidente Putin a tanta estupidez fue bien corrosiva: Sería un espectáculo repugnante, verles desnudos; para tener buen aspecto hay que dejar de abusar del alcohol y otros malos hábitos, hacer ejercicio físico y practicar deporte. Al parecer, desde sus fanáticas auto convicciones (tan perturbadoramente semejantes a las de los nazis) ni se les pasa por sus “inteligentes” mentes la posibilidad de que, atacando a unos verdaderos gigantes, estén cometiendo un error de enorme calado.
No creo que la portavoz de la diplomacia rusa, María Zajárova, exagere cuando afirma que Estados Unidos y sus aliados nos están llevando al borde mismo de un Apocalipsis nuclear. Pero quizá no se trate solo de estupidez sino también, o sobre todo, de la perversión extrema de aquellos que desde hace muchas décadas tienen una agenda (inconcebible para la gente en su sano juicio) tanto de despoblación como de dominación mundial. Una dominación que ya solo será posible sometiendo cuanto antes a Rusia para continuar enseguida con China.
Sin embargo, a pesar de todo, sigue habiendo motivos para la esperanza. Motivos que reservaré para el final de la tercera parte de este artículo. Aunque nada nos exime de realizar los esfuerzos que estén en nuestras manos. Sobre todo el esfuerzo de comprensión de la realidad, como lúcidamente expone Patrick Bood, junto a muchos otros. Como él afirma “Se ha vuelto absolutamente crucial comprender a qué nos enfrentamos globalmente, quién es el responsable del aumento del totalitarismo y cuál es su intención última”.
Los hombres de Davos, del Gran Reinicio y del Gobierno Mundial de la Élite de Seres Superiores
No hay que olvidar que, así como antes de la reunión en Madrid hubo una en Baviera, igualmente se realizó también otra que, de modo nada casual, precedió a la de Baviera: la de Davos. Es la cumbre anual organizada por aquellos que cada día tienen menos reparos en hablar públicamente de su proyecto de Gobierno Mundial o de su proyecto de despoblación (Deagle Corp llegó a fijar el porcentaje de población que debería existir: en torno al 20% de la actual).
Estas gentes son quienes, para llevar a cabo tan luciferino proyecto, no dudan nunca en cometer las más atroces barbaries. Incluso contra los “suyos”, como fueron los brutales asesinatos de los hermanos Kennedy y de Martin Luther King. Son aquellos mismos que saben que el derrumbe del sistema dólar ya está cerca. Un dólar que ellos crean desde la nada. Y de modo increíblemente descontrolado desde hace unos años. Un dólar cuya hegemonía seguramente está ya por acabar, como ha anunciado el presidente Putin. Si, al igual que muchos otros, William Engdahl tiene razón, el “tsunami financiero” global planificado acaba de comenzar… En un documentado artículo reciente se pueden leer argumentaciones como esta:
“Con la subida de tipos del 0,75 % de la Reserva Federal, la mayor en casi 30 años, y la promesa de más por venir, el banco central de EE. UU. ahora ha garantizado el colapso no solo de la burbuja de la deuda de EE. UU., sino también de gran parte de la deuda mundial posterior a 2008 de 303 billones de dólares. El aumento de las tasas de interés después de casi 15 años significa el colapso de los valores de los bonos. Los bonos, no las acciones, son el corazón del sistema financiero mundial.”
Pero, como tan lúcidamente afirman desde el Instituto Schiller, no podrá haber paz sin hacer una reorganización por bancarrota del moribundo sistema financiero transatlántico. Como también analiza Harley Schlanger:
“No es una recesión económica, sino un colapso sistémico lo que atravesamos. Este colapso que se ha estado construyendo durante los últimos 50 años, pero se aceleró desde 2008. El pánico está en marcha, con la inflación en niveles récord, los mercados bursátiles cayendo en picado y los banqueros centrales debatiendo a qué nivel los tipos de interés más altos desencadenarán una ola de impagos.
Y mientras los banqueros centrales se apiñan, planificando un nuevo asalto al desarrollo nacional soberano y la próxima ronda de rescate de los especuladores, los políticos occidentales culpan a Putin del daño que han causado sus políticas. Gran parte del sur global se está uniendo a Rusia y China en contra de las narrativas mentirosas producidas para defender el sistema en colapso”.
Estas gentes de Davos son las mismas que también saben que frente a tal derrumbe ya próximo y frente a la “absurda” tozudez de la Rusia de Vladimir Putin solo hay una salida: una escapada hacia adelante, un golpe sobre el tablero que tumbe todas las piezas, una Guerra Total, un Apocalipsis mayor que el de la Segunda Guerra Mundial. Para ello cuentan no solo con la ignorancia e indolencia de la mayoría de la sociedad frente a golpes sobre el tablero tan graves como lo están siendo la pandemia y su gestión. Ni tampoco cuentan solo con el fanatismo anti ruso (inducido) de esa misma masa social. Cuentan también con la colaboración de multitud de altos responsables sanitarios y con el fanatismo de parte de las cúpulas militares.
¿Una Guerra Total, un Apocalipsis mayor que el de la Segunda Guerra Mundial?
No son los adictos a lo fantástico los que utilizan este aterrador término de Apocalipsis, sino el Banco Central Europeo y el secretario de la OTAN Jens Stoltenberg. No creo que los sumisos líderes políticos occidentales tengan eso en mente. Sus horizontes mentales y espirituales son demasiado chatos y mezquinos. Pero sí los creo tan ciegos y ansiosos por estar “entre aquellos que cuentan” (con palabras del presidente Aznar), que son incapaces de medir las gravísimas consecuencias de su irresponsable sumisión. En Madrid no hicieron otra cosa que firmar lo que antes habían decidido Estados Unidos y el Reino Unido.
Pero aquellos “que cuentan”, aquellos que desde arriba de las bambalinas mueven todos estas marionetas, sí parecen estar totalmente autoconvencidos de sus fanáticos delirios de superioridad luciferina. Por lo cual, todo esto cada vez me recuerda más el delirio nazi. Más allá de las educadas y cuidadas formas de “nuestros” líderes en contraste con las exaltadas de los líderes nazis, las imágenes de estos días me recuerdan demasiado las del discurso del ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, en el Sportpalats de Berlín el 18 de febrero de 1943, el llamado Discurso de la Guerra Total.
Admitiendo el negativo y grave cariz que ya estaba tomando para Alemania la Segunda Guerra Mundial, Goebbels exhortó al pueblo alemán a una Guerra Total. Aunque hubo mucho de escenificación (como ahora en Madrid) o de selección cuidadosa de los asistentes, adoctrinados para reaccionar con fanático entusiasmo, la sociedad alemana se tragó una vez más tanta infernal propaganda (como ahora nosotros) y prosiguió avanzando hacia el abismo. Entre ensordecedores y excitados cánticos, la exaltación nubló y sustituyó a la razón.
Si sustituimos la palabra exaltación por emoción contenida, aquel fanatismo no se diferencia mucho de nuestro actual comportamiento “informado y razonable” comportamiento aunque igualmente fanático. Lubricando aquel absurdo fanatismo con tales ingredientes emocionales descontrolados, Goebbels consiguió hacer pasar su mensaje (sobran las comparaciones con la actualidad):
- Si la Wehrmacht no contrarrestase el peligro del frente oriental, el Reich alemán caería frente a los bolcheviques y el resto de Europa poco después (¿pero no eran ellos los agresores?).
- La Wehrmacht, el pueblo alemán y las potencias del Eje deben salvar a Europa de la amenaza comunista.
- El peligro está cerca y hay que actuar rápida y decisivamente.
- Las medidas de austeridad promulgadas, explicadas como medidas temporales, están justificadas.
- Los informes en la prensa aliada de que los civiles alemanes habían perdido la fe en la victoria eran fake news que debían ser silenciadas.
¿Ahora se está produciendo un nuevo pero semejante fin de ciclo, como el del derrumbe de las Potencias del Eje? Las últimas declaraciones del presidente Putin, un cristiano convencido, de una aplastante superioridad intelectual y moral sobre la mediocridad de los líderes occidentales, así lo dan a entender. Tanto su discurso en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo como su intervención en la cumbre de los BRICS son un brillante análisis de estos procesos históricos ancestrales aplicado a la crítica situación que la humanidad vive en la actualidad.
La histórica intervención del presidente Putin en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo
“El mundo unipolar liderado por Estados Unidos se acabó. Se ha terminado, pese a todos los intentos de mantenerlo y conservarlo por todos los medios. El cambio es un proceso natural de la historia. Y la Unión Europea ha perdido su soberanía, sus élites bailan a al son de la música de otros”. Son las palabras de un verdadero estadista. Una especie, la de los estadistas, en extinción en Occidente. O ya extinguida en unas cúpulas políticas actuales totalmente serviles.
«Al clamar victoria en la Guerra Fría y proclamarse enviado de Dios en la tierra -continuó el presidente Putin-, Estados Unidos no tiene ninguna obligación, sólo intereses y, por cierto, esos intereses son sagrados. Los líderes occidentales ignoran los irreversibles cambios revolucionarios y tectónicos. No se dan cuenta de que en las últimas décadas en el planeta se han formado, y cada vez se hacen oír más, nuevos y poderosos centros, cada uno de los cuales desarrolla sus sistemas políticos e instituciones públicas, e implementa sus propios modelos de crecimiento económico. Esos países tienen derecho a defender y garantizar sus intereses nacionales.
Creen que la hegemonía de Occidente en la política y economía mundial es una constante eterna. No hay nada que sea eterno. Nuestros colegas no sólo niegan la realidad, sino que intentan obstaculizar la marcha de la historia, piensan como en el siglo pasado, son rehenes de sus propias mentiras.
Estados Unidos ha pasado de ser un país exportador a una economía importadora, que ha provocado una crisis económica global con su irresponsable política financiera. Según estimaciones de los expertos, la Unión Europea perderá más de 400.000 millones de dólares el próximo año por las sanciones que ha impuesto contra Rusia. Ese es el precio de las decisiones alejadas de la realidad y tomadas sin sentido común. La Unión Europea ha perdido su soberanía y sus élites bailan al son de la música de otros. Sus élites burocráticas hacen todo lo que les dicen desde arriba, causando daño a su propia población, su propia economía y sus propios negocios.
En una serie de países de la eurozona la inflación supera ya el 20%. La velocidad de la adopción de las sanciones y su alcance no tienen precedentes. Pero las sanciones locas e irreflexivas de Occidente para tratar de aplastar la economía rusa de un solo golpe fracasaron. Rusia está normalizando la situación económica paso a paso: primero estabilizando los mercados financieros, el sistema bancario y las cadenas comerciales, y luego inyectando a la economía liquidez y capital circulante para mantener la estabilidad de las empresas.
El empeoramiento de la economía global no está relacionado con la campaña militar rusa en Ucrania. Lo que está pasando no es fruto de los últimos meses, no es el resultado de la operación militar especial que Rusia está efectuando en el Donbás, aunque haya tenido algún impacto en la actual crisis. El aumento de los precios y los problemas en el sector de la energía son el resultado de políticas erróneas de Estados Unidos y la Unión Europea.
El aumento de los precios hoy, la inflación, los problemas con los alimentos y el combustible, la gasolina, los problemas del sector energético en su conjunto, son el resultado de errores sistémicos en la política económica de la actual administración estadounidense y la burocracia europea. Ahí es donde están las causas. Rusia no tomará el camino del autoaislamiento y la autarquía, aunque los amigos occidentales sueñen con eso. Rusia ha impulsado y seguirá impulsando la cooperación con todos aquellos que estén interesados, que estén dispuestos a trabajar con ella. Son muchos, es la gran mayoría de la gente en el mundo.
Otros países que cooperan aún con Rusia reciben presiones de Occidente. No es ninguna novedad que todos los que quieren seguir trabajando y están trabajando con Rusia están sujetos a la presión abierta de Estados Unidos y Europa. A veces se trata de amenazas directas. Pero tal chantaje no significa nada para los países dirigidos por líderes fuertes.»
Es la Federación Rusa en su conjunto la que ya no toleraba más las actuaciones criminales del régimen de Zelenski, empujado y utilizado por las élites anglo-occidentales
Unos días después, el presidente Putin volvía a protagonizar otra intervención histórica en la cumbre de los BRICS. Además de sus cinco miembros (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) participaron en ella los mandatarios de otros ocho países (Argelia, Argentina, Egipto, Indonesia, Irán, Kazajstán, Senegal y Uzbekistán) y los primeros ministros de otros cinco países (Camboya, Etiopía, Fiyi, Malasia y Tailandia). Argentina e Irán ya solicitaron de manera formal su ingreso en este grupo que concentra al 41% de la población mundial y representa el 24% del PIB mundial. Al conjunto que incluye a todos ellos se lo ha denominado BRICS Plus.
Los dos acontecimientos paralelos OTANistas (la reunión del G-7 y la cumbre de Madrid) palidecen frente a la importancia histórica de estos otros dos en los que el presidente de Rusia ha dejado en evidencia multitud de cosas fundamentales para el futuro de la humanidad. Unos son el pasado que se irá apagando, los otros son el futuro que está llegando. En su intervención dejó totalmente claro que la causa de la crisis global es la irresponsable política macroeconómica de los países del G-7.
No es raro que para nuestras perversas élites, él sea en este momento el verdadero hombre a batir. Aunque parece que ni las mismas “lumbreras” de la Corporación RAND han sido conscientes de algo más, algo muy importante, algo que por el contrario Mikel Itulain sí ha sabido ver: es la nación rusa en su integridad la que empuja. Parece que de nuevo se han creído su propia propaganda: Putin es un autócrata que tiene sometidos a los rusos; si el porcentaje de su aceptación dobla al de “nuestros” presidentes occidentales, es debido a su control férreo de la información; bla, bla, bla. Aún en el caso de que esto último fuese cierto, se “olvidan” de añadir : “control férreo de la información… como el que nosotros realizamos aquí”.
Más allá de los disidentes, tan idealizados y promocionados en Occidente, la gran nación rusa no hubiese perdonado ni a su presidente ni a quienes le rodean (Lavrov, Medveded y otros) que hubiesen permitido el exterminio de su gente en Donbass y otras zonas de Ucrania, permaneciendo pasivos frente al peligro ya inminente de que la tiranía de Zelenski, empujada por Washington y la Unión Europea, ocupase Donbass, Crimea e incluso zonas de la Federación Rusa, perpetrando un verdadero genocidio, como ya estaba previsto. El apartado que seguirá será la transcripción de algunas de las afirmaciones del presidente Putin en dicha cumbre de los BRICS.
Inicio del discurso de Vladímir Putin en el XXV Foro Económico Internacional de San Petersburgo. Ver discurso entero aquí.