Hace unos meses, el empresario Charles Devenish se puso en contacto conmigo para hablarme acerca de sus planes para desarrollar varias empresas mineras en toda la India. Habló de las enormes cantidades de recursos minerales sin explotar que hay en el subsuelo de la India. Lo que él pensó que yo podría encontrar atractivo eran sus planes de cómo la minería a pequeña escala podría encajar con un modelo de agricultura orientada a la restauración de los suelos de la India, que han sido seriamente degradados por décadas de intoxicación química («revolución verde») y un retroceso en el aumento y el control corporativo perjudicial para la agricultura.
Devenish quiere establecer empresas cooperativas mineras en las zonas rurales que involucrarían a los agricultores locales, que entonces tendrían algo que decir y una participación en estas minas locales. Los agricultores también se beneficiarían de las ganancias que complementarían sus ingresos agrícolas y también serían canalizadas hacia la inversión en investigación y conocimiento, cosa que les permitiría recuperar sus tierras y avanzar hacia la agricultura orgánica que estaría en armonía con la ecología local.
A primera vista, el plan suena razonable, especialmente teniendo en cuenta la ofensiva actual para hacer agricultura económicamente no viable, desplazar a los campesinos de sus tierras y después implementar un sistema intensivo de petroquímica para la agricultura basada en el modelo industrializado de agricultura que Occidente tiene adoptado. Este modelo ha dado lugar a alimentos sin nutrientes, suelos degradados, agua contaminada, problemas de salud graves y otros problemas. Aunque hay llamadas para ayudar a los agricultores, proporcionándoles, por ejemplo, unos ingresos adecuados y detener las adquisiciones injustas de tierra, la espera de los programas políticos del gobierno central para hacer frente a la difícil situación de los agricultores podría ser, de hecho, una larga espera, sobre todo porque gran parte del oficialismo está facilitando la toma de control corporativo de la agricultura.
Pero lo que más llamó mi atención fue el compromiso de Charles Devenish en un modelo gandhiano de desarrollo rural. El modelo de la minería que propone parece muy lejos de esas historias que escuchamos acerca de personas que se ven expulsadas de sus tierras por grandes empresas que destruyen el paisaje y el medio ambiente a través de operaciones corruptas con funcionarios. El objetivo es mantener a los agricultores en sus tierras y proporcionarles fuentes adicionales de ingresos, no solo de la minería.
“El modelo gandhiano de desarrollo” propuesto por Devenish no parece tener nada que ver con los modelos “filantrocapitalistas” de Gates-Zuckerberg de los cuales oímos hablar en la actualidad. Lo que Gates está tratando de hacer con la agricultura en África está muy ligado a un modelo corporativo conforme a lo previsto por Monsanto. Y lo que Zuckerberg parece querer es lanzar una versión «libre» y básica de internet que está más ligada a los intereses corporativos.
Pero cuando se habla de Gandhi en ciertos círculos, la respuesta es cínica: muchos dicen que sus ideas son obsoletas e irrelevantes en el mundo actual. Tal respuesta no podía estar más lejos de la verdad. Gandhi podía ver el futuro impacto de la industrialización a gran escala en términos de devastación del medio ambiente, destrucción de la ecología y saqueo no sostenible de los recursos naturales.
Gandhi se adelantó a su tiempo. A pesar de que podría no haber utilizado los términos de hoy, las ideas relativas a ambientalismo, agroecología, vida sostenible, comercio justo, autosuficiencia local, soberanía alimentaria, etc. estaban todos presentes en sus escritos. Estaba comprometido con infligir un daño mínimo al medio ambiente y estaba preocupado en que los seres humanos deben utilizar únicamente los recursos que necesitan y no acumular riqueza más allá de sus necesidades. Las personas tienen el derecho a alcanzar ciertas comodidades, pero una percepción del derecho como un lujo desenfrenado comportaría daños en el medio ambiente y afectaría a las especies con las que compartimos el planeta. Su propio estilo de vida era altamente sostenible, centrándose en la simplicidad, la austeridad y en lo que se necesita más que en lo que se quiere.
Para Gandhi, la capacidad de autosuficiencia (swadeshi) de las comunidades indígenas y locales fue clave para producir un modelo de desarrollo sostenible. Esto está en marcado contraste con lo que está ocurriendo. Por ejemplo, Chennai (Madras) acaba de experimentar las peores inundaciones en más de 100 años. Este articulo en el diario Hindustan Times describe cómo la expansión urbana descontrolada y la planificación en toda la India ha ignorado el manejo de cuencas y la planificación ambiental apropiada y ha colocado ciudades en riesgo de grandes inundaciones. En Delhi, las autoridades están construyendo en llanuras de inundación. En toda la India, las ciudades son «presa fácil para todo tipo de desastres naturales».
Otro ejemplo es la agricultura, por lo que la «revolución verde» dejó a un lado a la agricultura indígena y la reemplazó por agricultura intensiva de regadio y productos químicos que depende de insumos externos de las corporaciones y causa gastos externos masivos, incluyendo condenadas obras enormes, degradación del suelo, devastación ecològica, desplazamientos de población y un ambiente envenenado. También ha expuesto a los agricultores a los vaivenes del amañado comercio global y los mercados, la especulación de productos básicos y las geopolíticas de los alimentos. También se les anima con frecuencia a producir cultivos comerciales para la exportación en lugar de suministrar a la población local. El resultado para muchos de ellos ha sido la deuda, el suicidio y la crisis financiera. El agricultor y activista Bhaskatr Save describe lo que ha hecho la revolución verde en la India.
En lugar de empujar hacia la urbanización, Gandhi consideró que la economía de las aldeas debe ser fundamental para el desarrollo y la India no debería seguir a Occidente imitando un sistema urbano-industrial. Señaló que Gran Bretaña necesitó la mitad de los recursos del planeta para lograr su prosperidad y preguntó cuántos planetas requeriría un país como la India. Gandhi añadió que el imperialismo económico de un diminuto reino insular mantuvo al mundo encadenado, y si toda una nación de 300 millones (la población de la India en aquellos momento) llevase a cabo una explotación económica similar dejaría despojado al mundo como si hubiera pasado una plaga de langostas.
India tiene ahora más de 1.200 millones de habitantes y China 1.300 millones. Los EE.UU., con 300 millones ya han despojado gran parte del planeta. Los ciudadanos estadounidenses en su conjunto constituyen el 5% de la población mundial, pero consumen el 24% de la energía mundial. En promedio, un estadounidense consume tanta energía como dos japoneses, seis mexicanos, 13 chinos, 31 indios, 128 bangladesíes, 307 tanzanos o 370 etíopes.
Gandhi sostenía que el tipo de desarrollo industrializado adoptado por Gran Bretaña estaba basado en una mentalidad que alentaba los seres humanos a considerar al hombre como conquistador y dueño de la Tierra. Además de la expansión urbana descontrolada que pisotea el medio ambiente, esta arrogancia también se manifiesta en la geoingeniería, la ingeniería genética y la apropiación por corporaciones poderosas de todas las facetas de la vida, desde el agua y la tierra a los bosques, semillas y alimentos.
El punto de vista del desarrollo previsto por Gandhi era fundamentalmente diferente. Aunque había un papel para la industrialización que no requiriese muchos recursos o un alto consumo energético y que implicase, por ejemplo, construcción naval, siderurgia y maquinaria, esto debía existir junto a la artesanía del pueblo. Este tipo de industrialización no haría que los pueblos y las capacidades del pueblo estuvieran subordinadas a ello: nada se produciría por las ciudades que pudiera ser producido igualmente por los pueblos y la función de las ciudades sería la de servir como centros de intercambio de productos del pueblo. Sostuvo que con la nueva tecnología, incluso la energía se podría producir en los pueblos mediante el uso de la luz solar y los materiales locales. Y, por supuesto, la gente viviría dentro de los límites impuestos por el medio ambiente y el trabajo en armonía con la ecología natural en lugar de forzarlo a plegarse a la voluntad de las industrias especulativas.
En su libro ‘Mahatma Gandhi: An Apostle of Applied Human Ecology’, el fallecido científico ambiental TN Khoshoo escribe:
«… Gandhi llamó a la denominada sociedad moderna una maravilla de nueve días. La pobreza se ha agravado debido a la degradación acumulativa del medio ambiente a causa del agotamiento de los recursos, el aumento de las desigualdades, la migración del campo a zonas urbanas resultantes de la deforestación, la erosión del suelo, la pérdida de la fertilidad del suelo, la desertificación, el empobrecimiento biológico, la contaminación del aire, el agua y la tierra a causa de la falta de saneamiento, fertilizantes químicos, plaguicidas y su biomagnificación, y toda una serie de otros problemas».
Tengamos en cuenta que antes de los británicos, la India fue uno de los países más ricos del mundo y había controlado un tercio de la riqueza mundial hasta el siglo XVII. Era un exportador de especias, granos alimenticios, artesanías, productos de telar manual, acero wootz, almizcle, alcanfor, sándalo y piezas de marfil, entre otras cosas. El pueblo era el centro de una economía rural, que era el centro de la iniciativa empresarial. Los británicos desmantelaron gran parte de este sistema mediante la introducción de actividades de monocultivo y productos de molino, y después de la independencia la India no pudo reparar el tejido económico. Como resultado, sucesivos gobiernos han terminado preparando paquetes de ayuda de vez en cuando y la India rural, por tanto, es considerada muy a menudo como un caso perdido.
Los funcionarios ahora parecen estar preocupados con el fetiche del crecimiento del PIB y un modelo insostenible de «desarrollo». Parte de este proceso implica la destrucción del medio ambiente y el movimiento de cientos de millones de personas de la tierra a las megaciudades que ya están sobrecargadas. Privar a la gente de sus medios de vida en zonas rurales de la India (y deliberadamente agotando la agricultura) significa la migración masiva a las ciudades que no han podido producir el volumen de puestos de trabajo necesarios para absorber a los recién llegados.
Si un bosque se puede talar y la tierra y la madera vendidos, el PIB aumenta y por tanto constituye «crecimiento». La fauna se ha ido y el bosque, que había sido gestionado durante siglos por los habitantes locales que habían utilizado sus recursos de manera sostenible para sus necesidades, ha desaparecido. Y la gente que vivía en las tierras emigran a las ciudades para vivir en barrios marginales y buscar un trabajo que no existe. Esto es considerado como «desarrollo».
Es, según Vandana Shiva, un modelo de desarrollo sustentado por una cierta ideología:
«La gente es percibida como «pobre «si come alimentos que ha cultivado en lugar de los alimentos basura distribuidos comercialmente por la agroindustria global. Se les ve como pobres si viven en viviendas construidas por ellos mismos hechas con materiales ecológicamente bien adaptados, como el bambú y barro, en lugar de vivir en bloques de hormigón o casas de cemento. Se les ve como pobres si llevan prendas fabricadas a partir de fibras naturales hechas a mano en lugar de sintéticas.»
Y el resultado de esta mentalidad es que los «pobres», por tanto, deben ser ayudados a salir de su terrible «atraso» por Occidente y sus poderosas corporaciones.
Esta consideración de «atrasados» se deriva de una ideología etnocéntrica que, bajo la bandera de la «globalización» (es decir, el neoliberalismo y el imperialismo), se utiliza para legitimar la destrucción de comunidades y economías locales y autosuficientes.
Como reflejo de las opiniones de Gandhi, Sudhansu R Das sostiene que el nuevo tejido de la economía del pueblo de la India reside en la capacidad de la dirección para revertir el cambio en el comportamiento social que conduce a que los aldeanos prefieran elementos innecesarios de consumo a los bienes económicos reales. Das sostiene que la joven generación en los pueblos de hoy prefiere comida rápida a comida casera nutritiva. Del mismo modo, muchos artículos hechos a mano, artículos de uso diario biodegradables, han dado paso a plástico y productos sintéticos. La gente deja de usar vestidos tradicionales adecuados para el clima, calzado y una amplia gama de comestibles caseros sin ninguna razón convincente, solo por la influencia del «mercado» y la publicidad. Las personas se convencen de la necesidad de endeudarse y vivir más allá de sus medios. La loca moda por el símbolo de estatus ha endeudado a millones de personas. Das llama a revitalizar el espíritu empresarial en las aldeas.
Sin embargo, gobierno tras gobierno se agravan los problemas creando la impresión de que los habitantes del pueblo están muy por detrás, son ineficientes e improductivos y solo pueden sobrevivir con ayuda. Con la inversión adecuada y políticas adecuadas, la economía rural de la India podría volver a prosperar.
TN Khoshoo argumentó que la defensa de Gandhi de un ‘estilo de vida no intervencionista’ ofrece la respuesta a los problemas actuales. La frase ‘la salud del medio ambiente’ no es sólo una invención literaria, argumenta. Tiene sentido biológico real porque, como Gandhi argumentó, nuestro planeta es como un organismo vivo. Sin las formas innumerables y variadas de vida que habita en la tierra, sin respetar las especies con las que compartimos este lugar, nuestro mundo se quedará sin vida.
O bien, antes que eso suceda, los seres humanos se extinguirán y el planeta se nos sacudirá como un caso malo de pulgas. Pero, mientras tanto, ¿cuánto daño y sufrimiento le hemos causado por un sistema que se nutre de convertir a las personas en esclavos de sus deseos y permite que el imperialismo reine libre?
Gandhi era «un apóstol de la ecología humana aplicada», según TN Khoshoo. Ofreció una visión de un mundo sin el consumo sin sentido que ha agotado sus recursos finitos y destruido los hábitats y el medio ambiente. Dados los problemas a los que se enfrenta la humanidad, sus ideas deben servir como una inspiración para todos nosotros, tanto si vivimos en la India como en otros lugares.
Por desgracia, su mensaje parece que se ha perdido para muchos de los líderes de hoy, que han capitulado a un «capitalismo» fuera de control que está conduciendo al mundo hacia conflictos generados por los recursos, con el fantasma último de la guerra nuclear que pende sobre la cabeza de la humanidad.