Primera parte

Los pequeños no somos impotentes frente a la increíble impunidad de la que gozan “nuestras” elites

Este artículo es en realidad la continuación del anterior. De nuevo, por tanto, podría ser titulado “¿Qué revoluciones auténticas y perdurables serían aún posibles en Occidente?”. Pero he preferido este nuevo título porque me resulta profundamente perturbadora la impunidad casi absoluta de la que gozan aquellas perversas y satanistas elites anglo/occidentales que en este momento arrasan Palestina, así como el este de la RD del Congo, atacado desde 1996 a partir de la Ruanda ya arrasada previamente en 1994.

La inexpugnable impunidad de estas poderosas elites en pleno siglo XXI es una realidad tan increíble que nos lleva al límite de nuestras posiciones éticas, e incluso de nuestra comprensión del gran misterio que es la Vida. Nos provoca un verdadero schok. Al menos a quienes, aunque vivimos lejos de semejantes ferocidades sangrientas, conservamos aún alguna empatía hacia las víctimas de tal violencia y crueldad, así como alguna rebelión interna frente a unas injusticias y barbaries tan insoportables.

La sumisión del Occidente colectivo al liderazgo de la Angloesfera

Como líderes del Occidente colectivo, compuesto por países como los europeos, liderados a su vez por políticos indignos, no me refiero solo a las elites del Reino Unido, sino que en el término “anglo”, precediendo al de “occidentales”, incluyo necesariamente a Estados Unidos. Incluso se podría incluir a toda la Angloesfera: Canadá, Australia y Nueva Zelanda. De hecho Canadá ha jugado un importantísimo rol en la enorme tragedia del África Central.

Pero por esta vía podríamos ir incluyendo también a muchas otras naciones. Como la Ruanda actual, en la que, una vez arrasada la práctica totalidad de los estratos superiores de la gran masa social hutu, se arrasó también la lengua francesa. Podríamos incluir incluso a Irlanda y a toda la Mancomunidad Británica de Naciones (Togo, Gabón, Mozambique y Ruanda). Pero seguramente nos desviaríamos demasiado del objetivo de este artículo. Así que limitémonos por ahora a incluir, junto al Reino Unido, solo a Estados Unidos y Canadá en esa categoría de “anglo”.

Australia y Nueva Zelanda, que forman parte de una especie de OTAN del Pacífico liderada por Estados Unidos y el Reino Unido, el AUKUS (así como de otras alianzas y acuerdos de colaboración mutua, como la llamada Los Cinco Ojos), dejémoslas de momento en stand by hasta ver qué se atreven a hacer Estados Unidos y el Reino Unido en aquella región.

La mayor culpa no recae sobre los ejecutores

Ciertamente los ejecutores de tales limpiezas étnicas son Netanyahu y Kagame. Con sus respetivos séquitos, por supuesto. Por eso mismo, en el caso de Ruanda, el juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu emitió no uno sino cuarenta mandatos de arresto en la querella por nosotros mismos promovida. No me olvido del poderoso lobby judío mundial, que presiona e instiga, sobre todo a la Administración de Estados Unidos, sino que lo incluyo, como parte muy importante, en esa élite anglo/occidental a la que acuso como la responsable última de estos grandes crímenes.

En realidad nuestra querella debería haber sido contra dichas elites financieras de la Angloesfera, que arrasaron Ruanda en 1994 con el propósito de hacerse con los extraordinarios recursos naturales del Zaire. Las mismas que, unos años más tarde, utilizando de nuevo el gobierno de George W. Bush, junto al de Tony Blair y al engreído tonto útil de Aznar, arrasaron Irak.

Pero en la primera década del siglo XXI habría sido una querella imposible, pues aún no ha llegado la hora en la que serán destruidos los destructores de la tierra (Apocalipsis 11, 18). Creo, sin embargo, que sería un gran error el darles a estos sanguinarios seres monstruosos (deformes psíquica, moral y espiritualmente) como son Netanyahu o Kagame, un protagonismo y unas responsabilidades últimas en estas enormes carnicerías. Debería ser claro que los ejecutores no son necesariamente los culpables últimos.

Pero me pregunto a veces si en ciertas personas, algunas de ellas muy mediáticas y “exitosas”, no se enmascara un previo antijudaísmo visceral, tras un antisionismo obsesivo y fanatizado, que les lleva a realizar unos análisis geopolíticos tan extraños y distorsionados que acaban convirtiendo al monstruo Netanyahu y al sionismo en el responsable último de cuanta barbarie se da en el mundo desde hace siglos. Lo cual corre a favor de los verdaderos responsables últimos no solo de la espantosa tragedia de Gaza sino de muchas otras, como las de Yugoslavia, Irak, Burundi, Ruanda, Zaire/RD del Congo, Libia o Siria. Por citar tan solo algunas de las últimas.

Boutros Boutros-Ghali y un mundo tan tenebroso como el creado por Tolkien

Una querella contra aquellos que estaban detrás de Bill Clinton o Tony Blair no hubiese sido realista. Creo que tomamos la decisión posibilista que el mahatma Gandhi hubiese tomado:  (minutos 6-11). Incluso el demandar judicialmente a los poderosos gendarmes locales de los anglo/occidentales en el África Central era ya casi una utopía.

De hecho, hasta un secretario general de las Naciones unidas, Boutros Boutros-Ghali, perdió su cargo por atreverse a afirmar que el genocidio de Ruanda fue responsabilidad al 100% de Estados Unidos, con la colaboración del Reino Unido. Él mismo se refirió a esto, con una formulación un poco más diplomática que otras suyas anteriores, como recogí en el libro África, la madre ultrajada:

“En todo caso, los hechos que demuestran la existencia de todas estas manipulaciones [mediáticas] son incontestables y por sí mismos suficientemente elocuentes, por más que se haya conseguido evitar su difusión masiva en los grandes medios de comunicación. Baste citar el hecho de que el 22 de abril de 1994, es decir, en plena carnicería genocida, el Consejo de Seguridad de la ONU, a demanda del FPR, de Estados Unidos y de Bélgica, redujese la MINUAR a 270 hombres, de los cuales 120 eran civiles. Ya entonces quien era en aquel momento el secretario general de la ONU, Boutros Boutros Ghali, lamentó estos hechos. En 1999, en el libro Mes annés à la maison de verre, lo hacía lo más públicamente posible: ‘Los Estados Unidos, con el enérgico apoyo de Gran Bretaña, hicieron todo lo posible para impedir la puesta en marcha en Ruanda de una fuerza de las Naciones Unidas y lo lograron’.

Sin embargo, el FPR sigue año tras año pretendiendo avasallar a todos aquellos que no se someten a sus mentiras, y lo hace nada menos que con la acusación de que el mundo abandonó en la primavera de 1994 a los tutsis cuando eran sistemáticamente masacrados. Dos meses más tarde, tras las reiteradas peticiones de Boutros Boutros Gali sobre el envío de cinco mil cascos azules y las permanentes obstrucciones de Estados Unidos y sus aliados, se ponía en marcha, por la resolución 929 del Consejo de Seguridad, la operación Turquesa. Esta iniciativa francesa, al igual que la que pretendía reforzar la MINUAR o la que dos años después quería proteger a los refugiados en Zaire, fue y continúa siendo denostada por todos aquellos que no querían obstáculo alguno para un FPR liberador. El resto de la comunidad internacional, que ha actuado ante estos hechos con una cobardía fuera de lo habitual, dejó sola a Francia, abandonando así al pueblo de Ruanda.”

Darle a estos auténticos monstruos el rol central sería como centrarse erróneamente, al leer a Tolkien, en los pavorosos nazgul (los nueve jinetes negros), los más poderosos sirvientes de Sauron en la Segundad Edad de la Tierra Media  .O centrarse en los terroríficos jefes de los orcos: el Profanador Azog , el Gothmog de la Primera Edad o el Gothmog de la Tercera . Pues era Sauron, el creador del anillo único, el que tenía el poder de pervertir a muchos poderosos señores y convertirlos en tenebrosos nazgul, así como el poder de crear hordas de orcos asesinos.

¿Genocidio o limpieza étnica?

Antes de seguir desarrollando el argumento central de este artículo, creo que es necesaria una aclaración. ¿Por qué, al referirme al proyecto increíblemente descarado de arrasar Gaza, suelo optar por la categoría de “limpieza étnica” mucho más que por la de “genocidio”, a pesar de que seguramente allí se está dando un genocidio real, como incluso demuestran multitud de desvergonzadas declaraciones públicas de los dirigentes sionistas? (de hecho, ya escrito este texto, acaba de aparecer la noticia del dictamen de la ONU: genocidio). La gran carga, hollywoodiense sobre todo, con la que se ha recargado la categoría jurídica de “genocidio” no es aséptica o imparcial, como nada en la esfera del poder mundial.

Me indigna sobremanera cualquier tipo de minimización del terrible genocidio nazi  . Pero eso no me impide ver las intenciones de utilizarlo: absolutizándolo, convirtiéndolo en excepcional e incluso único en la historia. He aprendido mucho de la experiencia de ver cómo durante más de tres décadas se han utilizado estas categorías jurídicas tanto para minimizar las grandes masacres de hutus (no solo ruandeses sino también burundeses) y de congoleños, masacres que superan numéricamente a los siete millones de judíos masacrados por la Alemania nazi, como, por el contrario, para abultar el número de víctimas sufridas por la élite feudal tutsi.

Así que, entre otras muchas cuestiones referentes a la definición de genocidio, cuestiones en las que ahora no podría extenderme, es importante entender que se da algo paradójico cuando aceptamos movernos en estas categorías técnicas: se puede asesinar a 10 millones de hutus y de congoleños evitando la categoría “genocidio”, a la vez que es incuestionable el derecho a utilizar tal categoría para aplicarla a la masacre de unos 300.000 tutsis, tal y como calculan científicamente los profesores e investigadores estadounidenses Christian Davenport y Allan C. Stam en su documento What Really Happened in Rwanda? (¿Qué sucedió realmente en Ruanda?).

Manipulaciones técnico/jurídicas en torno al término “genocidio”

Por otra parte, el genocidio no exige planificación. Así que el Tribunal Penal Internacional para Ruanda concluyó que, aunque no hubo planificación previa, deben ser calificadas como genocidio las masacres realizadas en los 100 días de la primavera de 1994. Genocidio llamado por el régimen genocida de Paul Kagame el genocidio de los tutsis. Y ello a pesar de que, según el informe de Davenport y Stam, el número de hutus asesinados en aquellos mismos días por el FPR de Kagame por el hecho mismo de ser hutus (lo cual nos debería obligar a considerar tales masacres como genocidio) fue mayor que el de los tutsis. A pesar, además, de que no todos los tutsis exterminados fueron asesinados por los extremistas hutus, sino que también lo fueron por las gentes del FPR, que los consideraban traidores. Y a pesar, finalmente, de que fue enorme el genocidio de hutus antes y después de esos 100 días citados.

Por el contrario, el arrasar Gaza ha sido metódicamente planificado, incluso autoprovocando los ataques de Hamas el 7 de octubre de 2023 . Así que, desde hace muchas décadas, existe demasiada manipulación jurídico/técnica sobre el término “genocidio” y demasiada carga mediática, política y emocional, con el objetivo de absolutizar el genocidio nazi. Y después, desde hace tres décadas, demasiada manipulación para asimilar el genocidio de los tutsis (la élite feudal de Ruanda y Burundi elegida por los anglosajones parar realizar el saqueo del Zaire/RD del Congo) al genocidio por antonomasia, el ejecutado por los nazis.

Todo lo cual me lleva a utilizar preferentemente la categoría “limpieza étnica”, mucho menos manipulada. Más allá de categorías técnico/jurídicas manipuladas y manipuladoras, una enorme y planificada limpieza étnica es para mí mucho más grave que un genocidio no planificado y mucho menor cuantitativamente. La eliminación no planificada y tan solo parcial de un grupo étnico o religioso puede ser considerada genocidio. Pero no puede serlo el proyecto de arrasar y vaciar, sin reparar en los medios más criminales posibles, el superpoblado pequeño territorio de Gaza, en el que viven dos millones de seres humanos. No puede ser calificado así -según la doctrina oficial dominante en los grandes medios- por más que se trate de una barbarie incalificable. Es una perturbadora realidad esa barbarie con la, que de hecho, se va sistemáticamente ejecutando ese genocidio mientras el mundo, impasible, lo tolera.

La no-violencia insiste: existe Alguien más poderoso que “nuestras” elites

Sin embargo, ante a la obscena impunidad de la que gozan “nuestras” elites y ante tanta sensación de impotencia por nuestra parte frente a tal impunidad, los maestros del Movimiento de la no-violencia insisten en afirmar que existe Alguien más poderoso que “nuestras” elites. La figura de Jesús de Nazaret que nos trasmiten los cuatro Evangelios, los Hechos de los apóstoles, las epístolas canónicas y el Libro del Apocalipsis es no solo el gran referente, el Hijo unigénito de Dios, para el pastor bautista Martin Luther King, sinó también una figura de referencia i inspiración para el hindú mahatma Gandhi. Así que me centraré de momento en Él o empezaré por Él.

Estudiando y meditando el mensaje que, a través de dichos textos (extraordinariamente fiables), nos llega de Él (de un modo también extraordinariamente fiable), es evidente que no se nos habla en absoluto de impotencia, sino de un verdadero y definitivo triunfo sobre el mal. Pero no podemos decir que sean fáciles las condiciones exigidas para alcanzar tal triunfo. En realidad tales condiciones superan totalmente nuestras propias posibilidades:

“Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: ‘¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!’ Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la palabra, les dijo: ‘¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios!’ […] ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: ‘Y ¿quién se podrá salvar?’. Jesús, mirándolos fijamente, dice: ‘Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posible para Dios’.” (Marcos 10, 23-27).

Pero dejemos para la segunda y tercera parte de este artículo un análisis más detallado de tales exigencias. Un análisis que utilice categorías no necesariamente cristianas ni necesariamente religiosas, con las que hasta un agnóstico pueda sentirse cómodo. Podríamos clasificarlas en cuatro bloques, que, en conjunto, constituyen un paradigma de certezas, principios y valores superiores que en mi opinión serían capaces de acabar con la insoportable impunida de quienes en este momento están arrasando Gaza y el este de la RD del Congo. He titulado a estos cuatro bloques de la siguiente manera: firmes certezas superiores, lúcido discernimiento interior, decidida entrega absoluta e incansable esperanza cierta.

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