Falsedades que pueden llevar a toda la humanidad a lo inimaginable

Se trata de tan solo diez de la multitud de falacias y enredos que han convertido el conflicto palestino-israelí en una endemoniada maraña que está ocasionando un sufrimiento sin medida desde hace casi un siglo. Pero debo iniciar este artículo con unas aclaraciones previas. La mentira y el engaño para salirnos siempre con la nuestra, aunque sea perjudicando a nuestros congéneres, es de tal capacidad destructiva de las relaciones humanas, que es incomprensible la tolerancia que se tiene con ellos. Pero en todo lo referente a la guerra y a la propaganda, esa lacra del engaño es directamente mortal, hasta incluso genocida.

Décadas después de la invasión de Irak, con su correspondiente enorme carnicería, cualquier profesional serio y honesto del periodismo reconoce que esta no habría sido posible sin la adhesión a la Mentira y a la Muerte por parte de la práctica totalidad de los grandes medios occidentales. Por tanto, referirme a falsedades mortales es pura redundancia. Aunque es una redundancia necesaria, dada la inconsciencia de nuestras sociedades sobre esta y otras muchas cuestiones trascendentales para le especie humana.

Hace tan solo unos días Seymour Hersh se refería a la falta de moral para la batalla de los jóvenes soldados israelís. Es exactamente lo que escribí yo mismo hace ya quince años, una constatación que volví a recoger en mi artículo del pasado día 12. A diferencia de los desesperados jóvenes palestinos, los israelís no están motivados para dar su vida por algo que es cada vez más una gran mentira. Dicho ya esto, paso al top ten de las falsedades mortales que da título a este artículo.

  1. No existe un Estado de Israel, sino tan solo un “ente sionista”. El hecho de que la existencia del actual Estado de Israel solo haya sido posible gracias a la violencia (que ha incluido el terrorismo, la limpieza étnica y hasta el genocidio) contra el pueblo palestino, un pueblo que residía a comienzos del siglo XX en unos territorios que tres milenios antes ya habían sido conquistados también bélicamente por Israel, ¿desautoriza cualquier referencia a la realidad de la existencia del actual Estado de Israel? ¿Es posible negar a estas alturas la existencia del Estado de Israel y referirse siempre a él tan solo con esa expresión de ente sionista? Aunque esta primera no sea la más peligrosa de las falacias, hay que empezar por ella, ya que tiene que ver con el título mismo de este artículo, centrado en los términos palestino e israelí. En buena medida entiendo que, con estos juegos lingüísticos, estemos exigiendo a Israel una ética que casi nunca se ha dado en la realpolitik a todo lo largo de la historia. Pero sigamos un poco más con esta cuestión.
  2. Un auténtico antiimperialista solo debería utilizar ese término de ente sionista. ¿Por qué entonces hablamos de España y no del Al-Ándalus, ya que durante casi ocho siglos la península ibérica estuvo dominada por los musulmanes? ¿Acaso los reyes Isabel y Fernando consiguieron “la unidad patria”, y el nacimiento del Imperio español, tan solo sentados amablemente en una mesa junto a los musulmanes? ¿Por qué, entonces, no hablar, de igual modo, de la realidad anterior al asentamiento de israelíes-árabes-israelíes, la realidad de los pueblos cananeos, que habitaban aquellas tierras ya en el año 3.000 antes de Cristo y habían llegado a establecer ciudades-estado como la de Jericó o Megido, pero que fueron finalmente sometidos por Israel? ¿Por qué no hablar de Canaán en vez de hablar de Palestina? Si tan antiimperialistas somos, ¿por qué dogmatizar con la afirmación de que el único término lícito es el de Palestina, cuando fue precisamente el Imperio Romano el que lo impuso como represalia contra los hebreos tras sofocar su justa y heroica rebeliónantiimperialista de los años 132-135? En el siglo XIII o en el XII a. C. aparecieron tanto los filisteos, ligados a los llamados pueblos del mar y que se instalaron en la costa mediterránea, como las tribus hebreas, seminómadas y ganaderas, que se instalaron en el interior. Pero, dado que estas últimas tenían el mismo origen que los cananeos y hablaban su mismo idioma, los investigadores las consideran más bien como procedentes de ellos mismos. En todo caso, llegaron a tomar finalmente el control de todo Canaán. Más de un milenio después, el Imperio Romano, pretendiendo eliminar el menor signo del pueblo hebreo, cambió hasta el nombre de Provincia de Judea por el de Provincia de Palestina. Finalmente, en el año 638 después de Cristo llegó la conquista por los árabes.
  3. La única solución es expulsar o aniquilar totalmente a los israelís. La verdadera causa de todo este galimatías está en que tras las palabras hay mucha ideología, poca verdad y mucha mentira. En definitiva, quienes solo se refieren a Israel, negando la realidad de Palestina, o quienes solo se refieren a Palestina, negando la realidad de Israel, se están posicionando claramente en contra de la solución de dos estados, están expresando su propia hostilidad hacia esa vía. Pero seguramente se trata de la única vía de pacificación posible, sea o no justa, en esa pequeñísima franja de territorio en la que todo tiene tan graves consecuencias para toda la humanidad. Más allá de que fuesen justas o no la expulsión o aniquilación total de los israelís, lo cierto es que, quienes opinan que sí lo son y que hay que lograrlas, no parecen ser conscientes de que eso significaría casi con toda seguridad el fin del mundo tal y como hoy existe. De hecho, empecinarse en rechazar, en tertulias y debates teóricos, la solución de dos estados (respaldada abrumadoramente desde 1970 por la Asamblea General de la ONU, pero vetada por Estados Unidos), es ir incluso más allá de la voluntad de la misma OLP y hasta de Hamás, que la aceptó en 2017. Quienes se empecinan visceral y/o radicalmente en la vía bélica, ¿le han preguntado a Hamás si ha cambiado su posición sobre lo que aceptó en 2017? Lo cuestiono porque desde mi ignorancia, que no me permite tanto dogmatismo, me parece que los únicos que siguen boicoteando la solución de dos estados son Israel y Estados Unidos. Lo cual nos llevaría a la conclusión de que, paradójicamente, con tanto dogmatismo supuestamente antiimperialista, estamos en realidad haciendo el juego al Imperio. ¿Estamos intentando ver cuáles serían los caminos para una paz justa (aunque estos caminos fuesen bélicos) o simplemente estamos descargando rencor y odio antijudío (no hablo de antisemitismo, porque también los árabes son semitas)? Si ese fuese el caso, en realidad estaríamos ya tan infectados por esas letales pasiones como los supremacistas sionistas lo están por la arrogancia y el desprecio hacia “los otros”. En realidad ya nos habrían vencido, estaríamos tan derrotados como ellos. Habríamos caído, junto a ellos, en los Infiernos.
  4. La única solución es expulsar o aniquilar totalmente a los palestinos. Paralelamente a lo que ocurre desde la parte palestina más radical, demasiados israelitas no parecen querer ver que, si Israel sigue avanzando por la vía que ha emprendido, la consecuencia será exactamente la misma: el fin del mundo tal y como hoy existe.
  5. Hamás es una organización terrorista mientras que Israel es un estado democrático. ¿Cómo califican entonces los partidarios de esta fea falacia el atentado perpetrado por el Irgún en julio de 1946 en el Hotel King David, en el que fallecieron más de 90 personas, o la multitud de actos parecidos que se han sucedido después durante casi 90 años? ¿Cómo pueden decir que Hamás es una cosa y la población de Gaza otra? ¿Acaso no fue votada mayoritariamente por esa población, al igual que el extremista Gobierno de Israel tiene el apoyo mayoritario de su sociedad?
  6. Todos los palestinos son responsables del terrorismo de Hamás. Son las increíbles declaraciones del presidente de Israel: “Toda su nación es responsable. Esta retórica sobre civiles que no eran conscientes ni estaban implicados es completamente falsa. Podrían haberse rebelado, podrían haber luchado contra ese régimen malvado que se apoderó de Gaza en un golpe de estado”. ¿Todos los 2,3 millones de palestinos de Gaza son “bestias” terroristas? ¿También lo eran los muchos niños asesinados por las fuerzas israelís y los que serán asesinados en el futuro? Una historia casi tan triste como la criminalización colectiva en Ruanda de millones de hutus, que, siendo las principales víctimas, fueron convertidas colectivamente en genocidas y eliminados por millones.
  7. Todos los israelís son responsables de los crímenes del Gobierno de Israel. Me pregunto, si también son responsables los miembros de la familia de Isaac Rabin, asesinado por un conciudadano extremista, y tantos israelís que rechazan profundamente el modo como están actuando los últimos gobiernos de Israel. ¿Y qué decir de los españoles? ¿No somos cómplices con nuestro consentimiento de unos crímenes mayores aún que los cometidos por el Gobierno de Israel, los crímenes de la OTAN? ¿Deberíamos acabar con todos nuestros conciudadanos, del mismo modo que hay que acabar de una vez con todo Israel?
  8. Es una gran injusticia que los árabes y musulmanes, que poseen extensísimos territorios en todo el planeta no permitan a los israelís vivir en un territorio tan diminuto. Pero, cabría preguntarse, ¿con lo inmenso que es el planeta, por qué el sionismo se empecinó en establecer un estado en Palestina precisamente? Y, sobre todo, ¿por qué se empecinó en hacerlo como lo hizo: con el mayor desprecio hacia sus legítimos habitantes en aquel momento?
  9. Los sucesivos gobiernos de Israel han ido endureciendo sus posiciones y actuaciones forzados por el fanatismo irracional de los palestinos. Entonces, si Israel ha actuado con tanta moderación y hasta generosidad, ¿por qué, por ejemplo, Israel y Estados Unidos han boicoteado sistemáticamente todas y cada una de las múltiples resoluciones de la ONU y han preferido ir fortaleciendo su posición ilegalmente e incluso criminalmente? 
  10. Israel es un puro instrumento del imperialismo estadounidense. Quienes esto afirman, ¿dónde colocan, en un paradigma tan chato y unilateral, las persecuciones sufridas por los judíos en Europa desde finales del siglo XIX y, sobre todo, las espantosas imágenes de montañas de cadáveres de judíos en la Alemania nazi? ¿Seguro que todas aquellas feroces persecuciones y carnicerías nada tienen que ver con las sucesivas oleadas de judíos que llegaron a Israel desde los citados finales del siglo XIX?

Doctrina Sansón: El aterrador plan de autodestrucción de Israel (Marcelo Ramírez – Humo y Espejos, 13.10.2023)