El futuro de la humanidad se decidirá en un campo de batalla en Ucrania. No es una exageración. El conflicto entre Estados Unidos y Rusia determinará si la integración económica mundial se expandirá dentro de un sistema multipolar en evolución o si el «orden basado en reglas» logrará aplastar a cualquier oponente a su modelo centrado en Occidente. Esto es lo que está ocurriendo hoy en Ucrania; de hecho, todos los documentos recientes elaborados por el gobierno en relación con la seguridad nacional identifican a Rusia y China como las mayores amenazas para la hegemonía estadounidense. Por ejemplo, eche un vistazo a este breve fragmento del Informe del Servicio de Investigación del Congreso de 2021 titulado Renovada competencia entre grandes potencias: Implicaciones para la Defensa – Cuestiones para el Congreso:

«El objetivo de Estados Unidos de impedir la aparición de hegemonías regionales en Eurasia… es una opción política que refleja dos juicios: (1) que dada la cantidad de personas, recursos y actividad económica en Eurasia, un hegemón regional en Eurasia representaría una concentración de poder lo suficientemente grande como para poder amenazar intereses vitales de Estados Unidos…

Desde la perspectiva estadounidense de la gran estrategia y la geopolítica, cabe señalar que la mayor parte de la población, los recursos y la actividad económica del mundo no se encuentran en el hemisferio occidental, sino en el otro hemisferio, especialmente en Eurasia. En respuesta a esta característica básica de la geografía mundial, los responsables políticos estadounidenses han optado durante las últimas décadas por perseguir, como elemento clave de la estrategia nacional de Estados Unidos, el objetivo de impedir la aparición de hegemonías regionales en Eurasia». («Renewed Great Power Competition: Implications for Defense-Issues for Congress», Congreso de EEUU)

Esto resume la política exterior estadounidense en pocas palabras: «impedir la aparición de un hegemón regional» a toda costa. Ahora echen un vistazo a este resumen de la Estrategia de Defensa Nacional de EE.UU. de 2022 por Andre Damon en el World Socialist Web Site:

«Estos documentos, que no fueron discutidos seriamente en los medios de comunicación de EE. UU., dejan en claro la falsedad fundamental de que la masiva acumulación militar de EE.UU. este año es una respuesta a la ‘agresión rusa’. En realidad, en el pensamiento de la Casa Blanca y los planificadores de guerra del Pentágono, los aumentos masivos en el gasto militar y los planes de guerra con China son creados por ‘cambios dramáticos en la geopolítica, la tecnología, la economía y nuestro medio ambiente’.

Estos documentos dejan claro que Estados Unidos ve el ascenso económico de China como una amenaza existencial, a la que hay que responder con la amenaza de la fuerza militar. Estados Unidos ve el sometimiento de Rusia como un peldaño crítico hacia el conflicto con China.» («El documento de estrategia nacional del Pentágono apunta a China«, Andre Damon, World Socialist Web Site)

Estos dos extractos no son en absoluto un resumen exhaustivo de los objetivos de la política exterior estadounidense, pero constituyen un esbozo bastante convincente. En resumen: La guerra en Ucrania no tiene que ver con Ucrania. Los objetivos estratégicos claramente articulados de Estados Unidos son los siguientes: Debilitar a Rusia, derrocar a su líder, hacerse con el control de sus vastos recursos naturales y pasar a contener a China. En pocas palabras, la escalada de agresión de Washington en Ucrania es una maniobra de salvación destinada a contener los centros emergentes de poder económico con el fin de preservar su menguante posición en el orden mundial.

Esta es la partida de ajedrez geopolítica que se está jugando tras la tapadera de «una guerra contra la agresión no provocada de Rusia». La gente no debe dejarse embaucar por ese absurdo engaño. Esta guerra se urdió como un intento desesperado de Estados Unidos por defender su vacilante hegemonía mundial. De eso se trata realmente Ucrania. Es un enfrentamiento entre los oligarcas belicistas occidentales que tienen un dominio absoluto sobre los medios de comunicación y el establishment político de Estados Unidos y las economías emergentes que están utilizando el sistema de mercado para vincular sus recursos y productos manufacturados a países de todo el mundo a través de infraestructuras de «alta velocidad» y desarrollo cooperativo.

Así pues, la pregunta que todo el mundo debe hacerse es la siguiente: ¿Quiere ver más integración económica, precios más bajos, más prosperidad compartida y menos guerra u otros 80 años de sanciones onerosas y arbitrarias, revoluciones de colores, operaciones de cambio de régimen, intervenciones genocidas y guerra con armas biológicas (Covid-19)? ¿Qué quiere usted?

Quizá sea usted uno de los millones de estadounidenses que creen que China es un enemigo de Estados Unidos. Quizás también desconozca el papel que Estados Unidos desempeñó en la creación de la China moderna. He aquí una pregunta para usted: ¿Las empresas estadounidenses y occidentales trasladaron sus operaciones en masa a China para escapar de los altos costes de producción en Estados Unidos?

Respuesta: Sí, lo hicieron.

Y, ¿traicionaron a los trabajadores estadounidenses porque no querían que un salario justo interfiriera con su excesivo afán de lucro?

Respuesta: sí.

Y, ¿deslocalizaron sus negocios, subcontrataron la fabricación de sus productos e hicieron todo lo posible para salir ganando mientras robaban a los trabajadores estadounidenses la oportunidad de ganar un salario decente para poder llevar comida a la mesa?

Respuesta: Claro que sí.

Entonces, ¿quién es realmente responsable del auge de China?

Respuesta: Las corporaciones occidentales son las responsables. Si los estadounidenses quieren culpar a alguien, ¡cúlpenles a ellos!

Pero ahora los dirigentes corporativos y otras élites están descontentos con China porque China no les permite tomar el control de sus mercados, sistema financiero y moneda como lo han hecho en Estados Unidos. Así que ahora estas mismas corporaciones despiadadas quieren que luchemos una guerra con el monstruo que ellos crearon?

¿Se dan cuenta? ¿Puedes ver que las incesantes provocaciones contra China no tienen nada que ver con la seguridad nacional o los intereses de EEUU? Nos están llevando de las narices a luchar y morir por los cuadros de los voraces oligarcas occidentales que se han fijado en China como próximo objetivo de su gran operación de saqueo.

Pero olvidemos el pasado por un minuto y centrémonos en el futuro, después de todo, eso es lo que realmente importa, ¿no?

Pues bien, ¿qué país tiene una «visión más positiva» del futuro: ¿China o Estados Unidos?

¿Ha oído hablar alguna vez de la Nueva Ruta de la Seda (BRI por las siglas en inglés de Belt and Road Initiative) de China, el enorme plan de infraestructuras de varios billones de dólares que es la pieza central de la política exterior china? Es el mayor programa de infraestructuras de la historia y ya han invertido en él más de 150 países. Se trata de un proyecto orientado al desarrollo y destinado a aumentar la conectividad mediante ferrocarriles de alta velocidad, rutas marítimas y puertos, rascacielos, vías férreas, carreteras, puentes, aeropuertos, presas, centrales eléctricas y túneles ferroviarios. Al aumentar la velocidad de los viajes, los productos y mercancías de China llegarán antes a los mercados generando mayor prosperidad para sí misma y para los demás países implicados. Y, téngase en cuenta, la BRI unirá países de todo el mundo en un sistema de alta velocidad que no exigirá a sus participantes seguir un modelo económico específico dictado por Pekín. En otras palabras, la Nueva Ruta de la Seda es economía de libre mercado sin política. Es una situación en la que todos salen ganando, una garantía de prosperidad mutua sin manipulación política, coerción ni explotación.

Los oligarcas venales que dirigen Estados Unidos ni siquiera pueden imaginar un proyecto de esta envergadura o potencial. De hecho, ni siquiera pueden reunir el dinero suficiente para mantener los trenes en marcha en Estados Unidos. Los beneficios que estos parásitos multimillonarios obtienen de sus actividades provienen invariablemente de la recompra de acciones, la evasión fiscal y otros engaños y estafas ponzi que no benefician a nadie y que simplemente transfieren más riqueza de la nación a sus abultadas cuentas bancarias. Por supuesto, estafar al país ya sería bastante malo, pero ahora vemos cómo esta misma clase de malhechores se ha decantado por la sanidad pública como medio de amplificar su poder político para poder imponer medidas represivas, de estado policial, que coartan enormemente la libertad de toda la población. En resumen, quieren el control social absoluto y no van a cejar hasta conseguirlo.

¿Dónde está la «visión positiva» en este comportamiento?

No la hay. Estados Unidos solía ser un país de ideas, ideales y visión. Ahora es un centro de detención dirigido por oligarcas en el que toda esperanza de futuro ha sido despiadadamente extinguida por un puñado de multimillonarios mercenarios.

Al menos, en el caso de China, podemos imaginar un mundo mejor, más próspero, interconectado y más accesible para todos. Pero, ¿y Estados Unidos? ¿Se supone que debemos creer que librar una guerra en Europa del Este va a mejorar nuestras vidas? ¿Se supone que debemos creer que la única manera de «mantenernos en la cima» es empujando a todos los demás hacia abajo? ¿Se espera que odiemos a China y a Rusia incluso cuando nuestro propio gobierno demoniza a 80 millones de nosotros por votar al candidato presidencial equivocado o por no apoyar a los terroristas que queman y saquean nuestras ciudades o por creer que el pueblo de Palestina Oriental merece más nuestro apoyo y ayuda que las tropas de asalto nazis de Kiev?

El hecho es que nuestros dirigentes no pueden imaginar dedicar recursos públicos a un gigantesco proyecto de infraestructuras interconectadas como la BRI, porque eso significaría menos lucro para ellos mismos. Así que han decidido destruirlo igual que destruyeron el Nord Stream. No hay más que leer las reseñas de prensa sobre este proyecto pionero. Los periodistas occidentales no encuentran una «buena palabra» que decir al respecto. Una vasta zona en el centro de Estados Unidos fue diabólicamente bombardeada con cloruro de vinilo, acrilato de butilo e isobutileno, pero los medios occidentales prefieren criticar el ambicioso proyecto BRI de China antes que pedir cuentas a sus patrones. Imagínense.

La misma regla se aplica a Rusia. El equipo de Biden y sus ricos aliados no quieren relaciones más estrechas entre Alemania y Rusia porque relaciones más estrechas significan más prosperidad para ambos países, y Washington no puede tener eso, razón por la cual volaron el oleoducto que era el salvavidas de Alemania hacia el combustible barato. Así es como Washington resolvió el problema. Empujó a Alemania y Rusia hacia abajo para que EE.UU. pudiera permanecer en la cima. ¿Quién no ve esto?

En cambio, la Nueva Ruta de la Seda ofrece una visión positiva del futuro, una idea que apoya la mayoría del mundo. Nos sitúa en el camino hacia un mundo interconectado en el que las personas puedan elevar su nivel de vida, realizar una contribución significativa a sus comunidades y disfrutar de su propia cultura y tradiciones sin temor a ser sancionadas, encarceladas o bombardeadas hasta la muerte. Este es un extracto del Global Times de China:

«La Nueva Ruta de la Seda (BRI, por sus siglas en inglés) propuesta por China ya se ha convertido en un bien público internacional bien recibido y en una importante plataforma para la cooperación internacional…

La BRI trasciende la mentalidad anticuada de los juegos geopolíticos y ha creado un nuevo modelo de cooperación internacional. No se trata de un grupo exclusivo que excluye a otros participantes, sino de una plataforma de cooperación abierta e inclusiva. No es un esfuerzo en solitario de China, sino una sinfonía interpretada por todos los países participantes….

Desde que se propuso la Nueva Ruta de la Seda en 2013, la iniciativa siempre ha estado orientada al desarrollo, y se han realizado esfuerzos constantes para garantizar que sea de alto nivel, sostenible y centrada en las personas…

En agosto, el comercio de bienes de China con los países que participan en la BRI había alcanzado alrededor de 12 billones de dólares y la inversión directa no financiera del país en esos países superaba los 140.000 millones de dólares… A finales de 2021, las empresas chinas habían invertido 43.000 millones de dólares en la construcción de zonas de cooperación económica y comercial en los países de la BRI, creando más de 340.000 empleos locales, según datos oficiales…

China está abierta a la participación de otros países y regiones en la BRI y está considerando conectarse con iniciativas de infraestructura propuestas por otras naciones para proporcionar más bienes públicos de buena calidad para el mundo… China espera aunar esfuerzos con todos los socios para avanzar en el desarrollo de alta calidad… subrayando que China aspira a luchar por la conexión global en vez de por la fragmentación, por la apertura mutua en vez de por el cierre de puertas, por la integración mutua en vez de por los juegos de suma cero. («La BRI permanece abierta, inclusiva para todos, trasciende la mentalidad anticuada de los juegos geopolíticos», Global Times)

¿Cuál es el proyecto liderado por Estados Unidos que rivaliza con la Nueva Ruta de la Seda?

No hay ninguno. Estados Unidos destina más de un billón de dólares al año a armamento letal y a la realización de guerras, y billones más para rescatar a los banqueros de Wall Street, y billones más para cerrar todas las empresas del país que se vieron obligadas a cumplir los dictados de las élites multimillonarias que querían inyectar a la población su lodo tóxico, pero cero para cualquier proyecto de infraestructura global que acerque pacíficamente a los pueblos del mundo a través del comercio y el ocio.

Nadie dice que China sea perfecta, al menos, yo no. Tampoco quiero vivir en China. No quiero. Soy estadounidense y pienso morir aquí.

Pero no estoy ciego. Es fácil ver que esta guerra con Rusia no tiene nada que ver con una «agresión no provocada». Eso no es más que una cortina de humo que se está utilizando para ocultar el verdadero objetivo, que es preservar la hegemonía mundial de Estados Unidos. Lo que tenemos que hacer ahora es analizar honestamente «lo que está ocurriendo», tratar de entender «por qué está ocurriendo» y, a continuación, averiguar cuál será el resultado si Estados Unidos se impone. En otras palabras, ¿queremos perpetuar un sistema controlado por oligarcas que aplaste a Rusia, contenga a China, prive a Europa de la energía que necesita, sabotee el plan de infraestructuras de la Nueva Ruta de la Seda y refuerce las mismas políticas fracasadas que nos llevaron a Afganistán, Libia, Siria e Irak?

¿Queremos eso? ¿Lo quiere USTED?

El pueblo estadounidense quiere que su Gobierno coopere con otras naciones para crear un mundo más próspero y pacífico. No quiere un nuevo orden mundial y desde luego no quiere una Tercera Guerra Mundial.

Fuente: The Unz Review