Hace ya tres años, en mi libro La hora de los grandes “filántropos”, me refería a los grandes cambios que la era Obama iba a traernos. Alertaba, en especial, sobre el hecho de que las grandes agresiones internacionales provocadas desde hace un par de décadas por el afán de supremacía mundial que mueve a Occidente se irían desplazando desde Oriente Medio hacia las fronteras con Rusia e incluso hacia Extremo Oriente. Se trata de un afán tan enloquecido, que nos está colocando al borde del abismo. Noam Chomsky decidió llamar la atención sobre ello y convertirlo en el título de uno de sus más importantes libros: Hegemonía o supervivencia. El dominio mundial de EE.UU. Hay que recordar de nuevo que Noam Chomsky está considerado por muchos, como por el nada “radical” New York Times, el más importante intelectual de la actualidad.
Esto es lo que se pueden leer en las primeras líneas de la tapa posterior de mi citado libro, es decir, en el lugar más destacado de él: “Con Barack Obama se ha activado el plan Brzezinski, llamado así por su autor: Zbigniew Brzezinski, el geoestratega creador de la Comisión Trilateral. Avanza hacia su desenlace el gran juego: el dominio de todo el continente euroasiático”. Quien ya en su momento fue el hombre fuerte en la sombra del presidente Jimmy Carter; quien presumió públicamente de haber desintegrado el Imperio soviético, creando los muyahidines (de los que nació Al-Qaeda) y dándole, en Afganistán, su propio Vietnam; quien declaró que las más de tres mil víctimas de las Torres Gemelas era un precio que valía la pena pagar a cambio del derrumbe de un Imperio como el soviético; quien, de nuevo desde la sombra, tuvo tanto que ver con la “creación” de Barack Obama y le asesora desde el comienzo… lo ha manifestado reiteradamente con toda claridad: el verdadero objetivo no es Irak o Irán, hay que apuntar a Rusia.
Respecto al atentado que ahora nos ocupa, hay una clave fundamental que, aunque los grandes medios corporativos occidentales la estén silenciando, no hay que dejar de lado: en estos mismos días, bajo el liderazgo de Vladímir Putin, ha nacido el gran banco de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el Banco de Desarrollo, que, con un capital declarado de 100.000 millones de dólares, hará que ya nada sea igual en aquel ámbito que es el más determinante en este momento para la marcha del mundo, el de la economía. Desde mi punto de vista, este tremendo atentado terrorista o es un intento de eliminar físicamente a Vladímir Putin (el avión presidencial ruso, muy parecido al que sufrió el atentado, casi coincidió con él en el mismo lugar y en la misma hora, cuando precisamente volvía de la cumbre de los BRICS en Brasil), o es un aviso de tipo mafioso a aquel que en este momento es el hombre a batir, o, en todo caso, busca la desestabilización del régimen ruso.
Desde la primera mitad del siglo XIX, todos aquellos presidentes estadounidenses que se opusieron a un Banco Central en manos de las grandes “familias” financieras, fueron “casualmente” asesinados o sufrieron intentos de asesinato: Andrew Jackson, Abraham Lincoln, James A. Garfield, Theodore Roosevelt, John F. Kennedy… Y ello sin contar ni a aquellos presidentes que «desaparecieron» de la escena de manera menos violenta ni a las muchas otras personalidades políticas que sufrieron toda clase de serios problemas por causa de su enfrentamiento a tales “familias”. “Familias” que, gracias a sus grandes monopolios y al control de los sucesivos bancos centrales, se fueron convirtiendo en el verdadero gobierno en la sombra.
En 1971, dominada ya absolutamente la política interior estadounidense por la Reserva Federal, y con el objetivo de permitir una expansión financiera sin límite ni control, el dólar fue desvinculado de las reservas de oro y plata estadounidense y vinculado al más estratégico de todos los recursos: el petróleo. Fue vinculado a tantos yacimientos de petróleo, en todas partes del mundo, de los que Estados Unidos parece ser el verdadero dueño, petróleo para cuya compra el dólar se convirtió en imprescindible. Desde entonces, convertido el dólar más que nunca en la moneda de referencia mundial de la que hay que disponer abundantes reservas, quienes han sido asesinados o han sufrido intentos de asesinato ya no han sido los presidentes estadounidenses opuestos a la creación y control del dólar por las grandes “familias” financieras sino los presidentes de aquellos países que han intentado zafarse de la obligación de vender su petróleo en dólares: Sadam Husein, Hugo Chávez, Muamar el Gadafi…
De hecho, a pesar de que la economía estadounidense solo representa el 20% de la economía global, el 85% de todas las transacciones mundiales de divisas se realizan en dólares. La creación e imposición del petrodólar ha sido, sin duda, una “brillante” estrategia que ha dado a Estados Unidos el predominio absoluto de la economía mundial. Los 6,5 billones de dólares que se mueven cada año en el mundo en torno al petróleo constituyen el 10% del PIB mundial y el 40% del PIB de Estados Unidos. Pero se trata de una “genialidad” que solo es posible para aquellos que están respaldados en el poderío militar y que no tienen el menor escrúpulo en imponerla y ejecutarla mediante crímenes masivos. Lo cierto es que en esta hora Estados Unidos se juega todo: si el dólar deja de ser la moneda mundial de reserva, porque el petróleo deja de venderse necesariamente en dólares o porque los BRICS acaban con su hegemonía monetaria, el Imperio de los grandes financieros “filántropos” tiene sus días contados.
Con el derribo del Boeing de Malaysia Airlines, Rusia no tenía nada a ganar y sí mucho a perder. Por el contrario, hoy día solo Occidente puede ser capaz de semejante provocación. Aunque la sociedad occidental no acaba de ser consciente de ello, actualmente solo Occidente tiene la ambición expansionista y el descaro para iniciar los crímenes contra la paz que últimamente viene llevando a cabo. Y solo él tiene también el cinismo y el control de los mayores medios de comunicación necesarios para, inmediatamente después de semejante atentado, imponer al mundo una versión oficial falseada de los hechos.
Y si tenemos en cuenta el conocido modus operandi estadounidense en eventos extraordinarios como este, que han precedido siempre a las grandes ofensivas imperialistas (eventos estudiados por los mejores expertos mundiales o por antiguos miembros de la CIA), las cosas se van haciendo cada vez más evidentes. Este atentado es la copia exacta de, por ejemplo, el atentado con dos misiles contra el Falcon presidencial ruandés, que el 6 de abril de 1994 acabó con la vida de los dos presidentes hutus de Ruanda y Burundi y desencadenó el llamado genocidio ruandés. Y las actuales declaraciones occidentales inmediatamente posteriores a este atentado son la copia exacta de la tremenda operación de intoxicación informativa masiva que, tan solo unas horas después, ya presentaba al mundo una versión y unos culpables (falsos) del atentado de Kigali en aquella trágica primavera de 1994.