No debería sorprendernos que Estados Unidos sólo haya respondido con palabrería al asesinato de un ciudadano no ucraniano; sin embargo, más gente debería haberse enterado de que Gonzalo Lira, periodista con doble nacionalidad chilena y estadounidense, ha muerto recientemente bajo custodia ucraniana. Pero no lo han hecho, y poco, o nada, se ha informado en los medios de comunicación occidentales.
Pero en Yahoo News, leyendo lo que los medios ucranianos, como Voice of Ukraine, tienen que decir, casi querrías decir «¡que les den!», ya que incluso el titular está lleno de subterfugios con respecto a la muerte bajo custodia, «El bloguero prorruso Gonzalo Lira supuestamente muere en un centro de detención ucraniano».
Pero eso es lo que las noticias de «Big Tech» quieren que leas, con todos los desagradables y desacreditadores detalles. Y para desacreditar aún más la noticia de su muerte, pasan a atacar a quienes informaron de ella. Kit Klarenberg, «que trabaja en el medio de propaganda Grayzone fue de los primeros en informar de la muerte de Lira».
Al desviar la culpa y atacar al mensajero, gran parte de los medios de comunicación se desacreditan a sí mismos, al emitir juicios, incluso antes de que se conozcan todos los hechos. Resulta interesante que el Departamento de Estado de Estados Unidos actúe ahora como si estuviera preocupado por su muerte, aunque al menos actúa mejor que en el caso de su detención y trato poco humano por parte del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), ya que lo que tenía que decir no era lo que el Departamento de Estado de Estados Unidos quería oír.
«Podemos confirmar la muerte de un ciudadano estadounidense en Ucrania. Ofrecemos nuestras más sinceras condolencias a la familia por su pérdida», dijo un representante del Departamento de Estado a un corresponsal de TASS en respuesta a una petición para comentar la información de que Lira murió en la cárcel.
Incluso Newsweek, en la manera en que informó de su muerte, dijo: «Gonzalo Lira, un chileno-estadounidense de 55 años que fue encarcelado en Ucrania tras difundir supuestamente propaganda rusa y violar las condiciones de su libertad bajo fianza, ha muerto en una cárcel ucraniana».
Pero otros son más reveladores sobre el trasfondo de su detención, como el experiodista de Fox News, Tucker Carlson, que ha afirmado que puede haber más implicados de lo que estamos leyendo, desde la perspectiva ucraniana, y si es más que una coincidencia que el comentarista de guerra chileno-estadounidense, que residía en Ucrania, fuera detenido poco después de publicar vídeos criticando al presidente de EE.UU. Joe Biden, a la vicepresidenta, Kamala Harris, y [por último pero no menos importante] al presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
Pero los blogueros proucranianos están haciendo horas extras para desacreditar al periodista, incluso citando a Newsweek, sin centrarse en las circunstancias de su muerte, sino más bien describiéndolo en vídeos de YouTube como un «entrenador de citas fracasado que odia a las mujeres, un artista del ligue cuyo propósito al vivir en Ucrania era entrenar a hombres occidentales para que captaran a mujeres empobrecidas de Europa del Este con fines sexuales. Y para añadir intriga y motivo, como se le daba tan mal, empezó a promover la propaganda rusa, ¡pensaba que podía ganar dinero haciéndolo!».
Los ucranianos y sus partidarios occidentales temen que Gonzalo Lira valga más muerto que vivo.
Morir por decir la verdad
Hasta ahora, antes de su nueva detención, estaba intentando huir de Ucrania y de su posterior reclusión y supuestas torturas, y sus propias predicciones de que probablemente moriría en prisión debido a su salud y a los malos tratos, que ha detallado en varios clips, incluido el haber sido torturado, se han cumplido.
No es de extrañar, como se ha tratado en el Show de Jimmy Dore, que el Departamento de Estado de EE.UU. se haya mostrado evasivo en cuanto a sus condiciones, de «un ciudadano estadounidense detenido y tal vez torturado».
«Me has confundido con el tal vez y si esto es cierto… Creo que me gustaría verificar esos informes antes de hacer comentarios sobre ellos», fue un ejemplo de un asesor de prensa evadiendo las preguntas de los periodistas durante una sesión informativa del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Independientemente de las acusaciones de tortura, que son muy probables en el Estado neonazi que es Ucrania, está claro que el periodista murió de complicaciones derivadas de neumonía, edema y otras complicaciones relacionadas, y de la falta de atención sanitaria eficaz u oportuna, que se reconoce como una forma de tortura en sí misma.
Su padre ha compartido en varios mensajes que «no puedo aceptar la forma en que mi hijo ha muerto. Fue torturado, extorsionado e incomunicado durante ocho meses y once días, y la embajada de EE.UU. no hizo nada para ayudar a mi hijo. El responsable de esta tragedia es el dictador Zelenski con la concurrencia de un senil presidente estadounidense, Joe Biden», escribió el padre de Gonzalo.
Su caso es noticia, no porque sea un caso aislado, sino sólo porque la gente empieza a darse cuenta de que está abierta la veda no sólo para los periodistas de países del Tercer Mundo, sino incluso para los de los «amigos y aliados» occidentales de Ucrania, si no están dispuestos a plegarse a la línea. Y no hay que olvidar que la mayoría de los casos de amenazas, abusos y desapariciones de periodistas nunca llegaron a los titulares, y por razones obvias, mientras que a otros se les deja pudrirse en la cárcel, como en Turquía o con Julian Assange.
Y no hay que olvidar los 80 a 100 periodistas que israelíes han matado desde el 7 de octubre, ignorados como si también fueran daños colaterales, sin tener en cuenta el hecho de que muchos de ellos fueron asesinatos de manera específica y deliberada. Hasta el 13 de enero de 2024, las investigaciones preliminares del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) mostraban que al menos 82 periodistas y trabajadores de los medios de comunicación se encontraban entre los más de 24.000 asesinados desde el 7 de octubre.
Comité para la Protección de los Periodistas con los ojos vendados
Resulta interesante que el CPJ no se haya pronunciado todavía sobre esta última muerte de un periodista, estadounidense además, y no debería sorprendernos. El CPJ ha permanecido estudiadamente callado sobre la muerte de periodistas rusos deliberadamente atacados por las fuerzas ucranianas en los combates en el Dombás desde 2014. No debería sorprender que el gobierno de Estados Unidos y sus grupos de vigilancia de periodistas a menudo hagan la vista gorda ante el destino de muchos periodistas.
Por ejemplo, este fue el caso de Jeffrey Silverman, jefe de la oficina de Veterans Today, y que anteriormente había trabajado para el Georgian Times y Azerbaijan Today como redactor jefe, que ha sido detenido en varias ocasiones, golpeado y amenazado de muerte por sus reportajes de investigación, hasta el punto de haber sido incluido en la lista negra del gobierno estadounidense y amenazado por las aduanas a su llegada y salida de los aeropuertos estadounidenses e incluso por agentes de Seguridad Nacional.
Silverman afirma que ya había solicitado ayuda a Reporteros sin Fronteras y al Comité para la Protección de los Periodistas hace algunos años. El CPJ no respondió a las preguntas de un reportero de investigación sobre la negativa de esa organización a ocuparse de la difícil situación de Silverman. En los círculos periodísticos se sabe que los organismos que se comprometen a proteger los derechos de la prensa suelen hacer la vista gorda ante las agresiones a periodistas estadounidenses que realizan reportajes contradictorios, especialmente cuando esos reportajes descubren las fechorías del gobierno de Estados Unidos.
Algunos acaban muertos, y a medida que aumente el número de cadáveres quizá también lo haga la comprensión pública de que la libertad de expresión no es todo lo que se dice que es.
Henry Kamens, columnista, experto en Asia Central y el Cáucaso, en exclusiva para la revista en línea «New Eastern Outlook«.
Fuente: New Eastern Oulook