Parece que para los creadores de opinión de nuestros países la gran justificación para seguir forzando la vacunación masiva y para seguir encubriendo las contradicciones de la versión oficial será, ya lo está siendo, el argumento de que los no vacunados son los culpables de las nuevas reinfecciones. Pero es la misma vacunación masiva la que no funcionará, la que ya no está funcionando. Frente al hecho cada vez más incuestionable de tal ineficacia, Pfizer no solo está presionando para vender una tercera dosis sino incluso para asegurarse de que, a partir de ahora, la inyección sea semestral. Sin embargo, dado que los hechos siempre han sido tozudos frente a las teorizaciones manipuladoras, la más poderosa de las grandes farmacéuticas empieza a tener las primeras dificultades serias en un mundo en el que no se puede corromper a todos y siempre.
El panel regulador de Estados Unidos, la FDA (Comité Asesor de Vacunas y Productos Biológicos Relacionados de la Administración de Alimentos y Medicamentos) acaba de votar abrumadoramente en contra de las pretensiones de Pfizer no solo por cuestionamientos relacionados con la eficacia de las vacunas sino refiriéndose además explícitamente a la falta de datos de seguridad. Lo cual ha dejado al gigante farmacéutico en una situación difícil. A principios de 2021, Estados Unidos, al igual que otros países, en especial Israel, parecía tener algunas de las campañas de vacunación más tempranas y exitosas, en gran medida gracias a la vacuna de Pfizer. Pero ahora todos ellos están sufriendo aumentos muy importantes de nuevas infecciones e incluso de fallecimientos en los ya vacunados.
Mientras tanto, por aquí seguimos teniendo unos “ilustres” tertulianos y expertos desactualizados y, lo que es peor, tan autoafirmados, más papistas que el Papa, que sientan cátedra en un dossier que sobrepasa sus capacidades. Este artículo surgió precisamente tras el impacto que me ocasionó una de esas numerosas tertulias que se dan en los medios de nuestro entorno. En ella, los tertulianos y expertos dictaron doctrina: no podemos permitir que unos miles de antivacunas destruyan todo lo conseguido hasta ahora con la vacunación; si no es legal obligarlos a vacunarse, hay que hacerles la vida imposible, como tan sabiamente está haciendo Draghi en Italia para evitar que se vuelvan a llenar las UCIs…
Sobre los botellones multitudinarios de la noche anterior, ni la menor referencia. La fuente de contagios son solo los no vacunados. Lo han sentenciado y así debe ser, porque ellos son los expertos y los tertulianos. Para estos ilustres sabelotodo, el impactante fenómeno de decenas de miles de jóvenes amontonados sin mascarillas unas horas antes en Madrid o Barcelona no parecía tener nada que ver con los contagios. ¡Qué importan semejantes botellones: estos jóvenes ya están vacunados, pueden hacer lo que les dé la gana! ¡Y qué importa si los vacunados contagian y se contagian: gracias a tanta falsaria propaganda, las farmacéuticas ya han hecho y seguirán haciendo su negocio!
En plena pandemia suben descaradamente en España los presupuestos militares (¿para defender a Estados Unidos de “los chinos” o del “malvado” Putin?), no se exige a las entidades bancarias la devolución del rescate, etc. Pero no hay dinero para dotarnos de una policía que detenga semejante locura de botellones de decenas de miles de jóvenes (al parecer no hay que ser tan autoritarios como los chinos), ni para Sanidad, ni para las medidas de rastreo y control de la pandemia.
Pedir a tertulianos y expertos tan “sobradamente capacitados” que tengan el suficiente discernimiento para separar el grano de la paja, para separar las investigaciones honestas y serias de la propaganda omnipresente, es seguramente pedirles demasiado. Pero hace falta ser muy mediocre y arrogante para criminalizar a no vacunados como el doctor Malone, creador de la técnica de vacunación ARNm, o al doctor Sucharit Bhakdi, con toda una vida dedicada a la investigación de las vacunas. Para criminalizarlos, al igual que a tantos otros no vacunados, como los responsables de la destrucción de todo lo que se ha logrado con la vacunación masiva. ¿Es que estos tertulianos y expertos no leen, o es que prefieren callar sobre lo que leen, o es que son contratados precisamente porque no se salen ni un milímetro de lo políticamente correcto?
Quizá sea excesivo pedirles que verifiquen la veracidad de las investigaciones, a las que se refieren los citados expertos, sobre el hecho de que la carga vírica en la sangre de los vacunados es superior a la que existe en la de los no vacunados. Y que, por tanto, los vacunados se bastan a sí mismos para contagiarse entre ellos sin necesidad de que los no vacunados “ayuden” a ello. Quizá sea excesivo pedirles que investiguen sobre la veracidad de aquello que nos recuerda el doctor Malone: la vacuna causa que este virus se vuelva más infeccioso de lo que sería en ausencia de vacunación, esta es la peor pesadilla de un vacunólogo, ya ha ocurrido con otros virus, y ha ocurrido prácticamente con cada uno de los programas de desarrollo de vacunas contra los coronavirus. Quizá sea excesivo pedirles que comprueben que son cada vez más los vacunados que acaban en las UCIs o falleciendo, y que su número ya va superando cada vez más ampliamente al número de los no vacunados internados en las UCIs y al de los fallecidos. Pero pontificar como lo hacen y apoyar que se obligue a todo el mundo a vacunarse no solo es impresentable sino inmoral.
¿Quiénes se creen ser estos peligrosos tertulianos y expertos, ignorantes y arrogantes, capaces de criminalizar tan alegremente a gentes mucho mejor informados que ellos mismos? ¿Es que al ponerles un micrófono delante se creen ser los más entendidos y los más importantes referentes sobre el tema que sea? Sí, peligrosos los llamo, porque ellos son la correa de trasmisión de doctrinas verdaderamente tóxicas. Ellos y no los no vacunados serán los verdaderos responsables de lo que seguramente empezará a pasar aquí, igual que está ya pasando en Israel y otros países. Ellos son los que verdaderamente nos están infectando.
O son tan torpes que no son capaces de liberarse de la propaganda en la que viven sumidos o están vendidos a los intereses que existen tras esa propaganda. El hecho es que son capaces de apoyar alegremente que se despida de su trabajo a miles de personas que prefieren no vacunarse por ahora, que se deje a sus familias en la indigencia, que se les impida viajar o ir a restaurantes… porque ellos han decidido que hay que forzar la vacunación masiva, panacea universal contra la pandemia. Pero ya les llegará su hora, porque los procesos son siempre parecidos: como decía Mahatma Gandhi, “Primero te ignoran, después se burlan de ti. Después te atacan. Luego ganas”. Aunque he visto con demasiada frecuencia que, una vez que quedan en evidencia sus graves responsabilidades en grandes tragedias, estas gentes jamás son capaces de reconocer dichas responsabilidades y pedir perdón por ellas.
Dr. Peter McCullough: Preocupación acerca de la vacunación