La clave más decisiva para entender tanto la emergencia y el derrumbe de los imperios como los trascendentales acontecimientos actuales

Desde las espiritualidades orientales, o al menos en sus formas que actualmente están de moda en occidente, podríamos pensar que la ignorancia es la causa de los males que hoy hieren tan profundamente a la humanidad. Desde otra mirada más occidental podríamos creer que son el egoísmo y la maldad personales junto a unos sistemas sociales y políticos profundamente corrompidos. Pero quizá sean los antiguos mitos, como el de Lucifer, los que nos lleven al corazón mismo del gran enigma actual: ¿Cómo Occidente ha podido llegar hasta la situación actual?

Es precisamente la pregunta que, en los días cercanos al derrumbe del nazismo, una alemana dirigía a su marido en el frente: “¿Como hemos podido llegar hasta aquí?” Tan solo unos meses antes, la sociedad alemana vivía como si el caos que Alemania había provocado en el mundo nada tuviese que ver con ella. De igual modo, cada vez veo más posible la catástrofe más impensable. Cada vez veo a las actuales élites anglo-occidentales más arrogantes, delirantes y, tras su apariencia de racionalidad, más capaces de llevar a nuestras perdidas sociedades, alienadas y conformistas, al cataclismo más espantoso.

Las imágenes de sus elitistas y “triunfales” encuentros recientes en Baviera o en Madrid me producen un profundo rechazo. Mientras las glamurosas imágenes de nuestros “carismáticos” líderes, trasmitidas las 24 horas del día en sus grandes medios de “información”, intoxican los hogares e infectan las mentes, ellos siguen adelante en su provocación y acoso a Rusia. Al mismo tiempo, están acelerando en sus extraviadas y ofensivas críticas a China y en sus peligrosos enfrentamientos con ella. Su ansia de dominación parece ser como la peor de las drogodependencias: los convierte en adictos a la vez que les hace perder la cabeza.

Mitos surgidos no de la fantasía sino de acontecimientos ancestrales

La inacabada obra póstuma de J. R. R. Tolkien, El Silmarillion, consta de cinco libros que tratan de los antiguos orígenes de todos los acontecimientos que posteriormente se narran en El Hobbit o en El Señor de los anillos. En el primero de los cinco, La Ainulindalë, Tolkien relata como el único Dios, Eru, crea a los Ainur. En el segundo, El Valaquenta, narra como uno de ellos, Melkor, poseído por la soberbia y el orgullo, llegará a desafiar al mismo Eru y a sus semejantes hasta convertirse en el primer Señor Oscuro.

Nos encontramos, pues, en el Origen de los orígenes, en la Clave de todas las claves. De hecho él la consideraba su obra más importante, centrada en el fondo filosófico y teológico de su visión. Un fondo que no es tan explícito en los relatos posteriores. Tolkien, oficial británico, inició el proceso final de creación de El Silmarillion durante su convalecencia tras retornar enfermo de Francia después de la Primera Guerra Mundial. Se trata una obra inspirada en muchas historias antiguas, medievales y modernas, como el Kalevala finés, el Antiguo Testamento, las sagas nórdicas, la mitología griega o celta.

El hecho de que todas estas mitologías, en las que Tolkien se inspiró, no surgieron de la pura fantasía sino de acontecimientos históricos ancestrales, es muy evidente cuando nos adentramos en la historia de los imperios, empezando por el primero de ellos: el Imperio Acadio. Con Naram-Sin este imperio llegó a su cenit. Abarcó toda Mesopotamia, extendiendo sus dominios sobre gran parte del mundo conocido, desde Elam al Mediterráneo, Siria, la región de Alepo y hasta el Sinaí. Tales fueron sus triunfos que se autoproclamó Dios. Pero aparecieron los gutis de las montañas y, como si fueran una plaga, destruyeron el imperio de Acad. Según la mitología, la diosa Inanna fue la que, indignada por el comportamiento de Naram-Sin, los hizo salir de las montañas. Pero el hecho cierto es que, como sucedió con todos los imperios posteriores, la propia prepotencia, corrupción y decadencia, hizo posible que fuese destruido.

Los líderes del G-7 me recuerdan cada vez más a los arrogantes nazis, que llegaron a creerse su propia superioridad y su propia propaganda hasta el mismo momento del derrumbe

¿Cómo fue posible que un gran país como Alemania siguiese los delirios de soberbia, odio y fanatismo de un ser tan arrogante, perverso y brutal como Adolf Hitler? Tras experiencias “democráticas” tan tenebrosas como la del nazismo, siempre me ha asombrado oír aquello, tan políticamente correcto, que frecuentemente se dice tras unas elecciones: “La sociedad nunca se equivoca”. Y si eso siempre fue falso, ahora, con la capacidad de los grandes medios para controlar las mentes, es mucho más falso aún.

Francamente, no creo que hayamos aprendido casi nada de la historia reciente de la humanidad. Como mínimo estoy seguro de que no hemos aprendido la principal lección que nos ofreció la Alemania nazi: la propaganda institucionalizada, la manipulación sistemática de la información y el control de las mentes pueden conducir al mundo hacia la más inimaginable y autodestructiva pesadilla. Es absolutamente falso que ya no seamos tan manipulables como lo era entonces la sociedad alemana. El profesor Mattias Desmet ha insistido con fuerza, ahora con un libro titulado La psicología del totalitarismo, en aquello sobre lo que ya alertó en su conocido artículo: el totalitarismo es mucho más que una dictadura, hay que entender que se trata prácticamente de una hipnosis colectiva.

Como se ha demostrado en la reciente reunión del Foro de Davos, el acabar con la libertad de expresión e información es uno de los más importantes pilares del Gran Reinicio Por tanto, creo que no hay diferencias sustanciales entre aquellas élites del nazismo y quienes ahora son capaces de asesinar masivamente a bebés con el criminal argumento de que no existen suficientes recursos en el planeta. No existen ciertamente suficientes recursos, pero no para que todos tengamos lo necesario sino, como tan lúcidamente observó el mahatma Gandhi, para saciar la avaricia insaciable de unos pocos.

No hay diferencias sustanciales entre aquellas élites del nazismo y quienes ahora están siendo capaces de poner al mundo al borde del abismo nuclear, como acaba de hacer el G-7 en Baviera y la OTAN en Madrid. De hecho, como muestra con datos contundentes el perturbador vídeo de Nicolás Martínez Lage, quienes ahora promueven el Gran Reinicio no son otros que los descendientes de aquellos que financiaron el nazismo, lo hicieron posible y lo sostuvieron.

Muy relevante y revelador es el hecho de que, como todo fanático, los nazis llegaron a creerse sus propios delirios de superioridad racial y su propia propaganda. Se los creyeron hasta el final. Algo demasiado parecido a lo que hoy sucede en Occidente. Patrick Henningse inicia con este primer párrafo su artículo sobre el significado de que, en contradicción con toda la propaganda occidental, Lugansk esté ya “totalmente liberada”:

A estas alturas, sería difícil no subrayar el épico fracaso del esfuerzo propagandístico occidental. Aunque es comprensible que una OTAN dominada por EE.UU. y el Reino Unido quiera lavar el cerebro a su propia población sobre cómo va “la guerra”, el verdadero problema surge cuando los políticos, ministros y expertos militares occidentales empiezan a creerse la fantasiosa propaganda. La historia enseña que esta es una receta segura para la derrota. Los pobres ucranianos, que están perdiendo alrededor de 300 soldados al día, están muriendo innecesariamente en aras del último proyecto de vanidad de la OTAN. ¿Cuántos jóvenes más tendrá que perder Ucrania para que los cerebros de la OTAN digan finalmente “basta”?

Su artículo concluye así:Eso por no hablar de la economía occidental, maltratada por las sanciones occidentales que supuestamente iban a paralizar a Rusia. Todavía estamos tratando de resolver eso. Nada de esto tiene ya sentido, a menos que estés en la industria de la defensa. Entonces, todo tiene mucho sentido.”

La “solución final” según Yuval Noah Harari

Uno de los momentos en los que se descubre con toda claridad que prácticamente no existen diferencias entre la arrogancia nazi y la de sus sucesores en la actualidad es cuando se leen algunos de los “extraordinarios” análisis (sus obras han sido traducidos a 40 idiomas) del gran gurú ideólogo del Foro de Davos y del Gran Reinicio, Yuval Noah Harari. No es raro que Thimoty Alexander Guzman utilice, en el título mismo del artículo en el que analiza la ideología de Harari, la expresión “solución final”, evocando el modo como los jerarcas nazis se referían al exterminio total del pueblo judío:

“El protegido de Klaus Schwab, Yuval Noah Harari, es un intelectual nacido en Israel, autor de un éxito de ventas popular titulado Sapiens: Una breve historia de la humanidad y también es profesor de historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Harari una vez hizo una pregunta inquietante: ‘¿qué hacer con toda esta gente inútil?’. Harari es un hombre inteligente, de eso no hay duda, pero su inteligencia lo ha llevado al nivel de la locura. Harari es un miembro influyente del Foro Económico Mundial (WEF) que apoya la idea de crear una sociedad distópica dirigida por un puñado de globalistas que gobernarán a todos los seres humanos en la tierra desde el día en que nacen. Según Harari, el planeta tierra está superpoblado.”

Al parecer, las gentes del Gran Reinicio se sienten con derecho a disponer de la vida y de la muerte de los seres “inferiores” y de los “prescindibles”. El mismo derecho que se atribuían a sí mismos los nazis. El transhumanismo ha dado un giro radical: las que verdaderamente sobran no son las élites insaciables sino “los inútiles inferiores”. Y, por supuesto, también las filosofías y espiritualidades milenarias, que son sustituidas por los tecnócratas de Silicon Valley. Esta fue una de las respuestas de Harari en la entrevista que se le realizó el pasado mes de mayo:

“Creo que la cuestión más importante quizá en economía y política de las próximas décadas será qué hacer con todos estos inútiles. El problema es más bien el aburrimiento y qué hacer con ellos y cómo van a encontrar algún sentido a la vida, cuando básicamente no tienen sentido, no valen nada. Mi mejor conjetura, en la actualidad, es una combinación de drogas y juegos de ordenador como solución para [la mayoría]. Ya está ocurriendo… Creo que una vez que eres superfluo, no tienes poder.”

¿Será también demasiado tarde cuando descubramos la gran mentira en la que nosotros mismos vivimos inmersos?

“Una verdad descubierta demasiado tarde” es el título que, refiriéndose a los acontecimientos actuales, Eamon Mckinney da a un magnífico artículo que se puede encontrar en www.l-hora.org en castellano. En él (acompañado de otro excepcional video del coronel Black) se explica que el mundo occidental está en un declive terminal, moral, económica y socialmente; que la mentira es la moneda habitual de la política; que Occidente ha vivido bajo un flujo tan incesante de mentiras que ya no puede discernir la realidad de la ficción; que se dirige a la gente hacia las pequeñas mentiras, para ocultar las grandes; que la mayoría prefiere la gran mentira de que, por ejemplo, “todo es culpa de China”; que aquello de que “tenemos que hacer algo al respecto”, se puede escuchar de personas informadas y con facultades críticas… Finalmente va concluyendo así:

“La vergüenza nacional británica Boris Johnson es un mentiroso patológico en serie. Fue despedido de dos prestigiosos puestos de periodista por serlo. Aunque algunos de sus engaños pueden haber sido inofensivos, su belicismo en relación con Rusia ha puesto de manifiesto la verdadera naturaleza que se esconde tras su artificiosa bufonería. Sin embargo, la mayoría en el Reino Unido prefiere creer la narrativa oficial, incluso cuando es presentada por un mentiroso congénito. Johnson cuenta con la complicidad de la British Broadcasting Corporation y del resto de los medios de comunicación dominantes. Incluso de los que pretenden oponerse a él. La BBC es un órgano del Estado, tanto como el MI5. Ha estado impulsando despiadadamente la propaganda antirrusa durante años. Su cobertura del actual conflicto ha sido una propaganda de guerra transparentemente criminal. Ninguna mención al hecho de que Ucrania no es en realidad una democracia utópica, ni ninguna mención al acuerdo de Minsk. Y, por supuesto, ninguna mención a los batallones NAZI Azov o a su asalto asesino durante 8 años a los ucranianos de habla rusa. La verdad es que Rusia ha estado durante mucho tiempo en el punto de mira de Estados Unidos y la OTAN, y por razones que tienen mucho más que ver con los intereses financieros occidentales que con cualquier preocupación por Ucrania. La gran verdad es que todas las guerras en las que participa Occidente tienen que ver inevitablemente con los intereses comerciales de los ricos y poderosos. Es una triste acusación a los medios de comunicación de hoy en día que son cómplices de crímenes contra la humanidad, de la Covid, de la propaganda de guerra, tienen las manos manchadas de sangre. Sin embargo, lo que se dice no importa, y lo que importa no se puede decir.

La mayor mentira de todas es la de ‘nuestra democracia’. Que últimamente parece estar siempre ‘amenazada’ según los políticos estadounidenses. Si en realidad alguna vez la tuvimos, hace tiempo que se ha convertido en algo grotesco. La ilusión de que podemos elegir a nuestros líderes en lugar de que los seleccionen por nosotros apacigua a la plebe, al tiempo que sirve a los intereses de los amos. La verdad es que es un sistema diseñado para impedir que las fuerzas que se oponen a él tengan voz. A los sistemas no les gustan los intrusos, ni nada que desafíe los intereses arraigados. Así que se crea una mentira para explicar otra y las grandes verdades permanecen ocultas, los hechos son amenazantes para los que gobiernan mediante el engaño.

La gran mentira actual, aparte de Ucrania, es la del capitalismo despierto y el Nuevo Acuerdo Verde. A todos se les exige que crean que los despiadados y desalmados capitalistas que han saqueado el mundo durante siglos han cambiado. Ahora, llenos de amor por la humanidad y preocupación por el medio ambiente, nos llevarán a un futuro mejor. Y será un mundo confuso el que dejaremos. La gran pregunta actual es ‘¿qué es una mujer?’, una pregunta que cualquier niño de cuatro años podría responder, pero en esta época de absurdos hay que dar una respuesta “cuidadosa” para no ofender. Las guerras extranjeras pueden emprenderse con escasa indignación, pero si se dice algo con lo que alguien no está de acuerdo, parece que, al menos la izquierda, sufre un trauma. La gran mentira es la distracción, el sofisma y la desinformación continua que impiden examinar las verdades reales. La verdad es que su viejo modelo económico y de control ha fracasado, el Nuevo Acuerdo Verde está diseñado para asegurar que los mismos Psicópatas que llevaron al mundo a su lamentable condición actual continúen gobernando sobre el próximo modelo. El Gran Reinicio es sólo el Gran Cambio de Imagen.

[…] En la televisión británica se pone en la picota a los políticos, incluso a la reina y a la familia real. Pero nunca se menciona la situación del Banco de Inglaterra privado, ni la City independiente de Londres. Por supuesto, cualquier cobertura negativa de los Rothschild es tabú. Del mismo modo, en Estados Unidos, los políticos son un tema de debate, pero las críticas al estatus de la Reserva Federal privada, o a los Rockefeller, nunca se escuchan. Si quieres saber quién gobierna sobre ti, mira a quién no se te permite criticar.”

La estupidez de los nuevos dioses del Olimpo “democrático” occidental no parece tener límites

Al igual que los nazis, “nuestros” líderes, reunidos en Baviera y luego en Madrid, parecen creerse su condición de triunfantes seres superiores. Sus actitudes, poses, gesticulaciones o declaraciones revelan la sensación de superioridad anglo-occidental, de la que ellos son la personificación misma. Superioridad sobre el resto de los seres inferiores (4/5 partes de la humanidad), que se resisten a someterse a la primacía de quienes dirigen “la comunidad internacional”.

Están siendo derrotados militarmente por Rusia en Ucrania. Pero, en la Baviera de tantas reuniones nazis y del Nido del águila, se dedicaron a despreciar al presidente Putin y a burlarse de él. Parece que nada han aprendido del gran y criminal error nazi: su pretensión de arrasar Rusia. Es muy posible que la reciente cumbre de la OTAN en Madrid sea histórica no por su supuesto relanzamiento, como presumen, sino por todo lo contrario: porque será el principio de su fin.

También están siendo derrotados económicamente por China en multitud de frentes. Incluso la guerra de sanciones económicas contra Rusia ha fracasado: A pesar de que los poderes financieros anglo-occidentales lanzaron todo su arsenal contra Rusia, el rublo y la economía rusa están cada día más fuertes; su balanza comercial tiene un superávit cada vez mayor; gran cantidad de países comercian con Rusia y están francamente molestos con tantas y tan arbitrarias imposiciones internacionales estadounidenses… Pero en la Baviera de tantas reuniones nazis y del Nido del águila se dedicaron a creerse los dioses del Olimpo y a despreciar a los simples mortales.

“Nuestros” medios no cesan de intentar convencernos de que lo único que Putin ha conseguido es que estemos cada día más unidos. Jamás se refieren a cómo “nuestra” estupidez criminal está provocando una creciente desafección mundial hacia Estados Unidos y un estrechamiento de lazos entre las naciones del bloque de los “malos”, de los “barbaros” de los “regímenes autocráticos” de la “periferia” de “la comunidad internacional”. También eluden enfrentar el hecho de que, por el contrario, la crisis que sufrimos nosotros es cada día más profunda. Pero los siete hollywoodienses supermanes del G-7 se permiten todo tipo de amenazas contra estos gigantes. Sin hablar de ética, su estupidez parece no tener límites.

Pintura: Lucifer (Franz von Stuck, 1890)