Situación del problema y constatación

Desde hace algunos años, el ejército ruandés de Paul Kagame está desplegado por toda África. En algunos países, Kagame envía a su ejército al amparo de las Naciones Unidas como «cascos azules». En otros, los envía en virtud de acuerdos bilaterales con esos países. Por último, en algunos otros, Paul Kagame despliega sus tropas bajo la cobertura de ambos aspectos: las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU y, al mismo tiempo, otras tropas de Kagame se despliegan allí siguiendo el acuerdo bilateral con el país en cuestión. Esto es confuso.

El mapa que muestra los países en los que Kagame despliega sus tropas en virtud de acuerdos bilaterales muestra el alcance de este intervencionismo, pero también ofrece algunas pistas sobre los motivos por los que los países son el objetivo.

Por ejemplo, en África Central y Occidental, Paul Kagame despliega su ejército en antiguas colonias francesas que tenían y todavía tienen, en algunos casos, bases del ejército francés en sus territorios. Como consecuencia de esta situación histórica con Francia, estos países suelen estar infraarmados porque habían confiado su defensa a Francia. Por ello, son objetivos favoritos de Paul Kagame, que pretende sustituir a Francia en la defensa de sus antiguas colonias.

En África Central, ya tenemos a la República Centroafricana, donde incluso la escolta del presidente está compuesta por soldados de Paul Kagame. En esta región, los países que están en el punto de mira de Kagame y en los que ya ha sentado las bases son: Congo-Brazzaville y Gabón.

En el África Occidental Francesa (todavía), AOF, y en el Sahel, Kagame no tiene más remedio que desplegar su ejército en estos países para sustituir a Francia, que cierra sus bases militares que datan de la independencia y a las que estos países habían confiado su seguridad y defensa. Benín está de fiesta porque Kagame acaba de decidir desplegar allí a sus soldados. Otros se mueren de ganas y están impacientes por estar bajo el escudo de los soldados de Kagame. Es el caso de Togo, Guinea Conakri y Níger.

En África Oriental, aparte de Uganda, que es su verdadera patria, y Somalia, cuyos habitantes considera «tutsis» como él, Kagame está bien establecido con su ejército en Sudán del Sur.

Por último, en África Austral, en los países de la SADC, Paul Kagame ya se ha hecho con la ocupación militar de algunos países, quedando los demás en su punto de mira para ser ocupados cuando llegue el momento. Es el caso de Mozambique, ya en el bolsillo, las islas Comores, Zambia y Malawi, sus próximos objetivos.

Para quienes se preguntan por la omnipresencia de Kagame en la escena militar africana, su propaganda ha desarrollado una respuesta automática que sus ingenuos seguidores, jefes de Estado ya sometidos a él, deben repetir y que él mismo responde invariablemente. Esta respuesta puede resumirse como sigue: «Paul Kagame es un panafricanista que no duda en ir a ayudar a los africanos en dificultades en lugar de esperar el apoyo militar de Europa o Estados Unidos».

Nada más lejos de la realidad, como demostraremos en las líneas que siguen.

Las verdaderas razones

  1. Paul Kagame es un agente del imperialismo occidental en general y anglosajón en particular

Ha quedado claro que Paul Kagame es un agente de las potencias imperialistas, especialmente de las anglosajonas, que han hecho de él un «chico de los recados» para ayudar a sus intereses en África. Estas potencias no tienen que insistir mucho. Les basta con recordarle que fueron ellas las que, desde el maquis de Uganda, le colocaron en el trono de Ruanda y le han mantenido allí contra viento y marea durante tres décadas. Su intervencionismo militar en todas partes, incluso donde no se le esperaba, se explica por ello.

Por ejemplo, desplegó a sus soldados en Mozambique no por solidaridad con el pueblo mozambiqueño ni por idealismo panafricano, sino para actuar como vigilante del vasto proyecto de gas en la costa de Mozambique, perteneciente al gigante Total Energy. Del mismo modo, fue enviado a la República Centroafricana, donde se infiltró en la cama del presidente del país, no por amor, sino para vigilar al grupo ruso «Wagner» en la explotación de las piedras preciosas del país e informar a sus amos occidentales.

Una señal que no engaña: cuando a Paul Kagame se le hace algún rasguño y algunos países o individuos calificados de «temerarios» denuncian tímidamente sus crímenes o sus amenazas a la paz en la región, los lobbies de sus amos se ponen manos a la obra para blandir el «genocidio de los tutsis», como si quisieran decir que su peón es intocable y, por tanto, debe gozar de impunidad.

Lo vemos ahora tras su enésima invasión de la República Democrática del Congo al amparo del M23. La diplomacia de la RDC denuncia, en los foros internacionales y en todas las cancillerías, esta invasión bárbara y asesina del ejército de Kagame en el territorio de un país soberano, la RDC. Su voz empieza a oírse de tal manera que incluso las potencias patrocinadoras de Kagame se avergüenzan y sugieren que podrían dejar marchar a su niño mimado, ya que sus meteduras de pata se están volviendo monumentales e inconcebibles.

Y ahora hay un revuelo en sus grupos de presión en Europa, especialmente en Francia. Estos lobbies, que actúan a través de organizaciones que defienden la causa del FPR en Francia, se dirigen al Parlamento Europeo reunido en Estrasburgo porque temen que algunos eurodiputados puedan convencer a la mayoría de sus miembros para que el Parlamento convoque a la Comisión Europea para imponer sanciones contra Kagame y sus allegados. Si esta resolución fuera aprobada, incluso con el apoyo del clan Michel que controla el Consejo de Europa, del gobierno belga, del grupo liberal en el Parlamento,…, Paul Kagame no podría escapar a las sanciones. Por ello, estos lobbies anuncian un coloquio sobre Ruanda que se celebrará en el propio Parlamento Europeo, en Estrasburgo, el 30 de mayo de 2023.

Como reza la invitación, el tema del coloquio será:

«Una mirada retrospectiva al papel de Francia y de la comunidad internacional durante el genocidio de los tutsis en Ruanda en 1994».
Bajo el alto patrocinio de Raphaël GLUCKSMANN,
Martes 30 de mayo de 2023 de 14h a 18h
Lugar: Parlamento Europeo
Sala: PHS7C050 Rue de Trèves

Cuando se observa la lista de oradores y se repasan sus perfiles, queda claro que se trata de una operación mediática de intimidación. Organizaciones como la CPCR, SURVIE, Ibuka-France,…, están acostumbradas a este tipo de operaciones. Sus objetivos actuales son los eurodiputados.

Ponentes (por orden):

*Déogratias MAZINA: miembro de Ibuka; se presenta como «superviviente del genocidio tutsi», cuando en 1994 se encontraba a ocho mil kilómetros de Ruanda.

*Raphaël GLUCKSMANN: eurodiputado francés, que se presenta como «especialista en genocidios». Candidato del partido ecologista en las últimas elecciones presidenciales. Testigo de fondo en varios juicios contra los hutus en Francia.

*Vincent DUCLERT: Historiador; presidió la Comisión nombrada por Emmanuel Macron y encargada de allanar el camino hacia las buenas relaciones entre Francia y el régimen de Kagame, aportando justificaciones para aceptar compromisos del poder de Macron con la dictadura de Paul Kagame.

*Vincent DEPAIGNE: abogado francés que trabajó en el Diálogo entre Religiones para la Comisión Europea. Escribió sobre la conclusión del informe Duclert: «¡En Ruanda, Francia es responsable pero no culpable!»

*Dafroza y Alain GAUTHIER: esta pareja se ha hecho rica y famosa desde que los tribunales de primera instancia franceses sólo juzgan a los hutus ruandeses exiliados en Francia.

*Guillaume ANCEL, un oficial de logística de la Fuerza Aérea francesa que, desde su jubilación, se ha convertido en fiscal para acusar a sus compañeros de armas de la Operación Turquesa de haber sido cómplices del genocidio que él cubrió desde Kisangani y Goma, el lugar más cercano a Ruanda que pisó en 1994. ¡Un logista que se quedó atrás y que habría visto cosas en primera línea que los oficiales operativos del frente no vieron!

*Maria MALAGARDIS: periodista franco-griega; en realidad más militante del FPR que periodista en Libération, un trabajo de tapadera.

*Eric David: belga, profesor emérito de derecho internacional en la ULB de Bruselas.

*Jean MUKIMBIRI: miembro de «Ibuka». Afirma ser un «superviviente del genocidio» aunque se encontraba a ocho mil kilómetros de Ruanda en 1994.

*Philippe LARDINOIS: abogado del Colegio de Bruselas.

*Michel MAHMOURIAN: abogado belga-armenio; abogado de «Ibuka Bélgica».

  1. Paul Kagame es un criminal corrupto que compra su impunidad

Paul Kagame debe silenciar a quienes le denuncian y, si es necesario, mediante la corrupción, porque los innumerables crímenes que ha cometido son conocidos y están bien documentados. Algunas ONG de derechos humanos tienen a veces la tentación de denunciarlos públicamente y, sobre todo, de exigir que rinda cuentas. Aunque sus gritos sean sistemáticamente sofocados, Paul Kagame y sus grupos de presión saben que la más mínima negligencia o desatención puede hacer que quienes exigen justicia sean escuchados, lo que sería catastrófico. Por ello, Paul Kagame tiene que comprar constantemente aliados y apoyos en instancias internacionales que le defiendan llegado el momento (ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, en la Unión Europea…). Algunos Estados africanos o parlamentarios occidentales están siendo cortejados por Kagame con millones de dólares o euros para este fin.

  1. Paul Kagame es un depredador y un corrupto a costa de la población conquistada y sometida

Seguramente su infancia miserable en Uganda le formó para convertirse en un depredador con un gusto desmesurado por el dinero una vez en el trono del país conquistado. Kagame se encuentra actualmente entre las diez personas más ricas de África. Es incluso más rico que la Ruanda que gobierna. Su obstinación por ganar siempre más dinero le empuja a vender elementos de su ejército como mercenarios, sobre todo porque no tiene que rendir cuentas de sus decisiones a ninguna autoridad estatal.

  1. Paul Kagame tiene que desestabilizar a algunos de sus vecinos por sus intereses y los de su camarilla, pero a menudo por encargo

No cabe duda de que Paul Kagame sigue siendo el desestabilizador más peligroso de los países de los Grandes Lagos. Sin embargo, es necesario hacer una pequeña distinción en sus actos de desestabilización. Algunos de ellos vienen dictados por su adicción al robo, el saqueo y la depredación, que le empujan a ir a saquear a los países vecinos; pero otros están especialmente ordenados por los poderes que le crearon y le dieron Ruanda como regalo de nacimiento.

Pero en algunos casos, las dos motivaciones pueden coexistir. Así ocurre cuando Kagame va a la República Democrática del Congo, que ha sido su trampolín desde 1996. Ciertamente, va allí para saquear los recursos minerales, pero también para defender o asegurar los intereses de las potencias a las que sirve.

Por otra parte, opera en Burundi siempre para poner en práctica los planes y las decisiones de esas potencias en términos de geopolítica a aplicar en la región. En este contexto hay que entender el intento de golpe de Estado de mayo de 2015 que, aunque fracasó, sus patrocinadores (las potencias imperialistas) y sus ejecutores (Kagame y sus colegas tutsis de Burundi) siguen haciendo pagar al régimen legítimo, con sanciones ilegales e injustas, el precio de haberse resistido.

  1. Paul Kagame es un dictador corrupto más preocupado por su supervivencia (física y/o política) y la de su camarilla que por el pueblo conquistado

Cuando un régimen se dota de un ejército sobredimensionado e hinchado, se ve sometido a dos imperativos vitales.

– En primer lugar, gestionar un ejército sobredimensionado en el día a día.

Se calcula que el ejército ruandés de Paul Kagame cuenta con unos 120.000 hombres. Basándose en las declaraciones del régimen de Paul Kagame, se calcula que el número de Divisiones, Brigadas autónomas, Unidades de Apoyo Administrativo y Logístico, Unidades de Apoyo al Fuego (Artillería de Campaña, Artillería Antiaérea), Unidades de Apoyo a las Obras (Ingenieros de Combate, Ingenieros de Construcción), Unidades de Fuerzas Especiales, etc., ronda los 120.000 hombres. Incluso aplicando criterios minimalistas, se puede alcanzar la cifra de casi 120.000.

Para entender el dilema al que se enfrentó Paul Kagame al levantar un ejército sobredimensionado, es necesario subrayar el hecho de que con una fuerza de unos 120.000 hombres, el ejército de Paul Kagame en Ruanda tiene la misma fuerza que todo el ejército de Francia: 120.000 hombres. Paul Kagame debe, pues, mantener un ejército como el de Francia, potencia nuclear y 25 veces mayor que Ruanda, sin contar su vasto imperio de ultramar (Caribe, Guayana, Océano Índico, Polinesia, etc.) donde también debe desplegar soldados para defender sus intereses.

Esquemáticamente, es como si todo el ejército francés estuviera desplegado únicamente en la región de Bretaña, que, con unos 27.000 km2, es ligeramente mayor que Ruanda con sus 26.338 km2. Y este aspecto, a primera vista inofensivo (mantener a los soldados ocupados día a día), se convierte en un quebradero de cabeza.

En efecto, aunque se elaboren rigurosos programas de instrucción diaria y periodos de entrenamiento, es prácticamente imposible someterlos y hacerlos cumplir en un ejército de 120.000 hombres agrupados en el pañuelo de bolsillo que es Ruanda. Incluso los campos de entrenamiento, y por especialidades, se solaparían y se pisarían unos a otros. Las consecuencias de la dificultad de Paul Kagame para mantener ocupado a diario a su ejército de 120.000 hombres son cada vez más evidentes, a pesar de la censura de este tipo de información. Así, incluso la prensa del régimen informa de casos de generales al mando de Divisiones que van a arengar a la población civil amenazándola con que aquellos de entre ellos que no pagaran a tiempo sus cotizaciones a la Mutualidad tendrían que vérselas con él. O un coronel especialista en blindaje puede ir a un instituto de enseñanza secundaria a ahuyentar a los alumnos acusados de «poseer la ideología del genocidio». En resumen, a falta de ocupaciones, el centenar de generales del ejército de Kagame se ven reducidos a sustituir a las autoridades políticas y administrativas en todo el país.

Si los casos denunciados sólo se refieren a los oficiales superiores, uno puede hacerse una idea de lo que es para los escalones inferiores (oficiales subalternos, suboficiales, tropa) que, para mantenerse ocupados, se arrogan prerrogativas ajenas a la función militar. Se dedican a los negocios y los más perezosos se dedican a extorsionar a la población.

Es comprensible entonces que si Paul Kagame puede enviar, por un tiempo, a algunos miles de sus soldados fuera del pañuelo de bolsillo que es Ruanda y en la que se empujan unos a otros, tendría algún respiro.

– Pagar, vestir y alimentar a un ejército sobredimensionado.

La otra razón, y no la menor, que empuja a Kagame a enviar a los elementos de su ejército a varios teatros de operaciones es asegurarse de que cada uno de estos soldados recibe su paga mensual de forma regular. Incluso con el saqueo en la RDC y la contribución al presupuesto de funcionamiento del país de más del 60% por parte de las potencias que le instalaron en el poder, Paul Kagame no siempre puede mantener y pagar él solo a un ejército de 120.000 hombres, algo que ni siquiera países con más recursos y más desarrollados pueden proporcionarle.

Al obligar a la ONU a pagar a sus soldados en las misiones llamadas de «mantenimiento de la paz», de las que retiene más de dos tercios de la paga de cada soldado, el dictador Paul Kagame, aconsejado por los lobbies que le crearon y gobiernan Ruanda a través de él, mata dos pájaros de un tiro. Pues estos lobbies le han hecho comprender que si sus soldados dejasen de percibir regularmente su paga, se producirían motines, saqueos, … que podrían acabar por destruir su régimen.

  1. El mito de la invencibilidad del ejército de Kagame

En el contrato de venta o alquiler de sus soldados, ya sea a la ONU o a Estados individuales, Paul Kagame insiste en una cláusula que la otra parte debe aceptar incondicionalmente. Exige que, bajo ninguna circunstancia, se informe de las bajas de su contingente a la prensa o a las tropas vecinas o a las que operan en el mismo teatro de operaciones. Debe informarse a él y sólo a él. A los que se extrañan de que las familias de los soldados muertos o heridos en combate no tengan que ser informadas, les tranquiliza diciéndoles que, en su Ruanda, ningún padre de un soldado debe conocer la suerte de su hijo enviado a una operación. Y si tiene la suerte de ser informado, deberá jurar que nunca dirá que su hijo murió en combate. Inventará una historia para explicar su muerte: un accidente de tráfico, la mordedura de una serpiente venenosa, ahogamiento… Todo ello porque el mundo tiene que cantar por todas partes: «que un soldado tutsi del ejército de Kagame nunca muere en combate por las balas enemigas, porque los INKOTANYI deben ser invencibles e invulnerables».

Así es como Kagame puede desplegar más de cinco mil soldados durante dos años en Mozambique, ahuyentar a los rebeldes «islamistas» y conquistar la provincia de Cabo Delgado, ¡y todo ello sin ningún muerto ni herido en sus filas!

Del mismo modo, en la República Centroafricana, las fuerzas gubernamentales que luchan junto a ellos pueden sufrir bajas, pero nunca el ejército de Kagame. También en la República Centroafricana, las fuerzas de paz de la ONU de Marruecos, Senegal, Egipto o Bangladesh… pueden sufrir de vez en cuando bajas entre ellas, que el Jefe de la MINUSCA, el ruandés Valentine Rugwabiza, denunciará y lamentará. Pero en el contingente ruandés de más de 2000 hombres de la misma MINUSCA, siempre es «ningún muerto, ningún herido», ¡y esto desde hace más de cinco años!

Responsabilidades

Ante este panorama, algunos pueden preguntarse legítimamente si el criminal Paul Kagame será considerado como el único responsable de estos crímenes.

Nosotros diríamos que, como en el caso de cualquier criminal empedernido, Paul Kagame tiene cómplices que algún día también deberán rendir cuentas. Entre los cómplices de Kagame mencionaríamos:

Las potencias anglosajonas y los franceses de la Macronie que se les unieron

Estas potencias, desde 1990, le trajeron de Uganda para dejarle matar y masacrar al pacífico pueblo ruandés hasta que tomó el poder en julio de 1994. Después le empujaron y acompañaron para desestabilizar y cometer crímenes que pueden calificarse de «genocidio» en los países vecinos, especialmente en la RDC. Hoy, las mismas potencias garantizan su impunidad y le utilizan para defender sus intereses, incluso cometiendo nuevos crímenes.

La decadente Francia, que está perdiendo su ámbito africano legado por la Françafrique, se ha vuelto, desde 2016, hacia Kagame y está dispuesta a transigir para ganarse su favor. París está cerrando los expedientes penales en los que Kagame está implicado por el asesinato, en un atentado terrorista, de ciudadanos franceses en misión de servicio el 6 de abril de 1994. Francia ofrece a Kagame, que es francófobo y ha prohibido el francés en el sistema educativo de Ruanda, la dirección de la Organización Internacional de la Francofonía, cuya sede está en París, etc.

La Macronie (en referencia al joven presidente Emmanuel Macron a la cabeza de Francia desde 2016), es ahora cómplice del criminal Paul Kagame

Algunos jefes de Estado africanos son demasiado ingenuos

Algunos jefes de Estado africanos creen ingenuamente que pueden gozar de la misma impunidad que Kagame persiguiendo a sus opositores y sobre todo retocando sus leyes fundamentales para mantenerse en el poder de por vida como hizo Kagame y sobre todo dejando que el ejército supuestamente «invencible» de Kagame ocupe sus países. Que sepan que son cómplices del mayor criminal de todos los tiempos y que responderán de ello, si no ante la Justicia, seguro que sí ante la Historia.

Los rangos del ejército tutsi monoétnico de Kagame

Por último, los más altos rangos del ejército monoétnico tutsi de Kagame (un centenar de generales en activo, medio millar de coroneles…) que Paul Kagame vende como mercancías comunes cuyo precio debe inflar las cuentas bancarias de Paul Kagame y su familia abiertas en paraísos fiscales (Panamá, Singapur, Hong Kong, Estados Unidos, Suiza, Emiratos Árabes…), deberían saber que el dictador y depredador no sólo los utiliza para enriquecerse aún más cometiendo crímenes, sino que los convierte en sus cómplices mientras que no los defenderá cuando llegue el momento de responder por estos crímenes de los que han sido cómplices creyendo servir al país.

En conclusión

Paul Kagame no es un panafricanista, sino un criminal sepulturero de África y un agente del imperialismo.

Su ejército, al que envía como mercenarios, no es invencible sino carne de cañón para los intereses de Kagame y de las fuerzas oscuras que aseguran su impunidad.

Los cómplices del criminal Paul Kagame, especialmente los del África Occidental Francesa (todavía) que luchan por caer en brazos de Kagame antes de que el ejército francés abandone su país, deben saber que según el principio «el cómplice es castigado como el autor principal», serán considerados responsables de los crímenes cometidos por Paul Kagame en su expansionismo militar en el continente negro.

¡»A buen entendedor, Salud»!

Fuente: Echos d’Afrique

Ruanda-Guinea: Paul Kagame en visita a Conakri (TV5 Monde, 19.04.2023)

Benín: Ruanda promete soporte militar ante los yihadistas (africanews, 16.04.2023)

Ruanda y Mozambique refuerzan la cooperación en seguridad (RwandaTV, 10.01.2022)