Posiblemente esté ya muy cerca el último y definitivo evento de falsa bandera estadounidense, o la más radical decisión de Rusia, ambas cosas de naturaleza probablemente nuclear; pero no entendemos nada de lo que está pasando ni de lo que podría estar a punto de pasar. Ni tan siquiera somos capaces de darnos cuenta de que los únicos responsables de todas nuestras penalidades económicas actuales no son ni “la crisis económica”, ni “la pandemia”, ni “el Putin”, sino “nuestras” élites, que desde hace décadas están concentrando en sus manos cada vez más riqueza y poder mientras crecen aceleradamente la precariedad, la pobreza y el número de pequeñas y medianas empresas que quiebran.
En primer lugar, somos incapaces de reconocer y aceptar el hecho de que las élites “filantrópicas” anglo-occidentales puedan ser tan extremadamente perversas como para elaborar y llevar a cabo un proyecto de “reducción” de la población mundial en los próximos años de unos 1.000 millones de personas, sin contar las víctimas de las guerras promovidas por ellos mismos.
En segundo lugar, somos incapaces de reconocer y aceptar el hecho de que hayan gestionado criminalmente una supuesta o real pandemia, o incluso la hayan creado como arma biológica (como cree el Gobierno chino), de modo que puedan conseguir gracias a ella el control absoluto de nuestras vidas mediante un falsario pasaporte o certificado “verde”; un pasaporte ligado de un modo absolutamente descarado y sorprendente no al hecho de estar contagiado y/o ser un potencial propagador del SARS-CoV-2 sino al trámite burocrático de haber sido “vacunado” con un peligroso producto que no evita ni el ser contagiado ni el ser trasmisor.
En tercer lugar, somos incapaces de reconocer y aceptar el hecho de que puedan ser tan sanguinarias y delirantes como para haber decidido el aplastamiento violento, sin más demoras, de cualquier potencia emergente que no se someta a su dominación; aunque se trate de superpotencias como Rusia y China y aunque ello signifique poner a la humanidad entera al borde de un Apocalipsis Final.
Y en cuarto lugar, somos incapaces de reconocer y aceptar el hecho de que puedan tener un control tan total como el que en realidad ya tienen no solo sobre Estados Unidos, sino también sobre todas las sociedades occidentales; un control que, por muy disimulado que sea, empieza a ser ya denunciado incluso en el ámbito de la ONU; un control que les ha decidido a ir ya a por todas, convencidas de que no se desatará aquí ninguna revolución digna de consideración; un control social que incluso les permite llegar a convertir a la agredida Rusia en agresora.
En definitiva, somos incapaces de entender y valorar los trascendentales acontecimientos actuales. Porque en nuestro Occidente, enfermo de insolidaridad, narcisismo y arrogancia, hemos perdido todo sentido de ecuanimidad y justicia. Porque estos dos son unos valores que en realidad no nos interesan demasiado ni nos impulsan en la búsqueda del significado de unos acontecimientos que posiblemente conllevarán nuestra propia ruina, una búsqueda que vaya más allá de tanta propaganda masiva y criminal:
“Decía [Jesús] también a la gente: ‘Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: Va a llover, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: Viene bochorno, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.’ (Lucas 12, 54-59).”
En un artículo anterior propuse una tesis en gran medida parecida a la de este: la tesis de que nuestra situación en Occidente es tan penosa y peligrosa como la de aquellas mujeres que, por un cúmulo de factores psicológicos y sociales, son incapaces de reconocer que su pareja es un maltratador. Pero, al tratarse de un conflicto internacional e incluso global, tenemos necesidad de profundizar en un análisis mucho más sistémico y complejo.
- Bill Gates y la “reducción” del 10-15% de la población mundial
Es muy abundante la documentación, incluida la publicada en www.l-hora.org, que deja en evidencia la existencia de un antiguo consenso entre los grandes “filántropos” para acabar de raíz con lo que ellos consideran la gran amenaza ambiental, social e industrial potencialmente desastrosa: el crecimiento de la población. Baste mencionar el reciente artículo del profesor Michel Chossudovsky en el que cita diferentes documentos que se refieren a las reuniones secretas de esta élites a lo largo de más de una década hasta culminar con la crisis de Covid 2020-2022. Reuniones como la del 5 de mayo de 2009 en la Universidad Rokefeller en Manhattan, en pleno intento de convertir falsamente la gripe porcina H1N1 en una pandemia universal.
Se trata no solo de frenar el crecimiento de la población mundial o disminuir la tasa de natalidad. Se trata de “la reducción” en un 10% o 15% de la “masa” poblacional existente, se trata de aumentar la tasa de mortalidad. Y lo más sorprendente es que, para lograr tal “reducción”, Bill Gates se refiere ante todo a las vacunas (en el video del citado artículo). ¿Qué tiene en mente este “filántropo” cuando hace semejantes afirmaciones? ¿Es tan solo un revelador lapsus o es el arrogante descaro de unas élites bien conscientes de haber logrado la idiotización de las sociedades occidentales?
En todo caso, podemos prescindir de tales afirmaciones tan sorprendentes, porque los hechos por sí mismos son cada día más evidentes: por más que se estén boicoteando sistemáticamente las estadísticas y las autopsias, la “repentitis” se está convirtiendo, tal y como pronosticaron personalidades como Robert Kennedy en una causa cada vez más frecuente de fallecimientos, ictus, infartos, etc. No se trata tan solo de que, tal y como anticipó el doctor Shankara Chetty, la relación causa-efecto entre la vacunación y la multitud de todos estos repentinos acontecimientos trágicos sea muy difícil de probar. Se trata de mucho más: se está actuando sistemáticamente para ocultar dicha relación.
Las informaciones, estudios, artículos, etc. que lo confirman son cada vez más numerosos y difícilmente contestables. Como esta cuestión no es ni la única ni la central en el presente artículo, me limitaré a citar el artículo de David J. Sorensen titulado “Vladimir Zelenko, el informe sobre las muertes causadas por las vacunas: Evidencia de millones de muertes y eventos adversos graves como resultado de las inyecciones experimentales de COVID-19”. Artículo que comienza así:
“El propósito de este informe es documentar cómo en todo el mundo han muerto millones de personas y se han producido cientos de millones de eventos adversos graves después de las inyecciones con la terapia génica experimental de ARNm. También revelamos el riesgo real de un genocidio sin precedentes.
Nuestro objetivo es presentar solo hechos científicos y evitar afirmaciones infundadas. Los datos son claros y comprobables. Se pueden encontrar más de cien referencias para toda la información presentada, que se proporciona como punto de partida para una mayor investigación.
Los datos sugieren que actualmente podemos estar presenciando el mayor asesinato en masa organizado en la historia de nuestro mundo. La gravedad de esta situación nos obliga a hacer esta pregunta crítica: ¿saldremos en defensa de miles de millones de personas inocentes? ¿O permitiremos el beneficio personal por encima de la justicia y seremos cómplices? Redes de abogados de todo el mundo están preparando demandas colectivas para enjuiciar a todos los que están al servicio de esta agenda criminal. A todos los que han sido cómplices hasta ahora, les decimos: Todavía hay tiempo para volverse y elegir el lado de la verdad. Por favor, haga la elección correcta.”
Tampoco se trata ya de intentar reducir, como hace décadas, la población en África, Sudamérica o Extremo Oriente, según la doctrina del mismo secretario de Estado Henry Kissinger en el Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200 de 1974 titulado “Implicaciones del crecimiento de la población mundial para la seguridad de los EE. UU. y los intereses en el extranjero”. Quienes no han conocido personalmente acontecimientos de una magnitud y perversión como los que yo conozco sucedidos en Ruanda y Congo y se resistan a creer que puedan ser reales hechos tan siniestros y terribles como los que vengo tratando desde la primera línea de este artículo, deberían dedicar un poco de tiempo a leer solo algo de la multitud de documentos oficiales de Estados Unidos.
No es necesario hacer de periodista de investigación, basta leer algo de lo ya desclasificado o revelado. Así, en el citado Memorando firmado por Kissinger podemos leer: “La despoblación debería ser la máxima prioridad de la política exterior hacia el Tercer Mundo, porque la economía estadounidense requerirá grandes y crecientes cantidades de minerales del extranjero, especialmente de los países menos desarrollados”.
Como también recuerda Chossudovsky: “En cuanto a los países del Tercer Mundo, la despoblación fue cuidadosamente instrumentada a través de vacunas. El proyecto de ‘vacunas contra el tétanos’ implementado bajo los auspicios de la OMS-UNICEF tenía como objetivo ‘esterilizar en secreto a las mujeres en los países pobres de todo el planeta’. Los obispos católicos de Kenia están acusando a dos organizaciones de las Naciones Unidas de esterilizar a millones de niñas y mujeres al amparo de un programa de inoculación contra el tétanos patrocinado por el gobierno de Kenia. Bill Gates, quien ahora está al frente del programa de ‘vacunas’ de ARNm de los globalistas, estuvo intrincadamente involucrado. La Fundación Gates fue demandada por gobiernos de todo el mundo, Kenia, India, Filipinas y más (Peter Koenig, abril de 2020).”
Otra cosa igualmente sorprendente es que todo este infernal proyecto se esté ejecutando gracias a los políticos “progresistas” (demócratas, socialistas…) tanto o más que por las llamadas derechas. En el momento de la invasión de Irak, el presidente Aznar tuvo la honestidad o el descaro de hablar claro: “Hay que estar con aquellos que cuentan”. El final de la frase se suponía: aunque sean autores de grandes crímenes contra la humanidad o crímenes de guerra. Los actuales líderes políticos europeos “progresistas” hacen exactamente lo mismo pero desde la hipocresía más despreciable.
Sin olvidar otras instituciones, como el Instituto Nobel, que acaba de conceder el Nobel de Economía nada menos que a Ben Bernanke, que presidió aquella institución que es la raíz misma de todas las guerras y crisis económicas actuales: la Reserva Federal. Como expresa magníficamente el congresista estadounidense Ron Paul “Honrar a Bernanke por su consejo sobre lo que debe hacer el gobierno cuando los bancos quiebran es como otorgar un premio de seguridad contra incendios a un pirómano”. Y luego nos sorprendemos con la emergencia por todas partes de una extrema derecha que levanta como una de sus más importantes banderas la lucha contra las élites globalistas y sus lacayos políticos “progresistas”.
- Atreverse a pensar lo impensable: Occidente está en manos de una élite “filantrópica” que quiere controlar absolutamente nuestras vidas, una élite tan perversa y satánica como lo fue la élite nazi.
En el primer apartado he tratado sobre la población “eliminable”, pero es igualmente importante referirse a la suerte que correrán quienes sobrevivan para sostener sobre sus hombros el Nuevo Orden Mundial que ha diseñado una élite, cada vez más reducida, en la que se está concentrando cada vez más poder y cada vez más aceleradamente, mientras crece del mismo modo la gran masa que vive permanentemente en la precariedad. Para ellos, la pandemia será, como proclaman las élites sin el menor pudor, el gran catalizador para el Gran Reinicio. En lo que califica como el mensaje más importante de su vida, el conocido Michael Yeadon, director ejecutivo de biotecnología, director de investigación mundial y vicepresidente de la unidad respiratoria de Pfizer (1995-2011), escribía esto:
“Queridos todos, que miran nerviosamente a su alrededor y preguntan ‘¿Qué diablos está pasando?’
Espero que esto no sea demasiado controvertido. Ciertamente es aterrador, pero creo que todavía estamos en el lado correcto del desastre y si suficientes de nosotros nos damos cuenta de lo que está sucediendo aquí y en todas partes en el mundo democrático, podemos recuperar la situación. Realmente no tenemos mucho tiempo. Creo que es probable que las cosas cambien irremediablemente durante el próximo invierno. De ahí esta urgente e inusual petición.
Todo lo que ha pasado y está pasando se vuelve mucho más simple y todo tiene sentido, solo cuando te obligas a pensar lo imposible.
Si adoptas experimentalmente la posición de que NUESTRO GOBIERNO ESTÁ TRABAJANDO ACTIVAMENTE PARA DAÑARNOS, PARA DESMANTELAR LA SOCIEDAD MODERNA Y ESCLAVIZAR A TODAS LAS PERSONAS EN UN MUNDO TOTALITARIO CONTROLADO DIGITALMENTE, todo encaja. Nada sobra.
Incluso si vuestra respuesta inmediata es que esto es absurdo, inténtenlo durante un día más o menos. Les pido además que adopten la posición experimental de que los medios, controlados por solo seis corporaciones globales, todas aliadas a una sola organización global de la que todos han oído hablar, les están mintiendo implacablemente y lo han estado haciendo durante más de 2,5 años. Lo mismo para Internet, controlado por menos corporaciones globales, también todas aliadas a esa misma organización global.
Porque estoy seguro de que es verdad. Estoy seguro porque todo esto comenzó con un fraude científico relacionado con un virus, lo aumentó con una incesante campaña de miedo, impuso medidas que se sabía que eran inútiles, que arruinaron la economía y aplastaron a la sociedad civil, luego obligaron a la mayoría a aceptar inútiles, innecesarias, inyecciones ineficaces y deliberadamente peligrosas. Obviamente, esto es un crimen odioso. Nunca ha pasado nada parecido.
He estado 41 años en ciencias de la vida desde la formación hasta el éxito como director ejecutivo de biotecnología y fui director de investigación mundial y vicepresidente de la unidad respiratoria de Pfizer (1995-2011).
No tengo absolutamente ningún incentivo para decir nada de esto si no estoy seguro. Estoy seguro. Todo esto tuvo lugar ‘en mi puesto de mando’, mi dominio de experiencia. Por favor considere lo que he dicho. He dado más de 70 entrevistas, todas censuradas. Me han manchado asquerosamente. Es propaganda. Te dice de lo que son capaces. Esto es lo que escribió el ex miembro de la junta de Pfizer sobre mis logros: Convertir los descartes de Pfizer en oro de Novartis: la historia de Ziarco. ¿Sueno como un tonto?
Muchos han preguntado por qué la gente no resistió a los tiranos en el pasado. En parte es miedo. Pero es más que eso. Es que la gente normal, como tú y yo, simplemente no podemos imaginarnos siendo tan malvados. Confiamos en la humanidad. Y así deberíamos. La mayoría de la gente es buena. Pocos son verdaderamente aterradoramente horribles. Pero algunos lo son. Es la incapacidad de creer lo que está sucediendo lo que realmente impidió que la gente se opusiera cuando debería, cuando la evidencia era inconfundible pero aún no había llegado a su puerta, a su familia.
Vienen a por ti y tus hijos. Está sucediendo de nuevo. Está surgiendo una amplia evidencia de planificación paciente a largo plazo. Lo siento mucho. Ahora depende de ti. Realmente no veo qué más puedo hacer. Los mejores deseos y gracias sinceras.”
- Puede estar ya muy cerca el último y definitivo evento de falsa bandera estadounidense o la decisión más radical posible por parte de Rusia, ambas cosas probablemente de naturaleza nuclear
En su enfermizo afán de dominación, Occidente solo es capaz de ver a cualquier potencia emergente como un enemigo a destruir. Esta es una doctrina oficial tan frecuentemente expresada en documentos oficiales estadounidenses, o paraestatales como los de la Corporación Rand, que el demostrarlo no merece la dedicación de tan siquiera unos párrafos. Esto es así desde hace demasiadas décadas. Pero ahora la gravedad es extrema. Como ya lo escribí en diferentes ocasiones anteriores, al decadente Imperio anglo-occidental solo les queda el recurso a aquello que más lo caracteriza y más recursos ha dedicado: la fuerza bruta. Y tiene prisas.
En estos días, cuando justamente se cumplen 60 años de la crisis de los misiles de Cuba (16-29 de octubre de 1962), varios artículos coinciden en afirmar y argumentar que EEUU/OTAN estaría ya muy cerca de llevar al mundo al terrible punto al que parece estar interesado en llevarlo: a un ataque nuclear “preventivo” relámpago, justificado por uno de los eventos de falsa bandera, en los que son tan especialistas, que le sería adjudicado a Rusia. Recordemos las contundentes palabras de Josep Borrell: “Cualquier ataque nuclear contra Ucrania recibirá una respuesta. No una respuesta nuclear, pero sí una respuesta tan potente de carácter militar que el ejército ruso quedará aniquilado”.
Pero aunque estos locos parezcan incapaces de verlo, está claro que esta vez un evento semejante significaría muy probablemente el Apocalipsis final. En uno de esos artículos recientes, Dragan Filipovic inicia su análisis comparando dos discursos que considera históricos: el del presidente Putin durante la ceremonia de firma de la adhesión a la Federación Rusa de las cuatro nuevas regiones y el del presidente Kennedy cuando el mundo estaba al borde de la aniquilación durante la crisis de los misiles de Cuba. Y lo acaba con esta estremecedora pero realista conclusión:
“El estadounidense Russel ‘Tex’ Bentley, que vive en el Donbass desde hace ocho años, publicó esta advertencia en su canal de Telegram el 2 de octubre de 2022:
‘Mire, esto es lo más importante de Liman: después de las retiradas de Bucha y Járkov y el vergonzoso intercambio de prisioneros, parece que Rusia está perdiendo. Y eso es una jodida estrategia. Porque si solo parece que Rusia está perdiendo, los nazis estadounidenses pueden detonar y detonarán una bomba nuclear táctica en suelo ucraniano y culpar a Rusia, diciendo: Los rusos tuvieron que usar armas nucleares porque estaban perdiendo. Y todos los idiotas del mundo se lo creerán.
Luego, EE. UU. y la OTAN dicen: Y ahora tenemos que responder de la misma manera (con armas nucleares) y vaporizarán las 500.000 nuevas tropas rusas incluso antes de que se desplieguen. Y, por supuesto, el cuartel general de toma de decisiones de Rusia en Ucrania también es bombardeado: mi ciudad natal, Donetsk.
Las armas nucleares tácticas ya están en Ucrania. El uso de una bandera falsa nuclear por parte de los EE. UU. no solo es absolutamente posible, sino probable hasta el punto de la inevitabilidad. Tienen los medios, el motivo y la oportunidad, y una larga historia de banderas falsas. De hecho, sería estúpido pensar que no lo harían. Y si parece que Rusia está perdiendo la guerra convencional, hace que la falsa bandera de EE. UU. sea más creíble e inevitable.
Y luego Rusia ataca con armas nucleares los barcos de la Marina de los EE. UU. en el Mar Negro y el Mediterráneo, luego las bases de los EE. UU. en Alemania y Polonia, los EE. UU./OTAN atacan Sebastopol, Kaliningrado y Rostov. Entonces Rusia golpea a Washington y EE.UU. golpea a Moscú, y todo ha terminado excepto los gritos y el llanto de todos nosotros.
Y esto es lo que va a pasar si Rusia no recupera la iniciativa militar y empieza a ganar la guerra convencional (si todavía puede) en las próximas dos semanas. […].’
Este es un momento de vida o muerte para la hegemonía occidental que no está dispuesta, o mejor dicho, no puede, retroceder bajo ninguna circunstancia. Consciente de su incapacidad para ganar una guerra convencional contra Rusia, recurrirá a cualquier medida para ganar, incluso si eso significa incendiar el mundo.
Estados Unidos ha logrado convencerse a sí mismo de que puede salir victorioso de una guerra nuclear preventiva , pero no puede permitirse ser visto como el agresor a los ojos de la comunidad global. Por lo tanto, está previsto que se lleve a cabo un evento de ‘Bandera falsa’ en Ucrania utilizando un dispositivo de bajo rendimiento por el cual se culparía rápidamente a Rusia, lo que desencadenaría una respuesta inmediata de la OTAN. Como confirmó inadvertidamente el presidente ucraniano Zelenski mientras se dirigía al Instituto Lowy de Australia el 6 de octubre, el esquema implica un ‘ataque de decapitación’ en Moscú contra Putin y su gabinete, después del cual el resto del régimen se derrumbaría como un castillo de naipes.
Seguramente, si esta política suicida alguna vez se aplica fuera de una simulación por computadora, el mundo tendría que estar de acuerdo con la afirmación del Sr. Putin de que el occidente colectivo está dirigido por satanistas. Lamentablemente, esa comprensión habrá llegado demasiado tarde para salvar a la humanidad.”
Por su parte Jeff Thomas realiza una perfecta síntesis del conflicto iniciado por la OTAN en Ucrania y llega a la misma conclusión: Occidente avanza de tal manera en su acoso a Rusia que todo parece apuntar a que no tendría otra alternativa que la de volver a recurrir a su técnica favorita, la de los ataques de falsa bandera:
“Durante ocho años, la OTAN ha respaldado a gobernantes títeres en Ucrania, ha financiado ataques contra Donbass, ha violado repetidamente los Tratados de Minsk, ha prohibido hablar ruso en las Repúblicas de Luhansk y Donetsk y ha destruido la oposición democrática y los medios de comunicación libres en Ucrania, dejándola como un gobierno de partido único, esencialmente propiedad de Estados Unidos y financiado por él, y administrado por agentes estadounidenses.
No hay mucha sutileza en esto.
Sin embargo, de alguna manera, EE. UU. ha logrado convencer a la gente de EE. UU. y otros países occidentales de que Rusia es el chico malo, está fuera de control y debe ser detenida.
A pesar de todo lo anterior, Rusia se mantuvo estoica y trató continuamente de controlar la situación. Sin embargo, afirmó firmemente que la ‘línea roja’ sería si Ucrania se volviera nuclear, convirtiéndose en una amenaza directa para Moscú. Eso no sería tolerado.
Seguramente, este fue un aviso serio para cualquier país sensato de que lo único que no debería suceder sería que Ucrania se volviera nuclear. Después de todo, una vez que se abriera la Caja de Pandora, se cruzaría la última barrera para una posible guerra nuclear.
Durante ocho años, Rusia había sido incitada una y otra vez por Occidente, pero no mordió el anzuelo. Luego, en febrero de 2022, en la Conferencia de Seguridad anual de Munich, el presidente de Ucrania anunció su intención de convertir a Ucrania en un país nuclear.
Cinco días después, Rusia invadió Ucrania. Inmediatamente, el brazo propagandístico de EE. UU. entró en funcionamiento, y durante meses, incluso cuando Ucrania perdía la guerra constantemente, los medios occidentales renovaron a cada momento sus afirmaciones de que la guerra estaba cambiando; que Rusia estaba tambaleándose y que los héroes de Ucrania estaban haciendo retroceder al Gran Oso.
Pero todo lo anterior son noticias viejas. ¿Por qué, en este momento, deberíamos estar revisándolo?
Bueno, su significado continuo es que la OTAN (o los EE. UU., son virtualmente intercambiables en este punto), desde el principio, se ha comportado de manera imprudente con la perspectiva de un conflicto nuclear. ¿Están locos? ¿O son tan tontos como para pensar que tienen algún tipo de ‘ventaja’ en un conflicto nuclear? ¿O ven esto como un juego de superioridad en el que la única preocupación importante es qué antagonista tiene la mayor bravuconería? Solo podemos especular sobre la respuesta a este dilema. Pero, dejando esto de lado, deberíamos preguntarnos: a) ¿Cuál es la probabilidad de que Occidente sea tan temerario como para presionar el botón y, b) Cuál sería el resultado?
En cuanto a la primera pregunta, teniendo en cuenta que ahora se está volviendo cada vez más evidente que Occidente ha estado tergiversando el progreso de la guerra; que las fuerzas entrenadas de Azov se agotan y los reemplazos no se pueden entrenar lo suficientemente rápido como para ir contra las fuerzas rusas experimentadas, EE. UU. tendrá que idear otro plan… y tendrá que ser algo drástico.
En este punto, la única carta que no han jugado es la carta nuclear.
Han afirmado que los rusos han estado disparando o causando explosiones en la planta nuclear de Zaporiyia que han ocupado durante algún tiempo. En esencia, están siendo acusados de bombardearse a sí mismos en una instalación que hace mucho tiempo que fue tomada. En este punto, no muchos oyentes están comprando esta explicación. Entonces, ¿qué les queda en su caja de herramientas?
Durante mucho tiempo he sentido que, como una carrera final, lo que Occidente podría hacer se basaría en una vieja técnica favorita: un ataque de bandera falsa. Crear una narración y videos de un ataque a, digamos, Kiev por parte de Rusia con una pequeña ojiva nuclear. Luego anunciar que la ojiva había sido disparada, matando a cientos de miles de personas. Luego dar rienda suelta al bombardeo mediático preparado de antemano e invocar el Artículo 5, que justifica la guerra nuclear. […].
Durante décadas, tanto Rusia como EE. UU. han tenido un gran número de armas nucleares apuntándose mutuamente, con un sistema de lanzamientos cronometrados. Una vez que se presiona el primer botón, es difícil interrumpir la progresión.»
Por otra parte, visto el modo como trascurren los acontecimientos, pienso que cabría una segunda posibilidad. Para justificar un ataque masivo OTANista contra Rusia no sería necesario el provocar a Rusia para que utilizase armas nucleares, el provocarla recurriendo a un ataque OTANista de falsa bandera. Si como afirma desde hace tiempo Scott Ritter, la autocontención humanitaria de Rusia (frente a una Alianza anglosajona-occidental-ucraniana que está dispuesta a cualquier juego sucio para aplastarla, con cualquier tipo de medios), una autocontención debida al idealismo falto de realismo del presidente Putin, ha convertido la guerra en una realidad asimétrica que está teniendo consecuencias fatales, entonces ya no sería necesario ningún ataque nuclear de falsa bandera adjudicado a Rusia: el enorme aporte masivo de armas y todo tipo de ayuda OTANista al criminal y neonazi régimen de Zelenski llegaría a desgastar y desangrar de tal modo a Rusia, o incluso llegaría a acorralarla, que esta se vería obligada a defender su supervivencia con armas nucleares, con las que es realmente mucho más fuerte que con los demás tipos de armamento.
Pero en ambos casos, con ataque de falsa bandera o sin él, el resultado sería el mismo: se desencadenaría un conflicto nuclear total. Una tercera opción, la de que Rusia se dejase destruir sin defenderse con su arsenal nuclear, no parece muy realista. Los mandatarios rusos vienen declarando desde hace tiempo que no lo permitirían, sino que para impedirlo recurrirían a cualquiera de los medios de los que disponen. La clave que nos falta es esta: ¿EEUU/OTAN creen tener tan avanzado su proyecto de guerra nuclear preventiva que se atreverían a intentar aniquilar o descabezar rápidamente a Rusia sin que esta tuviese posibilidad alguna de reacción?
Así que, tras haber dedicado un buen espacio a la primera de estas tres posibilidades, la de un ataque OTANista de falsa bandera, solo queda comentar brevemente la segunda. Para ello la última entrevista que le fue realizada a Scott Ritter es muy reveladora. Mike Whitney la recoge y comenta. Inicia así su artículo: “El domingo, los blogs de política exterior bullían con la noticia de que Scott Ritter había dado ‘un giro radical en su evaluación de la guerra’. Parece que el ex marine había examinado los acontecimientos recientes en Ucrania y concluyó que va a ser mucho más difícil para Rusia ganar de lo que había pensado originalmente…”.
En esencia, lo que afirma Scott Ritter es que resulta grave que Rusia no esté interceptando la llegada masiva a Ucrania de la enorme cantidad de armamento proporcionado por Occidente, ni esté atacando la totalidad del espacio ucraniano, ni esté aportando los muchos cientos de miles de tropas que son necesarias. Mike Whitney acaba sus citas de lo expresado por Scott Ritter en dicha entrevista con este último párrafo:
“Sí, Rusia está ganando en el este, que es lo que dijeron que era su objetivo todo el tiempo. Y lo están logrando. Esa es la Operación Militar especial. Pero ahora estamos hablando de ‘guerra’, y no creo que Rusia haya hecho esa transición todavía. Esta es una guerra de poder de facto entre Occidente y Rusia que utiliza las fuerzas ucranianas como espada de la OTAN. El objetivo de esto es ‘desangrar a Rusia’. Y si Rusia no cambia la dinámica, Rusia se desangrará. Zelenski ha indicado que está dispuesto a movilizar a un millón de personas, en un momento en que Occidente está listo para proporcionar la financiación y el equipo para convertir a esos millones de hombres en una verdadera amenaza militar.”
Mike Whitney acaba, por su parte, con unas conclusiones no menos perturbadoras que cualquiera de las dos posibilidades que estamos viendo sobre el modo como podría acabar la guerra de Ucrania e incluso la civilización tal y como la conocemos. En su último párrafo se refiere a “El plan diabólico de Estados Unidos para subyugar y dividir a Rusia”. Un plan que se remonta al mismo fin de la Segunda Guerra Mundial. Un plan que pudo ser reactivado tras el asesinato de los hermanos Kennedy. Un plan en el que, en opinión de Mike Whitney, debemos enmarcar lo que ahora está sucediendo en Ucrania:
“En mi humilde opinión, Scott Ritter se está adaptando gradualmente a la idea de que el conflicto en Ucrania no es solo una escaramuza regional entre dos vecinos pendencieros, ni es una guerra de poder entre la OTAN y Rusia. No. Ucrania es la primera fase de un plan más amplio para aplastar a Rusia, colapsar su economía, destituir a sus líderes, apoderarse de sus recursos naturales, fragmentar su territorio y proyectar el poder de EE. UU. a través de Asia Central hasta el borde del Pacífico. Ucrania se trata de hegemonía, imperio y poder puro e inmaculado. Lo más importante es que Ucrania es la primera batalla en una Tercera Guerra Mundial, una guerra que fue inventada y lanzada por Washington para asegurar otro siglo indiscutible de primacía estadounidense.”
- Un día será evidente aquello que ahora nos suena a delirio: nuestra ceguera es demasiado semejante a la de la sociedad alemana del periodo nazi
En los documentales sobre el derrumbe de la Alemania nazi, se citan con frecuencia aquellas palabras de una mujer alemana: “No queríamos ver la evidencia que teníamos ante nosotros”. Tal ceguera cada vez más semejante a la nuestra, fue y es sin duda responsabilidad de cada uno. Pero, ciertamente, la intensidad y persistencia de la propaganda fue y es impresionante. Hoy baste referirme a mi último artículo, que trató sobre una de las mayores farsas de las muchas con las que “nuestros” medios envenenan nuestras mentes y corazones: estamos ayudando y salvando a Ucrania.
¡Absolutamente falso! Se trata de una de las mayores mentiras con las que se está sosteniendo esta locura bélica. La verdad es que la estamos sacrificando en el intento de acabar con Rusia, la estamos llevando a la autoinmolación. Un par de días después de su publicación descubrí que era nada menos que el almirante retirado Mike Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto bajo George W. Bush y Barack Obama, el que hacía una afirmación semejante:
“Estados Unidos despilfarrando su tesoro que tanto necesita para que Ucrania pueda despilfarrar su economía, infraestructura y sangre preciosa en una guerra que no puede ganar sin que Estados Unidos bombardee a Rusia.
[…] Estados Unidos, en su deseo de degradar y debilitar a Rusia, mantiene vivos los sueños desesperados de victoria del presidente Zelenski de Ucrania.”
Pero no solo buscan desgastar y debilitar a Rusia, como afirmaba en mi artículo, sino incluso arrastrarla a la realización de ataques cada vez más graves e importantes, a pesar de que ella está demostrando clara y repetidamente que no quiere entrar en ese tipo de escaladas. Lo cual nos conduce de nuevo a la perturbadora idea desarrollada en el apartado anterior: pareciera que quisieran provocar un ataque de Rusia lo suficientemente grave como para justificar un asalto total de su parte. Lo cual hace que, por mi parte, el propósito de “nuestras” élites de dominación global y absoluta, sin competidor alguno, cada vez me resulte más insuficiente como explicación de semejante decisión de llevar a la humanidad a una guerra nuclear.
Solo me queda el recurso a una última hipótesis, aquella que cada vez parece estar en más mentes e intervenciones orales o escritas; aquella a la que se refirió el mismo presidente Putin: estamos ante algo satánico. Tan satánico como aquella innombrable fuerza oscura que anidó y creció en las entrañas envenenadas del perverso Adolf Hitler y en las de su delirante camarilla, aquella misma fuerza que hechizó finalmente a la sociedad alemana. Y no me estoy adentrando en territorios fantásticos, sino históricos. Quien lo dude debería dedicar algo de tiempo a informarse sobre las búsquedas de lo esotérico, de la brujería y del satanismo llevadas a cabo por el entorno del führer durante años en muchos países.
De hecho, no es casual que las mismas familias que están tras la actual crisis sean también las que ya en su tiempo financiaron el nazismo. En diversos artículos anteriores ya traté reiteradamente sobre ello. Hoy, para no alargarme más, baste citar dos de los últimos artículos que he podido leer relacionados con esta cuestión. En primer lugar uno del que es autor Timothy Alexander Guzmán y cuyo título ya expresa perfectamente un sustancioso contenido: “La conexión entre EE. UU. y los nazis desde la Segunda Guerra Mundial: de inspirar al Tercer Reich a apoyar a los neonazis de Ucrania”.
Y finalmente, en segundo lugar, aquel del que es autor el profesor Arthur Noble, titulado “El ascenso y la caída del Gran Reinicio” , cuya lectura no tiene desperdicio. En él también son muy reveladores los simples títulos de los diferentes apartados: Una conspiración mundial disfrazada para promover el totalitarismo; Credenciales nazis, afinidades nazis; ‘Agenda ID2020′ [recuperación del programa eugenésico nazi]; El FEM (Foro Económico Mundial) es parte de la fallida conspiración anti-Rusia de Occidente; El Nuevo Orden Mundial planeado por el FEM demolido por Rusia y China; El arzobispo Viganò expone el Nuevo Orden Mundial del FEM.
Foto: Jacob Rotschild y la artista Marina Abramovich posando delante de un cuadro titulado «Satanás convocando a sus legiones» (1797), de Thomas Lawrence, en la Royal Academy of Arts de Londres.