Tal reconocimiento parece aún más difícil de lograr que el reconocimiento de su propia situación por parte de tantas mujeres maltratadas por su pareja. Poderosos e incontrolables elementos emocionales, fomentados y potenciados por los medios de “información”, nos impiden reconocer la realidad en la que estamos inmersos. Hace ya bastantes años utilicé en un artículo esta frase atribuida a Albert Einstein: “Existe una fuerza más poderosa que la inercia física: la inercia mental”.

Era mi intención recurrir de nuevo a ella para iniciar este nuevo artículo que tratará precisamente sobre las poderosas inercias emocionales y mentales. En concreto sobre las nuestras, las de los occidentales. No parece haber el menor indicio de que Occidente intente frenar su loca marcha hacia el profundo Abismo o el descomunal Muro contra el que nos dirigimos aceleradamente. Y en la hipótesis de que en algún momento intentase hacerlo, seguramente las inercias serían demasiado poderosas como para que consigamos evitar el choque frontal contra La Realidad.

Si nuestra sociedad no abandona sus prejuicios y cambia de paradigma, Occidente sucumbirá

Como habían pasado bastantes años desde la publicación de aquel artículo, quise confirmar la autoría de tal frase. En realidad no lo conseguí. Pero encontré otras perlas del genio Albert Einstein tan valiosas como esta: “¡Triste época es la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”. O como esta otra: “Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy realmente seguro de lo segundo”. También encontré un artículo del catedrático de Física Aplicada Antonio Ruiz de Elvira cuyo título hubiese podido ser también el de este artículo mío: “Mentes nuevas, o colapso”.

Es un artículo que trata precisamente sobre el hecho de que “Las inercias mentales son tremendas”. Tesis que el catedrático demuestra con multitud de datos históricos sobre las tremendas resistencias de los mismos científicos a un cambio de paradigma. Resistencias que retrasaron, a veces incluso durante siglos, la aceptación del nuevo paradigma. Pero las inercias y resistencias mentales sobre cuestiones políticas o económicas que afectan totalmente nuestras vidas se convierten en algo mucho más difícil aun de frenar o desactivar: son científicamente “trabajadas” y reforzadas por la propaganda “informativa”. Una propaganda tan poderosa hoy en Occidente como jamás existió en la historia.

En el título del presente artículo queda claro que no existe la tercera opción: la de seguir avanzando hacia adelante. Lo que tenemos enfrente es inamovible. No se trata ni de los ejércitos de Rusia ni de los de China. Ni tan solo del “Cambio sistémico” al que se refiere Eamon McKinney en su reciente magnífico artículo, cuya lectura recomiendo encarecidamente. Se trata de La Realidad.

Hace también bastantes años recogí igualmente un humorístico relato breve que por aquel tiempo corría por Internet. Se refería al diálogo entre los mandos de un poderoso buque de guerra de Estados Unidos y los de otro supuesto buque, supuestamente enemigo y supuestamente inferior a él en todos los sentidos. Demasiados supuestos y prejuicios, como siempre. Después de diversas amenazas lanzadas por los altivos estadounidenses conminando al “enemigo” a retirarse de la trayectoria de su poderoso navío y de recibir estos la respuesta “Retírense ustedes”, finalmente un último mensaje del “enemigo” acabó en seco con el conflicto: “Retírense ustedes, aquí un faro”.

Rusia es una realidad muy diferente de la extinta Unión Soviética de Stalin y de la Guerra Fría

Todo lo anterior enlaza con una observación que hice en un artículo de hace un par de semanas : “[…] mientras una reducida minoría de marxistas ortodoxos desprecian a un Putin cristiano y de derechas, las élites anglo-occidentales intentan mantener anclada a nuestra gran mayoría social en una realidad que desde hace bastantes décadas ya es pasado: la del mundo de la Guerra Fría en el que solo era la extinta Unión Soviética, junto a sus estados satélites comunistas, la que buscaba la destrucción de su ‘pacífico’ enemigo, el Occidente ‘libre y democrático’.”

Que la Rusia actual no es la Unión Soviética de Stalin y la Guerra Fría, que colapsó en 1990-1991, es algo tan evidente, que no es necesario extenderse en informaciones y argumentaciones. Así que vamos a seguir dándolo por supuesto, centrándonos más bien en el problema de una propaganda masiva y omnipresente empeñada en hacernos comulgar con ruedas de molino como esa de identificar a la actual Rusia con la extinta Unión Soviética.

En otro reciente artículo titulado “Silenciando a los corderos: cómo funciona la propaganda”, un artículo tan recomendable como el de Eamon McKinney, John Pilger se centra una vez más (como yo mismo vengo haciendo desde hace años) en lo grave y decisiva que está siendo la propaganda actualmente en Occidente, al igual que antes lo fue en el régimen nazi. Una “exitosa” propaganda, una “hipnosis brillante” controlada desde Estados Unidos en un 90%, que su amigo el premio Nobel Harold Pinter denunció con dureza: “[…] el lavado de cerebro es tan completo que estamos programados para tragar un paquete de mentiras. Si no reconocemos la propaganda, podemos aceptarla como normal y creerla”. Pilger continúa así:

“Ucrania es la primera línea. La OTAN ha llegado efectivamente a la misma frontera a través de la cual el ejército de Hitler irrumpió en 1941, dejando más de 23 millones de muertos en la Unión Soviética. […]

El 25 de abril, el secretario de Defensa de los Estados Unidos, el General Lloyd Austin, voló a Kiev y confirmó que el objetivo de Estados Unidos era destruir la Federación Rusa: la palabra que usó fue «debilitar». Estados Unidos había conseguido la guerra que quería, librada por un apoderado y un peón prescindible financiado y armado por Estados Unidos.

‘La misión histórica de nuestra nación en este momento crítico’, dijo Andreiy Biletsky, fundador del Batallón Azov, ‘es liderar a las Razas Blancas del mundo en una cruzada final por su supervivencia, una cruzada contra los Untermenschen liderados por los semitas’. […]

Las noticias sobre China en Occidente son casi en su totalidad sobre la amenaza de Beijing. Aerógrafos son las 400 bases militares estadounidenses que rodean la mayor parte de China, un collar armado que llega desde Australia hasta el Pacífico y el sudeste asiático, Japón y Corea. La isla japonesa de Okinawa y la isla coreana de Jeju son cañones cargados dirigidos a quemarropa al corazón industrial de China. Un funcionario del Pentágono describió esto como una ‘soga’. {…]

Este lavado de cerebro por omisión tiene una larga historia. La masacre de la Primera Guerra Mundial fue suprimida por reporteros que fueron nombrados caballeros por su cumplimiento y confesados en sus memorias. En 1917, el editor del Manchester Guardian, C.P. Scott, confió al primer ministro Lloyd George: ‘Si la gente realmente supiera [la verdad], la guerra se detendría mañana, pero no saben y no pueden saber’.

La negativa a ver a las personas y los eventos como los ven los de otros países es un virus mediático en Occidente, tan debilitante como el Covid. Es como si viéramos el mundo a través de un espejo unidireccional, en el que ‘nosotros’ somos morales y benignos y ‘ellos’ no lo son. Es una visión profundamente imperial.

La historia que es una presencia viva en China y Rusia rara vez se explica y rara vez se entiende. Vladimir Putin es Adolf Hitler. Xi Jinping es Fu Man Chu. Los logros épicos, como la erradicación de la pobreza extrema en China, apenas se conocen. Qué perverso y escuálido es esto.

¿Cuándo nos permitiremos entender? […]

¿Y cuándo se levantarán los escritores, como lo hicieron contra el ascenso del fascismo en la década de 1930? ¿Cuándo se levantarán los cineastas, como lo hicieron contra la Guerra Fría en la década de 1940? ¿Cuándo se pondrán de pie los satíricos, como lo hicieron hace una generación?

[…] ¿no es hora de que aquellos que están destinados a mantener las cosas claras declaren su independencia y decodifiquen la propaganda? La urgencia es mayor que nunca.”

A partir de las reformas de Deng Xiaoping en 1978, la China de Mao ha sufrido profundos cambios

Quienes en sus mentes aún tengan catalogada a China como “comunista” y a Occidente como “capitalista”, es que han perdido el tren de la historia. En un artículo en plena pandemia de la COVID me extendí algo más que otras veces en explicar que lo que existe en Occidente en este momento no es capitalismo, un mercado de competencia libre, sino pura especulación por parte de unas reducidas pero poderosa élites financieras, pura financiarización, pura hipertrofia de unas finanzas especulativas sin base o conexión con la economía real o productiva. Recojo tan solo tres párrafos de él:

“Nadie medianamente informado calificaría de comunista la actual economía china de mercado. Por el contrario, de lo que estoy hablando es de que el capitalismo clásico, fundamentalmente industrial, hace ya tiempo que en Occidente pasó a ser historia. Un capitalismo protegido hace ahora un siglo por el presidente Franklin D. Roosevelt de las maquinaciones de los grandes prestamistas y especuladores, un capitalismo regulado que generó riqueza y un New Deal, al igual que actualmente en China. Estados Unidos está en clara descomposición. Como lo estaba cuando Franklin D. Roosevelt fue capaz de atar corto a los poderosos banqueros y someterlos al control democrático. Pero en todo el horizonte occidental no aparece ningún gran estadista. Solo hay mediocridad y seguidismo. Peligrosa situación.

En Occidente hoy todo está absolutamente condicionado por una perversa, delirante y autodestructiva financiarización, que no solo es ilícita sino también ilegal: imprimir dólares, auto adjudicárselos, especular, enriquecerse desmedidamente, abandonar como siempre a los más desprotegidos pero además destruir a las pequeñas empresas y a la clase media… ¡eso es todo! Palabras como capitalismo ya no tienen el significado que se les pretende dar. Al igual que la expresión libre mercado. Y la de libre competencia. Todo es una farsa. Farsa tras farsa: libertad, democracia, información…

Han corrompido y prostituido todo. Han secuestrado las palabras, la información y la educación. Durante décadas han construido un mundo de ficción en el que ellos mismos, al igual que las sociedades a las que han adoctrinado, se han ido quedando encerrados. El desconcierto es cada vez más evidente. No tienen las claves necesarias para interpretar los acontecimientos que están llegando ni los que llegarán. Esto empieza a recordar el desconcierto del pueblo alemán frente al derrumbe de todas las falsas certezas y seguridades nazis.”

El artículo de Eamon McKinney que cité anteriormente desarrolla más extensamente esta cuestión tan fundamental para entender las trascendentales transformaciones que se están dando actualmente en nuestro mundo. Destaco en especial que Eamon McKinney haya sabido centrar su análisis en la gran cuestión de los bancos centrales (la Fed, el BCE, etc.), que en Occidente están en manos privadas, pero que en otros países, como es el caso de China, por el contrario, son públicos:

“El modelo económico neoliberal occidental es […] un sistema impulsado por la avaricia que excluye todas las demás consideraciones, no hay gratificación retardada, los rendimientos deben ser inmediatos […]. El sistema siempre ha sido amable con los que lo crearon para su propio beneficio. Durante un corto tiempo, proporcionó una cómoda clase media occidental. Pero siempre ha sido cruel y brutal con los de las naciones «menores» del Sur Global. El sistema tenía poder, un poder militar que era incontestable hasta hace relativamente poco tiempo. El ejército estaba ahí para garantizar que las naciones permanecieran en el modelo neoliberal dominado por el dólar. Incluso cuando un país intentaba liberarse del modelo del Imperio, no tenía ningún otro sitio al que ir. No había alternativa al sistema financiero y bancario internacional. Hasta ahora.

[…] el modelo económico de China se está imponiendo en todo el mundo. Con más de 150 países asociados en la Nueva Ruta de la Seda de China (BRI), el enfoque chino contrasta notablemente con las experiencias anteriores de sus países asociados con la mentalidad del imperio occidental. El enfoque de beneficio mutuo de los chinos está generando mucha buena voluntad a nivel mundial. Generar buena voluntad nunca ha sido una consideración de Occidente, que no la necesitaba, podía simplemente presionar o amenazar a las naciones para que se plegaran a su voluntad.

La BRI ha sido calumniada en Occidente como una trampa de la deuda, como si los países del Sur Global no supieran lo que es una trampa de la deuda, todos han conocido al FMI. Sin embargo, recientemente incluso la Universidad de Harvard tuvo que admitir a regañadientes que no era así. Entre 2000 y 2019 [China] canceló más de 3.400 millones de dólares en préstamos y reestructuró más de 15.000 millones de dólares en deuda africana. Acaba de anunciar que ahora cancela 23 préstamos sin intereses a 17 naciones africanas. China también está aumentando la inversión en África con más proyectos de infraestructura previstos en todo el continente. Las diferencias entre los enfoques de China y del FMI son claras. El FMI es una herramienta del capitalismo financiero occidental, su modelo de imperio siempre ha sido mantener al Sur Global empobrecido y débil, y por tanto más fácil de explotar. El modelo chino es lo contrario, depende de la prosperidad para todos. Más prosperidad, más clientes, más oportunidades de negocio. Los motivos de China han sido cuestionados durante mucho tiempo, ciertamente no es altruismo, pero tampoco es nefasto, China tiene muy claro lo que le conviene.

El partido comunista sigue gobernando China, pero su economía es todo menos comunista. Antes de las reformas introducidas por Deng Xiaoping en 1979, China ya había abandonado muchos de los principios del comunismo. Habían aprendido de sus propios fracasos en el colectivismo y el control estatal de la producción, también habían sido testigos de estos fracasos en la Rusia soviética. La principal lección que aprendieron fue que la fijación en la «distribución de la riqueza» perdía el punto esencial, hay que crear riqueza antes de distribuirla. Y comprendieron que sólo la empresa privada proporcionaba el incentivo para la necesaria creación de riqueza. El crecimiento de China desde 1980 ha sido impulsado principalmente por la empresa privada. El sector estatal de China abarca principalmente la energía, la educación, la medicina, la banca, el transporte y las infraestructuras. Todos los elementos esenciales de la vida cotidiana y los negocios, para ser claros, ninguno de ellos es gratuito, pero son asequibles, y las necesidades básicas de la vida no representan una gran parte de la renta media china. Esto libera más ingresos disponibles para invertirlos en la economía. El Estado proporciona la infraestructura de primera clase y la energía asequible que se requiere para dirigir un negocio funcional. En China, el sector estatal está ahí para permitir a las empresas privadas, no para competir con ellas. Las ventajas competitivas que han impulsado el crecimiento de China a nivel mundial han surgido del entorno favorable a las empresas creado por el gobierno.

Su modelo de «banca pública» permite a China construir de forma asequible enormes proyectos de infraestructuras con préstamos a largo plazo a bajo interés. No sólo en China, sino en más de 100 países de todo el mundo. Esto produce crecimiento, desarrollo y prosperidad. Lamentablemente, en Occidente, el capital privado rehúye el desarrollo de infraestructuras porque los rendimientos son demasiado bajos y tardan demasiado en madurar. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué ya no se construye nada en Occidente? Es por eso. El modelo occidental de «capitalismo financiero» incentiva todas las cosas equivocadas. Los depredadores financieros llevan demasiado tiempo desvinculados de lo real, de la economía física. Es el núcleo de los problemas a los que se enfrenta ahora Occidente. El modelo de China es más un «capitalismo industrial», como el que había en Occidente cuando todavía se invertía en la industria. Cuando se invierte, se construye, se desarrolla y todos ganan, excepto, claro está, los depredadores financieros. La banca nacional y pública es lo que los poderes financieros han resistido violentamente durante siglos. Y siguen haciéndolo.

Más de 70 países se acercan peligrosamente al impago de sus deudas internacionales según el Banco Mundial. Tradicionalmente, el FMI ya estaría en esos países para administrar algunas soluciones neoliberales a sus problemas. Sin embargo, no tienen soluciones para atender a la gente hambrienta y cada vez más enfadada que no puede permitirse las necesidades básicas de la vida. La única preocupación del FMI es que, independientemente de los problemas de un país, el servicio de la deuda es lo más importante. El FMI no es conocido por su carácter indulgente cuando se trata de deudas y, como es de esperar, le importa poco la buena voluntad. La condonación de la deuda de China en África ha demostrado que es razonable y comprensiva con los problemas de otras naciones. Para muchos países que sufren, China puede ser su última y mejor esperanza de evitar un futuro de control financiero del FMI.

Muchos países de África y América Latina se están alejando del sistema financiero occidental y están desarrollando sus propias monedas regionales. Estos países nunca han tenido la oportunidad de desarrollar sus propias economías independientemente de la interferencia occidental. Para ellos, el ejemplo del modelo económico chino muestra cómo un país puede salir de la pobreza absoluta para convertirse en la economía más dinámica del mundo en sólo 3 generaciones. No es necesario adoptar el modelo político chino, y China no lo sugeriría. Sin embargo, las lecciones económicas aprendidas de China sobre cómo dirigir una economía política, cómo industrializarse y desarrollarse, serán utilizadas por muchas de las nuevas naciones independientes.

El modelo neoliberal está agonizando, está a punto de desencadenar un cataclismo financiero mundial sobre todos y, sin embargo, todavía presume de dar lecciones a los países sobre sus economías. Es un sistema que no puede protegerse de su propia codicia y arrogancia, y ahora todos lo pagarán. Ese modelo ha quedado al descubierto de todas sus debilidades.”

Consideraciones parecidas a estas de orden económico podrían hacerse en torno a la otra gran cuestión sobre la que China recibe masivas acusaciones por parte de los “grandes” ideólogos occidentales: la democracia y los derechos humanos. Es una cuestión que por sí sola exigiría al menos un artículo. Por hoy bastará referirme a la “curiosa” ausencia en este paquete de acusaciones de otras cuestiones aún más fundamentales y graves que la democracia (la supuesta democracia) y los derechos humanos (todos ellos individuales): los crímenes contra la paz (origen de las más masivas violaciones de derechos humanos individuales), o el imperialismo (que siembra de bases militares cualquier rincón del planeta en vista de una dominación global).

Estados Unidos es hoy la antítesis de aquella gran nación que presidió Franklin D. Roosevelt

Los cambios en Estados Unidos durante las últimas décadas han sido aún más profundos que los vividos en Rusia y China. Siempre recuerdo que, hace ya dos décadas, la congresista Cinthya McKinney, candidata a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Verde, que había venido a Mallorca a apoyar nuestras tareas y mi candidatura al Nobel de la Paz, afirmaba ya entonces: “Estados Unidos ya no es lo que era”. Y, al contrario que Rusia y China, el camino que ha hecho Estados Unidos es un camino de retroceso hacia el totalitarismo y hacia el más criminal de los imperialismos. En mi artículo anteriormente citado continuaba así:

“Al menos desde que en 1971 el presidente Nixon, presionado por David Rockeffeller, acabó con el dólar respaldado en oro (y sobre todo desde la desregulación con la que los presidentes Reagan y Clinton eliminaron las leyes que tan eficazmente habían funcionado desde su instauración por Franklin D. Roosevelt), el capitalismo occidental, dominado absolutamente por las grandes familias anglosajonas que se apropiaron de la Fed (Reserva Federal) en 1913, es una maquinaria de fabricar desigualdades, es una absoluta locura. Franklin D. Roosevelt, aunque también sufrió intentos de asesinato, no intentó acabar con un Banco Central en manos privadas, como sí lo intentaron los asesinados Abraham Lincoln, James A. Garfield y John F. Kennedy. Franklin D. Roosevelt solo reguló el mundo financiero que la Fed controla. Aun así, intentaron eliminarlo. Al igual que antes lo intentaron con otro presidente que no toleraba esta situación: Andrew Jackson.

Aquellas grandes familias de entonces también controlan hoy la Fed, el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BCE (Banco Central Europeo). Pero con muchos agravantes: lo hacen sin control democrático alguno; están enloquecidas en una financiarización desbocada; no les importa absolutamente nada los sufrimientos actuales de “la plebe” –como no les importaron los sufrimientos de 1919–; y siguen excediéndose hasta extremos increíbles en su desenfrenada ambición, hasta el punto de hacer que el BCE abandone a su suerte [en plena pandemia] a las sociedades europeas y no emita los billones de euros que podría y debería emitir… Por eso mismo afirmo que son ellos los grandes responsables de la ruina de millones de occidentales. Graves denuncias que no permiten equívoco alguno. Pero si no escuchamos hoy nuestras conciencias y levantamos nuestra voz, ¿cuándo lo haremos? ¿Somos conscientes de la magnitud del sufrimiento en el que en esta hora trágica están inmersos millones de nuestros conciudadanos?

Ellos son los verdaderos responsables de la gran decadencia económica, social, política y democrática en la que está cayendo Occidente. Como las decadencias en las que cayeron anteriormente todos los imperios en los que la codicia y la adicción al poder absoluto acabaron siendo las fuerzas dominantes. Solo seguimos siendo líderes en la impresión de papel-dólar, en abusivos rescates bancarios mientras se abandona a su suerte a la gran mayoría social, en presupuestos militaristas y en guerras de agresión. Todo ello sin referirnos a la decisiva cuestión del control de la información y a la mediocridad, conformismo e incluso complicidad de tantos profesionales de la información. También en esto nuestro liderazgo es cada vez más arrollador.

Hace un par de días pude ver y escuchar en TV3 a la carta una muy interesante entrevista a uno de los economistas españoles de más reconocimiento internacional, Xavier Sala i Martín, una entrevista que lleva por título ‘La única solución es que el Banco Central Europeo imprima dinero y lo regale a los gobiernos’. […].

Él si tiene acceso a los grandes medios. Por eso me resultó muy gratificante escuchar sus posicionamientos: si no se imprimen euros ya, inmediatamente, y se niega el acceso al BCE, ‘Europa pasará a la historia como una institución infame. […] Y si Europa no sirve para esto, que alguno me explique para qué cojones sirve Europa’.»

Esa radical y perversa desregulación del gran legado de Franklin D. Roosevelt viene siendo denunciada desde hace décadas por personalidades tan lúcidas como el matrimonio LaRouche (y el Instituto Schiller). En la página www.l-hora.org se pueden encontrar muchos artículos en los que se analizan estas importantes claves que están condicionando absolutamente el futuro de la humanidad.

Solo existe una vía de solución, muy parecida a la que es inevitable frente al maltrato femenino: atrevernos a reconocer que estamos ligados a una élite de psicópatas y en manos de ella

El 23 de septiembre de 2013, con motivo de la entrega de la Medalla de Oro del Consell Insular de Mallorca, la respetada periodista recientemente fallecida Virginia Eza me realizó una entrevista a la que tuvo el valor de poner un título políticamente muy incorrecto: “La sociedad no tiene conciencia de que está casada con una élite de psicópatas”. En ella mis denuncias ya apuntaban a esa necesaria, importante y urgente toma de conciencia:

Joan Carrero: Hay dos problemas fundamentales. Uno es la existencia de esa élite enloquecida cuyo objetivo es anular a China y Rusia. […] El otro problema es que la sociedad occidental, que los tolera y financia con impuestos, trabajo y recortes, no tiene conciencia de que está casada con un psicópata maltratador. Hay una especie de bloqueos emocionales que no nos permiten ver lo que estos seres humanos son capaces de hacer, y harán, con nosotros. Estos planteamientos suenan radicales, pero son absolutamente objetivos, se lo aseguro. […] A los que hablamos de estas conjuras nos llaman paranoicos, lo que es una jugada magistral del sistema.

Virginia Eza: Hasta que salen los cables de Wikileaks.

Joan Carrero: A mí no me pueden llamar paranoico gracias a eso. En los cables quedaba clara la conjura para parar nuestra querella en la Audiencia Nacional, con el Departamento de Estado carteándose con el embajador estadounidense en Madrid y el Ministerio de Moratinos, el Gobierno de Ruanda, la ONU… Era la querella contra el Gobierno de Ruanda, que supuestamente eran los buenos hasta que el juez Fernando Andreu dictó un auto en el que habla de genocidio, expolio, crímenes contra la humanidad, asesinato de nueve españoles…Dictó orden de captura por los crímenes más graves posibles.

Virginia Eza: Usted es de los que cree que la crisis económica es una estafa.

Joan Carrero: Bill Clinton dio la puntada final desregularizando todo lo que se refería a fusiones de bancos. Automáticamente vinieron las hipotecas basura, el hundimiento… […] Fue el grupo Bilderberg el que creó la UE y el euro y lo construyeron de tal manera que el BCE no puede inyectar dinero a los Estados, solo a los bancos con intereses inferiores al 1 por ciento. Luego esos bancos venden bonos a los Estados al 5, 6 o 7%. En tres años, un país que casi no tenía deuda, como España, ha pasado la mayor partida del presupuesto de este año para el pago de intereses. Está montado para el enriquecimiento de unas minorías.

Virginia Eza: ¿Sacaría a España de Europa y el euro?

Joan Carrero: La UE está tan controlada por las grandes familias financieras que yo en estos momentos me saldría. En su día fui internacionalista, pero ahora creo que la única fuerza que se le puede enfrentar a estos grandes globalistas es el nacionalismo sano, no el obtuso. Ahora, el único obstáculo son las raíces de los pueblos, su cultura, sus tradiciones, a las que no van a renunciar tan fácilmente. No creo que podamos revertir la UE tal y como ha sido construida. Hay muchos países fuera de la UE. Nos han hecho creer que fuera de ella y del euro no hay vida y no es cierto. Eso no es Europa. Ni siquiera es la Europa de los mercaderes, porque la economía no tiene ligazón con la economía real. Es la Europa de unas poquitas grandes familias financieras.”

Por último, respondiendo a la pregunta final de mi anterior artículo, “¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros en este momento en favor de la paz?”, solo me queda cerrar este artículo con las mismas afirmaciones con las que lo abrí: “Sin el reconocimiento de que estamos casados con una élite de maltratadores, no habrá liberación. Si nuestra sociedad no abandona sus prejuicios y cambia de paradigma, Occidente sucumbirá”.

A quienes por solidaridad nos alertan de ello, no deberíamos considerarlos como personas entrometidas y críticas, al igual que hacen con frecuencia las mujeres maltratadas incapaces de aceptar su dura realidad. Pero es evidente que, ante todo, existe una condición previa: conocer la verdadera identidad oculta de nuestro consorte, descubrir quienes son en realidad esas élites de maltratadores que nos tienen sometidos y que un día incluso podrían quitarnos la vida.