Nuestras sociedades en shock son incapaces de reconocer las evidencias de la ofensiva final de los grandes “filántropos”
Segunda parte
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A la búsqueda de nuevas pandemias u otros motivos que justifiquen el pasaporte “verde” y permitan exterminar discretamente la población «excedente»
Hasta que no seamos capaces de enfrentarnos al perturbador hecho de que Occidente ha ido evolucionando lamentablemente durante las últimas décadas hasta el punto de estar casi absolutamente controlado por una reducidísima élite de gentes extremadamente soberbias y arrogantes, gentes elitistas y excluyentes hasta la perversión, no podremos liberarnos de su dominio. No podremos liberarnos de la agobiante desinformación y propaganda de sus grandes medios de “información” y “comunicación”. Estaremos condenados a repetir sin fin, como eternos “conspiracionistas”, situaciones tan trágicas como las que vivimos ahora.
Son gentes que sienten tal superioridad sobre el resto de los mortales, que se consideran con derecho a disponer de nuestras vidas y organizar el mundo según su capricho. Son gentes capaces de llevar a cabo un exterminio incluso superior al provocado por sus ancestros esclavistas o sus progenitores nazis o financiadores del nazismo. Son gentes que parecen estar firmemente decididas a ejecutar por fin, paso a paso, las últimas etapas de su infernal proyecto largamente elaborado y preparado.
Los últimos días del Culto Covidiano
De hecho, son muchos los indicios de que no se van a resignar a que el Élan vital que impulsa el Universo y la Historia detenga definitivamente su proyecto criminal. En esta hora critica para la humanidad, ese Impulso vital ha desbaratado sus previsiones y frenado por el momento su agenda mediante el surgimiento de la variante Ómicron, que está actuado como una auténtica inmunización natural que hace innecesaria la locura de una peligrosa vacunación masiva. Pero la manipulación informativa masiva está siendo de tal intensidad que aún sigue reinando la mayor confusión en nuestras sociedades. Como expone inteligentemente CJ Hopkins en su artículo titulado “Los últimos días del Culto Covidiano”, esto aún no ha acabado:
“La simulada ‘crisis sanitaria mundial’ ha terminado, a todos los efectos. Lo que significa que GloboCap ha metido la pata. La cuestión es que, si pretendes mantener a las masas azotadas en un frenesí descerebrado de paranoia por una ‘pandemia global apocalíptica’, en algún momento tienes que producir una pandemia global apocalíptica real. Las estadísticas falsas y la propaganda te servirán durante un tiempo, pero en algún momento la gente necesitará experimentar algo que se parezca al menos a una plaga mundial devastadora, en la realidad, no sólo en sus teléfonos y televisores.
[…]
Muchas de estas personas (es decir, los no fanáticos) están comenzando a sospechar que tal vez lo que nosotros, ‘extremistas anti-vacunas, con sombrero de hojalata, negadores de Covid, teóricos de la conspiración’, les hemos estado diciendo durante los últimos 22 meses podría no ser tan loco como pensaban originalmente. Están dando marcha atrás, racionalizando, revisando la historia, y simplemente inventando todo tipo de tonterías interesadas […]
Lo cual… está bien, que se digan a sí mismos lo que necesiten por el bien de su vanidad, o de sus reputaciones como periodistas de investigación, izquierdistas famosos o revolucionarios de Twitter. Si crees que estos miembros ‘recuperados’ de la secta Covidiana van a reconocer públicamente todo el daño que han hecho a la sociedad, y a las personas y sus familias, desde marzo de 2020, y mucho menos pedir disculpas por todo el abuso que amontonaron sobre los que hemos estado informando de los hechos … bueno, no lo van a hacer. Van a dar vueltas, a equivocarse, a racionalizar y a mentir descaradamente, lo que sea necesario para convencerse a sí mismos y a su audiencia de que, cuando la mierda golpeó el ventilador, no chasquearon los tacones y se pusieron en plan ‘buen alemán’.
Denle duro a esta gente si es necesario. Me siento tan enfadado y traicionado como tú. Pero no perdamos de vista lo que está en juego aquí. Sí, la narrativa oficial se está desmoronando por fin, y el Culto Covidiano está empezando a implosionar, pero eso no significa que esta lucha haya terminado. GloboCap y sus títeres en el gobierno no van a cancelar todo el programa ‘New Normal’, fingir que los últimos dos años nunca sucedieron y retirarse elegantemente a sus lujosos búnkeres en Nueva Zelanda y a sus megayates.
Los movimientos totalitarios y las sectas de la muerte no suelen caer con gracia. Suelen caer en una orgía gratuita de violencia nihilista mientras el culto o el movimiento intenta desesperadamente mantener su control sobre sus miembros vacilantes y defenderse de la realidad que los invade. Y ahí es donde estamos en este momento… o donde vamos a estar muy pronto.
Ciudades, estados y países de todo el mundo siguen adelante con la implantación de la sociedad de la bioseguridad de la Nueva Normalidad, a pesar de que ya no hay ninguna justificación plausible para ello. Austria sigue adelante con la ‘vacunación’ forzosa. Alemania se prepara para hacer lo mismo. Francia está poniendo en marcha un sistema de segregación nacional para castigar a ‘los no vacunados’. Grecia está multando a los pensionistas ‘no vacunados’. Australia está operando ‘campos de cuarentena’. Escocia. Italia. España. Los Países Bajos. Nueva York. San Francisco. Toronto. La lista sigue, y sigue, y sigue.
No sé lo que va a pasar. No soy un oráculo. Sólo soy un satírico. Pero nos estamos acercando peligrosamente al punto en el que GloboCap tendrá que volverse fascista si quiere terminar lo que empezó. Si eso ocurre, las cosas se van a poner muy feas. Lo sé, las cosas ya son feas, pero estoy hablando de un tipo de fealdad totalmente diferente. Piensa en Jonestown, o en los últimos días de Hitler en el búnker, o en los últimos meses de la Familia Manson.
Eso es lo que les ocurre a los movimientos totalitarios y a los cultos de la muerte una vez que se rompe el hechizo y se desmoronan sus relatos oficiales. Cuando caen, intentan llevarse al mundo entero con ellos. No sé ustedes, pero yo espero que podamos evitar eso. Por lo que he oído y leído, no es muy divertido.»
Efectivamente, estas gentes ni se resignarán fácilmente tras la Ómicron ni han perdido todavía la batalla de la confusión reinante por ellos creada. Esta no se ha evaporado por arte de magia. Como afirmaba Albert Einstein, las inercias mentales son aún más fuertes que las poderosas inercias físicas. Así por ejemplo, a pesar de que Anthony Fauci ya tuvo que rendir cuentas incluso ante el Congreso de Estados Unidos por haber financiado millonariamente al equipo de científicos estadounidenses que en Wuhan experimentaron sobre la ganancia de función del SARS-CoV-2, una gran masa de ignorantes teleadictos siguen preguntándose sobre si el virus apareció naturalmente o surgió de un laboratorio.
Muchos de ellos incluso están convencidos de que creer en la segunda de estas dos posibilidades solo es cosa de conspiranóicos. Convicción que no es casual sino el resultado de elaboradas técnicas de manipulación psicológica de masas. Ni unos ni otros tienen ni idea de los grandes avances en el campo de las armas biológicas. Ni parecen darse cuenta de que las inequívocas “predicciones” de gentes como Bill Gates no son otra cosa que la amenazante proclamación pública de la agenda de las élites.
SARS-CoV-2 – Gripe Aviar – SIDA
Tampoco tienen ni idea de que la organización estadounidense “sin ánimo de lucro” EcoHealth Alliance ha llegado ya a recibir de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), dirigidos por Fauci, y del Pentágono, a través del NIAID (Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, un componente de los NIH, que son un grupo de entes adheridos al Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos) y de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa (DTRA), más de 112 millones de dólares para este tipo de actividades “sanitarias” o, a lo sumo, “defensivas”, pero nunca agresoras ni criminales.
En una carta dirigida a la Cámara de Representantes de Estados Unidos, los NIH afirman que EcoHealth Alliance violó los términos y condiciones de la subvención AI110964 de los NIH y no informó de todas sus actividades en China. Traicionaron a sus “ingenuos” financiadores ¡Qué malos, traicionar a gentes tan nobles, gentes tan desinteresadas y tan solo preocupadas por el bienestar de las poblaciones, gentes incapaces de pensar mal de los otros, aunque sean abundantes los antecedentes nefastos en pandemias precedentes!
Según la carta de los NIH, se llevó a cabo un “experimento limitado” para probar si “las proteínas de espiga de los coronavirus de murciélago que circulan de forma natural en China eran capaces de unirse al receptor ACE2 humano en un modelo de ratón”. ¡Qué mala suerte, cuántas casualidades, ahora les toca la desgracia de que se les pueda asociar injustamente con la proteína espiga, que tanta mortandad está ya causando! Lo que no se acaba de entender es por qué entonces el presidente de EcoHealth Alliance, Peter Daszak, admite en un video de 2016 que sus colegas en China estaban desarrollando coronavirus asesinos.
Ni tampoco por qué él mismo orquestó en febrero de 2020 una poderosa campaña en The Lancet con el apoyo de 27 científicos para imponer en el mundo la tesis sobre el “indiscutible” origen animal del SARS-CoV-2. En su carta, los 27 autores condenaron “enérgicamente las teorías de conspiración que sugieren que el Covid-19 no tiene un origen natural”, e informaron que los científicos de varios países “concluyen abrumadoramente que este coronavirus se originó en la vida silvestre”. Todo ello sin la menor prueba o referencia científica para refutar la teoría de un virus creado en laboratorio. Las pruebas que, por el contrario, sí existen son los correos electrónicos de toda esta maquinación.
Y si nuestras sociedades aún no se han enterado de un hecho pasado de tal trascendencia y tan documentado, menos aún se enterarán de que esas élites, que colocaron al criminal Fauci en una posición de tan enorme poder como la que ocupa, están volviendo a las andadas (en realidad nunca pararon): siguen financiando nuevos experimentos de ganancia de función, ahora de la peligrosísima gripe aviar. ¿Se atreverán a hacer más trasmisible y a utilizar para su diabólico proyecto un virus que ya provocó en humanos una mortandad de casi el 60% (frente a menos del 1% del SARS-CoV-2) en los cientos de humanos que se infectaron?
Precisamente, hace tan solo un par de semanas, en un artículo dedicado a la reciente aparición con gran fuerza en Europa de la gripe aviar, podíamos leer: “La circulación en Europa de una cepa altamente transmisible, la H5N1, capaz de dar el salto de especie a humanos, ha disparado las alarmas. […] Es muy contagiosa y produce una considerable mortandad entre aves. Pero, además, puede tener la capacidad de superar la barrera especie y dar el salto a humanos, presenta una importante facilidad de mutación y, además, se puede recombinar. Es decir, generar virus mixtos de gripe. Sin embargo, el contagio a humanos no es fácil. Se necesita tener un contacto estrecho, directo y duradero para que se produzca”.
¿O será el virus del SIDA el que utilizarán para seguir avanzando en la imposición del pasaporte “verde” y en el “control” del «exceso» poblacional? Las noticias al respecto también son poco tranquilizadoras: demasiadas alusiones últimamente, desde la alta política, al peligro que el SIDA vuelve a representar ahora. El artículo enlazado acaba así: “¿Qué oportuna la muerte de Luc Montagnier, no? Lo mismo que la de Kary Mullis, inventor de los test PCR [muerte] previa a su implantación generalizada”.
Sí, realmente “oportunas” estas muertes. ¡Dos más de tantas muertes “oportunas” como se están dando últimamente! La muerte de Luc Montagnier es la de alguien que tenía que declarar en los próximos días ante el tribunal Nuremberg-2, de alguien que ya denunció que en el genoma del virus de la Covid habían introducido una secuencia del genoma del virus del Sida, de alguien que fue premiado con el Nobel precisamente por haber descubierto el virus del Sida.
Los arrogantes grandes “filántropos” nada podrán frente al Élan vital
Son unas élites de “triunfadores” sumamente inteligentes, como todo buen psicópata, pero profundamente ignorantes: en ellos no existe ni el menor componente de aquello que tantas civilizaciones llamaron sabiduría, tan íntimamente ligada a la empatía y la intuición. Su arrogancia les hace despreciar ese tipo de cosas, así como la supuesta existencia del Élan vital al que se refería Henri Bergson en 1907 en su libro La evolución creadora, una fuerza que sería la que impulsa la evolución y el desarrollo de los organismos, fuerza que Bergson relacionó estrechamente con la conciencia. Un Élan vital que, desde el mismo Big Bang, gracias a las constantes físicas fundamentales ya en él contenidas, conduce el Universo hacia la vida, hacia la conciencia y hacia una plenitud (para estas élites absolutamente desconocida) hecha de amor y bienaventuranza.
Aunque frente a la figura de Jesús de Nazaret no las tienen todas consigo. Yo no diría que también la desprecien. Más bien diría que la odian. Y, en realidad, la temen. Es el Cristo cósmico de otro francés, Teilhard de Chardin, el Alfa y Omega del libro del Apocalipsis (capítulo 22, versículo 13), el destino final al que nos conduce el Élan vital. Al igual que a sus ancestros nazis, les atrae el esoterismo, buscan objetos como el Santo Grial o pretenden forzar como sea aquello que jamás podrá ser forzado, porque se saben simples mortales.
Llenos de perversiones y ruindades, pretenden controlar por vías esotéricas aquello que saben que les supera. Estas gentes parecieran ser la mismísima personificación encarnada de aquellos seres espirituales mitológicos (¿o bien reales?) que se creyeron tan superiores a todo y a todos que incluso optaron por enfrentarse a Aquel que los había creado. Sus reacciones frente a Jesús me evocan los textos evangélicos que narran sus encuentros con los endemoniados.
Viendo seres como los que componen estas élites, dispuestas incluso a financiar los experimentos sobre la ganancia de función del peligroso virus de la gripe aviar, no es nada extraño que las visiones descritas en el libro del Apocalipsis empiecen a aparecérsenos como mucho más que puras visiones fantasiosas. Pero Jesús de Nazaret ya triunfó para siempre sobre estas gentes. Su historia es la más portentosa y conmovedora jamás imaginada. Es una historia ya contada hace casi dos milenios, pero aún tan nueva, que casi sigue estando por estrenar.
Es la historia de cómo aquel Misterio del que surgió nuestro descomunal e insondable universo decidió tomar nuestra insignificante y frágil naturaleza humana. Es la historia de cómo aquella Conciencia-Bienaventuranza intemporal e inmaterial, que sobrepasa cualquier comprensión, decidió plantar su tienda entre las nuestras. El Verbo que existía en el Principio y quiso morar entre nosotros. Es la historia del “Shalom” de El resucitado, un saludo profético eficaz que realiza lo que proclama.
Los tiempos de Dios no son los nuestros, pero sería una gran satisfacción para mí el poder ver el día en el que estos grande criminales sean desenmascarados e incluso algunos de ellos llevados ante la justicia y condenados por el enorme sufrimiento que ocasionaron. Al igual que todas nuestras autoridades político-sanitarias y los responsables de los medios de comunicación, que por su comportamiento indigno, sumiso como mínimo, solo pueden ser calificados de colaboracionistas. Término que evoca una de las más tristes páginas de la historia de países como Francia.
Quizá el lenguaje que estas gentes mejor entiendan sea el del miedo. El miedo que han provocado en la sociedad. El miedo que a ellos mismos les hace tan sumisos a la mafia de las grandes “familias” globalistas. Por eso entiendo, aunque no comparta, propuestas tan radicales como las de Riccardo Bosi, un ex teniente coronel australiano y líder del partido político Australia One: asegura que, en el caso de un triunfo electoral de su partido, se aplicarán tribunales militares y “pena capital” a los miembros del gobierno y de los medios de comunicación que hayan estado implicados en la gran trama del Covid-19.
Como repito desde hace años, un gran número de nuestros políticos son una creación de esas élites. El primer ministro de Canadá, ahora tan de actualidad, es solo uno de ellos, como su mismo hermanastro denuncia. Pero el número de actuales líderes previamente seleccionados y preparados para obedecer sin hacer preguntas en esta hora de los grandes “filántropos”, tan crítica para la humanidad, es mucho mayor de lo que sospechamos.
A su vez, muchos periodistas, como tantos manipuladores erigidos en “verificadores” de la información y la verdad, o como un tal Manuel Asende, que en su reciente artículo en El País denigra del modo más miserable al ya fallecido Luc Montagnier, merecerían igualmente nuestro repudio y condena. A lo sumo, si algunos de aquellos o de estos actuaron así por ignorancia, esta debe ser calificada de ignorancia culpable: en el cargo que ocupan, es una obligación moral el informarse más allá de la propaganda de todos aquellos medios cuyos mayores accionistas son los mismos que los de las grandes farmacéuticas (Black Rock, Vanguard, etc.).
Julian Reichelt, editor jefe de la prestigiosa revista alemana Bild, publicó recientemente unas declaraciones, en nombre de la revista, en las que pedía perdón a los niños, ya que el gobierno federal no lo hace, por el bombardeo propagandístico y acientífico que han tenido que recibir durante la pandemia. Por su parte, el también importante diario danés Ekstra Bladet se disculpó por seguir “hipnóticamente” las narrativas del gobierno sobre la pandemia de COVID-19, admitiendo que fracasaron y que fueron trasmisores de la mentiras de las autoridades políticas. Pero no parece que en nuestra España, en la que los políticos presumen de que los negacionistas antivacunas constituyen solo una pequeña minoría, existan profesionales del periodismo con la honestidad y dignidad necesarias para un gesto semejante.
Y, en memoria y reparación de tantas víctimas, también espero que todos aquellos que, elegidos por una parte de la sociedad u ocupando cargos públicos, callaron frente a las decisiones sumisas de los partidos mayoritarios o no fueron capaces de ver lo que estaba sucediendo, un día asuman pública y voluntariamente su cuota de responsabilidad criminal. Quienes confundan la No violencia con falta de energía en la “lucha” a favor de la justicia, no han entendido nada de ella. Y quienes aún no se hayan dado cuenta de que el enérgico profetismo bíblico estuvo en las raíces mismas de la misión de Jesús, creo que tampoco han entendido lo que significa ser cristiano.
Justamente la liturgia de este domingo en el que escribo tiene como evangelio el texto de las bienaventuranzas según el Evangelio de san Lucas (capítulo 6, versículos 20-26). La escena está revestida de una solemnidad especial que lleva a considerarla como una especie de proclamación programática de su misión mesiánica. A diferencia del texto del Evangelio de san Mateo, el de san Lucas consta no solo de cuatro bienaventuranzas sino de otras tantas malaventuranzas. Jesús no nos dice solo bellas cosas, como aquella de que de los pobres es el Reino de los Cielos, sino otras más terribles: “Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas”. Y cuando su propia madre, María, proclama con fuerza que “[El Señor] derroca del trono a los poderosos” (Evangelio de san Lucas 1, 47-55), es la personificación misma de la espiritualidad, misericordiosa pero a la vez enérgica, de los anavim de Yahveh judíos de entonces, los pobres y desamparados contemporáneos de ambos.
La importancia de conocer el origen del SARS-CoV-2 y la planificación de la Covid-19
En apartados anteriores quise mostrar que los hechos nos llevan necesariamente a la conclusión de que la imposición absurda y criminal de la vacunación masiva y del pasaporte “verde” no puede estar motivada por cuestiones sanitarias sino por otras realmente inconfesables. A partir de ahora pretendo mostrar que, de modo semejante, los hechos nos llevan necesariamente a la conclusión de que el SARS-CoV-2 fue creado en laboratorio y de que la pandemia provocada por él “gracias” a la gestión impuesta por las élites globalistas (gestión acompañada de mandatos tan incomprensibles como el de la prohibición de los tratamientos eficaces existentes), estuvo larga y detalladamente planificada.
En las primeras semanas de la pandemia, una amiga auténticamente preocupada por el sufrimiento de los demás y muy convencida de los grandes beneficios que las vacunas han proporcionado a la humanidad desde que fueron descubiertas, consideraba que la búsqueda del origen del SARS-CoV-2 era una pérdida de tiempo. Lo importante para ella era atajar cuanto antes la pandemia. Y, por supuesto, en su televisiva opinión eso solo se conseguiría mediante las vacunación masiva.
Cuenta la tradición que un día Buda respondió a las cuestiones que se le ponían sobre la liberación del dolor, unas cuestiones excesivamente teóricas, con el relato de aquel hombre herido por una flecha. Un hombre que, en lugar de buscar prontamente los cuidados sanitarios (Buda se refería a la iluminación o experiencia de la naturaleza esencial que nos libera del sufrimiento), se dedicó a elucubrar sobre quién habría sido el atacante, cuales sus motivaciones, etc.
Como las parábolas, fábulas u otros relatos figurados, esta narración también tiene su moraleja, útil para extraer una determinada enseñanza. Pero la realidad es mucho más compleja de lo que este y otros relatos figurados describen. Así por ejemplo el arquero, desde una posición y con unas intenciones que sería muy importante conocer, solo o en compañía de otros, podría estar ya preparando más ataques hacia otros compañeros del herido. Lo cual no estaría demasiado alejado de lo que está sucediendo con la Covid-19.
Reducir toda la complejidad de los procesos espirituales a la experiencia individual de iluminación es sencillamente un reduccionismo. Al igual que el desinterés por conocer el origen de la Covid-19. A diferencia de lo opinado por mi amiga, mi propósito en este segundo apartado de la Segunda parte, y sobre todo en el tercero que seguirá a este, es fundamentalmente el de intentar dejar en evidencia la importancia de conocer tanto el origen del SARS-CoV-2 como los entresijos de la planificación de la criminal gestión realizada de la pandemia. Esto último implicará el realizar una breve recapitulación actualizada de diversos hechos ya tratados en escritos anteriores.
Es muy importante conocer que este virus ha sido creado artificialmente y que esta criminal pandemia, criminal sobre todo “gracias” a su perversa gestión, es una obra de ingeniería social, mediática y de todo tipo. Me propongo intentar dejar en evidencia, con la ayuda de los más auténticos expertos, que todo cuanto la humanidad está sufriendo en estos dos últimos años es realmente la ejecución de un plan largamente y detalladamente planificado. Más aún, me propongo dejar en evidencia que la actual pandemia es solo una etapa de un proyecto mucho más amplio y ambicioso.
Un proyecto de dominación que pretende ser lo más global posible y en el que hay que incluir acontecimientos como la creciente provocación a Rusia tanto en Kazajistán como en Ucrania, conflicto en el que también está presente la cuestión de la guerra biológica. Los ocultados laboratorios biológicos en Ucrania son una realidad sumamente peligrosa . Es un proyecto de dominación que se va acercando a su hora final, La hora de los grandes “filántropos”.
Llegados a este punto, de nuevo tenemos que volver a enfrentarnos, una vez más, al enorme y gravísimo problema del secuestro de la información. Si se tratase de una pandemia natural o accidental, ¿qué necesidad había de tanta mentira, desinformación y silenciamiento? Está siendo un despliegue propagandístico como nunca en la historia. Coordinados y al unísono, los grandes medios sentencian en todo Occidente cada día su veredicto: quienes discrepan en lo más mínimo de su doctrina no son otra cosa que unos cavernícolas terraplanistas, unos estúpidos negacionistas, unos fanáticos antivacunas. Han llegado a crear una “realidad” paralela a la realidad en la que no parece que hagan mella ninguno de los muchos hechos que la cuestionan cada vez más. Pero, sorprendentemente, la gran masa social ha optado por esa “realidad” paralela y aún vive en una especie de gran burbuja televisiva.
Pero lo que me resulta más sorprendente es el modo tan eficaz como estas élites han descolocado totalmente a las izquierdas (las verdaderas izquierdas, no las institucionales, que están directamente a su servicio). Unas izquierdas que parecen incapaces de salir de esquemas reduccionistas y trasnochados. Esto me recuerda demasiado la actitud reaccionaria del establishment científico mundial cada vez que ha tenido que enfrentarse a una nueva hipótesis (especialmente sucedió con la aparición de la Física relativista y la cuántica) mucho más integradora que los paradigmas dominantes.
La “magistral” estrategia de entronizar como una especie de incuestionable Nueva Religión Universal a “La Sanidad” o a “La Ciencia” está siendo la última de las grandes y exitosas estrategias de esta élite de seres “superiores”. Las primeras fueron la de financiar las guerras y la de crear o apropiarse de los bancos centrales. Posteriormente idearon y llevaron a cabo otras como la del control de los canales de información y comunicación o la de seducir, infiltrar y finalmente controlar las fuerzas políticas progresistas o el mismo Vaticano.
Reconozco que yo mismo, en su momento, cuando hace más de una década convertí el largo primer capítulo del libro La hora de los grandes “filántropos” en un listado de secuestros llevados a cabo por las élites globalistas (el secuestro de la democracia, la economía, la ética, la razón, las grandes ONG para los derechos humanos, la información, la educación, la dignidad y la esperanza), no incluí la Sanidad. Pero al menos reaccioné rápidamente en el momento mismo en el que apareció la pandemia.
Pronto empezó a ser evidente que tal cúmulo de acontecimientos difícilmente podía tratarse de un accidente. De hecho, ya al comienzo de marzo de 2020 escribí el primer artículo sobre la pandemia y lo titulé de modo bastante revelador: “Coronavirus: ¿estará el mundo en manos de auténticos locos?”. Lo que me propongo ahora y en el próximo apartado 3 es la confirmación y desarrollo de aquella intuición inicial.
PROYECTO VERITAS: Documentos militares sobre la ganancia de función contradicen el testimonio bajo juramento de Anthony Fauci (enero 2022)