Es sorprendente el dogmatismo fundamentalista que reina en la información sobre la cuestión estrella de este 2021 en Europa: la vacunación contra el Coronavirus SARS-CoV-2. Sobre algunos pocos hechos ciertos se ha construido una especie de paradigma que no solo está lleno de falsedades sino que, sobre todo, “olvida” multitud de otros hechos y cuestiones que no parecen caber en él. Dicho paradigma se nos presenta como un compacto paquete. En el caso de no ser aceptado en su conjunto como un todo inseparable, los trasgresores son condenados ex cátedra ipso facto a los infiernos del conspiracionismo y el negacionismo.

“Sin vacunación -nos dicen- no hay Salvación”

Este parece ser en Occidente el dogma fundamental en este momento histórico: la vacunación es el único modo de acabar con la pandemia. Un dogma “científico” tan fundamentalista como el que imperó en Occidente durante siglos: “Fuera de la Iglesia no hay Salvación”. Va acompañado de otro gran dogma: la covid 19 es la única responsable de la enorme crisis económica que vivimos. Este último es, si cabe, más incuestionable aún. El cuestionarlo, cosa que yo ya hice, es algo de locos. Aunque en estos días ese dogma fundamental, “Sin vacunación no hay Salvación”, está siendo eclipsado por el mantra de la actualidad, un mantra de segundo nivel pero que ahora arrasa en todos los titulares: “En este momento, la OMS considera que los beneficios de la vacuna de AstraZeneca superan sus riesgos y recomienda que se siga vacunando”. Se lo escucha hasta la saciedad tanto en boca de expertos como en boca de sencillos ciudadanos.

Empecemos intentando dejar en evidencia la debilidad del dogma fundamental sobre el que se apoyan todos los otros, el dogma de que la vacunación es la única manera de acabar con la pandemia. ¿Cómo es entonces posible que en China, con una vacuna de una eficacia menor que las vacunas atlantistas y con una población que no tiene demasiado interés en vacunarse, no haya prácticamente contagios desde mayo de 2020? Es tanta la manipulación mediática de las mentes que cuando, en un par de ocasiones, me he referido a la inexistencia de contagios en China, la reacción ha sido la misma: “Deben estar mintiendo. ¡Cómo va ser eso posible nada menos que en China!” En la China -se sobrentiende- de productos y alimentos baratos, en la China comunista sin democracia. Quienes así reaccionan ni se interesan por comprobar mínimamente esa realidad. Es imposible encajarla mentalmente en la doctrina con la que se nos bombardea a todas horas y que nos está convirtiendo en una especie de provincianos ignorantes que desprecian lo diferente y se burlan de los extraños.

“No se pueden imprimir -nos dicen- tantos dólares y tantos euros”

Pese a tan poderosa propaganda para imponer el citado dogma fundamental, la realidad incuestionable es que en China ni hay contagios, ni es obligatorio el uso de mascarillas, ni hay crisis económica. No había ni contagios ni crisis económica ya antes del inicio de la vacunación. Aunque, para llegar a ese punto, ha habido muchas importantes diferencias previas entre ellos y nosotros. Allí se han realizado controles exhaustivos, atención temprana, códigos QR personales indicando el estado de salud (algo mucho más seguro que el certificado de vacunación, que no da demasiadas garantías contra el contagio), confinamiento estricto, importantes ayudas económicas directas no solo para rescatar “la economía” sino sobre todo para que la gente real pudiese sobrellevar sin problemas el estricto confinamiento… El verdadero “problema” está en que todas esas medidas suponen una enorme cantidad de dinero. Esta es la diferencia fundamental: en Occidente la economía está en manos privadas, en manos de unas élites que controlan absolutamente los bancos centrales y que han decidido abandonar a su suerte a la plebe.

Imprimir tantos billones de dólares o euros para todo aquello que a ellos mismos les interesa, como vienen haciendo desde la “crisis” del 2008, y además también para rescatar ahora a la plebe es demasiado endeudamiento, demasiado circulante. “No hay dinero para más ayudas”: esta es la gran mentira que nos inculcan los expertos y medios de estas élites, cada vez más escandalosamente ricas y poderosas mientras la pobreza crece aceleradamente. Pero la realidad es que fueron y siguen siendo posibles ayudas para toda la población semejantes a las que se realizaron en China.

Demasiados expertos “de reconocido prestigio”, auténticos negacionistas de toda esa realidad, estructuran oscuras, y con frecuencia deshonestas, doctrinas oficiales. Doctrinas que nos inyectan desde todos los medios sin darnos respiro alguno, doctrinas que ocultan y niegan estas claves tan importantes… mientras descalifican como negacionista a cualquiera que se salga del guion en lo más mínimo y saque a la luz lo que ellos están ocultando y negando. Infantilizados por tanta información “seria”, muchos aún no se han dado cuenta de que en la gestión de esta pandemia todo es cuestión de dinero, como casi siempre.

La vacunación masiva no es “la” panacea universal

¿Por qué, pues, gentes que tienen mucha información presentan como “la” panacea universal una vacunación masiva que en realidad no lo es? No es “la” panacea universal porque tiene sus serios problemas, mucho más frecuentes y graves de lo que trasciende en los telediarios. Solo en el Reino Unido (más trasparente informativamente que la mayoría de países europeos en todo a lo que a la Covid 19 se refiere), entre el día 9 de diciembre de 2020 y el día 26 de enero de 2021 se registraron, según cifras oficiales, unos 70.000 efectos adversos graves. Personalmente, solo en mi reducido círculo de conocidos se han dado tres casos de fallecimiento días después de la vacunación. Tres casos con unas características que apuntan claramente a una causalidad y no una simple casualidad. Pero estos casos jamás figurarán en los registros porque los mismos familiares no lo han puesto en conocimiento, ya que consideran “absurdo” relacionarlo con la vacunación que su familiar fallecido había recibido.

La vacunación masiva tampoco es “la” panacea universal por otros diversos motivos. No lo es porque, además de serios problemas, tiene unas notables limitaciones, como son las causadas por las frecuentes y peligrosas mutaciones del virus. O porque, aún en el caso de tratarse de una medida eficaz y que no tuviese consecuencias futuras (cosa de la que no están seguras ni aún las mismas farmacéuticas), la vacunación necesita ir acompañada de muchas otras medidas.

¿Una “solución” suficientemente barata y tranquilizadora a la vez que rentable?

¿Presentarán la vacunación masiva como “la” panacea universal, algo que en realidad no es, porque se trata de una campaña mucho más barata que las medidas integrales desplegadas en China? ¿O porque es una medida suficientemente tranquilizadora que, una vez disimulados sus considerables riesgos y limitaciones, cubre aparentemente las responsabilidades políticas sin necesidad de desplegar un verdadero rescate de la plebe? ¿O porque, además, es una medida que procurará enormes réditos a las elitistas empresas farmacéuticas, que tienen unos beneficios prácticamente comparables a los de la industria militar? Industria que todos sabemos que no busca precisamente la paz y que no pueden disimular sus verdaderos intereses como sí pueden hacerlo las farmacéuticas…

Es muy aleccionador el tratamiento que dio tv3 el pasado día 14 a esta cuestión de la vacunación en China. El titular era que la vacuna china es muy poco efectiva, tanto que ni a los mismos chinos tienen interés ponérsela. Luego, entre líneas, se comentó que tan “solo” ha sido inyectada a un 40% de la población (en España, al día de hoy ha sido vacunada el 23% de la población). Del mismo modo, más “de pasada” aún, se dijo que “muchos chinos no tienen interés en recibirla ya que allí prácticamente no hay contagios”. Y para acabar, el corresponsal de tv3 dejó muy claro que, aunque China “quiere incentivar la vacunación para marcar liderazgo” mundial, ahora ve como “los Estados Unidos se están inmunizando más rápido”. Faltó un “pequeño” detalle: comentar que durante estos últimos doce meses, en los que en China no hubo contagios, en Estados Unidos fallecieron más de 500.000 personas, según el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.

Hay veces, como es el caso de esta “noticia” de tv3, en que la anécdota alcanza la categoría de símbolo. Yo me pregunto: ¿Y quién se la pondría aquí si no hubiese contagios y si las gentes no viviesen en la permanente angustia en la que las tienen sumida todos los días, a todas horas, todas nuestras cadenas de televisión? Para colmo, al día siguiente nos llegaba desde América Latina la noticia de que la vacuna china Sinovac es mucho más efectiva de lo que nos dicen en Europa. Quizá habría que “felicitar” a tv3, de la que hace años yo pensaba -ingenuo de mí- que era una televisión más honesta que otras.

La propaganda hizo posible el Antropoceno

Al parecer, el impacto de la humanidad en nuestro planeta está siendo tal que ha surgido el término “Antropoceno” para expresar que posiblemente estemos saliendo del Holoceno y viviendo el inicio de una nueva época geológica. El Holoceno habría tenido su inicio unos 11.700 años antes del 2000, año en el que el ganador del Nobel de química Paul Crutzen acuñó el término “Antropoceno”. Sin embargo, no hay que olvidar que el enorme y continuado efecto humano en la biósfera tan solo ha sido posible porque durante demasiado tiempo los grandes medios negaron el calentamiento global o su relación con la actividad humana. Al igual que negaban década tras década muchas otras cosas, como la relación entre tabaco y cáncer. Tal es el poder de la propaganda, capaz de provocar incluso un cambio de época geológica.

Con el secuestro de algo tan peligroso como la genética y con una propaganda mucho más poderosa aún que la de las pasadas décadas, ¿qué pueden seguir provocando en la especie humana estas élites sin ninguna empatía ni ética, cuyo único afán es el beneficio y el poder, y que deciden por todos nosotros, ya que nuestros representantes políticos no parecen tener la autonomía de un auténtico líder servidor del pueblo? ¿Volverá la humanidad a ver surgir auténticos estadistas?

Ahora, tras la evidencia de la relación directa entre la vacunación y los primeros efectos graves de ella, ¿se tomarán con suficiente radicalidad todas las decisiones necesarias o solo las mínimas que permitan “cumplir el expediente” mientras sigue adelante la agenda de las élites burocráticas de Bruselas? ¿Cuándo se dará espacio en las cadenas de televisión a la pluralidad, a las voces de aquellos expertos que alertan sobre la probabilidad de que vayan apareciendo en los próximos años otros muchos efectos igualmente graves? ¿No es una obligación el garantizar que los ciudadanos sean informados de los riesgos de eventos adversos de cualquier tratamiento? ¿Será Europa capaz de acabar con la pandemia con una gestión como la actual o estamos condenados a sufrir durante años esta enloquecedora montaña rusa de restricciones y “normalizaciones”?

Hay que dar salida al stock de vacunas de AstraZeneca

Como escribí al inicio, el mantra de la actualidad es este: los beneficios de la vacuna de AstraZeneca superan sus riesgos y hay que seguir usándola. Es posible. Pero, ya que están en juego unas consecuencias muy graves para centenares de miles de personas (no para “algunas pocas”, como se empeñan en decir), deberíamos al menos preguntarnos por qué hemos llegado hasta aquí. Al inicio los dirigentes europeos optaron por un determinado camino: el de la solución fácil, el de una vacunación masiva presentada como “la” panacea universal. Y descartaron otras medidas integrales que incluirían un estricto confinamiento acompañado de la plena financiación de las necesidades de la gente. A continuación, en la siguiente encrucijada, descartando cualquier otra vacuna que no fuese la de “nuestras” farmacéuticas “amigas” (que no han cumplido o que nos han vendido un producto defectuoso), nos encaminaron directamente al borde del precipicio (lo es realmente para millones de nuestros conciudadanos) en el que nos encontramos.

Ahora nos dicen que hay que arriesgarse a jugar a la ruleta rusa. Y que ya veremos a quien le toca el “premio”. O otras cosas fuera de lugar, como aquella de que el tabaco tiene muchas más posibilidades de provocarnos trombos que la vacuna de AstraZeneca. Perdonen señores, a mi gente eso le importa un rábano, porque no fuman. Lo mínimo que cabría esperar por parte de aquellos que por sus pésimas decisiones han llevado a decenas de millones de europeos a este peligroso dilema, sería un reconocimiento de sus errores. Por el contrario, se dedican no solo a presentar como inevitable esta situación a la que nos han llevado tras muchas decisiones previas muy cuestionables, sino además a seguir acusando de irresponsables a quienes prefieren no vacunarse por ahora y creen que no tendríamos por qué haber acabado aquí donde ahora nos encontramos.

Sospechoso secretismo

Y está la grave cuestión del posible fraude por parte de las élites burocráticas europeas que toman todas estas decisiones, fraude por colusión de intereses con las farmacéuticas “amigas” ¿Sabremos algún día con qué criterios se tomaron esas decisiones y qué precios se pagaron a las farmacéuticas? Cuando una pequeña empresa o administración local debe adjudicar un proyecto de tan solo 15.000€ se le exige que haga públicos los motivos que le llevaron a optar por una determinada empresa ejecutora entre otras más.

Pero a estas gentes de Bruselas no parece que les importe nada en absoluto la opinión de los centenares de millones de ciudadanos a los que imponen, sin la menor explicación o rendición de cuentas, unas determinadas vacunas de farmacéuticas “amigas”. ¿Qué pasaría si una administración local fuese tan poco diligente en la gestión del dinero destinado a cosas mucho más banales que la vida y la muerte de sus ciudadanos? ¿Qué pasaría si el amiguismo fuese descarado y evidente?

Experimentando en humanos las nuevas “vacunas”, dada la emergencia sanitaria

Es evidente que se están experimentado directamente en las personas unas “vacunas” de nuevas características. Diversos científicos prefieren calificarlas como “terapias génicas en experimentación”. Y la cuestión no es menor porque solo las vacunas gozan del privilegio de saltarse, por motivo de una emergencia, las estrictas normativas existentes en cuanto a plazos de experimentación. Más allá de la superficialidad de los titulares de los telediarios, las mismas farmacéuticas reconocen que sus vacunas estarán en fase experimental hasta finales del año 2022 o comienzos de 2023. Pero se nos dice que es la emergencia la que justifica el asumir riesgos.

Sin embargo, mientras se seguían produciendo decenas de miles de víctimas mortales, la maquinaria burocrática europea, cada vez más alejada no solo de los pueblos sino incluso de los gobiernos, no llegó a facilitar la utilización de la vacuna rusa Sputnik, la primera fabricada en el mundo y que ya está autorizada en una cuarentena de países. Hasta el punto de que son los estados los que empezaron a intentar desbloquear una situación tan absurda y peligrosa, abriendo contactos directos con el Centro Gamaleya, su fabricante. Hechos tan graves como este provocan la fundada sospecha de que la urgencia en usar las vacunas de “nuestras” farmacéuticas “amigas” no estaba motivada por la preocupación por la salud sino por intereses económicos y geoestratégicos.

Una Europa secuestrada por las élites, una Europa en peligro

Todo lo dicho respecto a la mala gestión de la vacunación en los países de Europa, en total sumisión a los dictados de las élites (dictados posiblemente hasta delictivos por colusión de intereses) y con una utilización agobiante de la propaganda, es un perfecto reflejo de las causas de la decadencia de Europa: una Europa en la que la propaganda nos está convirtiendo en unos provincianos ignorantes; una Europa en la que se da una total sumisión de nuestros dirigentes políticos a las élites económicas que hacen y deshacen a su antojo, principalmente mediante el control del Banco Central Europeo; una Europa en la que falta una regulación que impidan realmente la colusión de intereses entre quienes toman las más importantes decisiones políticas y los lobbies empresariales…

Para acabar, quiero referirme al sistemático desprecio de la gestión de China frente a la pandemia, así como al también sistemático boicot e intento de desprestigio de la vacuna rusa Sputnik. Son una seria llamada de alerta: ¿hacia dónde y hasta donde nos puede llevar la sumisión de nuestros dirigentes políticos a unas élites que, para doblegar a la Rusia del “asesino” Putin (¿grave y estúpida acusación  del presidente Biden, clara senectud o auténtica declaración de guerra?), son capaces de poner a Europa en grave peligro. Son las élites que acaban de lograr colocar en la Casa Blanca a unos dóciles lacayos dispuestos a ejecutar el peligroso enfrentamiento con el que pretenden someter a China y Rusia. Enfrentamiento del que ya hay perturbadores indicios.

Conclusión

Desde mi punto de vista hay algunos elementos evidentes en el relato oficial europeo sobre la pandemia y la gestión frente a ella, elementos que sería de negacionistas el negarlos. Pero en ese relato hay también demasiadas otras cosas turbias y oscuras, a la vez que otras muchas están ausentes en él a pesar de ser sustanciales. Para mí hay algo indudable e importante: si verdaderamente Europa está en manos de unas élites realmente psicopáticas, la pésima gestión frente a un acontecimiento tan extremadamente grave, como esta pandemia, es una ocasión privilegiada para abrir los ojos e iniciar por fin la revolución que acabe de una vez con el Sistema económico, político y mediático que está arruinando desde hace décadas la vida de millones de familias. ¿Aprenderemos la lección?